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Trump, la teoría del loco y Palestina

Fuentes: La Jornada

El ultimátum de Donald Trump fracasó. La resistencia palestina hizo cumplir la tregua y obligó al régimen colonialista de ocupación y apartheid israelí a seguir con el alto el fuego, que entró en vigor el 19 de enero pasado entre Hamas e Israel tras 471 días de una guerra de exterminio genocida y castigo colectivo contra la población civil de la franja de Gaza. El 15 de febrero las milicias palestinas liberaron a otros tres cautivos israelíes y Tel Aviv excarceló a 369 prisioneros como parte de la sexta tanda de canje de retenidos por presos.

La entrega de los tres israelíes retenidos desde la operación el Diluvio de Al Aqsa, el 7 de octubre de 2023, tuvo lugar en Jan Yunis, sur de Gaza. En la plataforma montada para el acto de liberación, cerca del edificio donde murió en combate el líder de Hamas, Yahya Sinwar, se exhibieron pancartas con mensajes dirigidos al régimen sionista de Benjamin Netanyahu y su principal aliado, el presidente Trump, quien el 10 de febrero, mientras firmaba órdenes ejecutivas en la Casa Blanca, había lanzado el ultimátum de que si no eran devueltos «todos» los retenidos antes del mediodía del sábado 15, convertiría a Gaza en un «infierno».

En varias oportunidades desde que asumió −tras la previa «demolición» y reducción a «escombros» de la franja de Gaza por Israel con bombas de 907.2 kilos Mark 84 entregadas por el Pentágono−, con la cruel y cínica sencillez narcisista que le caracteriza, el magnate inmobiliario «normalizó» la barbarie genocida y la guerra por hambre contra mujeres, niños y ancianos palestinos, y propuso tácitamente enajenar Gaza a Israel y adueñarse y gentrificar el enclave mediante la limpieza étnica (una Nakba 2.0 potenciada), con la proyección de que su conglomerado familiar, la poderosa Organización Trump, impulse los llamados «negocios de marca» de gran rentabilidad capitalista: la construcción de rascacielos, condominios de lujo, hoteles y campos de golf, así como plantas industriales apalancadas por las cuantiosas reservas gasíferas de las costas mediterráneas; lo que idílicamente ha denominado la «Riviera de Medio Oriente».

El enfoque de Trump fue considerado «revolucionario» y «creativo» por Netanyahu, urgido por retener el apoyo político-religioso de los fanáticos extremistas neo­nazis de su alianza gubernamental. Un plan que significa, además, la reactivación de una estrategia de deportación elaborada previamente por el Ministerio de Inteligencia israelí, cuyos detalles filtrados fueron revelados en octubre de 2023 por la revista israelí Calcalist.

Al combinar la negativa a la creación de un Estado palestino con el desplazamiento forzado de 1.8 millones de personas a Egipto, Jordania y otros países −lo que según el derecho internacional constituiría un crimen de lesa humanidad−, la propuesta de Trump mina cualquier posibilidad real de alcanzar una paz duradera. Por eso, en Jan Yunis, las pancartas en árabe, hebreo e inglés, decían: «No habrá migración excepto a Al-Quds [Jerusalén]» y «Oh Al-Quds [Jerusalén], somos tus soldados».

El Canal 13 de Tel Aviv informó el sá­bado que las Brigadas de Ezzedin Al-Qassam, brazo militar de Hamas, hicieron una nueva demostración de su poderío durante la ceremonia de intercambio de retenidos en Jan Yunis, al vestir uniformes castrenses y portar armas incautadas al ejército israelí. Además, en un comunicado, Hamas respondió tácitamente a Trump: «Al-Quds [Jerusalén] y la mezquita de Al-Aqsa son líneas rojas para los palestinos […] no habrá traslado forzado ni transferencia de la población por parte de los palestinos, excepto a Al-Quds [Jerusalén]». Durante el acto de liberación, la resistencia palestina obsequió a los cautivos sionistas una escultura de reloj de arena en la que estaba escrito: «El tiempo se acaba». Y a cada uno le entregó un «certificado de liberación», así como un bordado que muestra un mapa con las fronteras de Palestina que reclama Hamas. Otros 73 retenidos permanecen aún en Gaza.

Mientras lleva a cabo un meteórico y sistemático desmantelamiento de importantes estructuras gubernamentales y agencias de inteligencia en EU, la disuasiva proyección irracional vengativa de Trump −que junto con sus dislates de convertir a Canadá y México en nuevos estados de EU, comprar Groenlandia y apoderarse del canal de Panamá hace que se perciba como un individuo potencialmente «fuera de control» y al margen de estupideces como el derecho internacional y las obligaciones contractuales−, resucita la «teoría del loco» de Tricky Dick Nixon ( Dick, el tramposo): «Nuestros enemigos deberían reconocer que estamos locos y somos impredecibles, con una extraordinaria fuerza destructiva a nuestra disposición, por lo que se inclinarán ante nuestra voluntad por temor» (Noam Chomsky, Estados canallas, Paidós, 2001).

Pero la jugada de distracción de Trump fue rechazada, entre otros, por Egipto, Qatar, Turquía, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Irán y el Vaticano, además de que el plan diseñado en septiembre de 2024 por el general retirado israelí, Giora Eiland, para despoblar el norte de Gaza mediante una estrategia de «rendición o inanición», fracasó. Según el propio Eiland, arquitecto del llamado Plan de los Generales, «Israel fracasó en tres y medio de los cuatro objetivos de la guerra: no hemos demolido el poder militar de Hamas; no hemos derrocado su gobierno en Gaza; no logramos que los residentes regresen sanos y salvos a sus hogares (en los territorios palestinos ocupados), y en cuanto al regreso de los secuestrados, el cuarto objetivo, lo hemos logrado ­parcialmente».

La estrategia consistió en declarar el norte de Gaza como «zona militar cerrada», aislarla de la ayuda humanitaria y exterminar a quienes permanecieran en ella por hambre, sed o la fuerza, para luego ocuparla y colonizarla. Por el contrario, el general detalló en un artículo de opinión para Ynet, que en la guerra de 15 meses en la franja, Hamas «ha logrado todos sus objetivos; el principal de ellos: continuar con su dominio en Gaza». Parte del problema, escribió, fue que las autoridades israelíes consideraron a Hamas como una organización puramente «terrorista», cuando ya había establecido el poder estatal en Gaza. Ergo, así sea de manera circunstancial, la resistencia palestina parece haber logrado hasta ahora una victoria en el plano militar, político y simbólico-cultural. Aunque Trump y Netanyahu sigan amenazando con abrir la puerta del infierno.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.