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XX Congreso del Partido Comunista de China

Un congreso para impulsar el socialismo

Fuentes: Mundo obrero

Las conclusiones del XX Congreso del Partido Comunista de China son muy relevantes para el futuro por tres razones: es la más numerosa organización política del planeta, con noventa y seis millones de militantes; gobierna el país más poblado de la Tierra y su economía es ya la mayor del globo cuantificada en PPA.

El congreso se ha celebrado en medio de la grave situación en Ucrania y el Este de Europa, con Estados Unidos alimentando nuevos focos de crisis en Asia que pueden iniciar otras guerras y que retrasan la adopción y aplicación de acuerdos internacionales para preservar la ecología y alejar el peligro del holocausto atómico.

China mira su propio futuro con optimismo. En los últimos diez años, los ingresos por persona se duplicaron, y la producción fabril también se ha duplicado desde 2012: el país es ya el mayor productor de casi la mitad de los quinientos bienes industriales más importantes del mundo. Con una importancia creciente del sector servicios, la industria sigue siendo el eje de su estructura económica, y ha conseguido desarrollar tecnología sofisticada dedicando enormes inversiones para investigación y desarrollo orientadas a descarbonizar la economía y proteger los ecosistemas. La ecología está ahora en el centro de las preocupaciones de los dirigentes chinos, hasta el punto de que entre 2016 y 2020, China convirtió una superficie del tamaño de Alemania de zonas áridas, en bosques y tierras cultivables y verdes. Ha controlado también la pandemia: mientras en Estados Unidos han muerto más de un millón de personas por el Covid-19, en China han sido poco más de cinco mil, aunque esa estricta política de «Covid cero» ha afectado a la economía, reduciendo el desarrollo.

En los últimos quince años, China ha experimentado un impresionante desarrollo en inteligencia artificial, redes informáticas, ferrocarriles de alta velocidad, pantallas de semiconductores, equipos energéticos, nuevas baterías, y otros sectores, consiguiendo logros relevantes: en septiembre de 2022 presentó en Berlín el sistema ferroviario maglev de alta velocidad, fabricado en Qingdao, el transporte terrestre más rápido del mundo en la actualidad, con una velocidad proyectada de 600 kilómetros por hora. En 2021, envió la primera misión a Marte, con la nave Tianwen-1, y tiene ahora desplegado en el planeta rojo un astromóvil de exploración, el rover Zhurong. A su vez, la empresa pública Corporación de Aviones Comerciales de China, COMAC, fabrica el avión C919 que compite ya con el Boeing 737 estadounidense y el Airbus 320 europeo.

Se terminó con la pobreza y se ha conseguido el objetivo de una sociedad «modestamente acomodada». De hecho, China ha experimentado la más gigantesca transformación de toda la historia de la humanidad: en tan corto periodo de tiempo, tres décadas, nunca se había alcanzado en el mundo tal grado de desarrollo y de construcción de una nueva sociedad más justa para un número tan elevado de habitantes, hoy de mil cuatrocientos cincuenta millones de personas. Xi Jinping ha reforzado el papel central de la economía pública en manos del Estado y de las regiones, reforzando el socialismo chino. El sector privado de la economía está obligado por ley a contribuir con una parte de sus beneficios, y con inversiones y nuevos proyectos al desarrollo del socialismo. El desarrollo tecnológico, el aumento del nivel de vida, la confianza en el futuro, son rasgos que definen la China de nuestros días. China desarrolla también la democracia socialista: recientemente fueron elegidos más de dos millones seiscientos mil diputados en asambleas populares; en esas elecciones participaron más de novecientos veinte millones de personas, el 86 % de los votantes que estaban registrados.

Las dimensiones de la corrupción son un serio problema, aunque la campaña impulsada por Xi Jinping y el Partido Comunista en todos los niveles de la administración del Estado y en las empresas las ha reducido. En septiembre de 2022, Fu Zhenghua, ex ministro de Justicia del país, fue condenado a muerte por aceptar sobornos de dieciséis millones de dólares: todos sus bienes fueron incautados por el Estado, y la condena podría ser conmutada por cadena perpetua. También fueron juzgados el ex viceministro de Seguridad Pública, Sun Lijun, que ha sido condenado a muerte por corrupción y por aceptar sobornos, y tres antiguos jefes de policía en Shanghái, Chongqing y Shanxi. Las duras sentencias ilustran la ejemplaridad que quiere mostrar el Partido Comunista.

La nueva dirección comunista elegida en el XX Congreso deberá enfrentarse durante los próximos años a serios riesgos, porque Estados Unidos quiere limitar el desarrollo económico y tecnológico de China con la guerra comercial lanzada por Trump y que continúa Biden, añadida a las sanciones impuestas a empresas tecnológicas y a la Ley de chips y ciencia aprobada por el Congreso estadounidense. Así, Washington ha conseguido que Huawei, la compañía que más teléfonos inteligentes vendía en el mundo en 2020, pasase a la décima posición por ventas en 2021. Sin embargo, las sanciones económicas y la pandemia han llevado a China a impulsar con mayor vigor la innovación y las industrias tecnológicas, abandonando la dependencia de productos y desarrollos tecnológicos occidentales y sustituyendo esas importaciones, algo que no habían previsto los estrategas de Washington. El Programa Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológicoha sido la palanca que ha impulsado la innovación, y el impulso de la nueva ruta de la seda ha conseguido que buena parte del mundo, casi cien países, participen en ella.

El principal riesgo para el futuro de China es el renovado acoso de Estados Unidos, que utiliza organizaciones creadas al efecto para estimular el nacionalismo en Xinjiang, Tíbet, Taiwán y Hong-Kong, y cuya manifestación más peligrosa es la venta de armamento a Taipéi y el anuncio del gobierno norteamericano de que «Estados Unidos defenderá a Taiwán». La Estrategia de Seguridad Nacional que ha aprobado Biden sitúa a Rusia, y sobre todo a China, como adversarios a batir, y China es consciente de que Washington persigue con el QUAD y el AUKUS aumentar el acoso y entorpecer sus vías y rutas de comercio y suministros, desarrollando al mismo tiempo un amenazante anillo militar ante sus costas. Estados Unidos triplica el gasto militar chino, y la Unión Europea gasta más en armamento que China y Rusia juntas. Por ello, China está modernizando aceleradamente su ejército, sin abandonar su apuesta por la paz y la convivencia en el planeta: propuso en abril de 2022 la Iniciativa de Seguridad Global que persigue la adopción por todas las grandes potencias de una política de no injerencia en los asuntos internos de otros países, de renuncia al enfrentamiento de bloques militares y de colaboración para afrontar conjuntamente los grandes retos de la humanidad.

Antes del XX Congreso, se inauguró en Pekín la exposición Avanzando en la nueva era, muestra que ilustra el desarrollo y las conquistas del socialismo chino en los últimos diez años. Tras veinte congresos, el Partido Comunista ha sido capaz de cambiar el destino de China, y se prepara para seguir construyendo el socialismo, combatir la temeraria inercia del imperialismo estadounidense y afrontar los dos mayores peligros de nuestros días: la quiebra ecológica y el riesgo de una guerra nuclear.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.