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Nicaragua. Entrevista con Oscar René Vargas

Un gobierno pragmático

Fuentes: ALAI AMLATINA

¿Hacia donde va Nicaragua? En los últimos tiempos se tiende a situar en la línea de la izquierda a los gobiernos de Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Cuba e incluso a los de Brasil y Uruguay, sin mirar las particularidades de cada uno ellos, ejercicio que permitiría determinar -en los hechos, más que en los discursos- si […]

¿Hacia donde va Nicaragua? En los últimos tiempos se tiende a situar en la línea de la izquierda a los gobiernos de Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Cuba e incluso a los de Brasil y Uruguay, sin mirar las particularidades de cada uno ellos, ejercicio que permitiría determinar -en los hechos, más que en los discursos- si se están enrumbando en la línea de superar la «larga noche neoliberal». Por eso, es importante revisar lo que pasa en Nicaragua, donde encontramos situaciones desconcertantes. Por un lado, el Presidente Daniel Ortega mantiene un discurso radical cuando se refiere a Estados Unidos, pero en los hechos, su gobierno sigue atado a las imposiciones del FMI, encadenado al CAFTA, no adhiere a la Corte Penal Internacional y ha dado el visto bueno al nuevo embajador de Estados Unidos, Robert Callahan, un «halcón» de línea dura quien fue agregado de prensa en la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa, en los tiempos en que la potencia imperial apoyaba a los contras que pretendían derrocar a la revolución sandinista.

En la política interna, el mas descarnado pragmatismo guía la conducta del gobierno orteguista, lo que le ha llevado a establecer un juego de tira y afloja con el corrupto ex presidente y dirigente del Partido Liberal Constitucionalista, Arnaldo Alemán, quien tiene como cárcel su propia hacienda y continúa dirigiendo a la bancada legislativa de su partido. Y también a pactar con el cardenal Miguel Obando y Bravo, acuerdo que ha tenido un elevado costo para las mujeres: la penalización del aborto terapéutico, que ha cobrado ya decenas de vidas.

Para que dé luces sobre lo que pasa en la tierra de Augusto César Sandino, Rubén Darío y Carlos Fonseca Amador, entrevistamos a Oscar René Vargas, escritor y profesor universitario, miembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), quien vino a Quito, Ecuador, para participar en el Encuentro Latinoamericano del Foro Mundial de las Alternativas.

 – En varios de sus artículos, usted ha analizado los impactos del neoliberalismo en Nicaragua. Con el gobierno de Daniel Ortega ¿se está superando las políticas neoliberales?

Yo creo que hay un problema que es grande. Uno de los elementos más difíciles es cambiar las cosas y no todos los pasos que vos das te conducen a superar el modelo, entonces hay elementos importantes que el gobierno de Ortega ha implementado como es el acceso a la gratuidad en la salud, a la educación, lo que implica, por ejemplo, que un mayor número de personas tienen acceso a estos servicios, cosa que en los 17 años de neoliberalismo no ocurrió.

Por ejemplo, el analfabetismo en Nicaragua ha pasado del 12% en el año 1990 a 35% en el año 2006, entonces revertir ese 35% de analfabetismo es un proceso largo, se ha comenzado, pero es el comienzo apenas, no podemos decir de que ya hay un modelo diferente, sino que se está cambiando la lógica y se está poniendo en agenda el tema social.

– Eso es importante, sin embargo, hay hechos preocupantes, como por ejemplo que Daniel Ortega firme un convenio con el Fondo Monetario Internacional y éste siga teniendo una injerencia muy fuerte en Nicaragua. ¿Qué opina de esto?

Hay que tener claro que dentro del Sandinismo hay diferentes corrientes, no es homogéneo hay corrientes que yo llamo procapitalistas que a partir de los 90 visualizaron de que el socialismo estaba fuera de foco, fuera de una realidad y optaron o se acomodarán a la lógica neoliberal, aunque, desde el punto de vista político, hayan mantenido su militancia dentro del Frente Sandinista.

Pero el Frente Sandinista también ha perdido identidad, es decir, se ha vuelto más pragmático, y por lo tanto conviven al interior del Frente diferentes corrientes y diferentes posiciones. Hay una corriente que está por hacer de Nicaragua un capitalismo nacional, que es lo que quisieran impulsar, a mi criterio, de manera muy ilusa, pero eso es lo que existe, es decir, darle al capitalismo un rostro humano.

– Ese grupo que dice, ¿es hegemónico actualmente en el Frente Sandinista o no?

Yo creo que pesa, pesa. Yo no te podría decir si es hegemónico, pero tiene presencia fuerte y es el que está por que no se rompa con el FMI. Hasta la fecha no se ha roto con el FMI. Se negocian las políticas económicas y los objetivos sociales. El FMI, en forma inteligente, ha cedido en algunos aspectos sin que por ello ponga en tela de juicio su política. Entonces, tienen que convivir y considerando de que el Sandinismo no tiene ninguna política diferente que vaya contrario a ello. Yo te voy a dar un ejemplo, el CAFTA, que es el Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con Centro América. Nicaragua lo suscribió en el tiempo de los gobiernos neoliberales. – Con los votos del Frente Sandinista… Si, precisamente, ahí se demostró que había dos corrientes. Los que estábamos en contra de la firma del CAFTA y los que estaban a favor de la firma del CAFTA. El gobierno del señor Ortega mantiene el CAFTA, porque hay la ilusión, a mi criterio, de que el CAFTA se puede eliminar los aspectos negativos. Digo la ilusión, porque siento que esa posición es producto de una cierta ignorancia del tratado. Yo acabo de publicar un libro de 500 páginas sobre el tratado, un tratado de 3000 páginas que es difícil de leer porque tiene corchetes, que mandan a una cosa, etc. Entonces hay una ilusión de creer, que se puede contrarrestar los aspectos negativos cuando el tratado en sí es negativo. Hasta la señora Clinton y Obama dicen que hay que suspender el tratado porque va contrario a los intereses norteamericanos, entonces en Nicaragua hay una corriente que cree que eso va a dar resultados, hasta la fecha no ha dado ningún resultado importante.

– Y esta política pragmática también se manifiesta respecto a la relación con Estados Unidos.

Si. Por eso digo yo que, para analizar Nicaragua, se debe mirar que el gobierno del Sr. Ortega se asemeja más al gobierno de Lula que al de Chávez, aunque en el discurso Ortega se parezca a Chávez.

Varios ejemplos. Para los norteamericanos hay cuatro elementos centrales para definir su política con Centroamérica: uno es el mantenimiento del CAFTA, (Ortega) lo mantiene; otro es el aspecto del narcotráfico, que las fuerzas de seguridad interior y el ejército combatan al narcotráfico, eso se hace; tercero, es el asunto migratorio, que Nicaragua y Centroamérica sirva de tapón a la migración del sur; y cuarto el terrorismo que significa un control migratorio sobre los elementos que pasan.

Entonces, si en estos cuatro elementos los gobiernos centroamericanos están de acuerdo en llevar a cabo, el resto no importa, el resto es parte de la política del manejo interno en la que es necesario que cada país tenga cierta autonomía.

Y el CAFTA significa la consolidación de las políticas neoliberales, es decir, el CAFTA no es meramente un Tratado de Libre Comercio. Esa es la lectura que hacen los norteamericanos. Es consolidar las políticas neoliberales del Consenso de Washington y mientras vos tengas esas políticas, los norteamericanos no tienen ningún inconveniente.

En la política interna, el gobierno mantiene un acuerdo político con los sectores financieros, que tienen un peso muy importante. Por eso es que los sectores financieros en Nicaragua también están muy contentos con el gobierno. No hay, digamos, un conflicto. Eso lo vemos en Brasil también, los sectores financieros tienen un acuerdo con Lula, están de acuerdo con Lula, no puede haber un acuerdo escrito, a lo que me refiero es que hay un acuerdo tácito.

Cuando tienes tasas de interés arriba del 15, 18% para el sector agrícola, evidentemente los beneficiados son los sectores financieros y a los que están matando es a los agricultores o a los sectores de la pequeña y mediana empresa.

– Bueno, al mismo tiempo, Daniel Ortega mantiene una buena relación con el Presidente Chávez y la ayuda de Venezuela es significativa en petróleo y en otras cosas. ¿Cómo entender la relación Nicaragua – Venezuela?

Yo creo que Chávez también tiene contradicciones internas, tiene compromisos tácitos con el capital, ahí no ha habido una revolución. Es el discurso nuevamente. Hay los sectores más atrasados del capitalismo o del capital en Venezuela que son los que estaban acostumbrados a vivir de las rentas petroleras. El problema es que la renta petrolera ahora va en beneficio de sectores sociales, no toda, pero parte de las rentas petroleras. Y eso es lo que no les conviene a la oligarquía venezolana, que estaba acostumbrada a mamar la teta de las rentas petroleras, en el momento en que te quitan ese flujo evidentemente que saltan. Hay que entender lo que pasó en las elecciones de diciembre de 2007 en Venezuela, la abstención implicó un cierto descontento de la población porque no entendían hacia donde se iba, fue algo que debilita al gobierno y ahora que vienen las nuevas elecciones, la derecha esta apostándose a eso, a la renta petrolera, ese es el problema fundamental.

Entonces, si en principio, ambos, Chávez y Ortega, tienen un discurso similar el problema para mí es que internamente no han sabido concatenar ese discurso con la acción cotidiana, porque los sectores que están en el gobierno no le ayudan, y lo están embarcando, digamos que hay cierta inocencia en ese sentido. – En el plano interno de Nicaragua, ¿Cómo entender y cómo está la relación actualmente entre el Frente Sandinista de Daniel Ortega y el Partido Liberal de Arnoldo Alemán?

Mira, para comenzar, hay que estar claro que uno de los aspectos que favorece que el Frente Sandinista gane las elecciones es la división de la derecha, sin división de la derecha, el Frente no hubiera ganado. Con esto quiero decir que el Frente Sandinista y el gobierno del presidente Ortega es un gobierno débil, socialmente hablando. Por lo tanto Ortega necesita mantener la división de la derecha, si la derecha se une evidentemente que su debilidad va a salir a flote.

Esta relación con Alemán corrupto hay que entenderla en el sentido de que el pragmatismo político lleva a mantener esta división, división que incluso fue alimentada por el error político de apreciación de los norteamericanos. Entonces su estrategia es mantener esa división, es decir, en ese pragmatismo a ultranza que hay el fin justifica los medios. – Se dice que Alemán es un «rehén» de Daniel Ortega. No. Alemán tiene su propio juego, Alemán quiere recuperar el liderazgo de la derecha y entonces le conviene la alianza con Ortega, a Ortega le conviene la alianza con Alemán porque quiere dividirlo.

– Es un complejo juego

Es un juego, es un juego de espejos.

– Pero que ya dura muchos años. Si, porque Alemán, al comienzo, le sacó ventaja también, ¿cuál fue la ventaja que sacó Alemán? Fue que el movimiento social no se movía a pesar de las políticas neoliberales que había, y eso lo garantizaba Ortega, que su gobierno (el de Alemán) goce de cierta paz social, entonces sacó ventaja.

Alemán necesita a Ortega para desplazar a Montealegre (1) y Ortega necesita a Alemán para mantener la división. Entonces este es un juego de ganar, ganar de los dos. ¿Cuánto va a durar? Hasta cuando Alemán considere que ya es suficiente para eliminar a Montealegre, y para mí esa fecha es noviembre de este año, en las elecciones municipales.

Va a ser una pulseada de los dos

Claro, porque ahí va a establecerse la nueva correlación de fuerzas, si la correlación de fuerzas, supongamos, que elimina a Montealegre, Alemán ya no necesita a Ortega, entonces va a pasar a tener un discurso anti-Ortega para poder recuperar y presentarse como el abanderado de la lucha antisandinista en el 2011. – ¿Esta política pragmática del Frente Sandinista de Daniel Ortega le lleva también a hacer alianzas con el Cardenal Miguel Obando y Bravo?

Claro, porque volvemos a lo mismo, uno de los factores que influyó para las derrotas anteriores de Daniel Ortega, fue la unidad de la derecha, la posición de los gringos y la Iglesia Católica. En estas elecciones, la derecha se dividió, los gringos, creyendo que iban a eliminar a Alemán, apoyaron la división de la derecha y Ortega actuó para mantener la división de la derecha y se alió e hizo concesiones a Obando, para neutralizar a la Iglesia Católica y lo logró. Es decir, pragmáticamente, tuvo un éxito, ese éxito pragmático tiene un costo, y ese costo fue la penalización del aborto terapéutico.

– Que es un costo muy cuestionable

Un costo, para mí, elevadísimo porque volvimos al siglo XVI, pero esa es la lógica, no puede ser ni la tuya, ni la mía, pero la lógica de él es esa.

– Bueno, pero en esta lógica también, ¿Como entender que su esposa, Rosario Murillo, tenga tanta influencia dentro del gobierno, porque es un caso de nepotismo?

Si, estamos claros, pero esa es la decisión de él, porque orgánicamente no tiene ningún cargo en el Estado.

– Entonces es la mujer detrás del trono. Como Eva Perón con Perón o Hilary Clinton con Clinton o la señora Kirchner con Kirchner. Que nos guste o no nos guste es otro problema, pero la realidad política es esa, no podemos cambiarla. Yo quisiera que la política fuera otra, yo quisiera que el aborto terapéutico se hubiera mantenido pero lo quitaron, ahora que yo acepte eso, eso es otra cosa que no la acepto.

– Pasando a otro punto, el gobierno de Daniel Ortega impulsa los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), ¿Qué objetivo tienen, están dando resultados? El Frente Sandinista entró a un periodo de hibernación a partir de 1990 desde el punto de vista de la político ideológico de sus cuadros, desaparecieron las escuelas de cuadros y hubo un desbande de mucha gente. A pesar de todo se mantuvo una estructura política muy importante, es el partido más fuerte de Nicaragua, pero es un partido que no obedece, necesariamente, a la posición de la señora Murillo por ejemplo. Entonces yo creo que esto es la sustitución del partido por los CPC. Se quiere darle un control sobre la organización, se está sustituyendo al partido, tiene más una visión de control sobre el partido que otra cosa.

– Finalmente, ¿Qué papel, en este contexto complejo, están jugando los movimientos sociales en Nicaragua?

Mira, movimientos sociales en Nicaragua viven, desde el año 90 una crisis, no han logrado recuperarse y tampoco ahora. Y eso se ve en la práctica política de todos los días, Nicaragua no es Bolivia, donde el movimiento social es el que a Evo Morales con sus luchas cotidianas, sus movilizaciones, etc. Yo creo que en el Ecuador también hay un bajón del movimiento social, después de la experiencia que tuvieron con Lucio Gutiérrez, y con el presidente Rafael Correa, los movimientos sociales intentan recuperar espacios, pero no lo han recuperado como estaban antes de Gutiérrez. Bueno yo creo que es parecido en Nicaragua, hay una situación de hibernación que no se sale de de ese letargo, hay puntos que crecen pero bajan de vuelta y nadie da el impulso necesario para una transformación que implique que el movimiento social tenga una presencia bien fuerte en la lucha política nacional. Ese movimiento social, si lo comparamos con Costa Rica, por ejemplo, donde hubo un movimiento que sostuvo la lucha contra el TLC, es casi nada. Las personas que luchábamos contra el TLC máximo hicimos unas manifestaciones de 20.000 personas, es decir, la quinta parte de lo que han hecho los ticos, a pesar de que existía un partido mucho más fuerte que en Costa Rica.

Pero el movimiento social tiende más bien a acoplarse al gobierno, porque se sienten representados en ese gobierno y porque tienen la esperanza que ese gobierno les cumpla con las promesas electorales. Entonces están esperando. Le dan un cheque en blanco transitorio como también en Ecuador. El movimiento social también tiene la esperanza de que este gobierno en Ecuador le cumpla con las promesas, entonces no quieren crear problema al gobierno y ahí esperan. Y pasa igual en Nicaragua.

Nota

(1) Eduardo Montealegre, en las pasadas elecciones presidenciales, fue candidato de la Alianza Liberal Nicaragüense-Partido Conservador (ALN-PC), abandonando el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán.

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