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Del "Nunca más" al "Siempre más"

Voraz apetito genocida del sionismo

Fuentes: Rebelión

“Si el “nunca más” no es una máxima universal, entonces se convierte en retórica vacía. Si sirve para justificar crímenes en su nombre, se convierte en una coartada siniestra”. (Joan Llinares Gómez, Gaza, el eco del Holocausto y la memoria traicionada, 26 de mayo de 2025.)

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Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial y quedaron en evidencia los crímenes del nazismo alemán, sobre todo luego de la liberación de los campos de exterminio, se acuñó el eslogan ¡NUNCA MÁS! Esta consigna significaba que en el futuro (que incluye ahora nuestro presente) no se debería presentar un nuevo genocidio, con todas sus características de horror y de crueldad.

Nunca más a los campos de concentración, nunca más a la limpieza étnica, nunca más al asesinato de hombres, mujeres y niños, nunca más a matar de hambre a los miembros de un determinado grupo étnico, nunca más a los guetos, como el de Varsovia, nunca más a los bombardeos indiscriminados contra civiles desarmados, nunca más a la tortura, nunca más a soluciones finales para exterminar sistemática y planificadamente a un grupo humano, nunca más a la deshumanización y bestialización de seres humanos para matarlos a mansalva, nunca más a la complicidad silenciosa de todo un país para legitimar y ocultar los crímenes cometidos por sus connacionales…

La consigna se convirtió en un dicho recurrente entre la intelectualidad europea, pero con una particularidad el NUNCA MÁS se refería de manera exclusiva al genocidio de los judíos, que luego pasó a llamarse en forma canónica, unilateral y retórica el Holocausto.

En este sentido, el NUNCA MÁS tenía una connotación restringidamente eurocéntrica, porque ni siquiera incluía a los otros pueblos europeos que fueron masacrados por la violencia nazi, entre otros los gitanos y los eslavos.

Además, el NUNCA MÁS se refería de manera exclusiva a los acontecimientos relativos al genocidio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y no a otros genocidios que acontecieron tanto antes como después de esa guerra.

Ese carácter restringido generó un privilegio que se les concedió a los judíos, para ser nombrados las únicas “víctimas” de la Segunda Guerra Mundial que ameritaban ser honrados y recordados. El privilegio de estar amparados en una memoria quejumbrosa y victimista la heredó Israel que se convirtió en el perro guardián de lo que había sucedido en Europa. El sionismo apareció como el portaestandarte exclusivo del NUNCA MÁS y así lo asumieron en Europa y Estados Unidos, donde los poderosos lobbies sionistas se dieron a la tarea de legitimar moralmente al Estado de Israel como la “víctima única y privilegiada”.

En la postguerra, en virtud del papel preponderante de Israel en la geopolítica imperialista occidental, se impuso una ortodoxia memorística hegemonizada por el genocidio judío durante la Segunda Guerra Mundial, que se popularizó después de 1967 con el inapropiado nombre del Holocausto (con mayúsculas), el cual venía acompañado con el eslogan distintivo del NUNCA MÁS.

Esa ortodoxia en el abuso del NUNCA MÁS, por parte de Israel, de Europa y los Estados Unidos, condujo a que en el mundo occidental el Holocausto eclipsara a otros genocidios en la historia y de aquellos que estaban sucedido desde comienzos de la década de 1950 en diversos lugares del mundo.

El NUNCA MÁS se impuso como lógica dominante en el panteón de la memoria occidental por el poder geopolítico y geocultural de Estados Unidos, Europa Occidental e Israel. Así, el exterminio de los judíos en la II Guerra Mundial terminó siendo el único genocidio del que se podía hablar y se le dotó de un carácter único, inexplicable e irrepetible. De eso se ha nutrido históricamente el Estado de Israel y los industriales del Holocausto en distintos sitios del planeta.

El Holocausto devino en una religión de la memoria y ha tenido repercusiones académicas, ya que en Estados Unidos y Europa surgieron y se consolidaron los estudios del Holocausto y la memoria, como un nuevo continente del saber, en el que era imposible cuestionar a Israel, pues quien se atreviera era descalificado por ser antisemita e incluso pasaba a ser visto como un apologista o negacionista del Holocausto. Los principales financiadores de esa industria de la memoria del NUNCA MÁS han sido Estados Unidos, algunos países de Europa Occidental y, por supuesto, el estado sionista de Israel.

Mientras en Europa y Estados Unidos la hegemonía del Holocausto era indiscutible, cada día quedaba más claro el fuerte barniz eurocéntrico de ese relato, porque sus grandes pensadores ‒con honrosas excepciones‒ no querían ver los genocidios que Estados Unidos y Europa perpetraban en el Tercer Mundo, para sofocar las luchas de independencia y liberación nacional. Su grito era: NUNCA MÁS, siempre y cuando no incluyera los crímenes de Israel. Era un NUNCA MÁS profundamente selectivo, que no se aplicaba a los crímenes de Estados Unidos y de la Europa colonial, que se arreciaron en la década de 1960 con el irreversible proceso de descolonización en África y Asia.

Por eso, el NUNCA MÁS, no se entonó para referirse, por ejemplo, a la agresión imperialista contra Vietnam, o a la masacre de comunistas en Indonesia en 1965, o al crimen de Indonesia contra el pueblo timorense desde 1975.

Y mucho menos, el NUNCA MÁS jamás se le recordó a Isael para denunciar sus continuos crímenes contra los palestinos desde 1948, que cada día se tornaban más brutales.

La única excepción al NUNCA MÁS hegemónico del sionismo se presentó en un territorio sudamericano. En Argentina, después de 1983, los familiares de los desaparecidos y torturados por la dictadura reivindicaron el NUNCA MÁS para que no se repitieran las acciones genocidas que ensangrentaron a ese país desde mediados de la década de 1970.  Y hoy, el seudo libertario Javier Milei ‒neoliberal de pura cepa, neoconservador de extrema derecha y apologista del genocidio sionista‒ desvirtúa el NUNCA MÁS, para maquillar el rostro genocida de la dictadura y desvirtuar las luchas populares de las últimas décadas.

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Este abuso del ¡NUNCA MÁS! ha colapsado en nuestros días, en medio del genocidio del pueblo palestino, aunque Israel sigue abusando de su utilización, pues no faltan los apologistas del genocidio en Gaza que empleen el micrófono, el video o el computador para disparar sus mentiras, entre ellas que el NUNCA MÁS es AHORA, porque supuestamente se han revivido los viejos demonios del antisemitismo, luego del ataque de Hamas del 7 de octubre de 2024. Esos mismos afirman en forma sádica que Gaza está poblada por dos millones de nazis (los palestinos) que deben ser exterminados, si es que Israel quiere sobrevivir, ante el peligro de los nuevos Hitler encarnados en los gazatíes.

A medida que se agudiza el genocidio sionista contra el pueblo palestino, va quedando claro que Israel ha pasado del ¡NUNCA MÁS! al ¡SIEMPRE MÁS!

Si, SIEMPRE MÁS es lo que guía el voraz apetito genocida de Israel, porque ese Estado, y la mayor parte de sus habitantes (apoyados por los lobbies sionistas en diversos lugares del mundo), es una especie de monstruo bíblico, ávido de sangre, muerte, terror, miseria y dolor, cuya codicia asesina no se calma con nada y debe ser saciada a toda hora con el cuerpo y sangre de sus “enemigos”.

SIEMPRE MÁS en Israel significa que no les basta replicar el genocidio nazi, sino que ahora lo ha superado con creces, aunque esa sola idea cause espanto entre los sionistas y digan que es producto del antisemitismo de los gentiles del mundo, que profesan un odio eterno a los judíos, supuestamente representados por el Estado genocida de Israel.

SIEMPRE MÁS, en la lógica genocida de Israel, quiere decir más y más acciones criminales de toda índole, que no tienen parangón en la historia reciente del mundo.

SIEMPRE MÁS sangre y dolor, con el asesinato indiscriminado de miles de seres humanos.

SIEMPRE MÁS infanticidio con el asesinato cobarde de miles de niños, muchos de los cuales han sido masacrados con toda su familia y en todos los lugares en donde pueden estar: en escuelas, en sus casas, en las colas de repartición de alimentos, en los hospitales, en las calles, en los parques. Ese apetito infanticida no parece calmarse con la sangre de los miles de niños y bebes asesinados y SIEMPRE quiere MÁS sangre y destrucción de infantes. Israel es el Herodes de nuestro tiempo, cuyo pretensión consiste en eliminar hasta el último niño de Gaza, para que en el futuro próximo no existan luchadores contra el colonialismo sionista.

SIEMPRE MÁS feminicidio con el asesinato de miles de mujeres, cuyos cuerpos son ultrajados, violados, masacrados, con el objetivo de que no den a luz más niños, porque ambos son un peligro potencial para Israel.

SIEMPRE MÁS escolasticidio para eliminar hasta el último espacio educativo y cultural (escuelas, colegios, universidades, centros culturales, bibliotecas, museos…) y hundir en la ignorancia absoluta a las nuevas generaciones de palestinos, con el fin de que no tengan referentes históricos, culturales, religiosos y, sobre todo, políticos, para conocer las raíces del mal sionista que masacra a su pueblo.

SIEMPRE MÁS francotiradores que le disparan con sadismo a los niños a la cabeza, para eliminarlos fulminantemente, porque se trata de evitar que estos usen piedras contra los tanques de Israel.

SIMPRE MÁS muros, vallas y alambrados para impedir el libre desplazamiento de la población de Gaza y Cisjordania y SIEMPRE MÁS controles para hacer insoportable la vida cotidiana de los palestinos.

SIEMPRE MÁS bombardeos a estadios e instalaciones deportivas para matar o mutilar a los futbolistas y deportistas de Palestina e impedir su participación en cualquier competencia y no puedan exhibir con orgullo la bandera de su patria chica.

SIEMPRE MÁS sofisticación tecnológica, Inteligencia Artificial para nutrir con información en tiempo real a los criminales de guerra que les permita masacrar la mayor cantidad de palestinos, so pretexto de eliminar objetivos de Hamas, lo cual es consistente con el relato sionista de que todos los habitantes de Gaza son terroristas.

SIEMPRE MÁS bombardeos cobardes y a mansalva por los sicarios del aire de Israel, con sus poderosos aviones y helicópteros, la mayor parte Made in USA, porque el Tío Sam también está habido de sangre y muerte, para enriquecer a los grandes capitalistas de la industrias de armas y de las sofisticadas tecnologías electrónicas e informáticas.

SIEMPRE MÁS destrucción de pueblos, ciudades, barrios, campos deportivos, acueductos, centrales eléctricas, sistemas de cañerías… para que los gazatíes se hundan en el hedor y se enferman y mueran por enfermedades de toda índole, incluyendo las causadas por las desastrosas condiciones de higiene que producen los genocidas de Israel.

SIEMPRE MÁS bombardeos y destrucción de hospitales, con sus médicos y enfermeras, para que los heridos, mutilados y traumatizados por los ataques criminales de Israel no se puedan recuperar nunca y no haya ningún lugar donde puedan atenuar su dolor y sufrimiento.

SIEMPRE MÁS destrucción de medicinas y aparatos quirúrgicos, para que los pocos médicos que siguen vivos no puedan ni siquiera aplicar una simple anestésica y deban operar a sus pacientes sin ningún paliativo que medianamente alivie sus sufrimientos.

SIEMRE MÁS bombardeos cobardes y deliberados a los periodistas y a las sedes de radio y televisión, para que no quede nadie que deje testimonio directo de las inenarrables bestialidades de las fuerzas de ocupación de Israel.

SIEMPRE MÁS bombardeos y destrucción fuera de Gaza, para masacrar a los habitantes de Cisjordania y a los simpatizantes de Palestina donde quiera que se encuentren, como lo ha hecho en El Líbano, Siria, Irak, Irán, Yemen…

SIEMPRE MÁS mentiras, embustes y desinformación por parte de Israel y falsimedia sionista en el Occidente imperial, para que Israel siga presentándose como un manso cordero, una eterna víctima de los enemigos de los judíos y del antisemitismo universal y el heredero legítimo y único del NUNCA MÁS.

SIEMPRE MÁS impunidad ante todo lo que hace Israel, como bombardear a sedes de la ONU, matar a funcionarios de Naciones Unidas, pasarse por la borda normas elementales del Derecho Internacional del orden liberal y burgués.

SIEMPRE MÁS asesinatos “selectivos” en todo el mundo, para eliminar a quienes concibe como enemigos, entre ellos científicos atómicos, investigadores, pensadores, intelectuales, dirigentes populares, con el objetivo de extirpar de la faz de la tierra a aquellos que no hayan renunciado a combatir el sionismo y sus genocidas.

SIEMPRE MÁS acciones asesinas por parte del cuerpo de terroristas del MOSAD, las que son presentadas como “ejemplares” acciones de inteligencia, que se aplauden y fomentan por el Occidente imperial y sus órganos de falsimedia.

SIEMPRE MÁS sadismo de los miembros de las Fuerzas de Defensa (sic) de Israel que matan a niños, mujeres y ancianos, que torturan de manera indiscriminada, que botan los cuerpos de los gazatíes por los tejados, que festejan sus crímenes y los graban en sus teléfonos móviles y los difunden con sadismo por sus redes antisociales del odio y el genocidio.

SIEMPRE MÁS hambre e inanición para los palestinos, a los que tienen sitiados las fuerzas de ocupación sionista y sus cobardes colonos para matar a la gente privándoles de una ración básica de agua y comida y masacrándolos en las colas en que esperan un mendrugo. En lugar de pan les dan plomo y bombas inteligentes desde tierra, mar y aire, en una infernal carnicería en que todos los días son masacrados centenares de gazatíes.

Internet ‘redresses’ Miri Regev’s ‘capture of Jerusalem’ themed gown at ...

SIEMPRE MÁS destrucción de templos católicos y de mezquitas y otros santuarios musulmanes, matando a sacerdotes, clérigos y a la gente que se encuentre en esos lugares sagrados, porque Israel es el portador de una religión que se reclama superior, presume de ser el pueblo elegido, y sí, claro, es elegido para SIEMPRE superar sus propios límites de sevicia y cobardía y matar sin misericordia como lo recomiendan sus “libros sagrados”.

SIEMPRE MÁS nazis que los propios alemanes de la Segunda Guerra mundial por su racismo exacerbado, su creencia en la pureza de los judíos y en que el territorio de la Palestina histórica les pertenece por designio divino y, por eso, deben exterminar y expulsar hasta el último palestino. Por eso, SIEMPRE MÁS cerca de la solución final, al peor estilo hitleriano, con el sueño criminal de erradicar de la faz de la tierra a los palestinos.

SIEMPRE MÁS limpieza étnica, recurriendo a todos los métodos de terror y destrucción, con la pretensión de extirpar la presencia de los palestinos de sus lugares ancestrales, que son destruidos y luego robados y ocupados por los colonos sionistas, quienes afirma que esas tierras les pertenecen desde hace dos mil años porque así lo dice el Antiguo Testamento.

SIEMPRE MÁS expulsión de la población de Gaza, a la que se arrincona en cada vez menos espacio, se le bombardea a mansalva, con alevosía y sadismo, se destruyen todas sus fuentes de subsistencia materiales y culturales, y se afirma con cinismo que a los gazatíes se les va a dar la oportunidad de escoger el lugar hacia donde se quieran marchar libre y voluntariamente.

SIEMPRE MÁS descarados, al estilo de Donald Trump, con la pretensión urbanicida de arrasar con toda Gaza y convertirla en la «Riviera de Medio Oriente», con playas para turistas ricos y repleta de hoteles de lujo, casinos y otras bellezas propias del capitalismo occidental.

SIEMPRE MÁS para conducir en forma brutal a los palestinos en un sistema de Apartheid y robarles SIEMPRE MÁS territorio, reviviendo las inhumanas prácticas de los supremacistas blancos (negreros) de Sudáfrica.

SIEMPRE MÁS barrotes en las dos cárceles a cielo abierto más grande del mundo, en donde viven acinados millones de palestinos. Y SIEMPRE MÁS prisioneros (incluyendo niños) en las infames cárceles de Israel, donde se tortura, viola y mata a los palestinos desde hace décadas.

SIEMPRE MÁS y SIEMPRE MÁS Israel hace y deshace a su antojo con el pueblo palestino, realizando los peores crímenes en lo que va del siglo XXI, y ese SIEMPRE MÁS no parece tener limite ni nunca terminar porque cuenta con el respaldo incondicional de Estados Unidos y de Europa occidental, para quienes el Estado de Israel es un modelo de libertad y democracia y un faro de prosperidad en el mundo árabe.

SIEMPRE MÁS negacionismo del genocidio por parte de Israel, por supuesto, y de sus apologistas del occidente imperial, hasta llegar a extremos vergonzosos de ciertos académicos y periodistas, quienes sostienen que el problema de Israel es el criminal Benjamín Netanyahu y no el Estado y la sociedad de Israel en su totalidad como un engendro colonialista de Europa.

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Del NUNCA MÁS de la Segunda Guerra Mundial y de Auschwitzno queda nada y no cómo acontecimiento histórico ‒porque como tal nunca va a desaparecer‒ sino como referente emblemático de la memoria después de 1945. Lo poco que todavía quedaba de ese NUNCA MÁS ha sido demolido por el Estado de Israel, que ha reemplazado ese eslogan, que pretendió ser de memoria y esperanza, en el SIEMPRE MÁS que perdurará por mucho tiempo en el cercano porvenir como marcador simbólico y real del genocidio del pueblo palestino. SIEMPRE MÁS y SIEMPRE MÁS sangre y muerte para tratar de calmar en algo el apetito voraz e insaciable de los genocidas de Israel.

Nada puede ocultar ante la historia el carácter genocida de Israel y, por eso ha dejado de tener sentido cualquier NUNCA MÁS, como alusión a Israel como supuesta víctima y como un Estado con un pretendido derecho natural y sagrado a existir. Ahora el NUNCA MÁS tendría un sentido radicalmente distinto al que se engendró hace ochenta años en la destruida Europa que quedó luego de la derrota del nazi-fascismo.

En el contexto actual, en pleno siglo XXI cronológico el NUNCA MÁS no puede referirse de manera dominante a lo acontecido durante la Segunda Guerra Mundial, y en especial a Auschwitz como símbolo principal. Por aquellas ironías de la vida y de la historia, los sionistas de Israel, que decían ser los primeros defensores de la memoria de los campos de exterminio nazis, terminaron sepultándola en el olvido, al rebasar en nuestro tiempo los crímenes de hace ochenta años, con unos niveles de sadismo difíciles de superar.

En lo sucesivo, el acontecimiento de memoria que conmociona a la humanidad entera es el genocidio de Israel, referente indispensable de hoy en adelante en la memoria de la crueldad y de la atrocidad que genera el racismo, el odio, el colonialismo y el supremacismo occidental.

Ahora el NUNCA MÁS actualizado y depurado de su connotación eurocéntrica y sionista tiene que revaluarse, para que nunca se olviden los crímenes de Israel. Ese Estado, sus dirigentes y la mayor parte de sus habitantes deben quedar en la memoria de la humanidad como unos asesinos sin parangón, que deben ser odiados, repudiados y condenados por siempre. En cualquier lugar del mundo se debe detestar todo lo referido a Israel y al sionismo, como se detesta lo nazi y fascista por gran parte de la humanidad.

Que en la memoria de la humanidad quede grabado este genocidio y se identifique a Israel con nombre propio, para que esa palabra aparezca en la picota pública como la encarnación del genocidio y de los peores crímenes en el siglo XXI. Que la bandera de Israel, un fondo blanco con dos franjas azules y la Estrella de David en el centro, sea repudiada en el mundo entero como lo es la esvástica nazi. Pero también debe condenarse, y quedar grabado en la historia de la humanidad, la participación y complicidad asesina de Estados Unidos y Europa en el genocidio del pueblo palestino.

En esa perspectiva, el NUNCA MÁS seria de esta índole: NUNCA MÁS ISRAEL, NUNCA MÁS LOS GENOCIDAS SIONISTAS, NUNCA MÁS ESTADOS UNIDOS el patrocinador número uno del genocidio y genocida también, NUNCA MÁS EL COLONIALISMO europeo, que defiende, patrocina y arma al estado de Israel, su último representante en el mundo de hoy.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.