En general, se ha entendido la geopolítica, como un método de estudio de lo que constituye la política exterior, que nos permite analizar, explicar y al mismo tiempo predecir lo que serán las conductas de los actores internacionales a través de diversas variables.
De esta forma y atendido lo dicho anteriormente, la pandemia del SARS CoV2, a mi entender, nos amplia este campo del conocimiento más allá de factores netamente políticos y geográficos e inserta el factor sanitario en las dinámicas de las relaciones internacionales. Para el analista Rafael Villasanjuan “Frente a una crisis, la del coronavirus, que ha bloqueado la movilidad y noqueado la economía global, la vacuna se apunta como el principal remedio de salida. Sin embargo, tan importante como tener la vacuna –desarrollada en tiempo récord– es la vacunación: conseguir en una campaña también sin precedentes, que llegue a todos los países y a todas las personas. En esta estrategia las grandes potencias se posicionan para apuntalar la diplomacia y establecer nuevas relaciones estratégicas” (1)
En el imaginario de los países occidentales (apoyado en ello por los medios de información dominados precisamente por las potencias occidentales) se pensaba, erróneamente, que Washington, por su poder económico, estaba bien posicionado para contender contra la pandemia. Sin embargo, tanto bajo la administración del ex presidente republicano Donald Trump, como la actual presidida por el demócrata Joe Biden,queda demostrado por número de contagios (38 millones de ciudadanos), por el número de muertes (622 mil) y frenos políticos, que Washington, por si solo es incapaz de organizar una respuesta efectiva contra la pandemia del Covid 19, tanto dentro del país como en el extranjero. La pandemia y el arma para combatirla, las vacunas, se han convertido así en el instrumento más importante de la actual batalla geopolítica, que enfrenta a occidente liderado por Estados Unidos y las posiciones por el multilateralismo, que tienen a la Federación Rusa y la República Popular China como sus estandartes.
Es tan evidente este elemento de geopolítica sanitaria, que la administración estadounidense no desea y tampoco está lista para brindar asistencia en la vacunación a sus propios aliados y socios. Incluso tejiendo una red de la cual le hace difícil maniobrar a gobiernos incondicionales como es el de Ucrania. Recordemos que el gobierno de Kiev, a pesar de ser socio de Washington e instrumento de presión contra Rusia, no puede recibir vacunas desde Estados Unidos por la expresa prohibición que determinó el ex presidente Trump. Ucrania no tiene suministro directo y esa debilidad debería hacer pensar a su población, que tipo de aliado es aquel – tanto estadounidenses como europeo – que no es capaz de acudir en su ayuda y negarse a alternativas en función del encono y las presiones que se ejercen contra la federación rusa, que ha desarrollado con eficacia la vacuna Sputnik V, queen cambio se ha otorgado, solidariamente, a la población ruso parlante del Dombás.
El gobierno ucraniano, presidido por Volodimir Zelenski, al igual que Estados Unidos y Europa, en detrimento de la estabilidad sanitaria y epidémica mundial, toman decisiones por motivos políticos, con respecto a las vacunas fabricadas en Rusia como la Europa comunitaria – que le niega asistencia cuando más lo necesita. Bien saben las autoridades sanitarias de Ucrania, de la Unión Europea y más aún Estados Unidos que la vacuna Sputnik V rusa no es inferior en eficiencia al conjunto de vacunas que circulan hoy por el mundo e incluso más, supera a las análogas extranjeras en varios indicadores. Tiene seguridad, eficacia y ausencia de consecuencias negativas de largo plazo. Tiene más de 250 estudios clínicos y decenas de millones de personas, al mes de julio, habían recibido la primera dosis, además de estar aprobada ya en 70 países. El negarse a aceptar el uso de la vacuna rusa a vastas zonas del planeta, poner trabas con argumentos farmacológicos falsarios, simplemente por razones de geopolítica sanitaria, constituye un crimen.
El acceso equitativo de los ciudadanos del planeta tierra a las vacunas y fármacos, de cualquier estado que los produzca – incluyendo en ello, claramente, a los fármacos y productos de fabricación del país euroasiático – podría acortar el tiempo de vacunación global y con ello apoyar la idea de las autoridad mundial sanitaria respecto a la inmunidad colectiva. Las autoridades rusas, urbi et orbi, han sostenido con claridad que los fabricantes rusos de vacunas (Instituto Gamaleya entre otros) a diferencia de los estadounidenses y europeos, están dispuestos a proporcionar el equipo y los materiales de investigación necesarios, para iniciar la producción con los países del hemisferio occidental, si así lo acepten y manifiesten su interés, para la fabricación conjunta de la Sputnik V.
En estudios del mercado farmacéutico ruso efectuados por entidades europeas (2) se reconoce el carácter avanzado de la industria de fármacos y vacunas de la Federación Rusa, donde dos de cada tres medicamentos se fabrican en el país. Reiteremos, además, que en plena pandemia global ha lanzado al mercado mundial la vacuna Sputnik V, que sitúa a la potencia euroasiática en la vanguardia en la lucha contra la pandemia del Covid 19. Los propios medios estadounidenses, como es el caso de Chicago Tribune, han reconocido el éxito ruso en materia de colocar la Sputnik V en el mercado mundial. “Al menos nueve países de América Latina han adquirido la Sputnik, lo que refleja una significativa incursión en una región que Estados Unidos considera su área de influencia y en la que trató de evitar que Brasil comprase vacunas rusas. Latinoamérica también está adquiriendo muchas vacunas chinas. Esto causa alarma en los círculos diplomáticos estadounidense” (3)
El análisis de las acciones estadounidenses y de sus aliados, más allá del tema militar que muestra una clara provocación contra Rusia a través del uso de la OTAN y sus avances hacia las fronteras occidentales del país euroasiático, dan señales que en el plano de la geopolítica sanitaria se están preparando una serie de provocaciones, entre ellas, escenificar la muerte de personas a las cuales se inoculará con la Sputnik V u otras drogas de combate a la pandemia. La idea es desprestigiar los esfuerzos, el trabajo y la búsqueda de mercados para una industria farmacéutica rusa, que ha mostrado su eficacia y logros. Ha existido una competencia desleal contra Sputnik V producida por el Instituto Gamaleya y el Fondo Soberano de Rusia. Una operación brutal digitada desde Washington, países europeos y donde los medios de difusión, al servicio de estas potencias, han servido de buzón receptor y difusor de esta operación que perjudica al conjunto de la humanidad.
Notas
1. “COVID-19: geopolítica de la vacuna, un arma para la seguridad global”. Rafael Vilasanjuan. http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/ari15-2021-vilasanjuan-covid-19-geopolitica-de-la-vacuna-un-arma-para-la-seguridad-global
2. Para la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Moscú en un documento elaborado para el Ministerio de Relaciones Exteriores de este país el año 2020 se señala que “Rusia es un mercado prometedor para la industria de la salud en general y para el sector farmacéutico en particular, tanto por tamaño —representa el mayor mercado en la región de Europa Central y Oriental—, como por las oportunidades que brinda este mercado emergente a las empresas farmacéuticas multinacionales”.
Articulo cedido por www.segundopaso.es