La invasión de Ucrania dura ya más de cinco meses y las hostilidades pueden continuar durante algún tiempo. En términos militares, el resultado es todavía incierto, pero lo que ya está claro es quiénes son los grandes ganadores y perdedores de este conflicto.
Los ganadores
Para los fabricantes de armas esta guerra es como un regalo del cielo. Ante la insistencia de la OTAN los países europeos aumentarán su esfuerzo armamentístico en cientos de billones en los próximos años. En Europa Central podemos esperar una nueva carrera armamentística, basta con pensar en la amenaza de la instalación de armas nucleares en Bielorrusia.
En la región del Ártico seguramente pase lo mismo con la adhesión de Finlandia y Suecia a la Alianza Atlántica. El impulso de la llamada «OTAN global» amenaza con una nueva y peligrosa carrera armamentística también en Asia.
Esta militarización y las nuevas amenazas de guerra han hecho que se disparen las acciones de las empresas de defensa en Estados Unidos. Lo mismo ocurre con las grandes empresas de combustibles fósiles. Debido al espectacular aumento de los precios del gas y el petróleo, sus beneficios aumentaron un 350%.
El tercer gran ganador es la OTAN. Tras la caída de la Unión Soviética la alianza dejó de tener razón de ser y bajo Trump se declaró todavía su muerte cerebral. Hoy en día la alianza militar está más viva que nunca.
En Europa se añaden dos miembros y las tropas de combate operativas pasan de 40.000 a 300.000 efectivos. En Asia, pero también en otros continentes, se está gestando otra expansión, ya sea a través de nuevas asociacionesi o aumentando la presencia militar.ii
En el último cuarto de siglo la OTAN ha librado guerras contra Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia y Siriaiii, ue han tenido como resultado casi un millón de muertos. Con una alianza vibrante y ampliada, podemos esperar muchas más aventuras militares.
El cuarto vencedor claro es Estados Unidos. Hace veinticinco años Zbigniew Brzezinski, principal asesor de varios presidentes estadounidenses, escribió que para Estados Unidos el control sobre el continente euroasiático era esencial para mantener su hegemonía. Se debía evitar a toda costa una cooperación estrecha entre Europa, Rusia y China. Según sus palabras: «Los tres grandes imperativos de la geoestrategia militar son impedir que los vasallos cooperen y garantizar que sigan siendo dependientes en términos de seguridad; mantener a los subordinados obedientes y protegerlos; e impedir que los bárbaros se unan».iv
En la última década se han reforzado las relaciones económicas entre Europa, China y Rusia. Esta guerra invierte esa tendencia. Por ejemplo, la dependencia europea del gas ruso se está reduciendo a un ritmo acelerado, principalmente a favor del gas procedente de Estados Unidos. Las sanciones cortaron casi todos los demás vínculos económicos entre Rusia y Europa.
Pero esta guerra también está dirigida a China. Mike Pompeo, exdirector de la CIA y Secretario de Estado con Trump, lo dice claramente: «Hay que evitar la creación de un coloso pan-euroasiático en el que Rusia sea absorbida, pero que esté dirigido por China. Para ello debemos reforzar la OTAN, y vemos que nada impida que Finlandia y Suecia se unan a esa organización».
También se debe considerar en este contexto el reciente discurso de Liz Truss, ministra de Asuntos Exteriores del Reino Unido, en el que aboga por una «OTAN económica». Un bloque económico de estas características aislará en gran medida a China y Rusia de las economías occidentales, lo que haría imposible la integración del continente euroasiático y permitiría a Estados Unidos seguir ejerciendo su hegemonía.
Los perdedores
En primer lugar, toda la población ucraniana ha sido duramente golpeada por esta invasión: miles de civiles muertos y heridos, decenas de miles de soldados muertos y heridos, y millones de habitantes desplazados. Gran parte de la infraestructura del país ha sido destruida, la cosecha se ha reducido a más de la mitad y el país se dirige a la bancarrota total.
A causa de la ley marcial, los derechos democráticos se han visto gravemente erosionados. Once partidos políticos fueron suspendidos y, según la ONU, los periodistas han sido «objeto de ataques, torturas, secuestros, agresiones y asesinatos». Los trabajadores lo pasan mal: se legalizan los contratos de cero horas y se exime de protección laboral al 70% de los trabajadores.
El pueblo ruso también sufre. Decenas de miles de soldados rusos perdieron la vida y muchos más resultaron heridos. El pueblo ruso está sufriendo las sanciones de Occidente y el aumento de la represión en su país.
Esta guerra ya ha costado decenas de miles de vidas en Ucrania, pero este conflicto también puede destruir millones de vidas lejos del campo de batalla. La guerra es especialmente perjudicial para el sistema alimentario mundial, ya debilitado por el covid-19, el cambio climático y los altos precios de la energía.
Afortunadamente, se ha llegado a un acuerdo para reanudar las exportaciones de grano desde los puertos ucranianos. Pero eso no impide que mientras tanto los precios de los alimentos suban fuertementev y que, por tanto, sean inasequibles para una cantidad cada vez mayor de personas. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), un total de 50 millones de personas en 45 países están al borde de la hambruna y, según la ONU, este conflicto podría desnutrir gravemente a otros 13 millones de personas este año.
Otro gran perdedor es Europa y su población. Según Willy Claes, antiguo Secretario General de la OTAN, se trata esencialmente de una guerra entre Estados Unidos y Rusia, en la que Europa quedó fuera de juego.vi Aunque la guerra se libra en el continente europeo, no es la Unión Europea, sino la OTAN, controlada por Estados Unidos, la que marca la pauta. Los europeos se quedan mirando pasivos.
Pero es aún peor, con las sanciones contra Rusia Europa simplemente se está disparando en el pie. Se avecina una gran escasez de gas para el invierno, lo que no solo causará mucha miseria, sino que también aumentará las posibilidades de una recesión económica.
El problema no es solo la escasez. El precio del gas se ha multiplicado casi por diez en comparación con el año pasado. Además de disparar la inflación, esto está empobreciendo a grandes sectores de la población. Y mientras tanto Rusia ve cómo su tesorería se llena y su rublo se fortalece debido a los astronómicos precios del gas.
Europa perdió mucho prestigio ante muchos países no occidentales a causa de esta guerra. Estos países no pueden entender cómo la Unión puede renunciar casi por completo a su soberanía exterior y bailar al son de las melodías y los gritos de guerra de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Otro gran perdedor es la estabilidad mundial. Tras la caída de la Unión Soviética nos quedamos temporalmente con un mundo unipolar, completamente dominado por Estados Unidos. Con el auge de China y otros países emergentes parecía que avanzábamos hacia un mundo multipolar. Eso era una evolución positiva, pero bajo el impulso de esta guerra y los discursos que la rodean parece que ahora nos dirigimos a una división del mundo en dos campos: por un lado, un bloque dominado por Occidente, por otro lado el resto del mundo.vii Es muy dudoso que esto tenga éxito, ya que solo una cuarta parte de los países de todo el mundo se han mostrado dispuestos a apoyar las sanciones contra Rusia.viii Pero, en cualquier caso, es una evolución negativa.
Otra víctima de este conflicto armado es el planeta. Los daños ecológicos siempre son enormes en un conflicto armado. Esta guerra no es diferente. El intercambio de fuego tendrá un impacto considerable en el entorno urbano y rural. Como resultado, Ucrania y la región circundante pueden cargar con un legado tóxico para las generaciones venideras. Así lo afirma un estudio preliminar realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y organizaciones asociadas.
Pero esta guerra también pone en peligro la urgente lucha contra el calentamiento global. Este conflicto podría haberse aprovechado para acelerar la gran transición energética. Pero no se hizo nada, al contrario. Se están construyendo nuevas plantas de gas e incluso se están reiniciando plantas de carbón.ix Desgraciadamente, en lugar de conseguir una reducción de las emisiones de CO2, estamos consiguiendo otro récord de emisiones de carbono.
La primera víctima de la guerra es la verdad y en este conflcto es más evidente que nunca. Los principales medios de comunicación adoptaron la versión de la OTAN casi al unísono. Apenas se escuchan las voces discrepantes del movimiento pacifista o del mundo académico. Las excepciones confirman la regla, como siempre.
Los numerosos giros que han dado los medios de comunicación en los últimos meses han sido a veces dolorosos. Antes de la guerra se describía a Ucrania como «el país más corrupto» de Europa; hoy en día el país es el epítome de los ideales liberales.
Antes del conflicto había un problema con los neonazis. Posteriormente se presentó a estos grupos como héroes. Y así sucesivamente.
En tiempos de paz los medios de comunicación dominantes a veces se hacen un lío. En tiempos de guerra meten la pata olímpicamente. Esto deja claro una vez más por qué los medios de comunicación alternativos son tan importantes en un panorama mediático dominado por gigantes de los medios de comunicación propiedad de poderosos grupos de capital.
Se requiere un frente amplio
Cuanto más se prolongue la guerra mayores serán las pérdidas para los ucranianos, los rusos, los hambrientos del Sur y los trabajadores de occidente, y más perjudicial será para el planeta, la paz mundial y el periodismo fiable.
Se necesita urgentemente un frente amplio entre el movimiento pacifista, el movimiento tercermundista, el movimiento obrero y el movimiento ecologista para detener esta locura bélica.
Notas
i Es el caso, en particular, de Asia, con el QUAD (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral entre Australia, India, Japón y Estados Unidos), AUKUS (pacto de seguridad entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos) y los llamados Five Eyes (colaboración en materia de inteligencia entre Nueva Zelanda, Australia, Canadá, Reino Unido y Estados Unidos).
ii Por ejemplo, se habla de una nueva base militar estadounidense en Zambia. Fuera de las fronteras europeas la OTAN tiene como socios a los siguientes países: Colombia, Australia, Irak, Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Mongolia y Pakistán.
iii En Siria la OTAN proporcionó apoyo logístico a los combatientes musulmanes extremistas para derrocar al presidente Assad del poder. Hoy la OTAN apoya a Turquía, que ocupa parte de ese país.
iv Brzezinski Z., The Grand Chessboard: American Primacy and Its Geostrategic Imperatives, Nueva York 1997, p. 40.
v En comparación con la situación de hace un año, el precio de los cereales aumentó un 27,6%. El precio medio de los alimentos aumentó un 23,1%. Fuente FAO (ONU).
vi Willy Claes en De Afspraak, 24 de mayo: «Si se me permite decirlo con un poco de descaro, se trata de un enfrentamiento ahora entre Rusia y Estados Unidos. Con todo el respeto y la simpatía hacia los ucranianos, y por cierto, Europa que no toma parte en el juego».
vii El G7 está intentando desarrollar una contrapartida a la Nueva Ruta de la Seda. Al mismo tiempo que Putin viaja por África Macron también se dirige al continente para asegurar o ampliar la esfera de influencia occidental. En América Latina Biden intenta contrarrestar la influencia de China con su iniciativa Build Back Better World (B3W). Y así sucesivamente.
viii Según la Unidad de Inteligencia de The Economist, dos tercios de la población mundial vive en países neutrales o amigos de Rusia en relación con la guerra de Ucrania.
ix Alemania, Austria y los Países Bajos vuelven a poner en marcha las centrales de carbón clausuradas o reducen las restricciones de producción.
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