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Corea del Norte o el fin del mito del Nuevo Orden Multilateral

Fuentes: CEPRID

El último artículo publicado en este centro de estudios sobre Corea del Norte, en el mes de mayo, terminaba diciendo que la resolución que diese China, sobre todo, al conflicto sería determinante para comprobar si se había iniciado un nuevo mundo multipolar, tal y como venía predicando con su «consenso de Beijing», o se estaba […]

El último artículo publicado en este centro de estudios sobre Corea del Norte, en el mes de mayo, terminaba diciendo que la resolución que diese China, sobre todo, al conflicto sería determinante para comprobar si se había iniciado un nuevo mundo multipolar, tal y como venía predicando con su «consenso de Beijing», o se estaba en más de lo mismo (1).

Ahora ya se puede decir con toda certeza que estamos en más de lo mismo porque la crisis de Corea del Norte (o la crisis geopolítica con Corea del Norte como excusa) ha supuesto el fin del mito del Nuevo Orden Multilateral. La imposición de sanciones a este país por unanimidad del Consejo de Seguridad de la ONU, el 7 de agosto de este año, ha puesto de manifiesto la confluencia de intereses entre la actual potencia hegemónica, EEUU, y los de las potencias que -hasta ahora- hacían bandera de un Nuevo Orden Multilateral diferente del actual. Es el caso de China y de Rusia.

Estos dos países han venido dando pasos para la creación de un nuevo mundo que gustaban en denominar «más justo», sustentado en la multilateralidad, la diplomacia y respetuoso con las políticas y las decisiones del resto de países evitando la injerencia en los mismos. Gustaban de contraponerlo a la tradicional forma de actuación del imperialismo estadounidense y occidental, siempre amenazante e injerencista, y plantearlo como el estilo sobre el que iba a pivotar una política exterior diferente a la occidental y en la que la hegemonía giraría de Occidente hacia Eurasia (2).

Entre esos pasos hay que contar con la creación de una bolsa petrolera propia (China), al igual que una bolsa de oro propia (China) o de sistemas de pago internacionales (China y Rusia) alejados de la tradicional forma de extorsión occidental a los pueblos que no se pliegan a sus intereses (como el SWIFT) y que son en el caso chino el CIPS y en el caso ruso el MIR.

A ello hay que añadir la firma de tratados preferenciales en ámbitos comerciales y la decisión, política, de que muchos de esos intercambios comerciales se realicen en las monedas respectivas de los países que han suscrito esos acuerdos (China y Rusia ya realizan un porcentaje, pequeño aún, de ese comercio en sus propias monedas, al igual que hacen por separado con India o Brasil, por mencionar solo unos casos). Esto supone un claro desafío a la predominancia del dólar -y del euro- en las transacciones financieras internacionales y, por lo tanto, a la hegemonía de Occidente.

En un lapso de tiempo de ocho-nueve años, tanto China como Rusia han dado pasos que, en teoría y en algunos aspectos prácticos, ponían al mundo fuera de la influencia estadounidense y occidental con iniciativas como la Unión Económica Euroasiática, la Organización de Cooperación de Shanghai (ahora en una pequeña crisis con el enfrentamiento casi militar entre China e India), el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras o la Nueva Ruta de la Seda. Incluso con iniciativas como la de los BRICS y su Nuevo Banco de Desarrollo, ya recuperados ambos tras el golpe en Brasil contra Dilma Rousseff.

Sin embargo, y de forma sorprendente para algunos, cuando lo tenían todo a su favor para dar el golpe de gracia definitivo al imperialismo estadounidense China y Rusia han optado por ir de la mano con él contra Corea del Norte. Los dos países se han plegado a la imposición de las sanciones más duras que la ONU haya impuesto jamás a un país, con la excepción del Irak de Saddam Hussein. El desconcierto ha sido tremendo en mucha gente y en muchos países puesto que al ir de la mano de EEUU tanto China como Rusia han visibilizado que se pliegan a los intereses de EEUU y en un contexto en el que permite a EEUU recuperar iniciativa en el ámbito geopolítico en unos momentos en los que su declive es patente y su hegemonía cuestionada y cuestionable incluso dentro de los propios Estados Unidos (3).

No obstante, esta sorpresa debería haberse matizado si se hubiese tenido en cuenta que ya China había manifestado que su política exterior, basada en el famoso «consenso de Beijing», quedaba en entredicho y se parecía, como una como una gota de agua a otra, a un comportamiento típicamente imperialista al amenazar de forma clara a Corea del Norte si se oponía a los «estados poderosos». A quien correspondió en «honor» de arrojar a la cuneta los valores del «consenso de Beijing» y, con ellos, el Nuevo Orden Multilateral tan pretendidamente buscado fue a Fu Ying, presidenta del Comité de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional del Pueblo, en el mes de abril tras una durísima crítica norcoreana al ultimátum presentado por China ya entonces y que anunciaba un endurecimiento de las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU, como así ha sido. Fu Ying dijo textualmente: «los estados poderosos pueden tener una mayor influencia sobre la situación internacional y deben también soportar las consecuencias de lo que dicen o hacen; los estados más pequeños o más débiles pueden contrarrestar o responder a las presiones de los estados poderosos, pero hay que pagar un precio por ello» (4).

Si además se tiene en cuenta que las sanciones a Corea del Norte se imponen cuando EEUU acaba de sancionar de forma unilateral a Rusia, otra vez, y que amenaza con sancionar a China por su práctica comercial la impresión (por no decir la certeza) es que ambos países se han plegado al chantaje estadounidense. Que estos dos países, uno de ellos ya claramente superpotencia, hayan hecho eso pone de manifiesto que aquello del Nuevo Orden Multilateral no es otra cosa que literatura porque viene a ser más de lo mismo del existente hasta ahora.

Lento, muy lento

Siendo pragmático, se podría considerar que la realidad geopolítica es mucho más compleja de lo que indican unos cuantos movimientos, como los relatados más arriba, hacia esa nueva y pretendida multilateralidad. Pero siendo también pragmático, la realidad indica que tanto China como Rusia lanzan más humo que fuego y que al adoptar las sanciones contra Corea del Norte, impulsadas por EEUU, están mostrando de forma implacable que lo que intentan es -en el mejor de los casos- reformar de manera gradual y lenta ese orden mundial ya en declive sin molestar a EEUU más de lo necesario. En pocas palabras: no quieren cambiar de forma radical el orden mundial existente, como hasta ahora daban a entender. En su justificación, si es que es tal, no quieren que ese cambio sea «caótico». ¿Y para ello lanzan a todo el pueblo norcoreano a una crisis económica de incalculables consecuencias? Porque conviene recordar que las sanciones que la ONU impuso a Irak tuvieron como consecuencia la muerte de más de un millón y medio de niños menores de cinco años, como mucho más tarde tuvo que reconocer la propia ONU. Tal vez por ello, las sanciones adoptadas contra Corea del Norte se quedan a un nivel un poco más bajo que contra Irak, pero solo un poco más bajo porque afecta a los principales rubros de exportación del país con lo que se dificulta hasta el extremo la entrada de divisas y el consiguiente desarrollo.

Las justificaciones dadas por China y Rusia para su voto favorable a las sanciones llegan a hablar de lo que es moralmente correcto y lo que no lo es (5), dando a entender que su postura no es moralmente correcta -a fin de cuentas se perjudica de forma notable a la población norcoreana- pero que «no había otro remedio». Es un argumento cínico porque siempre hay otro remedio, lo que no hay es voluntad para ponerlo en marcha. Por eso llevan casi dos semanas intentando apaciguar a su gente (China, en los prolegómenos de un crucial XIX Congreso del Partido Comunista, a su ala izquierda; Rusia a quienes defienden la necesidad de ampliar las relaciones que mantenía la Unión Soviética con Corea del Norte, sobre todo en temas de infraestructuras y de extracción de minerales) repitiendo el mismo soniquete: «la resolución del CSONU tiene una doble vertiente, la que obliga a Corea del Norte y la que obliga a EEUU; es ahora a EEUU a quien le compete su cumplimiento y eso significa establecer un diálogo con Corea del Norte».

Sin embargo eso no es más que un burdo brindis al sol puesto que EEUU, en plena euforia por haber logrado doblegar a China y Rusia, ni se plantea tal posibilidad. El voto unánime en el CSONU ha envalentonado a EEUU hasta el extremo de enviar nuevos buques al Mar Meridional de China, ha sancionado a un banco ruso (otra vez, dos sanciones contra Rusia en menos de un mes) por realizar operaciones con Irán y Siria y le ha expulsado del sistema SWIFT, y ha dicho que entre los días 21 y 31 de agosto se van a realizar unas macro maniobras militares por tierra, mar y aire en Corea del Sur «para hacer frente a la amenaza norcoreana».

Los chinos han protestado calificando el envío de barcos como «provocación», pero no han dicho ni hecho nada más aun cuando es la tercera vez desde que Trump es presidente que EEUU envía barcos y/o aviones al Mar Meridional de China. Los rusos han afirmado que la expulsión del banco del SWIFT es «inaceptable», pero no han hecho nada más. Corea del Sur no ha dicho que esas maniobras tienen que suspenderse porque sería una clara provocación a Corea del Norte.

Es decir, que las protestas están dentro del guión pero son ineficaces y solo constatan que EEUU ha recuperado fuelle geopolítico, que no tiene ningún reparo en lanzar a la incertidumbre al mundo, que no tiene ningún reparo en desestabilizar a sus rivales violentando el derecho internacional y que no tiene ningún reparo en desarrollar la teoría del caos. Es como si dijese, dos mil años después, lo que dijo Roma cuando otros le hicieron el trabajo sucio: «Roma no paga traidores».

Y, desde luego, China y Rusia también han demostrado que tampoco tienen ningún reparo en anteponer sus intereses estratégicos a la cimentación del Nuevo Orden Multilateral que dicen (decían) querer construir. Por lo tanto el «pago» que están recibiendo de EEUU (sanciones en el caso de Rusia, provocaciones militares en el caso de China) es más que merecido.

Entre esos intereses estratégicos de China y de Rusia está el no aceptar la nuclearización de Corea del Norte argumentando que ello no contribuye a la estabilidad, sino a la inestabilidad internacional. Lo que subyace a este argumento es que no quieren que se incremente el selecto club nuclear (EEUU, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña, India, Pakistán, Israel) porque ello significa una merma, por pequeña que sea, de su poder nuclear. Por lo tanto, lo que están haciendo es reforzar el mundo existente, con los intereses existentes y los poderes existentes. Especialmente, nucleares.

China y Rusia han argumentado así su voto en el CSONU. Sotto voce, afirman que las pruebas de misiles de Corea del Norte y sus ensayos nucleares han creado el pretexto necesario para que EEUU justifique el despliegue de sus misiles THAAD en Corea del Sur y que no va dirigido a Corea del Norte, sino a ellos. Pero aquí se puede volver por pasiva la oración, puesto que Corea del Norte nunca se ha negado a negociar su programa nuclear y ha sido EEUU quien, por el contrario, siempre ha rechazado el diálogo. Fue George W. Bush quien, en 2002, rompió el acuerdo previo que había entre los dos países y la razón por la que Corea del Norte retomó su programa nuclear. Tan es así que en 2015 Corea del Norte y China acordaron proponer a EEUU y Corea del Sur la «doble suspensión», renuncia a las pruebas de misiles a cambio de no realizar maniobras militares a gran escala, y lo volvieron a reiterar en marzo de este año 2017, ya con Trump en la presidencia. EEUU siempre ha rechazado esta propuesta, así que ¿por qué razón la va a aceptar ahora, cuando ha logrado un indudable éxito diplomático en la ONU y China y Rusia han sido cooperadores necesarios del mismo?

Luego aquí de forma clara, con luz y taquígrafos, tanto China como Rusia han invertido la carga de la prueba y han responsabilizado al débil por los incumplimientos y negativas del fuerte. Es decir, que su comportamiento refuerza al fuerte y penaliza al débil. Eso no es un Nuevo Orden Multilateral, sino un reforzamiento del viejo. EEUU se ha dado perfecta cuenta de ello y ahora está respirando mucho más profundamente porque ya no tiene tanto que temer de sus dos antagonistas y su lento camino hacia ese hipotético y ya idílico mundo multipolar.

En buena lid, tras la imposición de las sanciones a Corea del Norte, tanto China como Rusia tendrían una baza que jugar a la hora de negociar y mejorar sus relaciones con EEUU, pero EEUU lo ve como una victoria indudable -como así ha sido- y no considera necesario negociar nada. Y de eso son conscientes, de forma especial China cuando reconoce que «no va a ser fácil romper la arrogancia moral» de EEUU. Por lo tanto, no se entiende el voto en el CSONU, un voto a cambio de nada. Gratis total y un perjuicio evidente para sus intereses.

La compra de Rusia por China

Pero China y Rusia, aunque han votado lo mismo, lo han hecho por razones diferentes. En primer lugar, porque Rusia fue quien se resistió a votar a favor de las sanciones hasta el último momento y tuvo que ser convencida, o comprada, por China para que lo hiciese. Rusia no quería dar esa satisfacción a EEUU y menos una semana después de que Washington volviese a imponer sanciones a Rusia con la pretensión de impedir o dificultar la construcción del gasoducto Corriente del Norte 2 (North Stream 2) junto a Alemania.

El relato de lo ocurrido (6) es lo suficientemente expresivo como para sostener esta afirmación de compra de su voto por parte de China, por dura que parezca. El 3 de agosto el embajador ruso en la ONU, Vasili Nebenzia, fue muy explícito afirmando que después de la aprobación de sanciones por parte de EEUU contra su país «Rusia puede no subirse a bordo [de las sanciones a Corea del Norte], incluso aunque cuente con el consenso de China».

Esas declaraciones hicieron que rápidamente el embajador chino en la ONU, Liu Jieyi, mantuviese una reunión de urgencia con el ruso para «explicar en profundidad» el contenido de las sanciones. Está claro que fue algo más que una «explicación» y que lo que allí se alcanzó fue un compromiso: China ha afirmado que está dispuesta a negociar un Tratado de Inversión Bilateral con Rusia en virtud del cual las empresas chinas y rusas tendrían un estatus legal en cada país y recibirían un estatus de «política preferencial». China, en este contexto, ha ofrecido a Rusia su apoyo y colaboración para los planes en el Ártico, donde Moscú tiene un interés preferencial. Esto fue también el mismo día 3. Dos días después, el 5 de agosto, ambos países votaban junto a EEUU la imposición de sanciones a Corea del Norte.

La reunión de sus dos embajadores en la ONU sirvió para que China se postulase como el garante de Rusia frente a las sanciones impuestas por EEUU a ese país. Viene a decir que con el apoyo chino, esas sanciones son poco menos que irrelevantes. Y esto se certificó en Manila (Filipinas) el día 7 de agosto durante el encuentro formal que sostuvieron los ministros de Asuntos Exteriores de China y de Rusia en el marco de la reunión de los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Tanto Wang Yi como Sergei Lavrov coincideron casi en las mismas palabras con las que sancionaron el acuerdo que ya es estratégico entre los dos países: «China y Rusia construirán confianza entre ambos, fortalecerán su cooperación bilateral y se apoyarán mutuamente con independencia de la situación global» (Wang Yi); «Rusia y China se han comprometido a seguir considerándose mutuamente como socios internacionales de alta prioridad sin importar la situación del mundo, profundizar la cooperación estratégica, fortalecer la confianza mutua, el apoyo y la cooperación integral» (Sergei Lavrov).

Así que se puede decir que los únicos que han sacado tajada de toda esta situación han sido EEUU, indudablemente, y Rusia, que ha sabido sacar rendimiento a su voto en favor de las sanciones. China emerge como claro perdedor no sólo en su histórica relación con Corea del Norte sino como referente mundial e impulsor de otra forma de hacer política exterior. Si hace unos años se hablaba del «socialimperialismo» de la URSS, ahora hay que hablar de «socialimperialismo» de China y su comportamiento está haciendo saltar por los aires cualquier atisbo de alternativa al orden mundial existente.

Lo que hay detrás de todo ello

Con su voto en la ONU a favor de las sanciones, China ha roto la política de equidad y acuerdos mutuos que mantenía con Corea del Norte desde 1961, en virtud del Tratado de Amistad, Ayuda Mutua y Cooperación firmado ese año. Es un hecho y es seguro que China no lo renovará cuando expire, formalmente dentro de tres años (hasta ahora se renovaba automáticamente). Corea del Norte ya lleva tiempo recriminando a China el incumplimento del mismo, especialmente desde que China votó en 2016 a favor de las dos tandas de sanciones que se impusieron a los norcoreanos ya ese año y acertó cuando dijo, en una crítica entonces inusual y ahora ya reiterada, que «China toma medidas inhumanas como el bloqueo total del comercio exterior» y que «labrándose el camino como una gran potencia, está bailando con la música de los EEUU».

Corea del Norte tiene toda la razón en su crítica, porque es lo que ha ocurrido. Pero ¿por qué y qué hay detrás de este cambio de postura? No es fácil descubrir la razón, aunque puede que haya tenido mucho que ver la constatación de que Corea del Norte es una potencia minera. Ya era conocido que el país tiene inmensas riquezas naturales como hierro, carbón, oro, magnesita, cinc, cobre, piedra caliza, titanio, vanadio, molibdeno, grafito… pero lo que ha generado la situación actual es el reciente descubrimiento de que el país es uno de los escasos en el mundo que cuentan con unas impresionantes reservas de tierras raras y eso amenaza directamente a la hegemonía que en este comercio tiene actualmente China puesto que el 80% de todo el comercio mundial de tierras raras está en sus manos.

Las tierras raras se denominan así porque tienen elementos químicos como el escandio, el itrio, el lantano, el cerio y así hasta otros 13 elementos más imprescindibles para el desarrollo de la vida actual en todos los aspectos, sobre todo tecnológicos. Aunque desde Pyongyang se mantiene un absoluto secreto sobre las reservas que pueda haber, comprobadas o probables, sus vecinos llevan un tiempo con los ojos puestos en estas inmensas riquezas que Corea del Sur estima en un montante que va entre los 6 billones y los 10 billones de dólares. Es decir, suficiente para costear el precio de una reunificación dirigida por Seúl tras una guerra en la que se aniquilaría al Norte y se destruiría su sistema político y económico. El Ministerio de Tierras, Infraestructura y Transporte de Corea del Sur ya en el mes de mayo invitó a las empresas del sector a presentar ofertas sobre proyectos relacionados con el sector minero del Norte (7).

Pero no es solo Corea del Sur quien aspira al tesoro, sino EEUU (en 2014 el Servicio Geológico de EEUU ya emitió un informe al respecto y recomendaba que se impusiesen sanciones económicas sobre la minería norcoreana para evitar el desarrollo del comercio de estas tierras raras) y, por supuesto, China y Rusia.

China es el principal cliente, exportador e importador, de Corea del Norte. Especialmente, de los productos mineros. Si el montante total del comercio exterior de Corea del Norte con China es del 92%, de esa cantidad el 54% se corresponde al sector minero, especialmente del carbón (el 40% del total). Las sanciones aprobadas por la ONU van dirigidas al sector minero, con lo que deja a Corea del Norte sin la posibilidad alguna de comercio exterior en este campo (afectando de rebote a la propia China, con lo que se ha dado un tiro en el pie de forma voluntaria).

En 2012 China invirtió unos 8.000 millones de euros en un proyecto de infraestructura en la zona fronteriza entre los dos países para facilitar el acceso a su territorio de estos recursos minerales. Desde entonces ha estado a pleno rendimiento hasta el año 2016, cuando Corea del Norte comenzó a restringir la exportación de ciertos metales a China como represalia por el voto chino en la ONU favorable a las sanciones. Pero restringir no es suspender, porque el comercio entre ambos continuó y a buen ritmo puesto que se incrementó un 37’4% sobre todo en hierro y carbón.

Sin embargo, China nunca ha visto con buenos ojos que Corea del Norte explotase y comercializase sus tierras raras sin contar con ella. Y lo mismo vale para el resto de países involucrados, sobre todo EEUU. Ya en las sanciones que la ONU impuso en marzo del año 2016 (y son siete las impuestas en total, a cada cual más dura, desde que inició el proceso de sanciones en 2006) se prohibía la exportación de oro, vanadio, titanio y «metales de tierras raras». Esto era lo que había pedido de forma expresa el Servicio Geológico de EEUU. Con las sanciones de ahora se da una nueva vuelta de tuerca y hace imposible en la práctica el desarrollo y comercio de esta industria.

Pero en toda regla hay una excepción, y esa puede ser Rusia. Aunque ha votado a favor de las sanciones, bajo presión china, desde 2014 viene desarrollando planes para reformar la red ferroviaria norcoreana a cambio del acceso a los recursos minerales del país y sólo está a la espera del visto bueno de Pyongyang para el inicio de las obras. Aunque son unos escasos 18 los kilómetros la frontera que comparten, se pueden convertir en vitales para esta industria dado que Pyongyang será muy generoso a la hora de recompensar a quienes han estado a su lado o han mostrado mayor comprensión hacia sus posturas.

Las sanciones de la ONU, aprobadas con el voto chino y ruso, se han producido en un momento dulce para la economía de Corea del Norte, que ha reforzado de forma considerable el liderazgo de Kim Jong-un y del propio Partido del Trabajo. Esto ha supuesto una mayor independencia respecto a China que este país no ha visto con buenos ojos. Al utilizar la amenaza y las represalias -porque eso es lo que ha sucedido con las sanciones- Beijing demuestra que su comportamiento difiere poco del tradicional del imperialismo clásico y que mientras no haya un cambio de rumbo (y eso implica el dar marcha atrás con Corea del Norte) las pretensiones de un Nuevo Orden Multilateral serán más quimera que realidad.

Notas:

(1) Alberto Cruz, «El modelo de política exterior de China queda tocado con la crisis de Corea del Norte», http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2244

(2) Alberto Cruz, «Corea del Norte como ejemplo de la fase final del colapso del imperialismo», http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2230

(3) https://ssi.armywarcollege.edu/pubs/display.cfm?pubID=1358

(4) https://www.brookings.edu/research/the-korean-nuclear-issue-past-present-and-future/

(5) Oriental Review, 14 de agosto de 2017.

(6) http://elterritoriodellince.blogspot.com.es/2017/08/los-malos-son-malos-simples-ninos.html

(7) http://time.com/4775368/south-korea-north-moon-jae-in-sunshine-policy-kim-jong-un/

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es «Las brujas de la noche. El 46 Regimiento «Taman» de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial», editado por La Caída con la colaboración del CEPRID. Los pedidos se pueden hacer a [email protected] o bien a [email protected]

También se le puede encontrar en librerías.

Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2277