Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Cada año se roba a los países más pobres del mundo más de un trillón de dólares, una cantidad tan vasta que es difícil de imaginar.
Con esa cantidad de dinero usted se podría hacer con Apple y todavía quedaría suficiente dinero para comprar todos los billetes o monedas de libra esterlina en circulación.
Contar un billón de dólares en billetes de un dólar llevaría casi 32.000 años. Si los primeros seres humanos anatómicamente modernos hubieran empezado a contar en el momento en que pasaban desde Oriente Próximo a Europa ahora estarían llegando al billón.
Pero si usted vive en un país rico puede que esté luchando para que le importe.
A fin de cuentas, la mayor parte de ese dinero acaba manteniendo los empleos en las agencias inmobiliarias, fortaleciendo la cotización de las acciones de las empresas de artículos de lujo y llevando a nuestros políticos a Baku, Bahrain o Bamako en viajes con todos los gastos pagados.
Aunque la corrupción es perjudicial para otras personas, a nosotros nos viene muy bien, ¿verdad?
No es cierto. La corrupción es un problema que nos concierne a todos y aquí tienen cuatro razones por las que usted se debería preocupar por el hecho de que el mundo no aborde adecuadamente esta situación.
La corrupción provoca derramamiento de sangre
Deberíamos ser prudentes a la hora de aceptar la palabra de grupos armados que califican de corruptos a los gobiernos. Son asesinos y dirán los que sea para atraer más seguidores.
Pero nosotros debemos hacer caso de las advertencias de nuestros propios generales.
Quienes mejor saben en todo el mundo qué es luchar contra el terrorismo nos dicen que su peor enemigo es la corrupción.
«Durante demasiado tiempo hemos centrado nuestra atención en considerar a los talibán una amenaza existencial para Afganistán. Son un fastidio en comparación con el alcance y la magnitud de la corrupción», afirmó el general del Cuerpo de Marines estadounidenses John Allen, exjefe de las fuerzas internacionales en Afganistán en 2014.
Advertencias similares se pueden oír acerca de Boko Haram en Nigeria, el Estado Islámico de Iraq y de Levante (ISIL, por sus siglas en inglés, también conocido como ISIS) en Oriente Próximo y movimientos equivalentes en todas partes.
La corrupción enfurece a los ciudadanos y hace que simpaticen con los enemigos del Estado, aunque sean terroristas, al tiempo que mina la capacidad del gobierno para defenderse.
A largo plazo la mejor manera de neutralizar la amenaza del terrorismo es proporcionar un gobierno justo y honesto.
Es un problema que nos concierne a todos porque el terrorismo se extiende libremente más allá de las fronteras nacionales: un movimiento nacido en Iraq puede atacar en Manchester, París o Bruselas.
La corrupción propaga enfermedades
E n 2017 se registraron en Rusia más de 100.000 nuevos casos de sida por segundo año consecutivo , de modo que el número total de casos en el país puede que llegue al millón y medio.
Un 2 % de rusos en la treintena está infectado, una cifra sin precedentes para un país europeo, y la epidemia no da muestras de disminuir.
Se propaga por el uso de drogas, la prostitución y un sistema sanitario pobre, todo lo cual es fruto de la corrupción rampante del país.
Rusia no es el único caso . La corrupción ha contribuido a que vuelva a aparecer la polio en Ucrania, ha propagado la tuberculosis resistente a varios fármacos en Asia Central y dificulta la lucha contra el Ebola en Liberia.
Los virus y los microbios no respetan las fronteras nacionales. Si no ayudamos a estos países a crear sistemas sanitarios eficaces todos tendremos que hacer frente a las consecuencias y todos enfermaremos.
La corrupción mina la democracia
Hay opiniones diferentes acerca de si el dinero ruso contribuyó a que Donald Trump obtuviera la presidencia de Estados Unidos, pero seguramente todo el mundo está de acuerdo en que la controversia ha perjudicado gravemente a la reputación de la política estadounidense.
Eso es lo que ocurre cuando el virus de las finanzas ilícitas, oculto en los canales secretos de la red financiera mundial, infecta a un sistema democrático que se basa en la confianza para sobrevivir.
No obstante, lo único que hace Estados Unidos es ponerse a la altura de otros países.
La propia democracia de Rusia murió de corrupción en la década de 1990, mientras que los sistemas políticos de Nigeria, Sudáfrica, Malasia, Kenia, Ucrania y otros países está gravemente enfermos, si no terminales .
El debate abierto y el libre ejercicio del voto no pueden coexisistir con un sistema en el que las decisiones se toman por dinero y las posiciones de poder se compran y venden.
La democracia amenaza a la corrupción y los individuos corruptos siempre trataran de minar el imperio de la ley para protegerse. Si queremos proteger del contagio a nuestros sistemas políticos tenemos que defendernos.
La corrupción hace subir el precio de la vivienda
La investigación académica demuestra que la fuga de capital infla el precio de la vivienda en Londres y hay razones para suponer que el mismo fenómeno (de personas ricas que obtienen dinero de lugares donde se puede sacar y lo acumula en algún lugar seguro) afecta a ciudades de todo el mundo desarrollado.
Por consiguiente, una de las razones por las que el alquiler que usted paga es tan alto es que los extranjeros invierten dinero en su país no porque busquen un buen rendimiento sino porque quieren mantenerlo a salvo de funcionarios corruptos.
Varias ciudades (sobre todo Londres y Nueva York, pero también Miami, Los Angeles y otras) han visto como edificios caros se convierten en un tipo de activo en vez de en viviendas.
Esto ha vaciado algunos de nuestros barrios y ha enfurecido a sus vecinos que ya no pueden permitirse vivir en sus propias ciudades .
«Rincones oscuros»
Luchar contra la corrupción no tienen por qué ser difícil.
La mayoría de la gente no robaría si no pudiera quedarse con lo robado. De forma similar, los funcionarios corruptos no malversarían fortunas si no les resultara tan fácil blanquear el dinero en rincones oscuros del mundo de los paraísos fiscales e invertirlo después en refugios seguros como Reino Unido, Suiza o Estados Unidos.
Nuestra arma contra este dinero oscuro es simple: la claridad. Tenemos que abrir ventanas en todos los rincones de nuestras economías y así veremos dónde se crea el dinero y quién lo posee.
Nunca vamos a impedir que los funcionarios no sean honestos, pero no tenemos que ponérselo tan fácil.
Necesitamos que haya registros públicos de la propiedad y de la propiedad de las empresas para que podamos ver de dónde viene el dinero. Y necesitamos dar a nuestros organismos encargados de hacer cumplir la ley el dinero suficiente para investigar a los sinvergüenzas del mundo.
Nada más que unos cuantos procesos judiciales con éxito expulsarían el dinero sucio de nuestros países, lo que protegería nuestras economías y sistemas políticos, y ayudaría a nuestros aliados en todo el mundo.
Olivier Bullough es un periodista y escritor especializado en la corrupción.
Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/reasons-corruption-matters-171220083147134.html
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.