Reunidos en Caracas, cuna del Libertador Simón Bolívar, intelectuales y artistas de cincuenta y dos países y diversas culturas coincidimos en la necesidad de construir una barrera de resistencia frente a la dominación mundial que hoy se pretende imponer. Vivimos en una época donde la carta de la ONU no es respetada; la legalidad internacional […]
Reunidos en Caracas, cuna del Libertador Simón Bolívar, intelectuales y artistas de cincuenta y dos países y diversas culturas coincidimos en la necesidad de construir una barrera de resistencia frente a la dominación mundial que hoy se pretende imponer.
Vivimos en una época donde la carta de la ONU no es respetada; la legalidad internacional ha sido quebrada y quedan abolidos principios como el de la no intervención en los asuntos internos de los estados y el propio concepto de soberanía. Las convenciones de Ginebra sobre prisioneros de guerra y protección de poblaciones civiles han sido violadas; detenidos/as son torturados y vejados y se han creado penales sin ley en el territorio usurpado de Guantánamo y en Irak. La invasión y devastación de Irak, las amenazas contra otras naciones del Oriente Medio, el martirio del pueblo palestino, las intervenciones de las grandes potencias en África revelan la decisión de imponer a sangre y fuego un orden basado en la fuerza.
Gran parte de estas agresiones tienen por objeto apropiarse las reservas de hidrocarburos, minerales, biodiversidad y agua de los países menos desarrollados. Apoyamos el derecho de los pueblos a mantener el control sobre tales recursos y a repeler las intervenciones expropiadoras.
Los crímenes contra el pueblo iraquí demuestran hasta qué extremos pueden llegar medios y gobiernos que se proclaman defensores de los derechos humanos. La ciudad de Falluya, hoy arrasada, quedará como símbolo de resistencia heroica en un momento trágico de la historia.
Parte de este proyecto de dominación es el cobro de una deuda externa ilegítima y el intento de anexión económica de América Latina y el Caribe mediante el ALCA y otros planes y acuerdos lesivos para su independencia y sus oportunidades reales de desarrollo. Crece el peligro de nuevas formas de intervención y agresión frente al auge de las luchas sociales y al proceso de cambios que vive la región. Las nociones de «guerra preventiva» y «cambio de régimen», proclamadas en la doctrina oficial del gobierno de Estados Unidos, se alzan amenazantes frente a todo país que no se pliegue a los intereses imperiales o que tenga una importancia estratégica. Un ejemplo es la reciente intervención en Haití. Hoy más que nunca resulta necesario movilizar la solidaridad con Venezuela, Cuba y todas las causas populares del continente.
Expresamos además nuestra solidaridad con los pueblos de Irak, Palestina, Afganistán y todos los que resisten la ocupación y agresión imperialistas.
Un componente crucial de la lucha global ante las aventuras imperialistas, junto con las fuerzas que en Europa, América Latina y otras partes del mundo se han manifestado contra la guerra, es sin duda la movilización de los sectores más conscientes del pueblo estadounidense.
Condenamos el terrorismo, pero nos oponemos a la utilización política que se ha hecho de la llamada «guerra contra el terrorismo», y a la apropiación fraudulenta de valores y conceptos como democracia, libertad y derechos humanos. Rechazamos que se llame terrorismo a las luchas de resistencia de los pueblos y guerra contra el terrorismo a las agresiones de los opresores.
Mientras se dilapidan recursos incalculables en la industria militar otro exterminio silencioso y devastador tiene lugar cotidianamente a causa del hambre, los problemas sociales, la pobreza extrema, las enfermedades curables y las epidemias. El sufrimiento que padecen los pueblos de África, de Asia y de América Latina y el Caribe, como resultado de las políticas promovidas por las instituciones financieras internacionales, es ignorado por los que pretenden dominar el mundo y las élites globales que se benefician del pillaje neocolonial. La ausencia de programas para la solución real de estos problemas es otro signo de la deshumanización que caracteriza nuestra época.
Hacemos nuestras las luchas de los trabajadores/as, de los campesinos/as, de los desocupados/as, de los precarizados/as, de los explotados/as, de los excluidos/as, de las mujeres, de los pueblos indígenas, afrodescendientes y originarios, de los migrantes, de las minorías sexuales, los niños sin amparo y las víctimas del comercio sexual. Apoyamos y nos comprometemos con las reivindicaciones de quienes defienden sus derechos y su identidad frente a las pretensiones totalitarias y homogeneizadoras de la globalización neoliberal.
Desprovista de niveles básicos de alimentación, atención médica, energía eléctrica, vivienda y agua potable, una gran parte de la humanidad es sacrificada por un sistema que agota los recursos naturales, destruye el medio ambiente y con su irracional derroche consumista pone en peligro la supervivencia de la vida misma.
Las grandes mayorías tienen un acceso muy limitado a la educación y están excluidas del beneficio que pudieran aportarles las nuevas tecnologías de la información y las de producción de medicamentos genéricos. El sistema económico dominante genera la mercantilización de la mayor parte de la producción intelectual, la privatiza y la convierte en instrumento para perpetuar la concentración de la riqueza y la domesticación de las conciencias. Urge impedir que la OMC, en su política por transformar al mundo en mercancía, aniquile la diversidad cultural.
La concentración de la propiedad de los medios masivos de comunicación convierte la libertad de información en una falacia. El poder mediático, al servicio del proyecto hegemónico, distorsiona la verdad, manipula la historia, fomenta la discriminación en sus diversas variantes y promueve la resignación ante el actual estado de cosas presentándolo como el único posible.
Es necesario pasar a la ofensiva con acciones concretas. La primera de ellas, decidida en este Encuentro, consiste en crear una red de redes de información, acción artística cultural, solidaridad, coordinación y movilización que vincule a intelectuales y artistas con los Foros Sociales y las luchas populares, y garantice la continuidad de estos esfuerzos y su articulación en un movimiento internacional «En defensa de la humanidad».
Es fundamental contrarrestar la propaganda de los centros hegemónicos haciendo circular las ideas emancipatorias a través de todas las vías: emisoras de radio y televisión, Internet, prensa alternativa, cine, medios comunitarios y otras, y difundir los proyectos de desarrollo y las experiencias de participación y educación populares, para que puedan convertirse en referentes de la reconstrucción de las utopías que impulsan la historia.
La realidad venezolana demuestra que la movilización popular es capaz de conquistar y mantener el poder para el pueblo y promover y defender grandes transformaciones en su beneficio. Nuestra gratitud al gobierno bolivariano, al pueblo de Venezuela y a su presidente, Hugo Chávez, por su compromiso con el futuro de este movimiento internacional.
En esta hora de especial peligro renovamos la convicción de que otro mundo no es sólo posible sino imprescindible y nos comprometemos y llamamos a luchar por él con más solidaridad, unidad y determinación. En defensa de la humanidad, reafirmamos nuestra certidumbre de que los pueblos dirán la última palabra.