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A guisa de comentario no-intempestivo

Reflexión sobre las perspectivas de Raquel Gutiérrez Aguilar

Fuentes:

En el estudio del entorno social no todo se explica con el calificativo fácil de: «Todo depende del cristal con que se mira» He leído con agrado las reflexiones de Raquel Gutiérrez Aguilar [http://www.rebelion.org/noticia.php?id=21627] y, aprovechando lo grato, me detengo para redondear lo anteriormente dicho: ¡Sí!, no todo depende del cristal con que se mira, […]

En el estudio del entorno social no todo se explica con el calificativo fácil de: «Todo depende del cristal con que se mira»

He leído con agrado las reflexiones de Raquel Gutiérrez Aguilar [http://www.rebelion.org/noticia.php?id=21627] y, aprovechando lo grato, me detengo para redondear lo anteriormente dicho: ¡Sí!, no todo depende del cristal con que se mira, también hay que tener en cuenta aquello que se observa, el tiempo en que sucede el fenómeno, el ángulo, su luminosidad y , vaya, hasta la postura del Observante.

No es mi intención hacer una revisión crítica académica de las tesis y la hipótesis expuestas, sino más bien decir: ¡Epale!, yo pienso esto, ojalá le sirva de algo.

El texto es transparente en sus categorías y, por lo mismo, lo es mucho más en aquellas (categorías) que se sobrentienden, se obvian, se nombran bajo arquetipos negativos. Es decir: en el mismo lenguaje-significante con que se desarrollan las tesis se intuye lo que «no se dice».

Por ejemplo, en una de sus preguntas:

«¿es a los propios pobladores, vecinos, comuneros, trabajadores, ciudadanos politizados de manera no-liberal, a quienes les corresponde atribuirse la prerrogativa de ejercer la propiedad de la riqueza común, incluyendo la potestad de decidir sobre todo el espectro de la actividad productiva, de su gestión, destino y usufructo… o es el Estado, es decir, la representación ilusoria de la totalidad social quien tiene que ejercer la decisión soberana sobre el patrimonio común y de lo que se trata es de que el movimiento social lo «presione» para que lo haga?»

Donde el Estado no pasa de ser la «¿representación ilusoria?», así sin más. Tajante.

De la primera tesis. «* el saqueo y despojo de los bienes comunes (agua, gas, biodiversidad, etc.), así como en el desmantelamiento general de lo que fue riqueza y espacio público» Es necesario precisar qué entendemos por desmantelamiento. Es común oír mencionar por parte de los movimientos altermundistas y antisistémicos esto: «nosotros proponemos nuevas formas de tejido social», sin embargo, argumentar que hay desmantelamiento y/o desmembramiento de tejidos sociales (riqueza y espacio público) es aceptar que antes existía cierto tipo de «tejido social». Y si ese antiguo Estado-Nacional que conocíamos (keynesiano o no) antes de las embestidas neoliberales ¿contenían y, de algún modo, satisfacían a la sociedad civil, con mayúsculas y minúsculas? Ergo, el Estado, en ese entonces ¿fue una representación ilusoria?

De la segunda tesis. «El primer tipo de movimientos de insubordinación entonces, son las acciones colectivas más altamente volátiles»: … » Este tipo de movimientos consiste, ante todo, en el despliegue colectivo de una enorme carga de energía social desestructurante de las decisiones e instituciones del orden neoliberal»

«El segundo tipo de movimiento de insubordinación es menos volátil, esto es, más denso, cohesionado y estable; privilegia la lucha de resistencia y construcción de autonomía local, socava de manera persistente y lenta las relaciones de dominación y sólo en ocasiones irrumpe de manera contundente en el espacio público presentándose como sujeto crítico que impugna los principales soportes del orden del capital: la estructura de la propiedad, las formas liberales -privatizadas- de la política, la estratificación racial de la sociedad que sostiene el «colonialismo interno». «

«Ejemplos de este tipo de movimientos son el MST brasileño, el EZLN mexicano y, en cierta medida, el movimiento aymara rural en Bolivia, el tejido sindical-comunal de los productores de coca en el Chapare y el entramado comunal en resistencia, principalmente quechua, en Ecuador»

Se pueden hacer algunas acotaciones. Si bien es correcta hacer una categorización de los movimientos entre volátiles y los «menos volátiles,» habría que preguntarse a qué se debe que el movimiento zapatista (tanto el mando armado como las bases) no ha entrado a una volatibilidad mayor, que no siempre va a depender de la densidad, cohesión y estabilidad de sus actores. ¿El territorio, los usos y costumbres y la identidad demarcan la volatibilidad de un movimiento social? ¿La sociedad civil no contuvo la volatibilidad del EZLN y el exterminio del Ejército mexicano en los primeros meses de 1994? En la «no-volatibilidad» no habría que poner, como denominador también, ¿La tregua?

Acuérdese que el EZLN se preparó para la volatibilidad del 1ro. de Enero de 1994, el día 2 no existía.

De la tercera tesis. «¿Cómo inventan los colectivos y grupos humanos insubordinados, líneas de fuga y flujos de fuerzas que desestabilizan y ponen en duda el andamiaje estatal vigente, en sus aspectos normativos e institucionales? ¿Cómo se apropian y reconstituyen los espacios públicos? «

En este apartado es necesario analizar su contrario ¿Qué es lo que piensan los supuestos «subordinados» que no desestabilizan ni ponen en duda al sistema? ¿Estarán satisfechos del andamiaje estatal vigente, en sus aspectos normativos e institucionales? ¿Qué discordancia, en la suma de esfuerzos, habrá entre un colectivo que se insubordina y otro que acepta ciertos cauces institucionales y que por lo tanto es reformista? ¿La enorme energía de esos movimientos «desestructurantes» tiene como destino la autogestión y la anti-tutela estatal?

De la cuarta tesis. «La paradoja, aquí, es quién es el sujeto de la acción soberana de la recuperación de lo saqueado, esto es, a quien corresponde la obligación de nacionalizar, de re-apropiarse de la riqueza común»

Aquí subyace un sentido negativo de la corresponsabilidad entre Estado y Sociedad. No hay tal división en el sentido del deber. Si, debido al adelgazamiento premeditado del Estado, se despoja de los recursos naturales y se agudiza la explotación capitalismo-hombre (justificándose en el mismo campo institucionalizado: normatividad laboral, hegemonía, discurso del poder, etc.) entonces, ese Estado, o debe ser restituido o debe ser replanteado, aún cuando persista el problema (en México y Bolivia) de los pueblos originarios, donde, el indigenismo zapatista espera del Estado Mexicano, el reconocimiento constitucional de ser sujetos de derecho público.

Me explico: no existe la unilateralidad en la acción política; que «este Estado» no nos sirva (a nosotros, como pueblo) no indica que cualquier otro tipo de Estado no vaya a servir en el futuro, y que quienes se atribuyan esa prerrogativa sean sólo «los propios pobladores, vecinos, comuneros, trabajadores, ciudadanos politizados de manera no-liberal», en una fatalidad anti-sistémica. Donde el Estado no deja de ser «lo otro», lo ajeno.

De la quinta y sexta tesis. «El problema más difícil, para este segundo tipo de movimientos está, en primer lugar, en conseguir escapar de una posible autarquía que puede llevarlos al aislamiento y a la amenaza de descomposición. Esto es, ¿cómo pueden este tipo de movimientos de insubordinación, una vez recompuesta cierta estabilidad social tras su irrupción, volver a tensar internamente sus vínculos y dotarse de nuevos objetivos de confrontación con el orden del capital? «

Aquí conviene clarificar tipologías: ¿qué es lo que se entiende por «recomposición de cierta estabilidad social»? Se ha documentado ampliamente aquellos principios no negociables del propio movimiento zapatista, su «no nos vendemos» y su «no ceder» en la consolidación de las autonomías, fuera de los cauces institucionales. La simple postura del zapatismo por vilipendiar programas institucionales pro-indigenistas en ocasiones no se justifican (ha señalado en más de una ocasión Armando Bartra); nos motiva a reflexionar los sesgos en que las autarquías se desenvuelven en formas concientes y programadas. Cierto, ¿qué se puede esperar de un Estado que no te reconoce como sujeto de derecho, sino como sujeto de interés? Pero Los Caracoles apenas están en gestación (2003) y hoy a la fecha, el EZLN y sus bases, adquieren nuevos objetivos (la otra campaña) que replantean estrategias antes desdeñadas confusamente «saberse de izquierda, anticapitalista y revolucionaria».

¿Qué planteamiento tendría la autora si el zapatismo hubiera seguido sin «la otra campaña»? que nunca hubiese existido como documento. ¿La autarquía sería entonces un mal menor?

De la séptima tesis. «La capacidad emancipativa de los movimientos de insubordinación que tienden a satisfacer las necesidades cotidianas de otra manera, se puede medir a partir de su posibilidad de pasar con mayor o menor fluidez de la autogestión de la vida cotidiana al antagonismo y viceversa. «

Habría que preguntarse cómo es que un movimiento como el CGH tiende a satisfacer «necesidades cotidianas» en la medida que defiende la educación pública y gratuita. Si bien se confundió en su momento a la Ciudad Universitaria como un territorio libre, autogestivo y horizontal. A contrapelo, un movimiento como el EZLN se desdobla precisamente en anhelar la plena satisfacción de sus usos y costumbres, que conlleva a un planteamiento de «identidad» en el propio movimiento.

El universitario no hace cotidianidad pensando todo los días en la abrogación del Reglamento General de Pagos y/o del rompimiento con el CENEVAL. Cuando movimiento sindicales sean apoyados por «la otra campaña» y los resultados de los acuerdos sean magros no se va a pensar en la necesaria fluidez de moverse de la autogestión al antagonismo, sino en la operatividad y el punto porcentual de los mismos «logros» alcanzados.

Concuerdo en «La idea de una «estrategia del poder-hacer» de los movimientos sociales pasa por articular la comprensión y el despliegue de la multiplicidad de acciones colectivas por la emancipación, en sus aspectos constructivos y antagónicos.»

Y también habría que pensar lo «antagónico» dentro del marco conceptual de la «hegemonía» a lo Gramsci, si bien lo contiene la categoría «desestructurante» es necesario puntualizar hasta qué punto las estructuras hegemónicas son puestas en jaques verdaderos, casi hasta el jaque mate, como para apostar unilateralmente por movimientos antisistémicos y altermundistas. Y como verá, concuerdo en parte con Usted.

Con respeto, Saludos.