Los grandes perdedores de las recientes elecciones egipcias han sido los partidos laicos y sus abogados en Washington, que esperaban que los resultados llevarían a una mayor apertura del sistema político en Egipto. Los ganadores de este proceso han sido los Hermanos Musulmanes, que se han convertido en el principal bloque opositor en el Parlamento, […]
Los grandes perdedores de las recientes elecciones egipcias han sido los partidos laicos y sus abogados en Washington, que esperaban que los resultados llevarían a una mayor apertura del sistema político en Egipto. Los ganadores de este proceso han sido los Hermanos Musulmanes, que se han convertido en el principal bloque opositor en el Parlamento, y la vieja guardia del Partido Democrático Nacional (NDP), que ha reafirmado su poder. La oposición laica consiguió solamente 9 escaños en el Parlamento, que cuenta con 444. «Ha sido una completa derrota para las tendencias políticas liberales,» señala Hala Mustafa, un analista político. «Ahora no hay más jugadores en este juego que el Partido Democrático Nacional y los Hermanos Musulmanes.»
Once partidos laicos -tales como el izquierdista Tagammu, el liberal Wafd, el islamista Wasat (Centro) y el movimiento Karama, de ideología nasserista- y otros grupos políticos informales -tales como Kifaya, la Campaña Popular por el Cambio (Libertad Ahora), la Alianza Nacional para el Cambio y la Reforma, y la Coalición Nacional por la Transformación Democrática- crearon el Frente Nacional Unido por el Cambio (UNFC, en inglés) con el fin de tomar parte en estas elecciones. Sin embargo, los resultados fueron desastrosos. La coalición consiguió sólo 6 escaños en el Parlamento. Todos los líderes del Tagammu perdieron sus escaños.
Por su parte, Diaaeddin Dawoud, líder del Partido Nasserista, fue incapaz de conseguir un escaño parlamentario por tercera vez consecutiva. Aunque algunos miembros del partido le culpan por este fracaso electoral, él afirma que el hostigamiento policial fue el auténtico culpable. «La policía cercó casi por completo el distrito electoral en el que estaba concurriendo,»declaró a Al Ahram. Él añadió que había sido incapaz de abandonar su casa después de que la policía la cercara sin que existieran razones obvias para hacerlo. Ninguno de los 34 candidatos del Partido Nasserista pudo conseguir un escaño, incluso aunque el partido reclama para sí la herencia política del antiguo presidente Gamal Abdel Nasser (m. 1970), que se convirtió en un icono del nacionalismo árabe en los años cincuenta y sesenta.
Estos resultados fueron aún más decepcionantes porque se produjeron en un momento en el que Kifaya se había convertido en una organización mundialmente famosa debido a su campaña de protestas callejeras en contra de la reelección de Mubarak y la perpetuación de su régimen. El portavoz de Kifaya, George Ishaaq manifestó que no estaba sorprendido en absoluto por los resultados. «La democracia depende de un proceso electoral justo y transparente, un poder judicial independiente, un gobierno imparcial y la ausencia de leyes de emergencia. Todo lo demás es falso,» manifestó a Al Ahram. Ahora que «la debilidad de los partidos de la oposición se ha puesto al descubierto,» señaló, «es hora de que ellos se enfrenten al régimen, crucen la línea roja y se unan a nosotros en las calles.»
En realidad, el fracaso de los partidos laicos es una consecuencia del creciente poder de los HHMM, que se han convertido en el principal y único bloque de oposición en el país. El pueblo egipcio es profundamente religioso y prefiere dar su apoyo a las fuerzas islamistas, que ofrecen además una eficiente red de servicios sociales.
Algunos de los líderes de los partidos laicos creen que existió un acuerdo secreto entre el gobierno y los HHMM para marginarles. «Resulta claro que existió un acuerdo. ¿Cómo podría explicarse de otra manera el hecho de que los HHMM pudieran concurrir con su propio nombre, que es ilegal dado que la organización está prohibida?» señaló Husain Abdul Raziq, secretario general del Partido Tagammu.
Poco antes de las elecciones, los HHMM lanzaron una campaña para atraerse al sector de votantes que podría apoyar a los candidatos del Tagammu «como venganza por la posición del partido, y de su líder Rifaat al Said, en contra de la oposición islamista,» según algunas fuentes del Tagammu. Sin embargo, los militantes del Tagammu -junto con otros candidatos y activistas de izquierda- se coordinaron con los candidatos de los HHMM y en algunos casos votaron por ellos.
El gran perdedor de estas elecciones ha sido, sin embargo, Aiman Nur, que fue el principal rival de Mubarak en las primeras elecciones multipartidistas del país, celebradas el pasado mes de septiembre. Él consiguió entonces el 8% de los votos, en comparación con el 89% de Mubarak. Durante los recientes comicios parlamentarios, Nur fue derrotado por Yahia Wahdan, un antiguo coronel de los servicios de seguridad, perdiendo su escaño en una circunscripción central de El Cairo. El pasado mes de febrero, EEUU presionó a las autoridades egipcias para que liberaran a Nur, que se hallaba entonces encarcelado, bajo la acusación de haber falsificado algunas de las firmas que utilizó para legalizar su partido Gad. En la actualidad, Nur se halla de nuevo en prisión esperando la sentencia de su juicio, que acaba de finalizar.
El fracaso de Aiman Nur ha supuesto también un severo golpe para los planes de EEUU en Oriente Medio. Washington esperaba que Nur y su partido pudieran crear una alternativa laica tanto al régimen de Mubarak como a los HHMM, pero estos planes están ahora arruinados. En este sentido, el portavoz del Departamento de Estado Adam Ereli reconoció que los resultados «plantean serias dudas acerca del futuro de las reformas políticas en Egipto.»