«Cada vez hay más pruebas de que soldados de las fuerzas pacificadoras de Estados Unidos mataron a disparos a civiles desarmados, niños incluidos, durante una operación reciente en Haití… Testigos independientes dicen que 23 personas resultaron muertas durante la operación y que muchas lo fueron por un tiro en la nuca» (1) «Dos mujeres y […]
«Cada vez hay más pruebas de que soldados de las fuerzas pacificadoras de Estados Unidos mataron a disparos a civiles desarmados, niños incluidos, durante una operación reciente en Haití… Testigos independientes dicen que 23 personas resultaron muertas durante la operación y que muchas lo fueron por un tiro en la nuca» (1)
«Dos mujeres y dos niños resultaron muertos en un ataque de las Fuerzas Británicas en Afganistán, dijo el Ministro de Defensa.» (2)
«Las operaciones de las fuerzas estadounidenses, multinacionales y de la policía iraquí están matando el doble de iraquíes -la mayoría civiles- que los ataques de los insurgentes, según las estadísticas que facilita el Ministerio de Sanidad de Iraq.» (3)
«Ayer, en el Hospital Militar de Quito, la estudiante mejicana Lucía Morett declaró por vez primera ante el fiscal de Ecuador William Pesantez que soldados colombianos… mataron a personas que estaba heridas o que se habían rendido.» (4)
La globalización de las empresas depende de la disponibilidad de los gobiernos para matar. Las personas y organizaciones que defienden su derecho a la autodeterminación pueden prepararse para lo peor. El régimen de bush y sus aliados pueden discutir ocasionalmente acerca de los medios y las formas, pero su comportamiento hacia los pueblos como el de Palestina y Haití no deja lugar a dudas: los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados funcionan como un mortífero sistema gangsteril global para conseguir lo que quieren. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas funciona actualmente casi como la versión diplomática de «Asesinos S.A.»
La prolongada destrucción de Haití a manos de fuerzas extranjeras es simplemente un ejemplo de la determinación de las elites de países ricos para apropiarse de lo que desean mediante la negación de los derechos fundamentales de la gente de todo el mundo. El golpe de Estado contra el Presidente Aristide, organizado por Estados Unidos, Canadá y Francia, demuestra pasados cuatro años este patrón familiar del imperialismo. Todas las falsas, aunque elegantemente disfrazadas, tonterías acerca de llevar la democracia y la prosperidad a Haití ha terminado en una ocupación militar asesina por Naciones Unidas para defender a una elite corrupta arropada por Estados Unidos, mientras que gente hambrienta sobrevive comiendo galletas hechas de barro.
Inmediatamente después del golpe, George W. Bush dijo: «Este gobierno cree que es esencial que Haití tiene un futuro esperanzador. Éste es el comienzo de un nuevo capítulo en la historia del país.» El entonces embajador de Estados Unidos en Naciones Unidas, John Negroponte dijo: «Haití ha entrado en una nueva página en su historia.» (5). Bien, ¿cómo es ese sensacional nuevo mundo preparado por Bush, Negroponte y sus empresarios-gángsteres aliados?
Las estadísticas de la miseria.
El periodista de Associated Press Jonathan Katz, informó el pasado 29 de enero: «… en lugares como Cité Soleil, el barrio costero donde Charlene comparte una casa de dos habitaciones con su bebé, 5 familiares y dos padres desempleados, las galletas hechas de barro, sal y grasa vegetal se han convertido en una dieta habitual… «Cuando mi madre no cocina, las tengo que comer tres veces al día», declaró Charlene. Su bebé, Woodson, reposa en su regazo, donde parece aún más delgado que cuando nació con algo menos de tres kilos de peso.»
El Banco Mundial calcula que la población de Haití es casi 9 millones. El Producto Interior Bruto PIB) per cápita en 2006 fue de 480 dólares. Tras dos años y medio de intervención extranjera, en septiembre de 2006, el Fondo Monetario Internacional (FMI) (6) calculó que más del 70 por ciento de la gente todavía vivía con menos de dos dólares al día y que el 55 por ciento con 0.44 dólares al día. Cuatro años después del golpe, el informe de Katz muestra que nada ha mejorado. Con otras palabras, si admitimos que la población de Haití es de unos 8.8 millones de personas, esto significa que a una hora de vuelo de Miami, casi 5 millones están sufriendo hambruna.
El informe de 2006 del FMI (Informe Estratégico Provisional sobre la Reducción de la Pobreza) señala que el PIB per cápita real era entonces el 70 por ciento del PIB de Haití en 1980. También hace saber que «el acceso a los servicios básicos: salud, educación, agua corriente, alcantarillado) es muy deficiente y los indicadores sociales son alarmantes. La mortalidad infantil se calcula en 76/1.000, o sea, el doble de la media regional, mientras que la esperanza de vida es 18 años más baja que la media regional. Más aún, menos de la mitad de la población tiene acceso a agua potable tanto en zonas rurales como urbanas, mientras que es el 71 y 93 por ciento respectivamente en la región. El acceso a instalaciones sanitarias apropiadas es del 16 por ciento en áreas rurales y del 50 en urbanas, mientras que en América Central y el Caribe, estos porcentajes son del 49 y 86 respectivamente.»
Otro informe, esta vez del Consejo de Asuntos Hemisféricos, publicado también en 2006: «El maloliente secreto de Haití: el problema de la esclavitud infantil», informa del sistema de trabajo infantil esclavista: «Según el gobierno de Haití, hay alrededor de 90.000 a 120.000 niños esclavos, pero UNICEF ofrece una cifra muy superior, de 250.000 a 300.000.» Esto, hay que tener en cuenta, con una población menor de 9 millones.
Ahora mismo, la sostenibilidad de la economía de Haití es dudosa. El país ha sufrido las mismas presiones imperialistas de los demás países de América Central y el Caribe que han conducido al declive de sus economías rurales junto con la correspondiente destrucción ambiental. Esas políticas neoliberales fueron diseñadas a conciencia por los planificadores del «desarrollo» de los países ricos para crear una gran reserva de mano de obra emigrante lista para buscar trabajo tanto como emigrantes ilegales en Estados Unidos como en la explotadora industria maquiladora local que surte a las marcas de lujo en Norteamérica y Europa.
El colapso agrícola consiguiente ha sido desastroso para la economía rural de Haití y para la mayoría que difícilmente puede conseguir suficiente comida. «Los activistas estudiantiles de Haití piden una reforma total de la economía rural nacional, que ha dado como resultado que el país importa más de la mitad de sus alimentos mientras que los agricultores locales permanecen en la pobreza.» (7) La miseria y el sufrimiento que soportan los haitianos tras cuatro años del golpe de Estado contra el Presidente Aristide se mantiene a pesar de lo que se hace pasar como apoyo de la «comunidad internacional».
Vuelta del colonialismo.
Si se mira a Iraq, Palestina y Afganistán, se aprecia claramente que donde han actuado Estados Unidos y sus aliados, sus poblaciones están tan mal o a menudo peor de lo que estaban antes de la intervención. El caso de Haití sigue este patrón: Estados Unidos y sus aliados «Asesinos, S.A.» del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, deciden que es tiempo de un cambio de régimen. Imponen sanciones económicas. Intentan deliberadamente provocar una crisis interna y un conflicto. Sus medios de propaganda organizan una campaña imparable para preparar a su opinión pública interna. Finalmente recurren a la fuerza militar para instalar el gobierno que quieren. Inevitablemente es un gobierno títere que se enfrenta a la fiera y resentida oposición por parte de la gente a la que se le ha impuesto y que sólo puede sobrevivir por medio de la actuación de tropas extranjeras.
Esto es evidente si se revisan las declaraciones en la época en que tuvo lugar el golpe. Colin Powell, entonces Secretario de de Estado de Estados Unidos, dijo: «… al final de la semana pasada pensamos que la única respuesta posible sería que el Presidente Aristide reflexionar seriamente sobre la situación y dejara su puesto, que es lo que hizo. Dijimos que en este caso nosotros acudiríamos y así lo hicimos inmediatamente.» También: «estaba clarísimo para los canadienses, los franceses y para nosotros que él (Aristide) había consumido toda la autoridad política y la credibilidad que tenía.» (ver nota 5)
«Pensamos», «era clarísimo para nosotros». Pero ¿quiénes somos «nosotros» si no los elementos más reaccionarios entre la elites de los antiguos poderes coloniales? Efectivamente nada ha cambiado desde los días de la ocupación militar de Haití por parte de Estados Unidos entre 1915 y 1934. La única diferencia superficial es que las fuerzas ocupantes hoy son de mercenarios de Naciones Unidas y lo más vergonzoso es que son de países latinoamericanos como Brasil, Bolivia y Chile. La ironía absoluta y escarnecedora es que los países miembros de Naciones Unidas están manchando las Declaración Universal de Derechos Humanos y la Carta de Naciones Unidas. Uno se pregunta si Evo Morales no es consciente de que el destino de Aristide puede ser el suyo en cuanto Negroponte y sus secuaces como el embajador de Estados Unidos Philip Goldberg creen las condiciones adecuadas en Bolivia.
Los derechos humanos en Haití después del golpe de Estado.
Lo que dicen los medios de comunicación internacionales sobre Haití reproduce fácilmente el permanente estereotipo racista que se aplica a los países africanos. Se les ve como «casos perdidos» a los que por desgracia y lamentablemente los antiguos poderes coloniales apenas pueden ayudar. Para la indiferente opinión pública de esos países ricos, tales clichés son suficientes para explicar la incapacidad de la «comunidad internacional» para promover un crecimiento económico sostenible en Haití.
Pero es mucho más difícil para las fuerzas de ocupación de Naciones Unidas justificar la persistencia de graves violaciones de derechos humanos que supuestamente el golpe de 2004 estaba destinado a parar. Para enmascarar la dura realidad, los «Asesinos S.A.» usan el desconocimiento y la dejadez de los medios para pasar como sobre ascuas por esas graves violaciones. Éstas incluyen los miles de personas muertas durante y tras el golpe, los presos políticos que no han sido juzgados apropiadamente, los cientos juzgados injustamente, la persecución de los miembros de Fanmi Lavalas, la impunidad de los asesinos entrenados por Estados Unidos, las masacres de Naciones Unidas y los intentos descarados de interferir en los procesos electorales.
La labor continuada a favor de los derechos humanos en Haití realizada por organizaciones reconocidas como el Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití (IJDH) (http://www.ijdh.org) , ha sido respaldada por diversos estudios aparecidos a partir del golpe de 2004 que han descrito y documentado la violación de esos derechos. El Centro Para el Estudio de los Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Miami, publicó en noviembre de 2004 un informe a partir de la investigación de Thomas Griffin. Griffin y su equipo documentaron una caída realmente espeluznante de la seguridad en Puerto Príncipe, con la policía dominada por antiguos soldados del ejército de Haití y desórdenes fomentados por siniestra figuras apoyadas por Estados Unidos como el instigador del golpe Andy Apaid.
Griffin ofrece en su informe un contexto importante al explicar el papel del gobierno de Estados Unidos en el golpe mediante organizaciones no tan no gubernamentales como la International Foundation for Electoral Systems, directamente financiada por la USAID (Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos) en condiciones preferentes, es decir, sin concurso frente a otras organizaciones. El relato del informe sobre una entrevista con Pierre Vixamar, un hazmerreír de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, es un retrato clásico de la mentalidad colonialista. Tras documentar las condiciones de pesadilla que existen en los hospitales y el tanatorio de la capital de Haití, Griffin concluye que «la vida para la mayoría empobrecida se vuelve cada vez más violenta y más inhumana a medida que pasan los meses desde el derrocamiento del gobierno electo el 29 de febrero de 2004.»
Un informe del 19 de julio de 2004 del IJDH que se ocupa también del periodo posterior al golpe, documenta cientos de muertes violentas. Anthony Fenton (8) hace dos observaciones importantes sobre el informe. Primeramente hace notar que, como en todos los informes sobre la situación de los derechos humanos tras el golpe, solamente se pudo ocupar de la situación en el área de Puerto Príncipe y la Meseta Central, lo que implica ciertamente que el alcance total de los abusos y las muertes violentas en todo el país tras el golpe es ciertamente varias veces superior. Segundo, se centra en la afirmación del informe de que «con la excepción de cuatro víctimas y de aquellos cuya identidad no ha podido establecerse, los entrevistados han informado de que las víctimas eran partidarios de Aristide o del anterior gobierno constitucional de Haití».
El silencio de los medios internacionales sobre las masacres posteriores al golpe contrasta agudamente con la cobertura que han dado a la represión del gobierno en el levantamiento de 2007 en Burma o a la violencia post electoral entre las comunidades en Kenya. Uno puede pensar con toda lógica que como la mayoría de las víctimas de la violencia en Haití parecen ser los empobrecidos partidarios de Aristide, su sufrimiento carecía de importancia a los ojos de los medios de propaganda occidentales. Cuando el golpe tuvo lugar, sólo unos pocos periodistas como Kevin Pina y Jean Ristil estuvieron informando sobre los problemas de la gente del pueblo, pero sus artículos fueron desechados por la mayor parte de los medios internacionales.
Uno puede extraer conclusiones similares con respecto al artículo de The Lancet «Human rights abuse and other criminal violations in Port-au-Prince, Haiti: a random survey of households». (9) Uno de los autores, Athena Kolbe, escribió más gráficamente en al menos algún otro artículo (como Lyn Duff) sobre el horripilante uso de la violación el abuso sexual para destruir a las familias pro Aristide. (10) El artículo de The Lancet informó de que «nuestras averiguaciones sugieren que 8.000 personas fueron asesinadas en Puerto Príncipe y sus alrededores durante los 22 meses investigados. Casi la mitad de los asesinos identificados fueron fuerzas del gobierno o agentes políticos extranjeros. El asalto sexual a las mujeres y niñas era común y las averiguaciones sugieren que 35.000 mujeres fueron atacadas en la zona; más de la mitad de las víctimas femeninas eran menores de 18 años.»
Los autores del informe interpretan estos datos así: «el crimen y el abuso sistemático de derechos humanos eran comunes en Puerto Príncipe. Aunque los perpetradores de las violaciones identificados eran criminales en su mayoría, también se identificó frecuentemente a agentes políticos y a soldados de Naciones Unidas. Estas averiguaciones sugieren la necesidad de que el gobierno recientemente elegido en Haití, Naciones Unidas y las organizaciones de servicios sociales se ocupen de las consecuencias legales, médicas, psicológicas y económicas del crimen y los abusos generalizados de derechos humanos.»
Dada la escasez de recursos del gobierno de Haití y el contexto político intimidatorio que existe, no parece que vaya a triunfar la promoción y defensa de los derechos humanos en el país. El caso del activista de derechos humanos Lovinsky Pierre-Antoine, que permanece desaparecido desde hace siete meses, es emblemático del fracaso del gobierno para ejercer la limitada autoridad que pueda tener. Amnistía Internacional ha publicado diversas alertas recientemente documentando amenazas de muerte hacia los activistas de derechos humanos, entre ellos Wilson Mesilien, Franztco Joseph y Yveson Piton. (11)
Continuidades históricas y proyecciones regionales
Muchos de estos informes sobre abusos sistemáticos de derechos humanos han sido ignorados o, cuando ha sido imposible ignorarlos, como el de The Lancet, han sido menospreciados, o sus autores vilipendiados, o su metodología atacada. Estas acciones siguen el patrón empleado por el gobierno de Estados Unidos en el manejo de la opinión pública contra la persistente oposición en Latinoamérica, desde el pequeño ejército loco de Sandino en los años 1930 en Nicaragua, a las guerrillas en Colombia durante más de 40 años; desde la Guatemala de Arbenz al Chile de Allende, de la revolución cubana a la sandinista y a la bolivariana en Venezuela y a la resurgencia indigenista en la Bolivia de Evo Morales.
Durante la guerra de Nicaragua, la histórica sentencia de 1986 de la Corte Internacional de Derechos Humanos contra el gobierno de Estados Unidos por instigar la campaña terrorista de la Contra frente al gobierno electo de Nicaragua, fue enterrada por los medios. Numerosos informes que detallaban minuciosamente las atrocidades extendidas y sistemáticas de la Contra fueron descartados, mientras que las medidas del gobierno nicaragüense para combatir el terrorismo dirigido por Estados Unidos fueron demonizadas. Estados Unidos – dirigido por muchos de los mismos que traficaron con armas y drogas para financiar a la Contra – continua junto con sus aliados la misma política de los años 1980 contra Nicaragua, Mozambique y Angola, la cual llamaron «guerra total a nivel local».
Como en esos antiguos conflictos, financian abiertamente organizaciones no gubernamentales que se oponen a gobiernos bajo el disfraz de «fortalecer la democracia y los derechos humanos». Al mismo tiempo organizan de forma encubierta organizaciones paramilitares y campañas de asesinatos. Una vez que han provocado deliberadamente conflictos e inestabilidad, entonces pueden acusar a los gobiernos de ser incapaces de satisfacer las necesidades de sus ciudadanos. Entonces llega el momento del «cambio de régimen», vía cualquier marioneta a sueldo que puedan enrolar o por imposición de alguna «coalición de los dispuestos» establecida cínicamente para el caso, con o sin autorización del Consejo de Seguridad Asesinos S.A. de las Naciones Unidas.
Estados Unidos y sus aliados como Canadá y los países de la Unión Europea mantienen la misma mentalidad colonialista que han tenido siempre. Su prioridad es el mantenimiento de su propio poder e influencia vía subalternos locales y gobiernos debilitados. Para conseguir este objetivo organizan sin cesar y deliberadamente asesinatos en masa para reprimir movimientos populares democráticos. Representan un antiguo régimen cuya impresionante ventaja – derivada de la esclavitud y el genocidio en países que han colonizado – se está acabando. La horrible destrucción deliberada de Haití y el asesinato y detención masivos de los partidarios de Aristide, tiene un doble carácter.
Por un lado es una repetición de la política imperialista tal y como se aplicó en el siglo XX contra los pueblos que insistían en su derecho a la autodeterminación. Por otro es el último precursor en Latinoamérica de la renovada disposición de Estados Unidos y sus aliados para destruir los movimientos progresistas en Venezuela, Bolivia y Ecuador. La reciente masacre de miembros de las FARC e investigadores mejicanos en Ecuador por parte del gobierno colombiano, es un ensayo de lo que probablemente va a ser una serie de provocaciones similares a lo largo de 2008. Tras su éxito en Haití, Estados Unidos y sus aliados de Asesinos Internacionales S.A., van detrás de presas mayores y ricas en gas y petróleo.
Traducción por Agustín Velloso
Notas
1. «Women and children killed in Afghanistan by British air strike», John Bingham, The Independent, 13 de marzo de 2008
2. «Peacekeepers accused after killings in Haiti «, Andrew Buncombe, The Independent, 29 de julio de 2005
3. «More Iraqi Civilians Killed by US Forces Than By Insurgents, Data Shows», Nancy A. Youssef, Knight-Ridder, 25 de septiembre de 2004
4. «La estudiante superviviente mexicana revela que los soldados colombianos remataron a gente herida o que se había rendido.» Blanche Petrich, La Jornada, Rebelión, 17 de marzo de 2008.
5. http://www.globalsecurity.org
6. «A Window of Opportunity for Haiti» – www.imf.org/external/pubs/ft
7. «HAITI: Once-Vibrant Farming Sector in Dire Straits», Nazaire St. Fort, IPS , 4 de marzo de 2008
8. «Human Rights Horrors in Haiti» Anthony Fenton, www.dissidentvoice.org, 27 de julio de 2004
9. http://www.thelancet.com
10. «Haiti rapes» Lyn Duff, Haiti Action, 10 de marzo de 2005.
11. «Human rights activists under fire in Haiti» Haiti Information Project, Haiti Action, 13 de enero de 2008.