Una de las más influyentes figuras de la Cámara alta brasileña criticó el relanzamiento de la flota y dijo que podría estar relacionada con el descubrimiento de vastas reservas petroleras en la costa del Atlántico sur
El senador Pedro Simón, acaso el más respetado de la Cámara alta brasileña, no le cree al secretario adjunto de EE.UU. Thomas Shannon, quien la semana pasada señaló en Buenos Aires que la reactivación de la IV Flota no reviste carácter ofensivo.
«Si la IV no tiene carácter ofensivo, entonces tiene carácter defensivo, pero ¿para defenderse de quién?» «¿Cuál es el hecho que justifica esa decisión norteamericana?»
«La Unión Soviética no existe más, Fidel Castro no gobierna más Cuba, (Hugo) Chávez ya está cambiando, ahora está recibiendo el presidente de Colombia, abrazándolo, ya está olvidándose de las FARC, yo pregunto entonces: ¿dónde está el motivo para relanzar la IV Flota?».
Simón se repliega un instante en el sillón de su despacho, hace un silencio y luego acomete: «Esto de la IV Flota es parte de una política externa de prepotencia que ya conocemos en Brasil… sólo basta leer el libro del embajador norteamericano Lincoln Gordon, de la época en que derribaron al presidente Joao Goulart (1964), donde dice abiertamente que los marines estaban listos para entrar si Goulart no presentaba la renuncia».
El almirante James Stravidis, jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, desmintió ayer a la prensa brasileña que la reanudación de los patrullajes de la Marina guarde alguna relación con el hallazgo de gigantescas reservas de petróleo en la Cuenca de Santos, frente a las costas de San Pablo.
Para Simón, los argumentos del almirante son tan inconsistentes como los del subsecretario de Estado Shannon.
«Ahora, de repente, cuando se habla de enormes reservas de petróleo en nuestras costas, ahora que se insiste en la internacionalización de la Amazonia, nos enteramos que la IV Flota viene para acá» se indigna.
El ex presidente brasileño José Sarney (1985-1990) va en la misma línea que Simón: «El aspecto económico ciertamente pesó en la decisión norteamericana de reactivar la IV Flota, ante la perspectiva de que la región se torne uno de los grandes centros de producción de petróleo debido a los recientes descubrimientos».
Durante la entrevista PáginaI12 preguntó a Pedro Simón por qué su aprehensión hacia los navíos norteamericanos, dado que no pueden navegar dentro de las 200 millas de soberanía marítima brasileña, que es donde se alojan los 33.000 millones de barriles de petróleo estimados por el Ministerio de Minas y Energía. Simón corrige al reportero y aporta un dato que considera «importante»: Brasil aspira a que su zona de explotación económica exclusiva se prolongue hasta 350 millas marinas, basado en estudios geológicos que demostrarían que hasta allí se prolonga su plataforma continental. En principio la ONU reconoció la petición brasileña, algo que hasta el momento no hizo Estados Unidos.
Según reveló el senador Aloizio Mercadante, del oficialista Partido de los Trabajadores, es «serio» suponer que los pozos petroleros hallados en los últimos meses sean en realidad un «único» megacampo que se extendería más allá de las 200 millas marinas.
Pedro Simón, del Partido Movimiento Democrático Brasileño, el más fuerte del Senado, no es un náufrago cañoneando en solitario a los destructores que desde ayer están habilitados para patrullar el Atlántico igual que lo hicieron durante la II Guerra Mundial, cuando en las costas brasileñas hubo combates con submarinos del Eje.
Miembro de la Comisión de Defensa y Relaciones Exteriores, Simón comentó que la oposición a la IV Flota, generó «un consenso en el Senado, diría que hay casi una unanimidad, hay un sentimiento de patria».
Sus opiniones traducen el malestar que predomina en el Parlamento y la inquietud que campea en el Palacio del Planalto, donde el presidente Luiz Inácio Lula da Silva solicitó al canciller Celso Amorim que tome cartas en el asunto, según reveló ayer la prensa local.
La semana pasada Simón encabezó una delegación multipartidaria que transmitió su «preocupación y perplejidad» al embajador estadounidense Clifford Sobel. La visita fue el primer paso de lo que, según informaron fuentes parlamentarias a este diario, sería la costura de un consenso amplio para impulsar una «respuesta consistente a Washington».
El segundo paso de ese armado político ocurrirá esta semana cuando está prevista la visita del ministro de Defensa Nelson Jobim al Senado. El tercero, se supone, puede estar a cargo del propio ministro de Defensa quien este mes debe viajar a EE.UU., donde podría exponer el disgusto brasileño.
Pedro Simon va por más y propone convocar al Consejo de Defensa Suramericano para «estudiar qué caminos seguir con los países de la región». «Es un buen momento para hacerlo, creo que estamos llegando a puntos de vista comunes entre nuestros países, el presidente Lula se manifestó enérgicamente contra la (IV) Flota, la presidenta Cristina (Fernández) de Kirchner también.»