Sólo tiene 13 años y es un refugiado en un país no muy hospitalario, pero Ahmed Jjamal ya sabe lo que quiere hacer en el futuro: seguir los pasos de su hermano mayor. Este estudiante de sexto grado en la Escuela Dawat contó que su hermano, después de haber terminado su educación secundaria en Peshawar, […]
Sólo tiene 13 años y es un refugiado en un país no muy hospitalario, pero Ahmed Jjamal ya sabe lo que quiere hacer en el futuro: seguir los pasos de su hermano mayor.
Este estudiante de sexto grado en la Escuela Dawat contó que su hermano, después de haber terminado su educación secundaria en Peshawar, se mudó a Afganistán y se inscribió en la Universidad de Ingeniería de Kabul.
«Mi hermano se graduó en ingeniería eléctrica hace dos años y fue contratado en una compañía eléctrica estadounidense en Kabul», contó Jamal. «Tiene un buen salario. Yo quiero hacer como mi hermano y conseguir un empleo».
Pero el adolescente sabe que lo que su hermano logró es una verdadera hazaña, y que incluso él mismo tiene suerte de haber conseguido inscribirse en su escuela. Después de todo, señaló, la mayoría de los afganos como él tienen una vida muy difícil en Pakistán y no pueden estudiar.
Jamal además señaló que, según lo que ha visto en su comunidad, muchos de los niños refugiados afganos -30 por ciento- abandonan la escuela antes de llegar al quinto grado debido a que sus familias no tienen dinero para comprarles uniformes o pagarles el transporte, y mucho menos para costear la cuota escolar mensual de 30 dólares.
«Educar a sus hijos es el sueño de todos los padres en Pakistán, incluso de los refugiados. Los padres trabajan duro para apenas pagar la cuota de sus hijos e hijas», dijo a IPS Muhammad Tahir, maestro afgano en esta ciudad fronteriza.
Hay unos 1,7 millones de refugiados afganos en Pakistán, la mayoría de ellos en la Provincia de la Frontera Noroccidental.
Pakistán llegó a albergar a unos cinco millones de afganos que huyeron de su conflictivo país. Sin embargo, datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indican que unos 3,5 millones han regresado a su tierra.
Islamabad cuenta con un programa de repatriación apoyado por la ONU, pero ha aceptado que los afganos registrados permanezcan en el país hasta 2012.
Tahir indicó que, en los últimos años, los refugiados han mostrado más interés en su educación, en parte quizás por las noticias de que la situación mejora en Afganistán.
Otro maestro afgano, Jalal Shah, señaló: «Todos los afganos quieren educación. Han aprendido mucho de su miserable condición. Están convencidos de que sólo la educación puede darles satisfacción y felicidad».
La ironía es que el renovado interés en el estudio coincide con el alejamiento de al menos 10 colegios y universidades afganas que les brindaban servicios a los refugiados en Pakistán desde que Estados Unidos desalojó al movimiento islamista Talibán de Kabul a fines de 2001. También ha disminuido notoriamente la asistencia internacional a los refugiados. «El número de estudiantes aumenta, pero el de las escuelas disminuye, porque la mayoría se han mudado a Afganistán», confirmó Abdul Jabbar, director de la Escuela Afgana Rana, de Peshawar.
«El problema es que necesitamos edificios rentados para las escuelas, que son muy caros», añadió.
El ministro de Educación de la Provincia de la Frontera Noroccidental, Sardar Hussain Babak, exhortó a los refugiados a pedir ayuda a su propio país, ya que las escuelas para ellos son administradas por Kabul.
«Estamos aquí para ayudarlos si necesitan ayuda técnica, pero no podemos proveerles espacio», dijo en una entrevista. Los afganos aquí deberían volver a su casa para continuar sus estudios, añadió Babak.
Aziz Safi, un estudiante de secundaria de un colegio afgano en el distrito de Swabi, señaló: «Ahora no hay ayuda exterior, y los afganos que pueden pagar estudian en institutos». «La ONU ahora estimula la repatriación de los refugiados y no está dispuesto a ayudarlos más», agregó.
Una sección de educación en el consulado afgano que se supone debe supervisar los asuntos relacionados con los refugiados también se está quedando sin fondos.
«Estamos ayudando a que los estudiantes afganos ocupen los asientos reservados para ellos en institutos pakistaníes, pero esos lugares son extremadamente limitados en número», dijo Shah.
Las universidades pakistaníes también ofrecen pocos puestos para los refugiados. Los cursos de medicina e ingeniería, por ejemplo, sólo tienen un lugar reservado para estudiantes afganos cada año.
Es por esto que los refugiados desean terminar sus estudios secundarios en Pakistán y realizar los terciarios en Afganistán.
No obstante, muchos padres afganos no quieren que sus hijos regresen a su país por temor que resurja la violencia. «Pakistán es mejor que Afganistán, porque nuestros hijos están seguros» aquí, dijo la maestra afgana Zubeida Bibi. «En Afganistán, las escuelas para mujeres son las más atacadas por el Talibán», señaló.