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Los árabes, víctimas de Bin Laden

Fuentes: Partido Comunista Libanés

Traducido del árabe para Rebelión por Elisa VIteri

La exagerada repudia y el total rechazo que los «padres legítimos» de Osama Bin Laden expresan contra los impresionantes «logros» que éste último infligió, y que todavía sigue infligiendo, sobre el pueblo árabe, la dignidad humana de sus gentes y su derecho inalienable a vivir en sus tierras y a tener un mañana mejor no salen de la nada.

Osama Bin Laden no era un héroe árabe, nunca lo fue. Por el contrario, puede que fuera más fiero antagonista de los árabes, el relacionó la identidad árabe y el islam con la vergüenza y la humillación, el más violento destructor de la reputación de su lucha contra la opresión colonialista, contra la esclavitud de los regimenes opresores, que casi logran sacarles, aparte de la historia, de la geografía árabe.

Los «padres legítimos» de Bin Laden, los mentores de su larga «yihad«, los que se cambiaron de frente, de repente, sin ningún tipo de explicación o justificación, son «la familia del fallecido» y le han convertido en un «mártir». Ni las olas del mar Arábigo ni las del océano Índico van a poder borrar la verdadera identidad de este combatiente que perdió (el norte) de la «yihad«. Así como que su «gente», sus «mentores» y sus «seguidores» no van a sacar nada en claro negando que pretenden probar su inocencia derramando la sangre de aquellos que causaron la muerte de muchos de ellos, sin una culpabilidad probada. Con ellos mató los derechos de los que en origen eran su gente. Después, con su crimen o crímenes, las víctimas se volvieron verdugos, sin ninguna oportunidad de probar que ellos eran las víctimas y no los culpables.

Osama Ben Laden es el hijo legítimo de un régimen que pena a sus súbditos creyentes y que convierte en herejía todo lo que supone una diferencia con la política de su pueblo, los árabes. Después, dejan que los «infieles» tomen el liderazgo y decidan sobre sus posiciones y asuntos, lejos del islam y de todo lo que se conecte con la verdadera yihad en nombre de la liberación y la independencia, empezando por Palestina, y terminando por Palestina también.

La idea de enviar a Osama Bin Laden a Afganistán a luchar contra el enemigo soviético no fue producto de un error a la hora de definir quién es realmente el enemigo, sino que fue una decisión consciente y un engaño deliberado: que vaya por en la dirección equivocada y que muera en nombre de la verdad, ya que si sigue la dirección correcta hará que la magia se vuelva en contra del mago. No puede esconderse este error primero, el haber enviado a Bin Laden a Afganistán, detrás del argumento del atentado de las Torres Gemelas en Nueva York y sus miles de víctimas inocentes, sólo para justificar la manera en la que trata de lidiar con el error político, con un crimen contra la humanidad, que no va a limitarse a Al-Qaida y su cúpula, sino que sacará provecho, primera y básicamente, de los logros de los árabes en la consecución de su independencia, la democracia, su sueño de unidad, la devolución de sus tierras ocupadas y de sus recursos expoliados.

Lo lamentable es que los que reclutaron a y se sirvieron de Osama Bin Laden ahora son los que presumen de haber salvado al mundo de un villano que escogió la lucha equivocada. La verdad es que este villano nació de combatientes más fieros, más duros y más enviciados, los que apuntan con sus armas a su gente de bien, que se agarra a la fe en su religión y claman pidiendo ayuda para acabar con sus tiranos gobernantes, los que han expropiado el paraíso después de haberse hecho con todo lo que hay encima y debajo de la tierra.

El proyecto hegemónico ha triunfado dos veces sobre el proyecto de liberación de los árabes, que pretendía hacerse con su propia administración y sus tierras: la primera cuando algunos regímenes árabes, en concreto los que negaban a Osama Bin Laden, se confabularon para justificar la ocupación de un pueblo amigo con la excusa de que había que liberarlo de la ocupación soviética. La segunda, cuando se confabularon con los mismo que querían hegemonizar su propio país y sus recursos, con la excusa de que había que protegerla del terrorismo de Bin Laden y de todos los mercenarios que copaban las plazas de la yihad original, lo que prueba el que no conocieran la lucha contra el enemigo israelí ni una sola vez.

No debemos olvidar, además, que la «yihad» de Osama Bin Laden se centraba en pretextos doctrinales basados en un sistema que reniega de él y que es una de las escuelas musulmanas más peligrosas de todo el islam. No hay diferencias entre suníes y chiíes en este punto. Es un pensamiento que incluye, en primer grado, a los opositores del sistema que inventó para sí mismo una doctrina radical, por niega al resto, y que podemos ver en los combatientes de la OTAN bajo el mando estadounidense en Libia, en Bahréin y quizás en Yemen, conscientes de que no ganarán el honor y la gloria de colaborar con la liberación de la tierra árabe.

Es de vital importancia que no olvidemos que el sistema que concibió a Bin Laden y sus compañeros en los regímenes árabes ayudaron a los ejércitos estadounidenses a ocupar Iraq, y que los que decían luchar en nombre de al-Qaida estaban matando a iraquíes, no a los soldados de la ocupación estadounidense.

Osama Bin Laden es producto del matrimonio ilícito entre los sistemas de opresión -con su atraso y fanatismo-y el proyecto hegemónico de Estados Unidos sobre los territorios árabes, de lo que hay arriba y abajo de la tierra.

No podemos ocultar o borrar la identidad del tercer participante, Israel, que se han beneficiado de la «yihad»de Osama Bin Laden en la misma proporción que los estadounidenses o quizá más.

Los que crearon este «monstruo» son los mismos que han acabado con él y los que se intercambian felicitaciones por haber salvado de él a todos los árabes. En general, siempre son los árabes las víctimas, en ambos casos.

Fuente: http://test1.lcparty.org/index.php?option=com_content&task=view&id=1741&Itemid=1