«Tenemos hambre en el cuerpo, pero más hambre tenemos de justicia» (mujer de un trabajador del Sindicato Mexicano de Electricistas) En Ciudad de México, el 30 de septiembre de 2009, se constituyó el Tribunal Internacional de Libertad Sindical (TILS) como una invención política de reapropiación democrática de la justicia en manos de quienes la necesitamos, […]
«Tenemos hambre en el cuerpo,
pero más hambre tenemos de justicia»
(mujer de un trabajador del Sindicato Mexicano de Electricistas)
En Ciudad de México, el 30 de septiembre de 2009, se constituyó el Tribunal Internacional de Libertad Sindical (TILS) como una invención política de reapropiación democrática de la justicia en manos de quienes la necesitamos, muchos y muchas trabajadoras del Estado mexicano y del mundo entero. El TILS lo forman 23 hombres y mujeres de diferentes países del mundo, con el entendimiento o la premisa de una sensibilidad militante hacia la búsqueda de la justicia y la construcción de un mundo más vivible. Les convoca y sostiene el Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS), organización de la sociedad civil mexicana, que lucha por la mejora de las condiciones de trabajo en México.
Son ya tres las Resoluciones anuales que ha emitido el TILS con ocasión del primero de mayo de los años 2010, 2011 y 2012. El Tribunal se reúne para dar visibilidad a algo que no la tiene, la violación sistemática de la libertad sindical y, por tanto, de la explotación a la que están sometidos quienes trabajan en México. El TILS entiende que, en el contexto neoliberal, el derecho fundamental de la libertad sindical se convierte en el paraguas de protección básico que tiene la clase trabajadora para defenderse del envite capitalista. Y, precisamente, porque la explotación de la clase trabajadora mexicana parece extrapolable al mundo entero, también una idea de justicia universal -judicial y extrajudicial- puede serlo.
Como la experiencia demuestra, la justicia no es patrimonio de unos pocos que, además, pueden resultar profundamente injustos o arbitrarios. En muchos lugares del mundo, precisamente a resultas de la propia injusticia vivida fuera y reafirmada por los tribunales, la ciudadanía alza la voz democrática y se readueña de la justicia como horizonte de sentido para hacer política verdadera. Porque la justicia no sólo tiene una vertiente material importantísima que deviene de los poderes de los Estados supuestamente democráticos y sus leyes, sino que la justicia es un valor simbólico universal que marca precisamente los límites entre la violencia y el buen vivir.
En cuanto al procedimiento que sigue el TILS para trabajar, éste abre cada año un periodo de recepción de denuncias, se celebran diversas sesiones de audiencia pública, a las que acuden las organizaciones sindicales y grupos de trabajadores y trabajadoras autónomos para dar cuenta de viva voz de sus conflictos y, posteriormente, el Tribunal emite sus resoluciones con base en las normas internacionales de derechos humanos, el derecho internacional del trabajo y el derecho laboral nacional.
Asimismo, el TILS no pretende sustituir ni desplazar a otros tribunales u organismos legales nacionales o internacionales, sino complementar y coadyuvar al cumplimiento de las leyes del trabajo, a través de la denuncia y condena política de acciones reiteradas por parte de las empresas y autoridades, que vulneran las normas básicas de la libertad sindical.
Hasta ahora, los tres fallos condenan las políticas del Estado mexicano por «notable abandono de sus funciones tutelares y protectoras del Derecho Laboral, reconocido universalmente, violando la libertad sindical y otros derechos humanos fundamentales y tolerando, propiciando y ejecutando junto a privados tales violaciones, constituyéndose en un instrumento al servicio de los poderes fácticos e intereses económicos nacionales y trasnacionales, en perjuicio de la clase trabajadora de este País» (Resolución Final del TILS, 2010).
Sin embargo, el éxito de los fallos emitidos por el TILS -puestos a disposición de las Autoridades nacionales, de la OIT, OEA, UN, UE, etc-, no sólo depende de la reacción del propio Estado y del Gobierno de México sino también de la condena de la Comunidad internacional y de la visibilización de la misma a través de la difusión de sus demandas a nivel local y mundial, en todos los espacios políticos, sociales e institucionales de influencia.
En este primero de mayo de 2012, después de un rodaje de tres años y a demanda de la clase trabajadora en otros países latinoamericanos, el TILS se ha constituido como Tribunal Internacional Permanente de Libertad Sindical para las Américas, trascendiendo el espacio locativo del Estado de México y para someter al juicio político del Tribunal situaciones de represión de la libertad sindical llevadas a cabo por los Estados o el poder privado en cualquier país de América Latina donde sea requerido por los sindicatos u organizaciones de trabajadores y trabajadoras libres.
Así, el sentido político del TILS y su trayectoria presente y futura se sostienen en ese compromiso de reapropiación democrática de la justicia por parte de la sociedad civil global trabajadora, un compromiso de hacer visible lo intencionadamente invisible, de nombrar la realidad reivindicando la verdad y la defensa de los derechos fundamentales del trabajo, entendiendo que el ejercicio libre de la libertad sindical es parte de la columna vertebral de la democracia, de los derechos de ciudadanía, del progreso y de la distribución global de la riqueza.
La autora es profesora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Castilla-La Mancha e integrante del Tribunal Internacional de Libertad Sindical.