Si como dijo el líder de la independencia de India, Mahatma Ghandi, la «pobreza es la peor forma de violencia», entonces el gobierno de Indonesia es responsable de agresión ante las 120 millones de personas que viven con menos de dos dólares al día. Sin tener necesidades básicas cubiertas como agua potable, alimentación adecuada, salud, […]
Si como dijo el líder de la independencia de India, Mahatma Ghandi, la «pobreza es la peor forma de violencia», entonces el gobierno de Indonesia es responsable de agresión ante las 120 millones de personas que viven con menos de dos dólares al día.
Sin tener necesidades básicas cubiertas como agua potable, alimentación adecuada, salud, educación y vestimenta, Parwan, de 29 años, se ajusta a la definición de pobreza universalmente admitida. Pero no a la del gobierno, que pone la línea en 7.800 rupias (86 centavos de dólar) al día, menos de la mitad de la cifra fijada por el Banco Mundial para sus mediciones.
En el asentamiento irregular del río de Ciliwung, en el sur de Yakarta, que se extiende a lo largo de su margen fétido, Parwan sobrevive en una choza de una habitación con su esposa y una beba. Mantiene a su familia con poco más de 700.000 rupias (unos 75 dólares) al mes.
Él y millones de personas en su misma situación, en un país de 240 millones de habitantes que se jacta de ser la economía más grande y de mayor crecimiento de Asia sudoriental es poco probable que reciban asistencia de las autoridades, que ni siquiera las reconocen como pobres.
«Nuestra línea de pobreza nacional está en 243.729 rupias (unos 25,76 dólares) mensuales por habitante desde septiembre de 2011», dijo a IPS el portavoz del Ministerio de Bienestar, Tito Setiavan.
La prolija cuenta borró a decenas de millones de pobres. Según las estadísticas oficiales, a partir de septiembre de 2011, unas 30 millones de personas, 12 por ciento de la población, viven en la pobreza.
En cambio, según el Banco Mundial, la mitad de la población vive con menos de dos dólares al día, en consonancia también con los criterios del Banco de Desarrollo Asiático.
Binny Buchori, asesora del Centro de Estudios de Bienestar Social de Indonesia, dijo a IPS que el gobierno suele sostener que la pobreza disminuye, pero no toma en cuenta a la gente que vive en el límite de la pobreza.
«Cuando suben los precios, mucha gente cae en la categoría de pobre», indicó.
En un país donde el arroz, alimento básico de la dieta, cuesta el equivalente a 85 centavos de dólar el kilogramo, incluso este producto queda fuera del alcance de la miríada de pobres. La comida más barata que se puede encontrar al costado del camino, compuesta de arroz, huevo y verduras, llamada warung, cuesta 10.000 rupias (equivalente a un dólar).
«Muchos trabajadores de bajos ingresos solo comen una vez al día. Ingieren banana frita en el desayuno, una comida simple de fideos en el almuerzo y quizá otra banana en la cena», apuntó Buchori.
La desnutrición derivó en Indonesia en un retraso de moderado a severo en el crecimiento de 40 por ciento de los niños y las niñas menores de cinco años, según un estudio de la organización no gubernamental Save the Children.
Los grandes centros comerciales, automóviles de lujo y altos edificios proliferan en el país tanto como los tugurios y los mendigos.
«El desafío es la distribución de la riqueza y, una de las formas de hacerlo, es con impuestos, pero el gobierno no tiene voluntad de implementarlos», indicó Buchori.
La educación, el camino para salir de la pobreza en muchas partes del mundo, no es una opción en Indonesia.
«Es gratuita, pero los padres deben pagar los uniformes, los libros, el transporte y, en muchos casos, también sobornos a la escuela para que admitan a sus hijos», relató.
«Nos damos cuenta que los problemas morales, como corrupción, son nuestra principal amenaza al desarrollo», dijo el portavoz del gobierno, Setiavan.
Indonesia tiene 95 por ciento de inscripciones en la escuela primaria, pero esa proporción cae a 58 por ciento en la enseñanza secundaria, según estadísticas oficiales.
«Hay muchos abandonos en la secundaria, y solo seis por ciento de la población termina la universidad», añadió Buchori.
Abigail, una niña brillante de siete años que viven en el barrio capitalino de Cipinang Elok, concurre a clases vespertinas en una fundación humanitaria que ayuda a los padres de bajos ingresos a pagar las cuotas escolares. Tiene grandes sueños de algún día poder comprar un automóvil para sus padres y su hermana, y quizá también hacer algún viaje.
«Me gustaría ser médico y curar a mi familia cuando estén enfermos», dijo con sus ojos oscuros brillando de confianza.
Pero pese a ser brillante, las perspectivas de que Abigail pueda cumplir sus sueños son nefastas, según Buchori.
«Para una niña de su entorno que vive en una situación de pobreza no hay muchas perspectivas. Quizá termine la escuela secundaria, pero lo más probable es que después de los 15 años abandone y quizá se vea obligada a trabajar en una fábrica o de empleada doméstica», añadió.
El Banco de Desarrollo Asiático señaló que Indonesia es el único país de Asia sudoriental donde aumenta la pobreza, pese al crecimiento de seis por ciento, atribuido al consumo interno de una clase media en expansión.
La riqueza combinada de las 40 personas más ricas de Indonesia es equivalente a la de 60 millones de pobres, o más de 10 por ciento del producto interno bruto del país, según las últimas estadísticas.
«Pese a la retórica sobre la contribución de la clase media al crecimiento de Indonesia, 82 por ciento de la población vive con menos de cuatro dólares al día y son responsables de 58 por ciento del consumo de los hogares», según un estudio de Standard Chartered Bank.
«El mercado ignoró de forma injusta el posible crecimiento del consumo entre los pobres en la próxima década», señala el documento.