Entre tanta masacre y muertes, entre tanto bombardeo bélico y mediático, fakenews y shitnews, entre amenazas de guerra atómica y de tanto seudoanálisis geopolítico, surge la certeza de la decadencia de Estados Unidos y el ascenso de China, tendencias de larga duración, estructurales, que pueden demorar en concretarse pero parecen hoy inevitables.
El marco presentado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) supone una indudable advertencia para América Latina y, específicamente, para los BRICS, grupo integrado por las “potencias emergentes” como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a los que se sumarán, seguramente este año, ya que ambos países presentaron oficialmente sus solicitudes de ingreso.
Mientras, el primer ministro conservador británico Boris Johnson, se negó a entablar conversaciones y mucho menos negociaciones sobre las Islas Malvinas y acusó de machista a Vladimir Putin, afirmando que la intervención militar en Ucrania se correspondía con una “masculinidad tóxica”. Putin le recordó al premier de salida que fue Margaret Thatcher quien invadió las Islas del Atlántico Sur, a miles de kilómetros de Londres.
El próximo año será el bicentenario de la injerencista Doctrina Monroe estadounidense, verdadero antecedente de las fórmulas empleadas por la OTAN en Europa En 1829, Simón Bolívar redactó una carta dirigida al coronel Patricio Campbell con una reflexión profética: “Los EEUU parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias, en nombre de la libertad”. Se quedó corto, don Simón: no fue sólo América.
El apoyo ruso y chino a la membresía de Argentina al grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) tiene varias razones: Argentina se presenta como un importante polo de la estabilidad regional, una plataforma para el desarrollo de la cooperación económica, desmilitarización del Atlántico Sur, cooperación espacial y mantenimiento del estatus no nuclear de los países de la región.,
Además, todos los países miembros del BRICS, apoyan el reclamo argentino sobre la soberanía de las islas Malvinas. Es un detalle importantísimo frente a la creciente militarización del mundo, promovida por el eje anglosajón, tomando en cuenta que en las Malvinas se encuentra la base militar de la OTAN más grande en América Latina.
Los expertos advierten y repiten que nunca hubo una transición hegemónica sin guerra. Hoy China ostenta el dominio de las tecnologías de la revolución industrial en curso (inteligencia artificial, redes 5G, computación cuántica, entre otras), quizás parecido al dominio por EEU, un siglo atrás, de la organización científica del trabajo, la adopción de los avances tecnológicos de la época y su aplicación al arte de la guerra.
Esta confrontación se da en una transición novedosa que involucra regiones y naciones cuya población de diferentes razas y colores, que involucra una historia de colonialismo y racismo de Occidente contra Oriente, del Norte contra el Sur.
Hoy, EEUU, la potencia decadente, depende de China, la ascendente, porque sus economías están entrelazadas. China acaba de comprar 292 aviones comerciales a Airb, la competidora europea de Boeing, que pidió al gobierno Biden un «diálogo productivo» con China, porque no puede prescindir de ese mercado-
Boeing lo dice claro: «Las ventas de aviones Boeing a China respaldan históricamente decenas de miles de empleos estadounidenses, y esperamos que los pedidos y las entregas se reanuden pronto». Pero el gobierno de EU impuso sanciones que incluyen el mantenimiento y la reparación de aeronaves Boeing, lo que perjudica a una de sus principales empresas.
Seguramente no nos encaminamos (aún) a un mundo hegemonizado por China, ni por EEUU, ni por ninguna otra potencia. Sino a un mundo fracturado en dos grandes bloques, con varias regiones y hasta continentes oscilando entre uno y otro.
En América Latina estamos acostumbrados a la hegemonía estadounidense, y por ello se hace más interesante hablar sobre una eventual hegemonía china en los conflictos sociales y en el tipo de movimientos que habrá en el futuro, desde una perspectiva centrada en América Latina.
Según la Comisión Económica para América latina (Cepal), organismo de Naciones Unidas, las economías de la región enfrentan hoy una coyuntura difícil en un contexto externo de incertidumbre, aumento de la inflación (en especial de alimentos y energía) y desaceleración de la actividad económica y el comercio y una lenta e incompleta recuperación de los mercados laborales.
Todo esto aumentará los niveles de pobreza y pobreza extrema y caso ocho millones de personas se sumarían a los 86,4 millones cuya seguridad alimentaria ya está en riesgo. Asimismo, los mayores precios de las materias primas, el aumento de los costos de transporte y las perturbaciones en las cadenas internacionales de suministro impactarán las exportaciones de bienes de la región.
En lo inmediato es necesario sostener el bienestar de los sectores más pobres, la seguridad alimentaria debe ser una prioridad y para ello no se debe restringir el comercio internacional de alimentos y fertilizantes pues hacerlo aceleraría la inflación y dañaría a los más pobres.
Cepal recomienda considerar acciones como mantener o aumentar los subsidios a alimentos, implementar acuerdos de contención de precios de la canasta básica con productores y cadenas de comercialización, y reducir o eliminar aranceles a la importación de granos y otros productos básicos.
Afirma que a mediano plazo, son necesarias políticas agrícolas e industriales que fortalezcan el apoyo a la producción agropecuaria, así como aumentar la eficiencia en el uso de fertilizantes, priorizando los biofertilizantes. La política industrial es clave para reducir la dependencia de la importación de fertilizantes en el mediano plazo, señala.
Cleptocracia financierista
Michael Hudson, un lúcido economista con abordaje geopolítico, habla del ineluctable epílogo de Occidente, mientras el multimillonario George Soros, preocupado por sus negocios, proclamaba en Davos el peligro de la extinción de la “civilización occidental” frente a Rusia y China y alertaba que en un futuro no muy lejano Estados Unidos podría convertirse en un régimen represivo.
Aborda el tema de la deuda desde los imperios griego y romano, pasando por las aristocracias medievales, hasta la hegemonía de la dupla Wall Street/La City londinense, que ha fracturado a las sociedades entre una clase rentista y las plebes endeudadas. Indica que EEUU representa el «imperio global que periclita en esta vía hostil a todas) las sociedades que no se abren a sus mercados financieros para ser saqueadas por los oligarcas estadounidenses».
Hudson afirma que esa cleptocracia financierista global constituye el «núcleo del conflicto conforme China, Rusia, Irán y Venezuela, que se han desarrollado desde diferentes tradiciones, rechazan sucumbir a las demandas de EU», que suele resolver tales problemas por la fuerza, pero que ahora parece demasiado débil para conseguirlo.
Para el economista de la Universidad de Misuri, más que allá de la hegemonía de EEUU y su control dolarizado de las finanzas a nivel global y de la creación de dinero, está en juego esa idea de democracia que se volvió un eufemismo para la oligarquía financiera que busca imponerse a nivel global, mediante su control económico y político, respaldado por la fuerza militar.
Pero la economía de China parece hoy más poderosa y el poder militar ruso rebasó a los misiles hipersónicos nucleares, que Washington mostraba como amenaza. Y para sorpresa de muchos, Hudson recomienda restaurar un «Estado fuerte que posea los bienes y servicios públicos y que no se los entregue a los intereses privados».
*Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Fuente: https://estrategia.la/?p=15178