En el marco del empantanamiento de la contraofensiva rusa en Ucrania, conflicto que si aún no ha terminado con la victoria de Moscú solo se debe a los denodados esfuerzos de Estados Unidos y el séquito servil europeo, que a riesgo de pulverizar sus propias economías y llevar a sus pueblos a vivir consecuencias sociales inimaginables un año atrás, han acatado cada una de las acciones ordenadas por Washington para de una vez y por todas terminar con la posibilidad de un mundo multipolar.
No es solo en Ucrania, sino también otros frentes donde el Pentágono y la CIA están trabajando decididamente para el desgaste militar y fundamentalmente político del presidente ruso Vladimir Putin, incluso al riesgo de una escalada nuclear de la que obviamente nadie sabe cómo saldría el mundo, si la posibilidad de salir existiera.
En estas últimas semanas, en cercanías de las fronteras rusas o en áreas de influencia, se ha verificado un incremento en algunos de los conflictos que allí, Estados Unidos mantiene al rescoldo para avivarlo en el momento necesario.
Por lo que es dejar demasiadas cuestiones libradas al azar para achacar solo a la casualidad o a la suerte, y cuando la prensa atlantista se encuentra en plena campaña de amplificación de algunos avances ucranianos, se hayan reavivado el pasado 13 de septiembre los enfrentamientos entre Armenia y Azerbaiyán por el eterno conflicto de Nagorno Karabaj, que provocaron cerca de 200 muertos y unos 7.000 desplazados.
Es importante señalar que la nación azerí, tiene una frontera de 280 kilómetros con Rusia y a la vez ambos países han mantenido muy buenas relaciones con Moscú desde la disolución de la Unión Soviética.
Sin bien esta escalada fue rápidamente contenida por el Kremlin, evitando alcanzar los niveles del 2020 que dejó unos 7.000 muertos, va a ser muy difícil lograr un acuerdo de partes para el final de la disputa que si bien lleva siglos, aunque durante la era soviética, se mantuvo controlado, apenas ambas naciones se independizaron en los noventa, estalló la Primera Guerra del Alto Karabaj, (1988-1994) que dejó 30.000 muertos y un millón de desplazados.
A esta situación habría que sumar que en pleno incremento de las acciones llegó a Ereván la terrorista internacional Nancy Pelosi, quién en sus ratos libres funge como presidenta de la Cámara de Representantes, junto a una delegación del Congreso de Estados Unidos.
Para lavar responsabilidades, Pelosi, que viajaba desde Berlín, argumentó que su visita, estaba planificada y que respondía a una invitación hecha por el presidente armenio, Nikol Pashinián, tiempo antes. Como si nunca antes un alto funcionario norteamericano hubiera suspendido una gira, más teniendo en cuenta la escalada bélica que se estaba viviendo en el país. La visita de Pelosi no solo condenó a Azerbaiyán por los ataques mortales de la semana anterior a su visita, alentando a Ereván “no permitir el cambio de sus fronteras” al tiempo que resaltó “el fuerte compromiso de Estados Unidos con la seguridad, la prosperidad económica y la gobernanza democrática en Armenia y la región”. En momentos que “desde Estados Unidos hasta Ucrania, Taiwán y Armenia, el mundo se enfrenta a elegir entre democracias y autocracias, debemos elegir nuevamente la democracia”, continuando su diatriba terrorista, la que también llevó a su gira de agosto pasado a Taiwán en franco desafío a China.
Una perla más para agregar a este sugestivo collar de casualidades, que se está dibujando sobre regiones de influencia rusa, ha sido los combates que se produjeron en la frontera, de 970 kilómetros, entre Tayikistán y Kirguistán, prácticamente en el mismo momento de la escalada por Nagorno Karabaj.
La disputa fronteriza entre las dos exrrepúblicas soviéticas por la región de Batken, en el suroeste de Kirguistán, ha tenido diferentes episodios a lo largo de estos 30 años. El último en abril de 2021, donde murieron unas 50 personas.
Este nuevo capítulo en la frontera tayiko-kirguisa dejó más de un centenar de muertos, la mayoría civiles, la destrucción de unas 500 viviendas y provocó el desplazamiento de unas 150.000 personas de las 550.000 que viven en la región de Batken.
Finalmente se alcanzó un acuerdo de alto el fuego el pasado domingo 25, las dos partes se han comprometido no solo a desarmar puestos militares, sino a retirar efectivos de las zonas de disputa. Aunque es muy difícil especular cuál será el resultado final del acuerdo.
Conflictos para agendar
Sin duda, en este complejo armado de violencias en los espacios exsoviéticos, es importante señalar a Georgia, una nación sobre las costas del mar Negro, que lleva un largo conflicto con Rusia por el apoyo que Moscú da a Osetia del Sur y Abjasia, regiones que se han proclamado Estados independientes bajo la protección rusa.
Georgia, tras proclamarse independiente de la Federación de Rusia en abril de 1991, ha reclamado como suyas a Osetia y Abjasia, las cuales expresaron el deseo de autonomía en noviembre de 1991, colocándose bajo la protección militar de Moscú.
En 2008 el Gobierno georgiano Mijaíl lanzó una operación militar para recuperar el control de los territorios osetios, lo que obligó a la intervención directa de Rusia para proteger los territorios autónomos. El conflicto se resolvió por la mediación de la Unión Europea, que consiguió la retirada de ambas partes, aunque Moscú y Tiflis han cruzado denuncias mutuas acerca de violaciones de los derechos humanos en las regiones en disputa.
Este pasado 21 de septiembre el Gobierno georgiano anunció que prepara convocar un referéndum para que el pueblo decida ir a la guerra contra Rusia para recuperar Abjasia y Osetia del Sur, lo que apunta a abrir un segundo frente contra Rusia en el marco del conflicto ucraniano. Lo que sin duda, de comprobarse esta posibilidad, llevaría el conflicto a una escala escalofriante.
En esta ejecución de “casualidades” no podemos evitar señalar las sangrientas protestas que se están llevando en Irán, potencia regional importante aliado de Moscú, donde se utilizó un hecho policial: La muerte de la joven Mahsa Amini de origen kurdo, detenida por la Policía de la Moral, que ha sido acusada del arresto y posterior tortura, solo por no llevara puesta correctamente su hijab, lo que rápidamente precipitó miles de opositores al Gobierno de los Ayatollah, quienes, ordenadamente, han producido desmanes en varias ciudades del país. La represión provocó la detención de 1.200 manifestantes y ha dado pie a que Washington dispare una nueva andanada de sanciones petroleras contra Teherán que también incluyen a empresas del ramo de China, Hong Kong, India y los Emiratos Árabes Unidos, “culpables” de comerciar libremente con Irán.
Para nada lejos de estas coincidencias se puede considerar el golpe de Estado en abril de este año contra el Primer Ministro pakistaní Imran Khan, quien había desarrollado importantes alianzas nada menos que con Moscú y Beijing, colocando en su lugar a un viejo conocido de Washington, Shehbaz Sharif, quien ha vuelto a permitir que su país se convierta en una base estadounidense para realizar operaciones como la que provocó la muerte del emir de al-Qaeda Ayman al-Zawahiri, sorprendido en pleno centro de Kabul en julio pasado.
Estados Unidos también se encargó de dejar abierta una próxima guerra civil en Afganistán tras su retirada en agosto del año pasado, tras la que el Gobierno de los talibanes está siendo jaqueado tanto por el Dáesh Khorasan como el abiertamente pronorteamericano Frente de Resistencia Nacional de Afganistán (FRN).
En el marco de esta nueva guerra civil, que se incrementa cada día, este viernes 30 de septiembre se produjo un atentado en un centro educativo en el oeste de Kabul, en el que al menos murieron 20 personas y otras 30 resultaron heridas. Si bien ninguna organización se ha adjudicado el ataque, es calcado a los que en muchas oportunidades ya ha cometido el Dáesh Khorasan. Esta latente guerra civil, sin duda, generará tensiones e inestabilidad en todos los países de la región en los que tanto China como Rusia cuentan con importantes acuerdos comerciales y políticos. Tensiones e inestabilidad que solo beneficiarían a los Estados Unidos.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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