Aunque apenas haya aparecido en los principales medios de comunicación, Irán y Arabia Saudí han alcanzado un importante acuerdo con implicaciones de largo alcance no solo en la región, sino mucho más allá. Es un importante paso en la alineación de las relaciones mundiales.
Tras siete años de distanciamiento y relaciones muy tensas, Arabia Saudí e Irán han acordado restablecer relaciones diplomáticas. En el plazo de dos meses ambos países reabrirán sus respectivas embajadas y se han comprometido respetar la soberanía del otro y no interferir en sus asuntos internos. En una declaración conjunta afirman además que Riad y Teherán reanudarán la cooperación en materia de seguridad.
La fractura
Irán, de mayoría chiita, y Arabia Saudí, de mayoría sunita, rompieron sus lazos en 2016 después de que manifestantes iraníes asaltaran la embajada saudí en Teherán. Los manifestantes estaban indignados por la ejecución de un clérigo chií por parte del reino saudí.
Arabia Saudí también acusó a Irán de apoyar a los rebeldes hutíes en Yemen, contra los que libra una sangrienta guerra desde hace más de siete años con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos y de Occidente. Al margen de esa guerra, en 2019 se produjo un brutal ataque con drones contra una instalación petrolera saudí que paralizó temporalmente la mitad de la producción. Teherán fue acusada de orquestar el ataque.
Además de la guerra en Yemen, Irán y Arabia Saudí también se enfrentaron en Siria. Irán y Rusia apoyaban a Assad, que ha retomado gran parte del país de manos de la oposición. En el otro bando estaban Arabia Saudí, Turquía y Occidente, que apoyaban a los rebeldes yihadistas y a las organizaciones terroristas que querían derrocar a Assad. Ambos países apoyaban también a formaciones rivales en Líbano.
El año pasado las tensiones entre los dos países se intensificaron tras las protestas masivas en Irán. Teherán acusó a Arabia Saudí de financiar los medios de comunicación que alimentaron los disturbios.
El papel de China
La disputa parece ahora resuelta. Los últimos años se produjeron intentos de mediación entre ambos países bajo los auspicios de Irak y Omán, pero fracasaron. Este acuerdo ha contado con la mediación de Pekín. Por tanto es una victoria importante para la diplomacia china que Ilustra sobre la creciente influencia de China en Oriente Próximo.
El mes pasado el presidente iraní Ebrahim Raisi visitó Pekín y el presidente chino, Xi Jinping, estuvo en Riad en diciembre para asistir a reuniones con Estados árabes del Golfo ricos en petróleo. China ya tenía muy buenos lazos con Irán y este acuerdo refuerza los lazos con Arabia Saudí. El príncipe Faisal bin Farhan al-Saud, ministro saudí de Asuntos Exteriores, declaró a principios de marzo: «China es nuestro mayor socio comercial. También es el mayor socio comercial de la mayoría de los países. Y esa es una realidad con la que tendremos que contar. Para nosotros China es un socio importante y valioso en muchos ámbitos. Tenemos excelentes relaciones de trabajo en muchos sectores».
También resulta notable el hecho de que Estados Unidos no participara en este acuerdo, ya que hasta hace poco Washington tenía una gran influencia en Oriente Próximo. Da la impresión de que esa era ha finalizado.
Implicaciones para Irán
Este acuerdo podría tener implicaciones de largo alcance, no solo para la región sino en el ámbito internacional en general. Irán está reforzando su posición y este acuerdo podría ser un trampolín para un mejor diálogo y cooperación con otros Estados del Golfo, como Qatar y Emiratos Árabes Unidos (EAU).
El acuerdo llega en un momento de aumento de las tensiones entre la República Islámica y Occidente a cuenta de la venta de drones de combate a Rusia, el desarrollo de su programa nuclear y la enérgica represión de las protestas en el país. Hay muchas posibilidades de que se realicen inversiones saudíes en Irán, lo que reduciría los intentos de Occidente por aislar económicamente al país mediante las sanciones. También dará a Irán más fuerza en sus negociaciones con Occidente destinadas a alcanzar un acuerdo sobre su programa nuclear.
Al Jazeera informa de que existe la posibilidad de que Arabia Saudí ponga freno a su emisora por satélite Iran International, con sede en Londres, popular en Irán por ponerse del lado de los manifestantes.
Implicaciones para Arabia Saudí
También Arabia Saudí se beneficia del acuerdo. El país lleva ocho años inmerso en una guerra contra los rebeldes hutíes de Yemen del Norte apoyados por Irán. Hasta ahora los intentos de acabar con esta guerra mediante negociaciones cerradas con los hutíes en Omán han fracasado. Arabia Saudí espera que Irán pueda realizar una contribución constructiva a las negociaciones con los hutíes y acabar con los ataques de drones y misiles hutíes sobre el reino saudita.
Este acuerdo, que deja completamente de lado a Estados Unidos, muestra también la nueva determinación de Arabia Saudí de llevar a cabo una política exterior independiente de Occidente. En el pasado esa dependencia fue muy acusada.
Al final de la Segunda Guerra Mundial el presidente Franklin Roosevelt llegó a un acuerdo con Ibn Saud de Arabia Saudí para que las transacciones de petróleo se liquidaran únicamente en dólares a cambio de protección militar y política. Como resultado, el reino saudí era muy dependiente de Washington, tanto económica como militarmente.
Dado el equilibrio de poder en aquel momento, se trataba de un trato favorable para el reino. Pero el ascenso de China y el relativo declive de Estados Unidos han cambiado profundamente ese equilibrio de fuerzas, de modo que la dependencia de Estados Unidos ya no es tan grande.
No es casualidad que las tradicionalmente sólidas relaciones entre Riad y Washington se hayan enfriado recientemente. A principios de octubre de 2022, por ejemplo, se produjo un grave enfrentamiento entre ambos países. El Presidente Biden se mostró indignado por la decisión de Arabia Saudí de reducir la producción de petróleo en dos millones de barriles diarios. Esa reducción hizo subir los precios mundiales del crudo, lo que ayudaría a Rusia, segundo exportador mundial de petróleo, a proseguir su guerra en Ucrania a pesar de las sanciones internacionales.
Otras implicaciones en la región
Además de la guerra en Yemen, Irán y Arabia Saudí también se enfrentan en Líbano y Siria. La mejora de las relaciones entre Teherán y Riad podría garantizar la aparición de compromisos en estos países. Según Al Jazeera, «este acuerdo puede conducir a la creación de una mejor situación de seguridad en la región. Tienen mucha influencia en estos países».
El acuerdo también podría beneficiar a los palestinos. Irán es uno de los principales defensores de la causa palestina. En los últimos años Israel ha intentado aislar a Teherán en la región y este acuerdo supone un duro golpe en ese sentido y debilita la posición de Tel Aviv. Ya no queda mucho de la «alianza regional» contra Irán.
Implicaciones para Estados Unidos
La posición dominante de Estados Unidos se basa en gran medida en el dólar como divisa mundial y esto solo es posible porque el petróleo se vende en dólares. De hecho, los países que quieren importar petróleo están obligados, por esa razón, a establecer reservas en dólares en bancos estadounidenses. Por un lado esto da a Estados Unidos posibilidades ilimitadas de pagar los déficits de su gobierno imprimiendo dinero y, por otro, puede congelar o confiscar activos de otros países con los que tiene disputas políticas, como ha ocurrido con Irán, Venezuela, Afganistán y ahora Rusia.
Esta ventaja exorbitante y su poder financiero dependen de que el petróleo se pague en dólares. Y eso es precisamente lo que se cuestiona cada vez más. Las sanciones contra Rusia tras la guerra de Ucrania no harán sino acelerar este proceso.
Rusia y Arabia Saudí representan juntas una cuarta parte de las exportaciones mundiales de petróleo (en dólares). Rusia ya está pidiendo que el gas se pague en rublos y no en dólares. Si ocurre lo mismo con el petróleo, y Arabia Saudí y otros países se suman, se acabará el dominio del dólar, con lo que Estados Unidos perderá mucho poder e influencia. Países como Venezuela e Irán llevan tiempo deseándolo. Y otros grandes países exportadores de petróleo como Irak y Libia lo consideraron en el pasado.
Si este hecho llegara a producirse, el dólar perdería su estatus como divisa clave o, como un director del Instituto para el Análisis de la Seguridad Global declaró al Wall Street Journal, “si retiramos ese ladrillo del muro, el muro empezará a desmoronarse”.
El acuerdo entre Irán y Arabia Saudí no ha sido una gran noticia en los grandes medios de comunicación convencionales. Pero una cosa es cierta, se trata de un paso extremadamente importante y un paso más en la alineación de unas relaciones mundiales en las que Occidente ya no tiene el monopolio del poder.
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