La nueva reunión entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) se celebra entre el 22 y 24 de agosto en Johannesburgo. “El conjunto de estos países representa el 43% del PIB mundial… mientras que los países del G7 es un 27%” (El Economista, 14/08/23). Si a ello le añadimos que hay una lista de más de 30 estados que están pidiendo su incorporación, se puede comprender el nerviosismo que existe en las capitales de la llamada “comunidad internacional”, cada vez menos “internacional” y cada vez más “comunidad euro norteamericana”.
Unos estados que no son precisamente marginales, sino que hay desde miembros de la OTAN (Turquía), hasta aliados estratégicos de las potencias euro norteamericanas (Arabia Saudí o Egipto), pasando por el “sindicato de agraviados” por sus políticas coloniales y neo coloniales como Irán, Venezuela, Cuba o Argelia.
Por lo que hace a África, países como Namibia, Senegal, Uganda y Angola ya han tenido reuniones con representantes de los BRICS, y otros han sido invitados a lo que se conoce como BRICS +, como República Centroafricana o Zimbawe. Nigeria, que tiene frontera con Níger, ya pertenece a la alianza que se conoce como BRICS-MNA (México, Nigeria y Arabia Saudí).
Esta profunda división africana alimentada y atizada por las potencias imperialistas comenzando por la dominante en la zona, Francia y con ella el resto de la UE, además de suponer un freno a los esfuerzos de su liberación ha dado lugar a la formación de dos bloques enfrentados, tal y como lo describe el informe “Procesos de integración económica en la CEDEAO” de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Dakar.
Resumiendo, por un lado están los países de la UEMOA formada por Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Malí, Níger, Senegal y Togo, que abogan por un programa más avanzado en lo que se refiere a integración económica (instauración de moneda común, un mecanismo para la monitorización de criterios de convergencia macroeconómica y una fuerte integración comercial) y, por otro lado, Nigeria, que se decanta por una agrupación de Estados independientes.
Así, las relaciones entre la CEDEAO, liderada por Nigeria, y la UEMOA, entendida como el reagrupamiento histórico de los Estados francófonos, están marcadas por una fuerte rivalidad y competencia que se suman al caos “organizado” por las potencias para mantener su dominio.
El golpe de Níger se inserta en esta lucha por el control de las riquezas naturales y humanas de África, y si algo queda claro es que la hegemonía económica de la cadena imperialista agrupada alrededor de los EEUU y la UE puede ser cuestionada abiertamente en la cumbre de los BRICS de este mes de agosto, con unas consecuencias políticas de gran calado.
Cualquier debilitamiento de las hasta ahora potencias dominantes favorece la lucha de la clase trabajadora y los pueblos por su liberación, eso está fuera de dudas; libera fuerzas sociales, y al abrir crisis políticas, profundiza su decadencia al privarlos del acceso colonial barato a riquezas naturales y humanas.
«Inglaterra y Francia han vencido (en la I Guerra), pero están empeñados hasta la camisa con América, la cual ha decidido que, por más vencedores que se consideren los franceses y los ingleses, ella ha de llevarse la nata y percibir, con creces, los intereses de su ayuda durante la guerra; y eso debe asegurarlo la flota americana, que se está construyendo ahora y por su fuerza adelanta a la inglesa» (Lenin, Informe en el II Congreso de toda Rusia de las organizaciones comunistas de los pueblos de Oriente, 1919); abriendo uno de los periodos más convulsos de la historia de la humanidad que solo se cerró tras la victoria de los EEUU en la II Guerra Mundial frente a las potencias emergentes, Alemania y Japón, y el hundimiento definitivo de las que habían hegemonizado el siglo XIX; Gran Bretaña y Francia.
Esta convulsión, traducido a la actualidad, significa: los EEUU y la UE podrán presentarse como “la Comunidad Internacional”, pero los EEUU están empeñados hasta camisa con China y otras potencias, y son ellos los que buscarán quedarse con la “nata”; esto explica, por ejemplo, el fracaso de las sanciones a Rusia tras la invasión de Ucrania. Para ello, China se está armando hasta los dientes (Rusia ya lo está), puesto que si algo enseña la supervivencia de Corea del Norte y la ocupación de Iraq, es que tener armas nucleares es un elemento muy “disuasorio” cara a aventuras militares imperialistas. Como decía Marx, «entre dos derechos iguales, lo que decide es la fuerza».
África, nuevo campo de batalla
Cuando en la Conferencia de Berlín de 1884 las potencias europeas se repartieron África, la parte sur del Sahara, lo que se conoce como el Sahel y el África Subsahariana, quedó en manos de Francia. Gran Bretaña se hizo con la franja de norte a sur, la que va de Egipto a Sudáfrica, y las demás (Alemania, Italia, Bélgica, Estado Español, etc.), con los restos. Fue lo que se conoció como “la carrera” o el “reparto de África”.
Bajo el colonialismo europeo se crearon falsas fronteras, en la mayoría de las ocasiones, en un territorio que ya llevaba dos siglos sufriendo el secuestro de su población y envío como esclavos a las plantaciones en América, de norte a sur, sobre las que se desarrollaría el capitalismo europeo. El golpe de Níger lo es a la estructura neocolonial construida sobre ese reparto, y enfrenta a una de las principales potencias europeas, Francia que mantiene 1500 soldados de ocupación en su territorio.
Una guerra en Europa, mal que le pese a Borrell que decía que Rusia, con su agresión a Ucrania, buscaba “llegar a Lisboa”, no entra dentro de las perspectivas de ninguna de las potencias enfrentadas. La población francesa y alemana ya han demostrado hasta la saciedad su rechazo más absoluto; pero esto no quita para que los estados agrupados en la OTAN busquen por otras vías para el debilitamiento de Rusia, “la amenaza más significativa y directa para la seguridad”, y China, el «desafío sistémico para la seguridad euroatlántica», como se dijo en la Cumbre de Madrid del pasado año.
Estos, por su parte, y como buenas potencias en expansión, buscan también debilitar a sus competidores a través del fortalecimiento de esa alianza económica que son los BRICS. Este es el sentido que tiene la invitación que han hecho a más de 30 países, para su incorporación al bloque, con consecuencias dramáticas para la cadena imperialista agrupada alrededor de los EEUU.
No olvidemos que unas consignas centrales de los BRICS son avanzar en el «mundo multipolar» y la “desdolarización” de las relaciones comerciales entre los estados, que resultaría en una verdadera catástrofe social y económica para la, todavía, primera potencia mundial. Esto ha llevado a que la agencia Fitch haya «rebajado este martes la calificación de la deuda de Estados Unidos al nivel AA+, un punto por debajo de la nota más alta” (El País, 02/08/23) generando dudas entre los tenedores de Deuda norteamericana. Y ya se sabe que “el dinero es muy miedoso”.
África, ese continente que desde que los europeos pusieron un pie en él no han dejado de saquearlo, tanto a sus seres humanos a través de la esclavitud o de sus riquezas naturales y de vilipendiarlo (el racismo con el que justificaron ese saqueo), y donde, tras la independencia, no dejan de robarle esas mismas riquezas, ahora a través de la migración masiva y el robo descarado; ese continente sobre el que se construyó la riqueza de las potencias europeas y norteamericanas, es ahora un “territorio en disputa” donde las inversiones chinas y rusas crecen respecto a las potencias hegemónicas en la zona, la UE con Francia a la cabeza.
La descolonización del siglo XX, al no avanzar hacia el socialismo, no cristalizó en estados independientes sino que degeneró en unos regímenes semicoloniales capitalistas donde las viejas potencias seguían imponiendo sus intereses a través de las burguesías nacionales, manteniendo en muchas ocasiones verdaderas farsas de democracia. Mientras las potencias occidentales, especialmente la UE, no tuvieran competencia seria, África sería su patio trasero con el mantenimiento de fuerzas militares coloniales, disfrazadas en los últimos de “lucha contra el terrorismo islamista”.
Pero al calor de la propia decadencia del capitalismo imperialista occidental manifestada en la crisis del 2007/8, se han fortalecido potencias emergentes alrededor del capital Chino, que actúa con ellas como los EEUU actuaron tras la 1ª y 2ª guerra, los banqueros que financian las relaciones entre los estados. Los estados africanos, cansados hasta el hastío de la prepotencia y la soberbia neo colonial euro norteamericanos, están encontrando un “guarda espaldas” para sus exigencias nacionales.
Como buenos burgueses, no buscan la independencia nacional que formalmente ya tienen, sino meterse en los entresijos de las contradicciones interimpieralistas para negociar con el mejor postor: el que les dé una parte más grande en la participación de beneficios, con él se van. Como los EEUU y Europa están en decadencia, son los estados agrupados en los BRICS los que hoy ofrecen mejores condiciones; y con ellos se van.
Unos y otros actúan como describía Lenin los choques entre los imperialistas: antes de buscar el enfrentamiento directo, se tantean, se debilitan a través golpes y guerras en sus «aliados» más débiles; son las llamadas guerras “bajo bandera ajena” con las que la/s potencia/s en conflicto delegan en otras fuerzas militares el enfrentamiento entre ellos. África es el campo de batalla perfecto para estas guerras que lleva sufriendo desde hace decenios, solo que de “baja intensidad”.
Sin embargo, y con la agudización de las contradicciones inter capitalistas, esas guerras pueden adoptar un carácter de más intensidad en un territorio que es el «patio trasero» de todo el mundo. ¿A quién en Occidente le va a preocupar que varias naciones africanas vayan a la guerra para defender los intereses de las potencias imperialistas?. “Son africanos”, poniendo de manifiesto el profundo racismo en el que se han educado las sociedades europeas y norteamericanas.
El golpe militar en Níger, que desvirtuadamente expresa el profundo anticolonialismo que existe en África, puede convertirse en el detonante de una intervención europea, Francia a la cabeza, para restaurar el “orden” colonial que les permitía hacerse con el uranio nigerino; por ejemplo. Aunque hasta el momento, y por la crisis del orden y la jerarquía imperialista, la reacción militar europea directa se ha frenado dado que Mali y Burkina Faso ya anunciaran que intervendrían militarmente si el ataque se produce, nada impide, primero que el imperialismo europeo realice provocaciones, como la entrada de aviones franceses en el espacio aéreo de Niger.
Segundo, la realización de acciones “bajo bandera ajena” utilizando a “los sospechosos habituales” para desestabilizar más la región, a los terroristas islamistas; como ya sucedió el 16 de agosto, cuando 17 soldados nigerinos fueron asesinados por yihadistas, como informa El País.
Lo que está en juego es el control imperialista de todo un continente rico en materias primas y mano de obra barata, semi esclava, por lo que no se puede descartar en el futuro a corto plazo guerras de «alta intensidad», que lancen a estados contra estados.
Las contradicciones no han hecho más que crecer, y la Cumbre de los BRICS en el estado más importante del África Subsahariana, la República Sudafricana, es todo un reto a los imperialistas euro norteamericanos. Si los pueblos de África y la clase obrera mundial no lo impiden con su lucha independiente de las cadenas imperialistas y de las burguesías nacionales, estamos en deriva de un nuevo campo de batalla en África.
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