Después de diez años en el poder, Narendra Modi ha perdido la mayoría parlamentaria de su partido, el BJP, y ahora estará al frente de un gobierno de coalición, con socios que en el pasado han cambiado de bando.
Esta será la primera vez en su carrera política que tendrá que dirigir una coalición. El mensaje que sale de estos resultados puede ser ambiguo. Parece buscar la continuidad y estabilidad de un gobierno de Modi, pero se muestra el rechazo a la dominación de un solo partido.
El contexto previo estuvo marcado por el poder económico del BJP, el favor de los grandes medios y de los empresarios, y el uso de la coerción estatal contra la oposición.
La era de las coaliciones ha vuelta al panorama indio. A pesar de que algunos señalan esta práctica como motor de desestabilización, otros apuntan que eso es un mito, recordando que la historia política del país nos muestra otra realidad.
Un parlamento sin un partido con una mayoría absoluta puede traer de vuelta los tiempos donde la influencia parlamentaria gana peso en la gobernanza del país, y donde las coaliciones y los consensos pueden ganar espacio.
Modi emerge con su aura de invencibilidad seriamente dañada y se encuentra obligado a trabajar con múltiples socios, y muchos se preguntan si será capaz de mantener la coalición de gobierno. Los 400 escaños para modificar la Constitución era el mayor objetivo del BJP, y ahora su plan se ha venido abajo.
La oposición dice que se ha votado por la inclusión política, social y económica, por un gobierno consultivo, por la constitución, y las garantías y protecciones escritas en ella.
Si los resultados del BJP se pueden calificar de agridulces, la oposición en la alianza INDIA, parece que poco a poco ha logrado frenar la maquinaria arrolladora del BJP. Ahora busca capitalizar las ganancias para superar a Modi en el futuro. Los desafíos del Congreso persisten desde hace años, y deberá reconstruir la organización del partido en algunos estados, lograr pactos para vencer en otros, y asentar el liderazgo de Rahul Gandhi.
Los partidos de izquierda han mejorado un poco sus cifras, pero lejos de los resultados del pasado más lejano, y por lo menos han revertido la tendencia a la baja de los últimos años. Las ganancias probablemente han estado ligadas a la participación de diferentes formaciones de izquierda en la alianza opositora INDIA, liderada por el Congreso de Gandhi.
La voz de los musulmanes en el parlamento tendrá dos parlamentarios menos (ahora ha logrado 24), ninguno perteneciente a la NDA de Modi, y 9 son miembros del Congreso. Algunas voces han resaltado la dificultad de la campaña tras los ataques continuos de Modi y su maquinaria, y por ello señalan la necesidad de “idear un lenguaje de fraternidad con las castas oprimidas, las comunidades indígenas y los críticos con le nacionalismo hindutva.
La representación de las mujeres también ha retrocedido de 78 a 74 escaños y la participación masculina ha sido mayor, al contrario que en 2019. Como señala un medio local, “si la participación política es la combinación de registrarse, votar y participar como candidatos, la brecha de género es todavía bastante amplia en India”.
Las castas también han sido otro factor en estas elecciones, decisivo en un número importante de escaños. La frustración y el temor al cambio constitucional han hecho que no apoyen a Modi y eso ha repercutido en el fracaso de lograr su gran triunfo. Las diferentes alianzas y estrategias en las castas han sido contraproducentes para el BJP. En algunos estados, la alianza entre dalits y minorías, se han presentado como una viable e inclusiva alternativa, convirtiéndose en receptor del descontento contra el BJP y Modi
Son muchos los retos que deberá afrontar la agenda Modi 3.0. y su máxima “reformar, actuar, transformar”. La economía será el mayor de todos. Deberá corregir la tendencia desequilibrada, donde al rápido crecimiento del PIB le acompañan altas tasas desempleo, pobreza e inflación. Intentará evitar el descontento con el llamado “gran sueño indio”. Los presupuestos de la Unión este mes nos darán la primera pista. A pesar de titulares resaltando el éxito económico, las realidades sobre el terreno cuentan una historia diferente. Es lo que algunos economistas describen como la recuperación en forma de K, “los ricos son más ricos y los pobres luchan por sobrevivir”.
Deberá afrontar importantes reformas en la agricultura y la pequeña y mediana industria local. El persistente problema en Cachemira y la violencia interétnica en Manipur (más de 200 muertos y 60000 desplazados en un año), junto a la necesidad de un nuevo pacto federal estarán en la agenda de Modi.
Le pueden salir voces críticas de sus aliados ideológicos, y fricciones con otros miembros de la NDA por temas como “el estatus de categoría especial” o el “censo de las castas”, en particular desde JDU y TDP, dos partidos regionales, con dirigentes muy experimentados y en el pasado han sido propensos a cambiar sus alianzas.
Y deberá medir la presión de críticas desde el Rashtriya Swayamseval Sangh (RSS), sobre la estrategia del partido y las cualidades de liderazgo, que apuntan a un cambio en el equilibrio de poder dentro del BJP y en su ecuación con el RSS. Es un mensaje claro a Modi, al rechazar la arrogancia de un “verdadero sevak” y el mensaje centrado en una persona, recordando que “el BJP era voluble y con múltiples centros de poder y ahora es un culto unipersonal”.
Txente Rekondo.- Analista internacional
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