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Otra guerra a la vista para Israel

De cómo Irán acaba de demostrar que Occidente no quiere un acuerdo nuclear

Fuentes: Voces del Mundo [Foto: El presidente iraní Masoud Pezeshkian]

El rechazo del Consejo de Seguridad de la ONU a la suavización de las sanciones a Irán marca el colapso definitivo del JCPOA (siglas en inglés del Plan de Acción Integral Conjunto), empuja a Teherán hacia la confrontación y cierra la puerta a una futura diplomacia.

El pasado viernes, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) votó a favor de rechazar la suavización de las sanciones a Irán, lo que significa que el resultado final del acuerdo nuclear de la era Obama asesta a Teherán un golpe económico aún mayor. Esto no solo envía un mensaje bélico, sino que también elimina cualquier esperanza de futuros acuerdos y cooperación.

La votación del CSNU supuso asimismo un golpe mortal para el JCPOA, también conocido como el acuerdo nuclear con Irán. El resultado de esta votación implica que está a punto de producirse un cambio importante que tendrá enormes repercusiones violentas.

Cuando en 2015 se negoció inicialmente el JCPOA, parte del acuerdo incorporaba un mecanismo que permitiría aplicar sanciones «de restablecimiento» contra Irán, en caso de que este país no cumpliera con su parte del acuerdo.

A finales de agosto los países del E3 —Reino Unido, Francia y Alemania— iniciaron un proceso de 30 días que conduciría a la imposición de estas sanciones «de restablecimiento», a menos que Irán decidiera cumplir unas exigencias poco realistas que sabían que no se iban a cumplir. Ahora, según la votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para bloquear la suavización de las sanciones a Irán, se ha dado a la República Islámica hasta el 28 de septiembre para alcanzar un acuerdo significativo que bloquee la imposición de sanciones.

En respuesta a esto, Rusia, China, Argelia y Pakistán, que habían votado a favor de la continuación del alivio de las sanciones, condenaron la medida del Consejo de Seguridad e incluso indicaron que no cumplirían dichas sanciones.

Entonces, ¿por qué es esta una decisión tan impactante?

Algunos comentaristas y analistas de los medios de comunicación están tratando esta decisión del Consejo de Seguridad de la ONU como un simple camino hacia más sanciones y presión sobre Teherán. Sin embargo, como suele ocurrir, el diablo está en los detalles, y para entenderlo, debemos fijarnos en los efectos colaterales.

Para empezar, están las implicaciones de la política interna iraní. El actual presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, pertenece al llamado bando reformista de la política iraní. Este movimiento político atrajo a los iraníes de tendencia más liberal y aboga por la apertura de las relaciones con Occidente, lo que convirtió al JCPOA en uno de sus principales proyectos.

Bajo el antiguo liderazgo de Hassan Rouhani, el equipo negociador iraní, encabezado por Javad Zarif, logró cerrar el acuerdo nuclear con la administración del entonces presidente estadounidense Barack Obama. En aquel momento, se aclamó como un acuerdo importante e incluso convenció a muchos iraníes de que el camino hacia unas relaciones cordiales con Occidente no sólo era posible, sino también favorable.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que el acuerdo comenzó a ser objeto de un mayor escrutinio, a causa de la negativa de Estados Unidos y de Europa a cumplir con su parte del trato. Después sobrevino la presidencia de Donald Trump, quien en 2018 decidió retirarse unilateralmente del acuerdo e imponer en su lugar una campaña de sanciones de «máxima presión» contra Irán.

En aquel momento, no solo pareció que el acuerdo se había desmoronado por completo, sino que las sanciones que se estaban imponiendo eran aún más severas que las anteriores al JCPOA de 2015. Sin embargo, el Gobierno iraní y sus homólogos europeos seguían realizando esfuerzos, a pesar de la falta de voluntad de los países de la UE para desobedecer a Estados Unidos.

Mientras tanto, las sanciones contra Irán impedían la entrada de suministros médicos vitales en el país y afectaban aún más a su economía, ya de por sí maltrecha. En medio de todo esto, Estados Unidos intentó provocar disturbios civiles dentro de Irán y, en 2020, lanzó un ataque para asesinar al general Qasem Soleimani, máximo responsable de las Fuerzas Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI).

Cuando llegó el momento de un cambio político dentro de Estados Unidos, durante la campaña de Joe Biden, este prometió reactivar el acuerdo con Irán. Sin embargo, no cumplió esa promesa al asumir el cargo en 2021. En su lugar, continuó aplicando las sanciones de su predecesor.

Según el propio JCPOA, Irán contaba en ese momento con sus propios mecanismos que podía activar en caso de que la otra parte se negara a respetar el acuerdo. Teherán, al ver que sus socios occidentales se habían alejado y no cumplían sus compromisos, decidió seguir adelante con el enriquecimiento de uranio.

Hubo dos motivos principales detrás de los esfuerzos de enriquecimiento iraníes: el primero fue como respuesta a las violaciones del acuerdo, y el segundo consistió en crear una baza negociadora —el uranio altamente enriquecido— que pudieran utilizar en futuras negociaciones. Evidentemente, el enriquecimiento de uranio también acercaba a Teherán al umbral de la creación de armas nucleares, aunque todavía no había creado un programa de ese tipo.

En agosto de 2021 el fracaso del JCPOA y de los reformistas iraníes contribuyó a la elección de Ibrahim Raisi, un hombre del bloque político principalista. Raisi asumió una política de giro hacia Oriente, pero cuando la Administración Biden abrió la oportunidad de negociar un acuerdo nuclear, siguió adelante con ella, consciente de que una parte de la población iraní quería que su Gobierno continuara por ese camino.

Finalmente, la administración Biden se estancó y no favoreció avance alguno, negándose a reactivar el acuerdo y solicitando en su lugar todo tipo de elementos adicionales que Irán consideraba inviables.

El 19 de mayo de 2024 la tragedia se cebó con Irán cuando su presidente y otros altos cargos fallecieron en un accidente de helicóptero. Esto dio lugar a un nuevo ciclo electoral, en el que los reformistas volvieron a hacerse con el poder.

El actual presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, ha dejado claro en repetidas ocasiones que busca abrir las relaciones con Occidente y, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, ha tratado de que esto se haga realidad.

Cuando la administración Trump llegó al poder, quedó claro que los israelíes y los estadounidenses buscaban atacar a Irán, no entablar un diálogo genuino. Sin embargo, el Gobierno reformista siguió adelante con la diplomacia, y Omán intervino para mediar en las conversaciones entre las delegaciones encabezadas por Abbas Araghchi y su homólogo estadounidense Steve Witkoff.

Durante el transcurso de estas negociaciones, el 13 de junio, los israelíes decidieron lanzar un ataque en el que asesinaron a generales y científicos nucleares iraníes, al tiempo que atacaban el proyecto nuclear de Irán. Esto dio lugar a la guerra de los doce días, como se la conoce ahora. El pueblo iraní, que los israelíes y los estadounidenses confiaban en que iba a rebelarse contra su Gobierno, hizo todo lo contrario y decidió, en cambio, unirse en torno a la bandera.

Estados Unidos resolvió participar en el ataque israelí, lo que debilitó aún más su credibilidad. Además, los responsables militares iraníes acusaron al director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, de proporcionar a los israelíes información sensible sobre el programa nuclear de Irán.

Como resultado de todo ello, el Parlamento iraní aprobó una ley que prohibía la presencia del OIEA en el país, a la vez que varios legisladores pedían que se aprobara una ley que condujera a la retirada de Teherán del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).

Sin embargo, el Gobierno reformista decidió seguir buscando desesperadamente el diálogo con los europeos, firmó otro acuerdo que volvía a invitar al OIEA a su país para supervisar el programa nuclear y tendió la mano para intentar reanudar las conversaciones con el fin de recuperar el JCPOA.

Esto nos lleva a las implicaciones más amplias de la votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y a la posición en que nos sitúa.

El E3 decidió dar una bofetada a los esfuerzos del presidente reformista al restablecer las sanciones. Se suponía que el acuerdo con el OIEA sólo entraría en vigor en caso de que no se aplicaran tales sanciones, pero Estados Unidos y sus aliados de la UE y el Reino Unido han adoptado una postura aún más dura contra Irán.

El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, había intentado desesperadamente buscar una distensión, incluso después de que el director del OIEA, Grossi, se negara a condenar los ataques ilegales de Israel contra Irán y redoblara su retórica insultante. Pero el resultado ha sido que el bloque político reformista de Irán ha salido humillado públicamente y que la credibilidad de Occidente es ahora más baja que nunca.

Para aquellos que no están familiarizados con el discurso en torno al JCPOA (acuerdo nuclear), esto se traduce en que Irán tiene dos opciones para hacer frente a esta difícil situación. O bien trata de ofrecer más concesiones a Occidente en un intento desesperado por retrasar la imposición de las sanciones occidentales y el colapso de la resolución 2231 de la ONU (resolución del JCPOA), lo que sólo es una solución temporal que probablemente se verá interrumpida por otro ataque israelí. O bien puede retirarse del TNP y comprometerse a tomar medidas contundentes, lo que podría incluir una prueba nuclear.

Sea cual sea el resultado, habrá conflicto, y cuanto más intenten negociar desesperadamente los reformistas y resulten humillados, más agresivos serán probablemente los Estados Unidos y los israelíes. Lo que indica esta votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es que se ha producido un cambio importante del que no hay vuelta atrás.

Irán es el objetivo de una conspiración israelí para provocar un cambio de régimen; que solo podría conseguir a través de un amplio enfrentamiento militar, teniendo en cuenta que la administración Trump de Estados Unidos está bien dispuesta a cumplir los deseos de Tel Aviv en ese frente. Así pues, es probable que el OIEA esté a punto de resultar intrascendente como institución, por lo que perderá entonces gran parte de su financiación procedente de Estados Unidos y Occidente debido a su papel en Irán.

Además, el TNP se convertirá en un tratado irrelevante , y la idea de crear una región libre de armas nucleares no será más que una quimera. Todo esto es obra de Israel, que se negó incluso a firmar el TNP y que, según la mayoría de las estimaciones, posee actualmente entre 80 y 300 armas nucleares.

Irán ha intentado desesperadamente seguir la vía de las negociaciones, pero ha sido traicionado, insultado, sancionado y atacado físicamente por sus esfuerzos. Ya no se trata de si se producirá una próxima guerra con Irán, sino de cuándo.

Robert Inlakesh es periodista, escritor y director de documentales. Su trabajo se centra en Oriente Próximo y está especializado en Palestina.

Texto en inglés: The Palestine Chronicle, traducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/09/22/de-como-iran-acaba-de-demostrar-que-occidente-no-quiere-un-acuerdo-nuclear-otra-guerra-a-la-vista-para-israel/