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Afganistán: la guerra la siguen pagando los de siempre

Fuentes: En lucha

La guerra en Afganistán no suele aparecer demasiado por los informativos. Pese a que esta misión «humanitaria» ya se ha cobrado la vida de 168 soldados españoles, ninguno de ellos ha recibido la cobertura que reciben los muertos por ETA. Tampoco suele hacerse mención a los más de 1.500 millones de euros que nos ha […]

La guerra en Afganistán no suele aparecer demasiado por los informativos. Pese a que esta misión «humanitaria» ya se ha cobrado la vida de 168 soldados españoles, ninguno de ellos ha recibido la cobertura que reciben los muertos por ETA. Tampoco suele hacerse mención a los más de 1.500 millones de euros que nos ha costado hasta ahora la misión. Como bien sabe el gobierno español, y todos los que participan en la guerra, para ganar en Afganistán también tienen que ganar la guerra propagandística en sus países. De momento, Holanda ha sido el primer país que se ha visto obligado a retirar sus tropas tras el rechazo popular que terminó motivando la salida de los laboristas de la coalición de gobierno.

Pese a que ésta situación no se de aún en muchos países, no quiere decir que la población esté apoyando la intervención. El continuo mensaje de «desorden» y «caos» en el que está sumido Afganistán hacen que muchas personas no tengan claro qué hacer, o, al menos, no lo suficiente como para involucrarse en un movimiento de protesta como lo fue el movimiento contra la guerra de Irak.

Tenemos que hacer ver que este argumento no puede sostenerse: el motivo más elemental es que la propia población afgana está en contra de la ocupación. Y tienen motivos: desde 2001, cuando cayó el régimen talibán, ninguna de las promesas de la OTAN ha sido llevada a cabo: más de dos tercios de la población siguen sin acceso a agua potable, cifras similares en alfabetización y pobreza. El gobierno títere de Karzai es una escuela de corrupción y abuso de poder; muchos informes de la ONU reconocen que el destino de gran parte de las ayudas al desarrollo, literalmente «se define por objetivos militares más que por las prioridades afganas de reconstrucción y desarrollo». Y la pobreza mata tanto como las bombas y los disparos; ya han muerto más de 1200 civiles en lo que va de año, tanto por grupos insurgentes (algunos de ellos disidentes de la «Alianza del Norte» grupo de señores de la guerra reclutados por la OTAN para colaborar al inicio de la guerra) como por las mismas tropas invasoras. El contingente español no se libra, y según los documentos publicados por Wikileaks, se ha visto envuelto en la muerte de varios civiles.

La situación de la mujer, otra de las excusas para el mantenimiento de la ocupación, no ha hecho más que empeorar. Basta leer cualquier articulo, u oir a Malalai Joya, expulsada del parlamento afgano por denunciar a gran parte del gobierno como asesinos y violadores. También pueden leerse artículos como «El gobierno de los violadores», de una militante afgana por los derechos de las mujeres, para darse cuenta que el poder sólo ha cambiado de unos criminales a otros, con la diferencia de que éstos últimos siguen los dictados de los intereses de occidente, especialmente EEUU.

La situación es compleja; EEUU no ha conseguido para nada los objetivos finales que marcaron las invasiones de Irak y Afganistán; sin embargo su derrota dista de ser completa y seguirá luchando por mantener el control de los enormes recursos de ambos países. Toda acción por la retirada de las tropas será un triunfo contra el imperialismo, pero no podemos olvidar que EEUU no es el unico poder imperial, y tanto China como Rusia verían con buenos ojos un debilitamiento del poder de la Casa Blanca sobre Afganistan. Hamid Karzai ya ha dado algún mínimo signo de independencia. Pero esto no cambia nada para el pueblo afgano, para las mujeres que siguen siendo víctimas de abusos, para los miles de civiles obligados a vivir en campos de concentración… Nuestra fuerza debe estar contra todo imperialismo, y con los grupos progresistas, democráticos que a duras penas sobreviven tras décadas de opresión. Organizaciones como RAWA, (Asociación de las Mujeres Revolucionarias de Afganistán), que luchan por un Afganistán democrático, laico y progresista. Pese a lo que se nos intenta vender; no hay ningún problema «endémico» con la cultura de estos países que les haga vivir en un estado de guerra permanente. Afganistán fue un estado laico donde las mujeres podían ir con la cara descubierta a la Universidad, antes de que los talibán, apoyados por EEUU tomaran el control del país. La situación actual es consecuencia de la ocntinua injerencia de los intereses del capitalismo, que utilizan a los sectores más reaccionarios cuando son necesarios para sus intereses.

Y así se mantiene una guerra detrás de otra, con el mismo fondo de la crisis económica y de todo el sistema capitalisma, los costes económicos y humanitarios son pagados por la clase obrera del estado y la población afgana, mientras los beneficios fluyen a las cuentas corrientes de las grandes corporaciones.

Dani Bravo es militante de En lucha

http://www.enlucha.org/?q=node/2305