En Afganistán hay unas 270 juezas que viven aterradas. Sólo unas pocas han logrado escapar y el resto se ha escondido, algunas en auténticos zulos, temiendo lo peor: su captura y ejecución. Otras esperan un milagro, “su rescate por organizaciones humanitarias” y una huida por el corredor de los refugiados.
Los talibanes se han lanzado a la caza de juezas afganas que tuvieron la valentía de condenar a penas de prisión a criminales que usaron la violencia extrema contra las mujeres, “los infieles” y las activistas, no solo cuando gobernaba el Emirato Islámico (1996-2001) sino también en las zonas que controló o en las que incursionó durante décadas. En sus feudos se obligó a los hombres a llevar barba y a las mujeres, burka.
Con la toma de Kabul, el pasado 15 de agosto, muchos radicales que habían sido encarcelados por una jueza, algo imperdonable según su interpretación de la Sharia, han jurado vengarse de esas magistradas que todavía no entienden que el varón tiene derecho a golpear y castigar a las mujeres “si su comportamiento no es recto” y éstas la obligación de callarse, obedecerles y no cuestionar sus decisiones.
La obediencia que debe la mujer al hombre es un imperativo de El Corán, palabra de Dios. Ese libro sagrado, inspirado por el Demiurgo a Mahoma cuando este meditaba en una cueva, dice en su Azora 4, Aleya 34:
“Los hombres están a cargo de las mujeres ya que Alá ha dado preferencia a los unos sobre las otras, y además se gastan sus riquezas en ellas. Las habrá que sean rectas, obedientes (…) Pero aquellas cuya rebeldía temáis, recriminadlas, no os acostéis con ellas, pegadlas, pero si os obedecen no busquéis ningún pretexto para tratarlas mal”.
En Afganistán hay unas 270 juezas que viven aterradas. Sólo unas pocas han logrado escapar y el resto se ha escondido, algunas en auténticos zulos, temiendo lo peor: su captura y ejecución. Otras esperan un milagro, “su rescate por organizaciones humanitarias” y una huida por el corredor de los refugiados que las permita pedir asilo político en un país donde se respeten los Derechos Humanos.
La Asociación Internacional de Mujeres Juezas (IAWJ, siglas en inglés) informó (poco antes de la huida de EEUU) de que en una reunión virtual con sus colegas afganas éstas hablaron de “lo difícil y peligrosas que son las condiciones en las que viven y trabajan”. Que algunas ya han perdido la vida en atentados terroristas y otras han recibido amenazas de muerte.
“Los talibanes creen que las mujeres que trabajan como juezas son infieles (…) Mis compañeras están muy preocupadas. Me preguntan con frecuencia: ¿Hay alguna esperanza de escapar? Amamos nuestro trabajo, amamos nuestro país. No queríamos irnos, pero ahora tenemos que irnos para seguir vivas”, declaró la jueza afgana Maryam (el nombre es figurado) a CBC News a través de WhatsApp.
El pasado mes de enero, cuando los EEUU “controlaban” Afganistán, un grupo terrorista asesinó a dos juezas en Kabul. Aunque los Talibán (palabra que significa “los estudiantes” de El Corán), no reivindicaron el atentado todo apunta a que ellos o grupos afines perpetraron el crimen.
Según la activista afgana Horia Mosadig, (que se encuentra en “un lugar seguro”) “no solo las juezas están en el punto de mira de los talibanes sino también miles de mujeres defensoras de los DD.HH”.
Ahora sólo las afganas que han podido huir del grupo islámico pueden hablar con libertad. También, por supuesto, Yalda Hakim, la periodista de la BBC de origen afgano, que no deja de denunciar las atrocidades cometidas por los talibanes. Es relevante señalar que esta mujer, que salió de Afganistán con su familia cuando tenía seis meses, nunca ha revelado el nombre de sus padres para proteger sus vidas.
Respecto a la persecución de las juezas dice Yalda Hakim, de 38 años, en su cuenta de Twitter:
“Es increíble lo que está pasando en Afganistán. Y pensar que hace mil años había en nuestro país eruditas en jurisprudencia islámica”.
Yalda, que conduce el programa estrella de la BBC “Impac” y reside desde hace una década en Londres, advierte asimismo de que la hambruna está causando estragos en el país y que las familias empiezan a vender a sus hijos pequeños para poder comprar comida. En otra nota, también publicada en Twitter, esta “influencer” (en Afganistán la adoran los perseguidos y perseguidas) reproduce un mensaje que le ha enviado una mujer que se encuentra al límite. Dice así:
“My family is starving. I have to sell my daugther. I received an offer from a shop owner, a man I knew who had no children. He offered 20,000 afganis for my daugther Safia. I can´t sell my daughter for that low price, so I asked for 50,000 afganis. We are still discussing. The price may save my family”.
(Mi familia se está muriendo de hambre. He recibido una oferta del dueño de una tienda, un conocido que no tiene hijos. Me ha ofrecido 20.000 afganis (unos 195 euros) por mi hija Safía. No puedo vender a mi hija por un precio tan bajo, así que le he pedido 50.000 afganis (unos 487 euros). Todavía estamos discutiendo el precio. Si acepta mi contraoferta podría salvar a mi familia).
Hace poco escribí un artículo sobre la conductora de “Impac”, que acaba de ampliar el número de becas que concede la fundación que lleva su nombre, para que puedan estudiar más chicas afganas, en la universidad de Oriel (en Oxford). Los interesados en leerlo pueden pinchar en este enlace. Yalda Hakim, la voz de Afganistán en el mundo.
Blog del Autor: Nilo Homérico
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.