La amenaza de embargos de Occidente por la guerra de Ucrania encendió una hoguera, que amenaza ser mucho más destructiva que la Segunda Guerra Mundial.
Los precios del trigo, que a mediados de febrero ya estaban un 49 % por encima de su promedio de 2017-21, han aumentado otro 30 % desde que comenzó la invasión de Ucrania el 24 de febrero.
Pero para los expertos, el daño al suministro mundial de alimentos se extenderá mucho más allá del grano y durará más que la guerra misma y la preocupación se extiende al daño que pueda hacr a la seguridad alimentaria mundial. Juntos, Rusia y Ucrania exportan el 12% de las calorías comercializadas en el mundo, y están entre los cinco principales exportadores de muchas semillas oleaginosas y cereales, desde cebada y maíz hasta girasol, consumidos no solo por humanos sino también por animales.
Asimismo, Rusia es el mayor proveedor de ingredientes clave en la fabricación de fertilizantes, sin los cuales los cultivos fallan o pierden nutrientes.
El primer ministro italiano Mario Draghi anunció que la Unión Europea importará productos agrícolas de Argentina, Canadá o Estados Unidos si el conflicto continúa afectando el abastecimiento de alimentos. El primer ministro italiano advirtió que abrirse a esas importaciones «determina una necesidad de reconsiderar todo el aparato regulatorio, y este tema lo hallamos en las ayudas de Estado y en Pacto de Estabilidad».
Una de las grandes preocupaciones es la hambruna que vendrá. Pronto se gastará una parte mucho mayor de los ingresos en alimentos, lo que se sentirá de forma más aguda en Medio Oriente, África y partes de Asia, donde unos 800 millones de personas dependen en gran medida del trigo del Mar Negro.
Eso incluye a Turquía, que abastece de harina a gran parte del sur del Mediterráneo. Egipto suele comprar el 70% de su trigo a Rusia y Ucrania. Muchos difícilmente pueden prescindir del trigo, el maíz, la soja y el aceite vegetal de Ucrania.
Las fuentes alternativas de abastecimiento de cerales parecen inasequibles. Las miradas se vuelcan ahora hacia China y América Latina, en especial Argentina y Brasil.
Mientras tanto, los costos más altos de fertilizantes y energía reducirán los márgenes de los agricultores en todas partes. Por ejemplo, Brasil, un gran productor de carne y productos agrícolas, importa el 46% de su potasa de Rusia o Bielorrusia, y seguramente los costos se trasladarán al consumidor.
La guerra en Ucrania ya es una tragedia y no solo por la pérdida de vidas humanas. A medida que devasta el granero del mundo, se prenden las alarmas sobre la ¿evitable? calamidad. El número de personas consideradas en situación de inseguridad alimentaria, 800 millones, es el más alto en una década. Muchos más podrían unirse pronto a ellos. Los precios más altos de los alimentos también avivarán la inflación, lo que se sumará a las presiones sobre los precios generadas por la energía más cara.
China con la peor cosecha de trigo
China podría tener una de las peores cosechas de trigo de la historia, mientras su precio global se dispara 30% debido a la guerra y ya es el mayor en 14 años. Lluvias fuertes en 2021 atrasaron la siembra de 1/3 del área plantada de trigo disminuyendo las cosechas en un 20%. Gobierno central define aumentar producción de soja y otras oleaginosas
La condición de la cosecha de trigo de invierno de China podría ser la «peor de la historia», dijo el sábado el ministro de Agricultura, lo que generó preocupaciones sobre el suministro de granos en el mayor consumidor de trigo del mundo.
El ministro de Agricultura y Asuntos Rurales, Tang Renjian, dijo que las lluvias intensas raras del año pasado retrasaron la siembra de aproximadamente un tercio de la superficie normal de trigo. «La producción de granos de este año ciertamente enfrenta enormes dificultades», señaló el funcionario, quien indicó que la cosecha de primer y segundo grado se redujo este invierno en más de 20 puntos porcentuales.
Los comentarios del ministro subrayan las preocupaciones sobre el suministro de cereales de China al mismo tiempo que la guerra entre Rusia y Ucrania, que en conjunto representan alrededor del 29% de las exportaciones mundiales de trigo, ha interrumpido las exportaciones: hoy los precios del trigo son los más altos en 14 años.
Sin embargo, Tang confía en que China puede garantizar una excelente cosecha de cereales de verano gracias a una sólida política y apoyo técnico y a la mejora de las condiciones de la cosecha de cereales. Impulsados por la crisis de Ucrania, los precios del trigo en China se dispararon a un récord esta semana debido a las preocupaciones existentes sobre el suministro interno.
Los comentarios se producen cuando Beijing se ha vuelto a centrar en la seguridad alimentaria, una prioridad de larga data para el liderazgo central que se ha vuelto cada vez más prominente en la política desde que comenzó la pandemia de COVID-19 a principios de 2020.
China se asegurará de que la superficie cultivada de granos para el año se mantenga por encima de los 117,33 millones de hectáreas y aumentará la producción de soja y otros cultivos de semillas oleaginosas, hoy las principales prioridades políticas en el sector agrícola. El país también generará impulso para aumentar la producción de maíz, dijo.
Las importaciones de maíz de China aumentaron a un récord el año pasado, en medio de precios internos altísimos y bajos inventarios. China afirmó que garantizará el equilibrio entre la oferta y la demanda de cereales, aceite comestible, algodón, azúcar y fertilizantes mediante el uso efectivo de las reservas y las importaciones y asignará unos 6.590 millones de dólares en subsidios en 2022 para primas de seguros agrícolas, un 30,8% más que el año anterior.
Asimismo detendrá cualquier intento de utilizar tierras de cultivo para cualquier propósito que no sea la agricultura y específicamente la producción de granos, para salvaguardar el área de tierras de cultivo y revitalizar la industria de semillas a un ritmo más rápido,
Las consecuencias de la guerra se sentirán de tres maneras: interrupción de los envíos actuales de granos, cosechas futuras bajas o inaccesibles en Ucrania y Rusia, y producción marchita en otras partes del mundo.
En tiempos normales, las cosechas de trigo y cebada se recogen en verano y se exportan en otoño; en febrero la mayoría de los barcos se han ido. Pero estos no son tiempos normales: con las existencias mundiales bajas, los grandes importadores de trigo del Mar Negro, principalmente en el Medio Oriente y África del Norte, están ansiosos por asegurar más suministros, pero no los están consiguiendo.
Los puertos ucranianos están cerrados e, incluso, algunos han sido bombardeados. Los barcos que intentaban recoger grano de Rusia han sido alcanzados por misiles en el Mar Negro. La mayoría no puede obtener un seguro.
Las fuentes alternativas son inasequibles. La semana pasada, Egipto canceló su segunda licitación consecutiva de trigo después de recibir solo tres ofertas, a un precio que revolvió el estómago, por debajo de las 20 de la quincena anterior. Más preocupante aún, las exportaciones de maíz, de las cuales Ucrania representa casi el 13% de las exportaciones mundiales, generalmente se realizan desde la primavera hasta principios del verano. Gran parte normalmente se envía desde el puerto de Odessa, que se prepara para un ataque ruso.
Los cultivos futuros son una preocupación aún mayor. En Ucrania, la guerra puede resultar en rendimientos y áreas plantadas más bajos. En Rusia, el riesgo no es la reducción de la producción sino el bloqueo de las exportaciones. Aunque las ventas de alimentos aún no están sujetas a sanciones, los bancos occidentales son reacios a prestar a los comerciantes.
Impacto sobre la agricultura
Lo más alarmante será el impacto del conflicto en la agricultura en todo el mundo. La región es un gran proveedor de componentes críticos de fertilizantes, incluidos el gas natural y la potasa. Los precios de los fertilizantes ya se habían duplicado o triplicado, según el tipo, incluso antes de la guerra, debido al aumento de los costos de energía y transporte y las sanciones impuestas en 2021 a Bielorrusia, que produce el 18% de la potasa del mundo, mientras reprimía a los disidentes.
El proteccionismo puede echar más leña al fuego. Las restricciones nacionales a las exportaciones de fertilizantes aumentaron el año pasado y podrían acelerarse. Los límites a las exportaciones de alimentos, o las compras de pánico por parte de los importadores, podrían desencadenar un aumento de precios del tipo que provocó disturbios en docenas de países en 2007-08.
El 8 y 9 de marzo, respectivamente, Rusia y Ucrania prohibieron las exportaciones de trigo. Argentina, Hungría, Indonesia y Turquía han anunciado restricciones a la exportación de alimentos en los últimos días. No hay una solución fácil. Algunos de los 160 millones de toneladas de trigo que se utilizan como alimento para animales cada año podrían desviarse hacia el consumo humano, pero la sustitución puede exportar la inflación a otros alimentos básicos.
El aumento de la producción en Europa y Estados Unidos y el aprovechamiento de las vastas reservas estratégicas de la India pueden generar entre 10 y 15 millones de toneladas, una cantidad sustancial, pero menos de un tercio de las exportaciones anuales combinadas de Ucrania y Rusia.
Los expertos señalan que con el maíz, los gobiernos pueden recurrir a la apropiación de parte de los 148 millones de toneladas utilizadas como bioetanol para ayudar a cubrir el probable déficit de este año de 35 millones de toneladas. La escasez de fertilizantes es aún más difícil de cubrir: las nuevas minas de potasa tardan entre 5 y 10 años en construirse.
*Periodista económico argentino, analista asociado a al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)