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Perú

Ayacucho: entre la nostalgia y la esperanza

Fuentes: Rebelión

Tuve un fin de semana intenso por Ayacucho, siempre quise conocer esta noble tierra. Ayacucho etimológicamente viene de dos vocablos quechua: Aya: muerto, Cucho: rincón. El nombre al aparecer proviene de las feroces batallas de resistencia de los chankas ante invasores. Ayacucho fue el departamento más golpeado por la violencia terrorista, el pueblo ayacuchano recibió […]

Tuve un fin de semana intenso por Ayacucho, siempre quise conocer esta noble tierra. Ayacucho etimológicamente viene de dos vocablos quechua: Aya: muerto, Cucho: rincón. El nombre al aparecer proviene de las feroces batallas de resistencia de los chankas ante invasores.

Ayacucho fue el departamento más golpeado por la violencia terrorista, el pueblo ayacuchano recibió los disparos de uno y otro lado. Del senderismo, de las fuerzas armadas, fuerzas policiales y paramilitares. El terror ha dejado secuelas en la salud mental de la población,  el incremento del pandillaje es alarmante; me contaba un taxista que luego del toque de queda impuesto en los años 80, era frecuente encontrar por la mañana ciudadanos muertos en las aceras. Monseñor Cipriani nunca se preocupó por la defensa de la gente frente a los abusos cometidos, me comentó.

Ayacucho es una ciudad triste, pálida, la tenue luz eléctrica ilumina apenas a esta ciudad nostálgica. Panorama que contrasta con su bello paisaje, arquitectura hermosa, artesanía genial, gente noble; ciudad hermosa pero muy descuidada y tugurizada, un mayor esfuerzo de sus autoridades lograría hacer de Ayacucho un potencial turístico,conocí las hermosas ruinas arqueológicas Wari.

Por Ayacucho pasa un tramo del ducto del gas de Camisea, sin embargo los beneficios no se ven, caso típico de los pueblos del interior del Perú con riqueza en sus entrañas (minerales, gas petróleo), la riqueza se va, se quedan la pobreza y en muchos casos la contaminación.

Me sorprendió la cantidad de medios periodísticos locales, identifiqué seis. En una larga conversación con el periodista Mario Cueto Cárdenas, director de la revista «OPINIÓN», compartimos la propuesta de propiciar el debate sobre temas para una Agenda de desarrollo local y regional. Felicito la noble labor de Mario, en la revista mencionada se viene aperturando la discusión sobre ejes para el desarrollo de Ayacucho. Lamentablemente también aquí se reproduce la crisis política, el señor alcalde por ejemplo ganó como candidato invitado por el Partido Aprista, hoy va a la reelección pero con «Perú Posible».

Estuve por la Universidad, al igual que gran número de universidades a nivel nacional, veo el vacío de debate y liderazgo en propuestas. A pesar de ello, existen pequeños colectivos de jóvenes interesados en aperturar espacios de reflexión académica, cultural, superando la indiferencia. Bien muchachos!

Me hubiese gustado conversar con la MADRE COVADONGA, ilustre religiosa defensora de los derechos humanos, estuvo de viaje. Mi homenaje y reconocimiento a Ud. Reverenda Madre, gracias a nombre de quienes compartimos su sensibilidad social en favor de los más débiles, los ninguneados por el Perú centralista, aristocrático, oficial.

No faltó lo anecdotario. Hay un lugar denominado CAPRICHO. La razón es que «el gobierno de esa época no atendía el pedido de construir un puente moderno, por ello, los campesinos decidieron construir un puente por su capricho» (1)

Culminé mi visita visitando la Pampa de la Quinua donde se libró la batalla final contra las huestes españolas en 1824. Allí está el hermoso monumento construido durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado. Este obelisco de 44 metros de alto diseñado por el artista español Aurelio Bernardino, nos hace recordar el heroísmo de nuestros soldados que pelearon frente a frente, «pechito a pechito». Me puse a pensar cuan ridículos se hubiesen sentido Sucre o La Mar al pretender atacar a sus adversarios con misiles Patriot o gas pimienta, esto solo lo hace el loco Bush y su banda, pensé.

Termine mi visita con una gran nostalgia y esperanza, recordaba a nuestro inmortal poeta universal César Vallejo cuando decía: «Hay hermanos muchísimo que hacer».

(1) Revista Orígenes de mi tierra» Nº 2, pág. 17

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Iván Salas Rodríguez es Sociólogo, columnista periodístico.