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Birmania: Mediadores afuera

Fuentes: IPS

Al cerrarle la puerta a una organización suiza especializada en resolución de conflictos, los militares de Birmania derribaron toda esperanza de ayuda internacional para que ese oprimido país transite hacia una sociedad libre y abierta. A fines de marzo, el Centro para el Diálogo Humanitario (HD), organización con sede en Ginebra, tendrá que vaciar su […]

Al cerrarle la puerta a una organización suiza especializada en resolución de conflictos, los militares de Birmania derribaron toda esperanza de ayuda internacional para que ese oprimido país transite hacia una sociedad libre y abierta.

A fines de marzo, el Centro para el Diálogo Humanitario (HD), organización con sede en Ginebra, tendrá que vaciar su oficina birmana, desde donde dirigió un programa de reconciliación política iniciado en agosto de 2000.

El representante de HD en Rangún, Leon de Riedmatten, debió irse de Birmania a fines de febrero, cuando la junta militar que gobierna este país desde el golpe de Estado de 1962 se negó a renovar su visa.

«Fuimos informados de esta decisión verbalmente», dijo a IPS desde Ginebra Andrew Andrea, director de comunicaciones del HD, en entrevista telefónica. «No estamos conmocionados sino desilusionados. Esto hará más difícil nuestro trabajo.»

Por el momento, a esta organización con antecedentes en resolución de conflictos en Indonesia, Filipinas y Nepal, entre otros países, se le dieron pocas opciones más que clausurar su oficina en la capital birmana.

Pero la decisión de la junta terminó siendo una medalla para Riedmatten y su equipo, que buscaba crear condiciones para que altos funcionarios del gobierno militar dialogaran con otras figuras políticas birmanas en el fallido proceso hacia la paz y la democracia.

Entre ellos figuraba la líder opositora y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, arrestada en su domicilio, miembros de su partido político, la Liga Nacional para la Democracia, y dirigentes de las comunidades étnicas del país.

La tarea del HD permitió al enviado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Birmania, Razali Ismail, intermediar entre el hombre fuerte de la dictadura, general Than Shwe, el ex primer ministro Khin Nyunt y Aung San Suu Kyi, durante un periodo de un año que finalizó en mayo de 2003.

La líder opositora ha pasado más de 10 en total como prisionera política.

«Antes del HD no había ninguna organización extranjera destacada preparada para ayudar en el proceso de reconciliación de Birmania», dijo Soe Aung, portavoz del Consejo Nacional de la Unión de Birmania, red que reúne a 30 asociaciones de exiliados políticos de ese país.

«Leon (de Riedmatten) tuvo muy buenos contactos con oficinas de alto nivel en el gobierno militar que fueron de ayuda», agregó

No es sorprendente que gobiernos como el de Estados Unidos y Gran Bretaña, así como los de la Unión Europea, prestaran mucha atención a la tarea del HD y lo consultaran antes de formular cualquier política sobre Birmania.

«Muchos gobiernos tuvieron un diálogo estable con nosotros, pues sabían que hablábamos con todas las partes», dijo Andrea.

El acuerdo de paz firmado en agosto pasado entra el gobierno de Indonesia y los separatistas de la septentrional provincia de Aceh firmaron un acuerdo de paz es considerado un gran éxito del HD.

La organización propició un diálogo entre las dos partes en 1999, y el acuerdo puso fin a 25 años de un conflicto que se cobró 10.000 vidas.

«El enfoque del HD ayudó a crear las condiciones correctas para las subsecuentes conversaciones de paz», dijo a IPS Surin Pitsuwan, ex canciller indonesio involucrado en las negociaciones.

«El HD se ofreció como un actor no amenazante desde el comienzo, y luego preparó las condiciones psicológicas para que la paz fuera aceptada como una opción viable», agregó.

La probabilidad de un éxito semejante en Birmania fue atenuada por la dura posición de la junta hacia la organización suiza.

La no renovación de la visa de los miembros del HD emite un mensaje inequívoco: la junta militar birmana no tiene intenciones de brindar hospitalidad a ninguna organización extranjera que pueda poner en peligro su aferramiento al poder.

En enero, una actitud similar de la junta militar derivó en la interrupción de las visitas regulares del Comité Internacional de la Cruz Roja a las casi 90 prisiones de Birmania donde se encuentran la mayoría de los aproximadamente 1.100 presos políticos.

Severas restricciones a los viajes impuestas por la dictadura a miembros de organizaciones humanitarias internacionales en agosto pasado obligaron a poner fin a las actividades en Birmania del Fondo Global para la Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis, entre cuyos miembros figuran la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial.

El apercibimiento al HD sólo empeora la posición de Rangún dentro de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), que durante años había acudido al rescate del país ante críticas de la comunidad internacional. Desde el año pasado, los vecinos de Birmania dudan en mantener su apoyo.

Este mes, el ministro de Relaciones Exteriores de Singapur, George Yeo, reflejó esta situación al sugerir ante el parlamento de su país que la intransigencia de Birmania le deja al bloque regional poca opción aparte de distanciarse del régimen.

En años recientes, la Asean –que también incluye a Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Tailandia y Vietnam– vio caer en picada sus acciones políticas debido a la vergüenza causada por el régimen cada vez más opresivo de Birmania.

Un viaje planificado para este mes por el canciller de Malasia, Syed Hamid Albar, con el fin de evaluar la situación política birmana fue boicoteado por la junta, según informó el propio ministro a la prensa el martes. Originalmente, él tenía previsto hacer el viaje en enero.

«Detener el trabajo del HD es otro caso en que el Consejo quiere ser implacable», dijo Surin. «Le están diciendo al mundo que no quieren que se les facilite nada desde afuera.»