Están muy preocupados por la situación en Darfur. Cuando hay una catástrofe humanitaria en cualquier lugar del planeta dicen que están a punto para ayudar en lo que sea. Y no pegan ojo por culpa de las penurias de los atuneros al paso de Somalia. El misterioso nombre de la organización es Xe. ¿Una nueva […]
Están muy preocupados por la situación en Darfur. Cuando hay una catástrofe humanitaria en cualquier lugar del planeta dicen que están a punto para ayudar en lo que sea. Y no pegan ojo por culpa de las penurias de los atuneros al paso de Somalia. El misterioso nombre de la organización es Xe. ¿Una nueva ONG? No. Antes se llamaba Blackwater, el Ejército privado más famoso del mundo , que busca nuevos horizontes tras perder el negocio en Irak y la marcha de George W. Bush de la Casa Blanca.
Blackwater era uno de los principales socios privados de Bush en su «guerra contra el terrorismo» . Fundada por el fundamentalista cristiano Erik Prince, su cúpula cobijó a muchos neocons procedentes del Ejército y de la CIA. Durante años fueron los reyes en EEUU e Irak: han amasado más de 1.000 millones de dólares desde 2001 en contratos federales, según datos oficiales. Y siempre con licencia para operar sin dar explicaciones.
La imagen de Blackwater empezó a tambalearse en noviembre de 2007, cuando una matanza de 17 civiles iraquíes escandalizó al mundo. Pero la Administración de EEUU siguió protegiendo a una de las empresas más emblemáticas de la era Bush en la medida en que reunía tres de las señas de identidad de su política: guerra, privatización y fidelidad republicana.
Ahora, sin embargo, el imperio suma revés tras revés: en noviembre, Barack Obama desplazó a los republicanos de la Casa Blanca. En diciembre, el Departamento de Justicia de EEUU presentó cargos por homicidio contra cinco agentes de Blackwater , que ya han declarado ante el juez. A principios de enero, se puso fin en Irak a la impunidad legal de los Ejércitos privados. Y a finales del mismo mes, el Gobierno de Bagdad revocó la licencia que permitía a Blackwater operar en el país, como ya había hecho en 2007, aunque entonces Bush renovó igualmente el contrato a Blackwater.
Sin marcha atrás
Esta vez, en cambio, la decisión no tiene marcha atrás porque Washington la ha secundado: a principios de febrero anunció que no renovaría la licencia que le permitía operar en el país árabe, aunque de momento sigue en Afganistán.
Los tres meses que han estremecido a la compañía tuvieron su colofón el 12 de febrero: Blackwater ya no existe más. Se ha reencarnado en el vaporoso nombre de Xe y sus directivos aseguran que reenfocarán el modelo de negocio .
«Hacía meses que veníamos trabajando en la reestructuración de nuestras unidades y esta reflexión se ha concretado ahora», explica a Público desde EEUU Anne Tyrrell, portavoz de la empresa.
El nombre Blackwater ha desaparecido de todas las unidades. Xe se refiere al conjunto. Y la división que se dedica a las operaciones en el extranjero es ahora US Training Center, Inc. Ni rastro del pasado que lo ataba a Bush .
«El conjunto de cambios internos nos ha llevado a una situación tan apasionante que ha requerido incluso cambiar el nombre», subraya Tyrrell.
Además de los servicios tradicionales, Xe pone énfasis en los nuevos productos que querría implementar: ofrecerse como cascos azules donde la ONU cojea Darfur, luchar contra los piratas de Somalia y enseñar técnicas de autodefensa a los atletas americanos. «Y siempre estaremos al servicio de nuestro país» , concluye Tyrrell.
Un ejército de aspirantes para repartirse 100.000 millones de dólares
La guerra ha disparado los beneficio de las empresas privadas
Los Ejércitos privados han vivido con George W. Bush una expansión sin precedentes: han ganado más que nunca y han florecido como setas. Según un informe de 2008 del Congressional Budget Office, una entidad vinculada a la Cámara de Representantes, la invasión de Irak supuso un gasto de 100.000 millones de dólares para los contratistas privados , un nivel sin precedentes en la historia del país.
Los Ejércitos privados forman parte de este conglomerado llamado «contratistas privados» que según autores como Jeremy Scahill, autor de uno de los mejores estudios sobre Blackwater, tienen detrás todo un plan para privatizar las guerras. Actualmente, el 50% del dispositivo estadounidense en Irak pertenece al sector privado, según el Congressional Budget Office.
Entre el país árabe y Afganistán suman alrededor de 240.000 empleados . De ellos, sólo una pequeña parte son mercenarios armados equiparables a los soldados: en Irak, las tres empresas acreditadas suman unos 3.500 hombres. Pero sólo son la parte más visible porque muchas operaciones relacionadas con la seguridad se camuflan bajo otros paraguas.
Un mercenario estadounidense en Irak, según datos aportados ante el Congreso estadounidense, puede ganar hasta 1.200 dólares por día de trabajo . Y en ocasiones, las empresas se quedan con buena parte de este dinero contratando a mercenarios de países pobres y pagándoles un sueldo muchísimo más bajo. Varios ex empleados ugandeses de Triple Canopy han denunciado en su país a la compañía porque percibían apenas 30 dólares por día.
Lagunas legales
«A raíz de la guerra contra el terror de Bush, las empresas militares y de seguridad privada tienen gran demanda» , lamenta José Luis Gómez del Prado, experto del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la utilización de mercenarios. Y Gómez del Prado advierte que operan en un entorno legal lleno de «lagunas».
«Es muy difícil aplicar la definición de mercenario [regulada en una Convención] a los empleados de las empresas militares que están registradas legalmente y que han sabido explotar los vacíos jurídicos».