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Empresas transnacionales y resistencia

Boicot, desinversiones y sanciones, un instrumento para la lucha no violenta en los Territorios Ocupados Palestinos

Fuentes: Revista Pueblos

No son buenos tiempos para los palestinos que viven bajo la ocupación israelí. Aunque el Gobierno sostiene que Israel está ayudando a la economía palestina a crecer, hoy en día el nivel medio de vida de los palestinos es aún más bajo que antes del comienzo del «proceso de paz» en 1993. El muro de […]

No son buenos tiempos para los palestinos que viven bajo la ocupación israelí. Aunque el Gobierno sostiene que Israel está ayudando a la economía palestina a crecer, hoy en día el nivel medio de vida de los palestinos es aún más bajo que antes del comienzo del «proceso de paz» en 1993. El muro de separación aísla a decenas de miles de palestinos de sus tierras y lugares de trabajo, y la descuidada infraestructura y los puestos de control militares suponen obstáculos a la libre circulación y el desarrollo económico. Lo peor de todo es el férreo asedio a la Franja de Gaza, que ha puesto a 1,5 millones de personas al borde de la catástrofe, con insuficiente alimento y tratamiento médico; sólo entre el 5 y el 10 por ciento del agua en Gaza es apta para beber y existe una grave escasez de gasolina y electricidad.


Los palestinos están divididos físicamente en enclaves (siendo el de Gaza el más grande y herméticamente cerrado), pero también están divididos políticamente, entre Hamas y Fatah, entre los que apoyan a la Autoridad Palestina y los que la ven como un apéndice de la ocupación israelí. Ninguna de las facciones palestinas tiene la fuerza militar para competir con el ejército israelí, y las fuerzas israelíes pueden ser letales a su voluntad.

Hasta ahora, la comunidad internacional ha fracasado al no poder sostener la responsabilidad de Israel por sus crímenes. Sólo un puñado de gobiernos ha comenzado a imponer sanciones a Israel, a pesar de que otros países que recientemente han perpetrado violaciones del derecho internacional, como Irán, Corea del Norte, Serbia y Sudán, han sido sometidos a diversas formas de presión y sanciones internacionales. En estas condiciones, las perspectivas para la libertad de Palestina ofrecen una sombría mirada. La mayor parte de la opinión pública israelí considera que, en virtud de las condiciones actuales, Israel tiene el control y no hay necesidad de cambios. Por lo tanto, sólo una pequeña minoría pide poner fin a la ocupación.

La confianza de la opinión pública israelí se hace evidente en el hecho de que ha elegido un Gobierno de derechas, comprometido con la expansión de las colonias ilegales israelíes en los Territorios Ocupados Palestinos. Estas colonias encarnan la creencia de muchos israelíes de que la ocupación es permanente, de que Israel es lo suficientemente fuerte como para repeler cualquier fuerza externa, y de que puede hacer lo que quiera con las tierras de los palestinos, con sus recursos e incluso con su propio pueblo.

Es difícil para la mayoría de los israelíes ver desde dentro cómo la ocupación y las décadas de lucha sangrienta contra la resistencia palestina han corrompido a la sociedad israelí, el elevado precio que se ha pagado en la represión a los palestinos. Casi el 9 por ciento del presupuesto del Gobierno israelí se dedica a la ejecución del proyecto de colonización en los Territorios Ocupados Palestinos, a través fondos que han sido desviados de los servicios públicos como la salud y la educación [1]. La desigualdad en la sociedad israelí ha aumentado dramáticamente. En el año 1965 Israel era uno de los países más igualitarios a nivel mundial, y hoy en día es el país desarrollado más desigual del mundo, a excepción de los Estados Unidos de América [2].

El precio más alto pagado por la sociedad israelí es, sin embargo, el rápido deterioro de los valores sociales, el aumento de la delincuencia, la violencia y la corrupción entre la población en general, así como el liderazgo. Los israelíes han aprendido una lección sencilla de la política de Oriente Medio, que «la fuerza hace al derecho», y son criados en una cultura que sanciona la deshumanización de quienes son «diferentes». Los políticos israelíes, los educadores y los periodistas están constantemente dando excusas y explicaciones de por qué en Israel está justificado el robo de los recursos palestinos y el uso de la violencia para aplastar las protestas.

Israel es hoy, en muchos aspectos, más fuerte que nunca, sobre todo en los indicadores macroeconómicos, tales Israel es hoy, en muchos aspectos, más fuerte que nunca, sobre todo en los indicadores macroeconómicos, tales como las exportaciones, el PIB y las reservas de moneda extranjera. Pero en otros temas es más vulnerable que nunca. La capacidad de Israel para seguir desposeyendo a los palestinos depende de la voluntad de la comunidad internacional en permitirlo. Los israelíes tienen conocimiento sobre los crímenes, y requieren de la constante garantía de que no serán castigados, y aun así ser bienvenidos en la comunidad internacional como personas «civilizadas».

En los últimos años, un creciente movimiento ha surgido en todo el mundo pidiendo el final del silencio, y tratando de hacer ver a los israelíes que no pueden seguir cometiendo atrocidades con impunidad. Este movimiento se identifica con un triple llamamiento al Boicot, las Desinversiones y las Sanciones (BDS) contra Israel [3].

La Campaña BDS

Este movimiento ha surgido a partir de los llamamientos de los palestinos, que son conscientes de que las sanciones económicas contra Israel también afectarán a la economía palestina, al ser completamente dependientes de la economía israelí. Sin embargo, la llamada se ha realizado debido a que la necesidad de libertad se ha considerado más urgente.

Los gobiernos internacionales han sido lentos en su respuesta a este llamamiento, pero las organizaciones representantes de la sociedad civil y las organizaciones de base se están adhiriendo a la campaña de BDS más rápidamente, especialmente después de la ofensiva israelí contra la Franja de Gaza en el pasado invierno de 2008-2009. Estas organizaciones están organizando el boicot de productos israelíes, y de las empresas internacionales que proporcionan a Israel equipos y servicios que se utilizan para oprimir a los palestinos.

Cuatro de los ejemplos más conocidos son: • La decisión de la compañía francesa Veolia para retirarse del proyecto de construcción del tranvía en Jerusalén para conectar las colonias ilegales israelíes que la rodean [4]. • La determinación del Gobierno noruego de desprenderse de la empresa israelí Elbit, que produce el armamento que el ejército israelí ha utilizado en contra de civiles desarmados [5]. • La decisión de la empresa Black British Rock de desprenderse de la empresa Africa Israel, que hasta ahora ha estado construyendo las colonias ilegales israelíes [6]. • La postura del Gobierno español al descalificar a la universidad israelí de Ariel, construida en una colonia ilegal, para participar en un concurso de arquitectura [7].

Estos y otros pasos han llamado la atención de la comunidad empresarial israelí. La construcción del tranvía de Jerusalén prácticamente se ha paralizado por la presión internacional, y la empresa Africa Israel está al borde del colapso, ya que no puede cumplir sus obligaciones frente a sus inversores [8]. Los medios de comunicación económicos israelíes están plagados de discusiones acerca de cómo sobrevivir a la embestida del BDS, y lo que todavía está por venir.

El BDS está cobrando velocidad por varias razones. En primer lugar, es un llamamiento de gran alcance para los palestinos, que ofrece alguna esperanza de tener un impacto real en las políticas de Israel. Tiene muchas más probabilidades de éxito que una ofensiva militar por parte de las escasas fuerzas palestinas. También es una llamada que da la oportunidad a los internacionales de participar y contribuir a la causa por la libertad de Palestina, y así mostrar su descontento con el fracaso de sus propios gobiernos para hacer responsable a Israel.

Incluso unos cuantos israelíes se están sumando al movimiento, y llamando al boicot a Israel. Se dan cuenta de que a menos que Israel comience a respetar el derecho internacional, acabe con la ocupación y ofrezca igualdad de derechos a todos sus ciudadanos, es inevitable un brote de violencia generalizada, seguido por el colapso económico y la censura internacional. Los israelíes que desean evitar esa catástrofe están tratando urgentemente de derrocar al régimen racista de Israel, aun con el riesgo de perder a sus amigos al pedir sanciones económicas contra su propio país [9].

El BDS plantea la cuestión inevitable de la comparación entre Palestina y Sudáfrica. En ese sentido, ¿está Israel aplicando un sistema de Apartheid? La palabra «Apartheid», literalmente significa separación estructural, y el Gobierno israelí no oculta el hecho de que se esfuerza por crear una separación entre los judíos y los no judíos, con diferentes métodos, que culminan en sólidos muros de hormigón.

Esto, por supuesto, no significa que Israel y el Apartheid de Sudáfrica sean lo mismo. Existen muchas diferencias. Por ejemplo, Israel contiene jerarquías muy complejas que discriminan entre los diferentes tipos de palestinos y judíos. Además, Israel es tá tratando de minimizar el uso de mano de obra palestina (a diferencia del uso intensivo de mano de obra negra en Sudáfrica) con el fin de impedir que los palestinos sigan creciendo en número y se conviertan en mayoría [10]. Sin embargo, el hecho de que existen diferencias no significa necesariamente que el BDS no sea una herramienta adecuada para ambos casos.

No obstante, el boicot de Sudáfrica no se consideró efectivo económicamente. Sudáfrica es rica en recursos naturales y fue capaz de soportar el boicot durante años sin rendirse [11]. Israel, sin embargo, tiene pocos recursos naturales, y es mucho esmás dependiente de las importaciones y las exportaciones para mantener el crecimiento económico. Se puede suponer que los efectos sobre la economía israelí se sentirán mucho más fuertemente que en Sudáfrica, y se pueden lograr resultados mucho más rápido [12].

También hay que señalar que las elites de Israel, la clase socioeconómica alta, están desproporcionadamente involucradas en las industrias de exportación y son las principales consumidoras de bienes importados. Así, el BDS afectará en primer lugar a las personas más acomodadas en Israel, que también son las personas con una mayor influencia sobre el Gobierno y sus políticas [13].

Además, el impacto psicológico del movimiento BDS no debería ser descartado. Cuando los israelíes son conscientes de que las acciones de su Gobierno son inaceptables en todo el mundo, se ven obligados a considerar su propio apoyo a estas acciones, y qué sacrificios estarían dispuestos a hacer en nombre del orgullo nacional.

Unirse al movimiento BDS es una elección moral para disociarse de Israel y clamar contra la injusticia pero, finalmente, la elección del BDS se convierte no sólo en una cuestión moral, sino también en una opción de negocio. Las empresas que sigan trabajando y apoyando a Israel, podrían encontrarse aisladas, boicoteadas, o incluso enfrentarse a las acciones legales, el enjuiciamiento y las demandas de compensación de los palestinos que fueron perjudicados por las políticas israelíes con el apoyo de estas empresas.


Shir Hever es economista y trabaja para el Alternative Information Center (www.alternativenews.org). Versión original en inglés. Traducido para Pueblos por Miren Oren. Este artículo ha sido publicado en el nº 40 de la Revista Pueblos, diciembre de 2009.

Notas

[1] Hever, Shir (2010): Political Economy of Israel’s Occupation: Beyond Mere Exploitation, London: Pluto Press, Forthcoming

[2] World Bank’s World Development Indicators for 2007

[3] Badil (2005): «Palestinian Civil Society Calls for Boycott, Divestment and Sanctions against Israel Until it Complies with International Law and Universal Principles of Human Rights,» Badil, July 9th, http://www.badil.org/Publications/Press/2005/press390-05.htm

[4] Bar-Eli, Avi (2009): «The Light Rail Operator in Jerusalem Takes Off; The Tel-Aviv Operator Paralyzed,» TheMarker, June 8th

[5] Hermez, Sami (2009): «Answering Critics of the Boycott Movement,» The Electronic Intifada, October 1st

[6] Beckerman, Gal (2009): «Palestinian-led Movement to Boycott Israel is Gaining Support,» September 16th, Forward

[7] Architects and Planners for Justice in Palestine (2009): «Settlement University Dropped from Prestigious Architecture Competition,» Electronic Intifada, September 22nd

[8] Aflalo, Eti (2009): «Thus the Fall of Leviev Will Affect Our Pockets,» TheMarker, September 1st

[9] Gordon, Neve (2009): «Boycott Israel,» Los Angeles Times, August 20th

[10] Amirav, Moshe (2007): The Jerusalem Syndrome [Syndrome Yerushala’im], Jerusalem: Carmel

[11] Levy, Philip L., (1999): Sanctions on South Africa: What Did They Do?, Economic Growth Center, Yale University, Discussion Paper No. 796, February, p. 2-14

[12] Hever, Shir (2006): «The Question of Sanctions and a Boycott against Israel», The Alternative Information Center, Jerusalem, March

[13] Ibid.