Se levantó el pedido de sesión especial para tratar los créditos UVA, impulsada por Julio Cobos de Juntos por el Cambio, para este jueves 5.
Categoría: Argentina

“Para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su compañero y su hermano.”
Al galope del 6,7% de inflación en marzo, el mayor récord en 20 años, empujada por las subas en Educación (23,6%), indumentaria (10,9%) y alimentos (7,2%), las negociaciones salariales comenzaron a reflejar la aceleración de los precios. La dinámica quedó estampada en los acuerdos que ya incorporan una mayor cantidad de ajustes y más cercanos en el tiempo en función de expectativas de inflación cada vez más altas.
La economía argentina había logrado en la gestión de los Kirchner (Néstor y Cristina) reencauzar su camino para apuntalar el mercado interno, impulsar el consumo, proteger el trabajo y, la producción nacional.

La privatización del río Paraná comenzó en la década del 90 y se mantuvo con todos los y las presidentes. Nunca se contemplaron las opiniones de las poblaciones que viven en la región ni los impactos socioambientales. Tras una tibia mención de estatización, el gobierno nacional reforzó la vía privatizadora y dio la espalda a la participación ciudadana.
Una treintena de organizaciones sindicales ya negocia el reajuste de sus salarios en el marco de paritarias convocadas o no de manera oficial por el Ministerio de Trabajo, mientras la totalidad de los voceros gremiales coincide en que el adelantamiento de las negociaciones debe «ganarle al elevado proceso inflacionario», por lo cual los dirigentes se inclinan por «acuerdos cortos».
En medio del extendido padecimiento social por pérdida de ingresos y precarización, la flagrante degradación de la democracia brinda aliento a la extrema derecha.
“¡La Argentina no aguanta ni un impuesto más!”, gritaron tanto los ruralistas que se subieron a un tractor para marchar hacia la Ciudad de Buenos Aires como Daniel Funes de Rioja, presidente de la UIA y el más estoico defensor de una baja a las contribuciones patronales para las grandes compañías.
Una de las acusaciones más infames, torpes y malintencionadas que recibieron los defensores de la gesta de 1982 fue la que afirmaba que la reivindicación de la causa Malvinas convertía a quien la realizaba en enemigo de la democracia, cómplice de la dictadura y, por lógica consecuencia, en sospechoso de avalar el terrorismo de Estado.
La cantidad de personas que concurre al establecimiento se multiplicó dramáticamente, al punto de tener que rechazar a muchos de los que se acercan a buscar un plato de comida.