
La derrota de la izquierda brasileña tiene raíces profundas que van más allá de la «guerra cultural» o las políticas «identitarias». La extrema derecha ha capitalizado el desencanto y movilizado fuerzas, mientras la izquierda permanece en silencio o capitula ante la presión. Para cambiar esta correlación de fuerzas, es esencial aprender de la historia, movilizar socialmente y enfrentar los desafíos de fondo que han dado poder al bolsonarismo y a su proyecto neofascista.