Traducido para Rebelión por Germán Leyens
En un reciente artículo sobre Nicaragua, Frank J. Kendrick, del Consejo de EE.UU. sobre Asuntos Hemisféricos (COHA, por sus siglas en inglés), se las arregló para escribir extensivamente sobre el país sin mencionar dos temas cruciales que el país enfrenta en la actualidad. (1) Curiosamente, el análisis de Kendrick sobre Nicaragua omite la continua y siniestra intervención del gobierno de EE.UU. en la política interna de Nicaragua, así como argumentos de importancia vital sobre el Acuerdo Centroamericano de Libre Comercio (CAFTA). Las líneas de la batalla política en Nicaragua están siendo fijadas ahora para una elección presidencial que aún se encuentra a un año de distancia, en noviembre de 2006.
Kendrick también omitió que el presidente cliente de EE.UU., Bolaños, ganó la campaña electoral en noviembre de 2001 con promesas de más empleo, generando miedo respecto a vínculos falsos de los partidos de oposición con el «terror». Pero el desempleo de Nicaragua ha aumentado a niveles que superan en varias veces a las mentirosas estadísticas oficiales y los representantes del FSLN han hecho varias denuncias de todo terrorismo, incluyendo la variedad auspiciada por EE.UU., realizada por asesinos confesos como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch. Los hechos de la vida material de cada día para la gente en Nicaragua contradicen las ridículas sugerencias de que Bolaños es duro ante la corrupción. A la merced de funcionarios públicos terriblemente mal remunerados y resentidos, la gente se enfrenta regularmente a exigencias de sobornos por ávidos policías del tránsito.
En caminos rurales en mal estado, se encuentran a menudo grandes carteles anunciando otro inmenso progreso social del gobierno de «Nueva Era» de Bolaños. – por ejemplo, una miserable escuela de dos salas de clase que no debería costar más de 2.300 dólares, como máximo. Pero incluso el letrero de propaganda dice que cuestan el doble de esa suma. ¿Qué significa esto? Significa contratos de construcción corruptos, gastos exagerados de supervisión y, sobre todo, una deuda exagerada a las instituciones financieras internacionales, que prestaron el dinero para la realización del proyecto. Detalles como estos escapan a los cómodos analistas que producen propaganda «equilibrada» a favor de Bolaños, favorable al gobierno de EE.UU., desde sus alturas norteamericanas.
Kendrick, de COHA, tampoco nota que los actuales problemas del presidente Bolaños resultan de otra pifia del antiguo secretario de estado Colin Powell. Cuando a Bolaños le iba muy bien gracias a una coalición de facto con la oposición de izquierda, el FSLN, Powell visitó Nicaragua y le dijo a Bolaños que rompiera la alianza. Bolaños obedeció y desde entonces su autoridad no dejó de disminuir. Ese detalle también lleva a cuestionar el énfasis con el que muchos críticos se concentran en el presunto apoyo del FSLN al antiguo presidente en desgracia, Arnoldo Alemán. El FSLN trabajó estrechamente con Bolaños para asegurar que Alemán fuera puesto entre rejas.
La mayoría empobrecida paga la cuenta
Por ahora, la mayoría pobre en Nicaragua continuará sufriendo cada vez más privación económica con su estoicismo usual. Han padecido una creciente pobreza durante los últimos quince años como resultado de las políticas neoliberales impuestas por gobiernos obligados a ajustarse por las instituciones financieras internacionales respaldadas como de costumbre por Estados Unidos. Su estoicismo puede ser puesto a prueba aún más dentro de poco, a medida que aumentan los precios de la energía y las economías centroamericanas sufren aún más presiones inflacionarias resultantes de la reciente revaluación del yuan chino.
Pero, suponiendo que las elecciones procederán de modo más o menos normal, Kendrick sugiere una batalla electoral entre tres fuerzas. Puede que tenga razón por lo menos en esto, pero es un análisis simplista de la realidad política subyacente. Vista de manera más realista, la batalla política en Nicaragua es entre las clases dominantes tradicionales y sus aliados y el partido sandinista FSLN y sus aliados. Esa división define a las fuerzas contentas con someterse al imperialismo de EE.UU. y las fuerzas dispuesta a resistir, sobre todo el FSLN.
La polca partidaria nicaragüense – búsquense sus parejas…
Los vehículos políticos de las clases dominantes tradicionales en Nicaragua son los diversos partidos liberales y el Partido Conservador. Existe un desorden caótico entre esos partidos como resultado de la disputa entre ladrones representada por el encarcelamiento del corrupto ex presidente Arnoldo Alemán. Así se creó el espacio para un tercer partido que representa intereses acaudalados y de clase media que no pueden encontrar un hueco confortable ni en el Partido Liberal PLC dominante ni en el FSLN. De manera que, esperando llenar ese espacio del tercer partido, antiguos sandinistas como el importante empresario Herty Lewites tratan ahora de explorar posibles coaliciones con liberales disidentes como Eduardo Montealegre y José Antonio Alvarado
así como con otros partidos.
Para el gobierno de Estados Unidos un tal estado de cosas es alarmante. Originalmente, parecía ser algo bueno para el Embajada que Lewites estuviera levantando una cometa electoral contra el líder del FSLN Daniel Ortega. Un FSLN dividido hubiera sido útil para el gobierno de EE.UU. Pero ahora, las travesuras electorales están degenerando y serpenteando fuera de control. Un partido liberal dividido entregará la presidencia de Nicaragua al FSLN y una mayoría efectiva en la Asamblea Nacional. Para el régimen de Bush, compuesto sobre todo de nostálgicos de los días gloriosos de Irán-Contra, una victoria presidencial sandinista en 2006 representaría un humillación extremamente público.
Un pequeño y lejano país… ¿a quién le importa?
Podrá parecer una locura que un pequeño país como Nicaragua exija semejante atención del gobierno de Estados Unidos. Pero EE.UU. no ha logrado hacer retroceder a las fuerzas políticas de izquierda ni en El Salvador ni en Nicaragua. Tampoco, hasta ahora, ha podido que el Acuerdo Centroamericano de Libre Comercio (CAFTA) reciba el visto bueno del parlamento Nicaragüense ni de la legislatura costarricense. Este signo inconfundible de la decadencia de EE.UU. seguramente agita al gobierno ultra-macho de Bush.
El resultado de las batallas políticas por el CAFTA es fundamental para el futuro de Nicaragua y las intenciones regionales de EE.UU. El CAFTA es sólo un acuerdo comercial desde el punto de vista formal. Los beneficios mutuos para Centroamérica resultantes del CAFTA son absolutamente mínimos. Su efecto fundamental es un acuerdo de inversión, que entrega a bajo precio a Nicaragua y a los otros países centroamericanos en una bandeja a los inversionistas corporativos de EE.UU. CAFTA es la culminación lógica de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe de los años ochenta que engatusó a las economías regionales hacia una mayor dependencia de los mercados de EE.UU. Ahora, EE.UU. está utilizando esa dependencia para suturar en un tratado legalmente vinculante su control dominante del comercio y de las opciones de inversión de la región.
Entre otros efectos negativos, el CAFTA significará el fin para la mayoría de los pequeños y medianos agricultores de Nicaragua y cerrará a los pequeños comerciantes. Negará medicinas accesibles a la gente corriente y entregará lo que queda de los recursos naturales que ya han sido saqueados a los inversionistas extranjeros. El CAFTA mejorará el contexto legal para la privatización del agua, por ejemplo, una iniciativa que hasta ahora el Banco Mundial y el FMI no han podido imponer a Nicaragua, a pesar de sus mejores esfuerzos concertados. El acuerdo también aumentará el endeudamiento de Nicaragua, ya que necesitará más créditos de envergadura del Banco Mundial a fin de cumplir con gran parte de las condiciones más onerosas del CAFTA.
Pero una victoria del FSLN en 2006 significaría un gobierno contrario al CAFTA, pro-cubano, pro-venezolano en Managua. Alentaría a la formidable oposición del FMLN en El Salvador y sería una fuerte voz regional en apoyo a los heroicos zapatistas en México y a otros movimientos populares en Guatemala y Honduras. Las perspectivas para un cambio radical dentro de la propia Nicaragua probablemente se limitarían a mayor acceso de las familias empobrecidas a los servicios sanitarios y educacionales. Una victoria sandinista también significaría más inversión en recursos para los productores rurales pequeños y medianos y para pequeños negocios urbanos en Nicaragua – la gente propiamente amenazada por el CAFTA.
La señora desaparece – adiós embajadora Moore
Por eso los representantes del gobierno de Estados Unidos han aumentado permanentemente la presión sobre los políticos nicaragüenses durante las últimas semanas para que apoyen los deseos del gobierno de EE.UU. Varios importantes políticos liberales han sufrido el retiro de sus derechos de ingreso a EE.UU., igual que funcionarios del Consejo Supremo Electoral de Nicaragua. La embajadora Barbara Moore ha exigido públicamente que el mayor partido de la Alianza Liberal, el PLC, elimine a políticos que ella califica de corruptos (2).
El año pasado, cuando el incapaz presidente Enrique Bolaños se encontraba amenazado con procedimientos legales por irregularidades financieras en las elecciones, Moore amenazó con que EE.UU. podría suspender la ayuda si se continuaba en el proceso. Moore también presionó abiertamente para la formación del Comité Ejecutivo de la Asamblea Nacional de Nicaragua para 2004, pretendiendo que era a pedido de partidarios de Enrique Bolaños. Tal vez sea el motivo por el cual en julio el gobierno de Bolaños otorgó a Moore su condecoración más importante – la Gran Cruz del Orden de José de Marcoleta. El período de Moore como embajadora terminó el 15 de julio. Se va para actuar como consejera política del Comando Sur del ejército de EE.UU. Moore tomó originalmente el relevo intervencionista de su predecesor Oliver Garza.
Garza es tristemente célebre por haber hecho campaña abiertamente por Enrique Bolaños durante la elección presidencial de 2001, mientras era embajador de EE.UU. Su especie de descarada intervención imperial fue demostrada en la noche de la elección durante esa campaña. Según el candidato a vicepresidente de Daniel Ortega, Agustín Jarquin, Garza entró al centro nacional centralizado de recuento de votos temprano por la mañana cdespués de las elecciones y exigió una reunión con Roberto Rivas, jefe del Supremo Consejo Electoral. Le dijo a Rivas que detuviera el recuente y recomenzara después de cambiar parte del personal. Increíblemente, Rivas obedeció. Como de costumbre, el escandaloso incidente nunca apareció en los medios dominantes internacionales.
Sacan a relucir a los Caballeros Negros
Garza volverá ahora a Nicaragua cualquier día con un puesto especialmente creado para él como encargado de negocios interino junto al actual encargado de negocios Peter Brennan. Cabe poca duda de que han vuelto a utilizar a Garza con órdenes de reordenar las fuerzas en los partidos políticos tradicionales y estructurar una fórmula electoral capaz de derrotar al FSLN en 2006. Puede que sea más difícil ya que los políticos liberales del PLC están furiosos porque EE.UU. ha denegado visas a varios de ellos para viajes a Estados Unidos. Recientemente, también se anuló la visa del presidente del Consejo Electoral Supremo, Roberto Rivas.
El nuevo embajador a Nicaragua que tratará de calmar la situación y obtener que la política contra el FSLN vuelva a lo acostumbrado, será Paul Trivelli. Trivelli leerá probablemente un guión más suave, sutil de «buen policía» contra el papel del «policía malo» de Garza como un hombre duro reconocido. Pero el propio Trivelli no es un inocente. Es un maestro del discurso de «democratización» que los diplomáticos de EE.UU. gustan de hilar mientras se las arreglan para ignorar el historial grotesco y oprobioso del terror y la represión estadounidense en la región.
Mientras era Director de Asuntos Centroamericanos del Departamento de Estado durante la elección presidencial en El Salvador en 2004, Trivelli justificó la descarada intervención de EE.UU. en la elección, diciendo que «Dijimos que no dudaríamos al expresar nuestra opinión sobre temas que afectan nuestras relaciones bilaterales y que continuaremos reaccionando ante las acciones y declaraciones del FMLN durante la campaña» (3). Trivelli conoce bien Nicaragua. Fue agregado comercial en la embajada en Managua de 1995 a 1999.
Y los pesos pesados prueban su puntería
Además de estos refuerzos diplomáticos, el antiguo subsecretario de Asuntos Hemisféricos de EE.UU., Otto Reich, presentó controvertidas entrevistas en los medios locales durante la semana pasada. El periódico derechista La Prensa preguntó provocativamente si EE.UU. aceptaría una dudosa victoria del FSLN en 2006. Reich respondió, de manera igualmente provocativa, que esperaría que EE.UU. aprendería de lo que calificó de fraudulenta victoria de Hugo Chávez el año pasado en la votación presidencial revocatoria venezolana. (4)
En el canal 2 de televisión, Reich llamó a los nicaragüenses a manifestar contra la reciente cooperación legislativa entre el partido Liberal PLC y el FSLN. Críticos de esos partidos se refieren a esa cooperación como «el Pacto». De la misma manera, los medios locales informaron que el sucesor de Reich, Roger Noriega declaró recientemente de modo controvertido que los políticos liberales deben elegir entre ser «amigos o enemigos» de Estados Unidos. (5)
A medida que se desarrolla la campaña contra el FSLN, EE.UU. y sus aliados locales utilizarán todas las viejas amenazas y rumores que han utilizado en el pasado. Por ejemplo, si el FSLN gana, las autoridades de inmigración de EE.UU. tomarán medidas enérgicas contra decenas de miles de inmigrantes nicaragüenses ilegales en EE.UU. y los obligarán a volver a casa. O, si el FSLN gana, EE.UU. restringirá las remesas que suministran un 15% de las divisas extranjeras de Nicaragua y de las que dependen inmensas cantidades de nicaragüenses para sobrevivir de un mes al otro.
O, si gana el FSLN, se establecerán barreras comerciales contra productos nicaragüenses, la «ayuda» de EE.UU. será eliminada, la gente no podrá visitar a sus parientes en EE.UU. Todos estos temores serán despertados y alimentados por la permanente propaganda de políticos contrarios al FSLN que dependen de EE.UU. para que los patrocine a medida que amañan las reglas para ganar las elecciones. Lo hicieron en 1995 y en 2001. Lo tratarán de hacer de nuevo en 2006.
Ningún análisis de Nicaragua tiene sentido sin señalar la constante intervención del gobierno de EE.UU. en los asuntos internos del país. Esa intervención sólo se hace más flagrante cada vez que se acercan elecciones. Este año en el 26 aniversario del triunfo revolucionario sandinista el 19 de julio, medio millón de personas repletó la antigua Plaza de la Revolución – llamada ahora Plaza de la Fe – para celebrar. Esa medida del apoyo, que antes resultó ser poco fiable, podría terminar por traducirse en una victoria electoral del FSLN el año próximo. El gobierno de EE.UU. ya ha organizado un equipo experimentado de demoledores diplomáticos para impedirlo. Nicaragua, la prueba de fuego de la autoridad imperial de EE.UU. en la región, probablemente se convierta en un campo de batalla electoral tan cruento como Venezuela.
toni solo es un activista basado en Centroamérica – contactos a través de: [email protected]
Notas
1. «Nicaragua: A Three-Way Political Battleground» Frank J. Kendrick www.dissidentvoice.org 20 de julio de 2005
2. «Moore llama a sanar de corruptos al PLC», La Prensa 15 de julio de 2005
3. «The USA And The El Salvador Elections Of 2004» James A. Lucas, Countercurrents.org 10c de enero de 2005
4. «Otto Reich: EE.UU. no se equivocará en Nicaragua como en Venezuela» La Prensa 11 de julio de 2005
5. «Rechazan sandinistas injerencismo de EE.UU. en Nicaragua», Prensa Latina, 21 de julio de 2005