Pueblo de Dashimen, China. En esta aldea productora de maíz en el norte de China están surgiendo señales de que el vigoroso crecimiento económico del país podría estar alcanzando su límite. Desde hace tiempo, uno de los grandes recursos de China ha sido su inagotable reserva de mano de obra barata, que estimuló al sector […]
Pueblo de Dashimen, China. En esta aldea productora de maíz en el norte de China están surgiendo señales de que el vigoroso crecimiento económico del país podría estar alcanzando su límite.
Desde hace tiempo, uno de los grandes recursos de China ha sido su inagotable reserva de mano de obra barata, que estimuló al sector de manufactura. Pero aquí apenas quedan trabajadores capacitados, convirtiéndolo en un pueblo compuesto prácticamente sólo por ancianos. «Todos los jóvenes se han ido a trabajar (a otras partes)», afirma Wang Shuzhen, una mujer de 58 años cuyos dos hijos trabajan fuera, uno en la construcción, otro como conductor.
Cada vez son menos los trabajadores que se trasladan a las áreas manufactureras en las zonas costeras del país porque aldeas como Dashimen se están quedando vacías, situación que aumenta la presión sobre los salarios y los temores sobre la escasez de mano de obra. Los centros de contratación laboral del delta del río Perla, el corazón manufacturero del sur de China, registraron 9% más de ofertas de trabajo que solicitudes de empleo en el primer trimestre, según una encuesta del Ministerio de Trabajo chino.
De momento, no parece que la gigantesca economía china se haya visto perjudicada por estas tendencias. Los datos del gobierno divulgados ayer mostraron un continuo y sólido crecimiento, si bien a un ritmo ligeramente inferior. El Producto Interno Bruto del segundo trimestre creció 10,3% respecto a hace un año, pero representa una pérdida frente al 11,9% en los tres primeros meses del año.
Algunos de los grandes motores del crecimiento a largo plazo no parecen que vayan a perder fuerza: el consumo de los nuevos ricos de China y el éxodo de cientos de millones de personas a las ciudades del país. Las industrias chinas -desde vidrio laminado y automóviles hasta electrónicos- están surgiendo como rivales potencialmente letales para las de Estados Unidos, Japón y Europa.
Sin embargo, mantener la trayectoria económica de China se está volviendo cada vez más difícil, dicen funcionarios y economistas. «Las tasas de crecimiento del pasado no se pueden sostener indefinidamente», advierte Li Shantong, economista de Development Research Center, un centro de estudios gubernamental en Beijing. «China necesita adaptarse a un futuro en el que las exportaciones y la infraestructura sean menos importantes y haya un mayor crecimiento en tecnología e innovación», afirma.
La combinación de salarios más altos a nivel interno y la creciente competencia de otros países con mano de obra más barata harán más difícil que China -el mayor exportador del mundo- mantenga el rápido crecimiento de sus envíos. En lugares como la isla tropical de Hainan ya empiezan a verse burbujas en el sector inmobiliario, lo que ha obligado al gobierno a adoptar medidas para enfriar esos mercados para evitar que pongan en peligro el sistema financiero.
Las condiciones demográficas favorables que históricamente proporcionaron mano de obra a la expansión económica están cambiando. La población china en edad de trabajar -de 15 a 64 años- ha crecido continuamente. Pero debido en parte a que la mayoría de las familias tan sólo puede tener un hijo, el crecimiento de su población trabajadora está menguando, según Naciones Unidas, cuyas proyecciones apuntan a que las reservas de mano de obra alcanzarán su pico alrededor de 2015, para luego empezar a declinar.
Consecuencias globales
El crecimiento ha provenido en parte de la ofensiva china por alcanzar a las naciones ricas en los campos de la tecnología, infraestructura y educación. Japón, Corea del Sur, Taiwán y Singapur atravesaron períodos similares, y su rápido progreso acabó enfriándose.
«Ningún país crece a un ritmo de 8% o 10% indefinidamente», señala Dwight Perkins, economista de la Universidad de Harvard que pronosticó correctamente el auge económico chino iniciado hace tres décadas por las reformas del mercado.
Una desaceleración en el crecimiento en China tendría profundas consecuencias en la economía global. Los países ricos en recursos naturales de América Latina y África dependen de la demanda china en expansión. Mientras, economías más maduras como EE.UU. y Europa ven en China un mercado de exportación y un nuevo destino de inversión.
Dentro del país, el alto crecimiento sostenido ha permitido al gobierno aplazar la toma de medidas para abordar una serie de problemas, desde préstamos incobrables creados por bancos controlados por el estado a las grandes divisiones sociales entre las zonas rurales y las urbanas. El pacto político del país ha sido simple: el Partido Comunista gobierna a cambio de una mayor prosperidad y una mejor calidad de vida.
El gobierno está poniendo de manifiesto la necesidad de prepararse para un futuro económico diferente. «El gobierno necesita acelerar las reformas a la estructura de la economía para poner los cimientos de un crecimiento económico rápido y estable a largo plazo», dijo recientemente el viceprimer ministro Li Keqiang.
El problema más anticipado es el fin de unos 35 años de continuo crecimiento de la población en edad de trabajar. Los cambios demográficos sumaron alrededor de 1,8 puntos porcentuales anuales a la expansión económica desde finales de los 70, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, de Washington. Pero para 2030 predice que la contracción de la población trabajadora reducirá el crecimiento en 0,7 puntos porcentuales al año.
En pueblos como Dashimen, al norte de la provincia de Hebei, todas las personas en edad productiva ya están trabajando en las ciudades. Yin Zhen, el marido de 58 años de Wang, dice que él mismo era un trabajador itinerante hasta que hace cinco años los empleadores comenzaron a pasarlo por alto en favor de otros hombres más jóvenes.
Ante el menor crecimiento de la fuerza laboral, los trabajadores itinerantes se encuentran en mejor posición para pedir salarios más altos. Una encuesta realizada este año por el banco central muestra que los salarios promedio de los trabajadores itinerantes -que tradicionalmente hacen los trabajos manuales y tienen escaso poder adquisitivo- subieron 17,8% frente a un año antes.
Estos avances mejorarán las vidas de los trabajadores urbanos más pobres, pero también les complicarán las cosas a los exportadores chinos de mercancía barata como ropa y juguetes porque les resultará más difícil competir principalmente por precio. Los exportadores tendrán que seguir aumentando la productividad para compensar los salarios más altos y comenzar a producir productos más caros.
Esta situación pone bajo presión al comercio, uno de los principales motores del avance chino. Las exportaciones chinas han aumentado en promedio 21% al año en los últimos 10 años. Ahora que probablemente los mercados de Europa y EE.UU. registrarán un menor crecimiento en los próximos años, China pasará apuros para mantener ese ritmo.
Sin embargo, China ha prosperado en los últimos 30 años reinventando constantemente su economía, abandonando experimentos fallidos y apostando por los exitosos. «Para tener un crecimiento sostenible en el futuro, realmente se necesitarán reformas drásticas, profundas y consistentes», afirma Xiao Geng, director del centro de estudios Columbia Global Center de Asia del Este, con sede en Beijing. «Me preocupa, pero aún tengo bastante confianza en que lo logren».
Fuente: http://online.wsj.com/article/SB127923616451317607.html?mod=WSJS_inicio_MiddleFirst