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Saludo de Noam Chomsky en el II Encuentro de Historiadores a Cien Años de la Masacre de Iquique

Comentario sobre la matanza de Iquique

Fuentes: anarkismo.net

Hasta hace un año, y me siento avergonzado de decirlo, yo no sabía nada sobre la matanza de Iquique ocurrida hace un siglo, o de sus antecedentes en las luchas de los trabajadores chilenos, así como tampoco sobre la notable historia del anarquismo chileno. Durante mi viaje a Chile en octubre de 2006, tuve la […]

Hasta hace un año, y me siento avergonzado de decirlo, yo no sabía nada sobre la matanza de Iquique ocurrida hace un siglo, o de sus antecedentes en las luchas de los trabajadores chilenos, así como tampoco sobre la notable historia del anarquismo chileno.

Durante mi viaje a Chile en octubre de 2006, tuve la oportunidad de visitar las minas salitreras y la Escuela Santa María. Quedé impactado al conocer la historia de este horrible crimen, la peor matanza en la historia de los trabajadores de la cual tengo conocimiento, y también al enterarme algo sobre las sombrías condiciones de vida y del trabajo en las minas. La experiencia directa es algo literalmente imposible de olvidar. Lo que he aprendido desde entonces, particularmente gracias al muy iluminador estudio Los anarquistas y el movimiento obrero, de Sergio Grez Toso, ha enriquecido mi comprensión de estos dramáticos acontecimientos y de su gran significado histórico.

Gracias a la generosidad de los activistas con los cuales me reuní en Iquique y a los amigos personales que me acompañaron, pude obtener una fotografía del simple y muy conmovedor monumento a las víctimas que se encuentra a las afueras de la Escuela. La fotografía se encuentra en la pared de mi oficina en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), junto con una pintura que representa al Ángel de la Muerte de pie sobre una imagen del Arzobispo Óscar Romero de El Salvador, asesinado mientras oficiaba misa en 1980 por el delito de ser la «voz del pueblo «, y las imágenes de los seis principales intelectuales de América Latina, sacerdotes jesuitas, junto con su ama de llaves y su hija, cuyos cerebros fueron volados en 1989 por un batallón de elite salvadoreño, el cual tenía un sangriento historial de atrocidades. La pintura enmarca vívidamente los horrores de la campaña terrorista llevada a cabo por los EE. UU. en El Salvador durante el decenio de 1980, un capítulo en la tragedia de esos vergonzosos años.

El solemne homenaje a los hombres, mujeres y niños asesinados por el terrorismo de Estado en Iquique frente a las víctimas de los últimos años, nos hace recordar las realidades del mundo que ocultan las doctrinas de los poderosos, realidades que deben desenterrar los historiadores, de manera que los demás podamos actuar de manera más efectiva para lograr que se terminen estos horribles crímenes.