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Con dinero o sin dinero, avanzar sin transar

Cómo cambiar el mundo sin tomar el poder

Fuentes: IPS

Para el marxismo, el problema de la revolución es el problema del poder, pero John Holloway, economista y profesor universitario en México e Irlanda dice que no hace falta. Lo acompañan los grupos alternativos a la alternativa, para quienes Chávez es apenas un reaccionario más. ¿Qué diría Bush?

 El Foro Social Mundial es alternativo al Foro Económico Mundial, pero ahora, en esta manía venezolana de inventar algo nuevo siempre, surgió en Caracas un foro alternativo a la alternativa. ¿Qué alegan? Que el FSM jamás debió recibir un céntimo del gobierno de Venezuela.

En ese marco se presentó John Holloway a informar que se puede cambiar el mundo sin ninguna necesidad de tomar el poder, nombrar ministros, hacer decretos, mandar leyes al Parlamento, disciplinar a los militares y todas esas funciones administrativas tan odiosas.

Lo acompañaba la frase «ninguna revolución se financia por multinacionales», un mote seguramente reservado para la nueva PDVSA, que pone su dinero en las misiones antipobreza y antiexclusión del presidente Hugo Chávez.

Bueno, el profesor afirma que el poder establecido está personificado en el capitalismo, y para derrotarlo tiene cuatro fundamentos.

Preguntando caminamos

Holloway dice que se debe generar un modelo social horizontal, distinto al capitalismo. Fíjese: en el mundo existen dos poderes; uno que es relacionado con el trabajo, es decir, el que ejercen otros sobre nosotros, y el otro representa la autodeterminación y es reactivo, lo que se traduce en lo que cada persona puede hacer.

En este planteamiento, el catedrático sostiene que existen momentos en los que se lanza un grito en contra del capital, como muestra del rechazo al mando ajeno y como espacio de creación. Holloway define estos momentos como grietas, que se traducen en una revolución, en la que se multiplican estas grietas y gritos de rechazo.

Este proceso de revolución se genera en dos tiempos, uno de preparación y trabajo por el futuro, y otro en el que se pueden cambiar las relaciones sociales. Venezuela se encontraría justo en esta segunda etapa.

Para tomar el mundo sin acceder al poder es necesario que el protagonista de los cambios sea cada uno de los sujetos, que asumen la responsabilidad de transformar la realidad, con una crítica al Estado y a la representación. Pero de la misma manera, «la revolución representa un movimiento en contra de nosotros mismos, que somos antagónicos, esquizofrénicos».

Todo esto, que podría dejar a Chávez, Evo Morales y Lula pensando en renunciar, fue entusiastamente apoyado por la audiencia, compuesta por los más alternativos de todos.

Dos izquierdas, dos foros sociales

Frases como «ningún compromiso con el poder», «ningún subsidio, este foro sí es autogestionado» dan la bienvenida al Foro Social Alternativo, el cual plantea en su eslogan «una respuesta, un debate desde la izquierda», pero una izquierda alternativa, plural, que rechaza la dicotomía de «chavistas» y «opositores» dentro de la dinámica política que existe en Venezuela.

En talleres, proyección de documentales y foros nutren esta otra zona, que da cabida a organizaciones nacionales como la Organización Nelson Garrido, el Centro de Estudios Sociales Libertarios, e instituciones internacionales como Earth First!, Internacional de Resistentes a la Guerra, Federación Libertaria Argentina, Colectivo Autónomo Magonista (México) y el Movimiento Libertario Cubano.

Las dinámicas de la diversidad de idiomas, múltiples encuentros y consignas contra el imperialismo se repiten, al igual que en el Foro Social Mundial.

El Foro Social Alternativo se describe como un esfuerzo autogestionario, pues no acepta financiamiento del Estado ni de empresas privadas y sin dudar aseguran que manejan un presupuesto bajo, más bien mínimo.

Sin embargo, como aclara Rafael Uzcátegui, organizador del FSA, «el objetivo no es competir con el FSM, más bien queremos continuar como un espacio permanente de intercambio». Para Uzcátegui, este foro alternativo propone romper el paradigma de que toda la izquierda se encuentra en el poder y que la derecha está en la oposición, lo que a su juicio es una visión infantil.