La cultura de la no violencia prevaleció este lunes en Tailandia, al concluir la segunda ronda de conversaciones de paz televisadas entre el gobierno del primer ministro Abhisit Vejjajiva y líderes del movimiento opositor que realiza protestas desde hace dos semanas. Sin embargo, en las dos horas de diálogo este lunes entre el gobierno y […]
La cultura de la no violencia prevaleció este lunes en Tailandia, al concluir la segunda ronda de conversaciones de paz televisadas entre el gobierno del primer ministro Abhisit Vejjajiva y líderes del movimiento opositor que realiza protestas desde hace dos semanas.
Sin embargo, en las dos horas de diálogo este lunes entre el gobierno y una delegación de los «camisas rojas», como se hacen llamar los opositores por el color que usan en sus movilizaciones, no se llegó a ningún acuerdo.
Las conversaciones destinadas a cerrar la creciente división política habían comenzado el domingo en el mismo lugar, la sede de un centro de estudios en un suburbio de Bangkok.
El encuentro fue un momento histórico por haber sido transmitido en vivo por todas las estaciones nacionales de televisión y haber sido presenciado por un número récord de espectadores, destacaron analistas.
También fue singular debido a que no contó, como habitualmente, con una tercera parte neutral que ayudara a los paneles de tres miembros a resolver sus diferencias.
«Fue un momento único, sin precedentes. De verdad se veía a personas con profundas diferencias políticas reunirse y participar de una conversación de manera civilizada», dijo Chaiwat Satha-Anand, presidente de la Comisión Estratégica por la No Violencia del Fondo de Investigación de Tailandia. «Muestra cómo la sociedad tailandesa está madurando para resolver sus conflictos políticos».
Las conversaciones fueron fundamentales por otra razón, dijo a IPS Chaiwat, también profesor de ciencia política en la Universidad Thammasat de Bangkok.
«Los simpatizantes que sólo le creían a su parte, viendo su propio canal de televisión y siguiendo sus propias noticias, tuvieron la oportunidad de escuchar a ambas partes del desacuerdo durante las conversaciones», señaló.
De hecho, fue el público el que «jugó el papel de tercera parte neutral al seguir el encuentro», añadió.
Los dos días de conversaciones aliviaron la tensión del fin de semana en las calles de Bangkok. Cientos de miles de camisas rojas, movilizados bajo la bandera del Frente Unido por la Democracia contra la Dictadura (UDD), enfrentaron a los poderosos militares para expresar su rechazo a la administración de Abhisit, que lleva 15 meses en el poder.
El sábado, los manifestantes del UDD, apoyados por el fugitivo ex primer ministro Thaksin Shinawatra, obligaron el repliegue de soldados desarmados que hacían guardia en templos y en oficinas de gobierno en la zona antigua de Bangkok.
El domingo por la mañana, miles de camisas rojas acudieron en masa a un campamento militar en el norte de la capital tailandesa, donde Abhisit se encuentra refugiado desde el 13 de este mes.
Líderes del UDD consideran las protestas, que comenzaron hace tres sábados, un ejercicio de no violencia para obligar al gobierno a que disuelva el parlamento y llame a nuevas elecciones.
Los decenas de miles de camisas rojas que llegaron de las zonas rurales del norte y noreste se convirtieron en 150.000 en tres fines de semana consecutivos.
«Las conversaciones que tuvimos con el gobierno fueron una extensión de nuestro compromiso con las protestas no violentas», dijo a IPS Weng Tojirakan, uno de los líderes del UDD que participó de los contactos. «El diálogo para resolver nuestras diferencias es una de nuestras opciones».
Pero permanece un importante punto de discrepancia: el pedido del UDD de nuevas elecciones, algo que el gobierno de Abhisit no ha concedido.
«Quince días es una demanda imposible», dijo el primer ministro al comienzo de las conversaciones. Ese había sido el ultimátum que dio el UDD para llamar a nuevos comicios.
Pero dos horas después, el gobierno mostró más flexibilidad, cuando Abhisit sugirió que el parlamento podría ser disuelto «para fines de este año». Ante esto, los negociadores de la UDD dijeron que necesitaban consultar a sus compañeros en el sitio de las protestas.
El UDD exige elecciones parlamentarias antes de las previstas para diciembre de 2011 porque cuestiona la forma en que la coalición liderada por Abhisit llegó al poder.
Abhisit asumió luego de un polémico caso judicial que terminó con la disolución del partido que había sido elegido para el gobierno el año anterior. La actual administración llenó el vacío luego de acuerdos a puertas cerradas maniobrados por el ejército.
En abril de 2009, estalló la furia de los camisas rojas contra el gobierno de Abhisit en las calles de Bangkok, y se produjeron enfrentamientos con soldados.
Desde entonces, los esfuerzos del UDD para respetar la tradición tailandesa de la no violencia en las manifestaciones de desobediencia civil fueron acompañados también por el gobierno.
A los camisas rojas se les permitió desde mediados de este mes controlar una gran área en la zona antigua de Bangkok para realizar protestas. Los soldados que hacen guardia en los edificios cercanos no tienen más armas que sus bastones.
«Aceptamos que las personas tengan diferentes visiones políticas y queremos expresarlas en público, y así también deseamos que se haga dentro del imperio de la ley», dijo a IPS un funcionario de gobierno en la primera semana de protestas.
«Tailandia se beneficiará si las personas lo hacen en una forma democrática y no violenta», agregó.
No obstante, la historia tailandesa ofrece ominosos recordatorios de cómo pueden terminar las protestas. La primera gran manifestación opositora en 1973 y otra en 1992, ambas contra dictaduras militares, terminaron en un baño de sangre.
También hubo golpes de Estado tras multitudinarias manifestaciones, como ocurrió en 2006, cuando fue desalojado el gobierno electo de Thaksin tras meses de protestas opositoras.