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El acuerdo alcanzado es bastante raquítico y casi imposible de materializarse, a pesar de que nos ha sido presentado como una victoria para la población movilizada

Costa Rica: Pudimos haber logrado mucho más

Fuentes: Comunidad Web de Movimientos Sociales

Las protestas contra el monopolio privado de RITEVE, contra el TLC y contra el alto costo de la vida, que irrumpieron en el escenario costarricense el pasado lunes 23 de agosto, terminaron este lunes 30 de agosto tras la suscripción de un acuerdo entre el Gobierno de la República y el llamado Movimiento Cívico Nacional. […]

Las protestas contra el monopolio privado de RITEVE, contra el TLC y contra el alto costo de la vida, que irrumpieron en el escenario costarricense el pasado lunes 23 de agosto, terminaron este lunes 30 de agosto tras la suscripción de un acuerdo entre el Gobierno de la República y el llamado Movimiento Cívico Nacional.

Estos acontecimientos deben hacernos reflexionar sobre el avance real conseguido por el movimiento popular, ya que el acuerdo finalmente alcanzado es en verdad bastante raquítico y casi imposible de materializarse, a pesar de que nos ha sido presentado como una victoria para la población movilizada.

Este movimiento ha tenido profundos problemas de conducción política, comenzando por el hecho de que el sector que tuvo mayor peso durante la protesta, a saber los transportistas, no son parte del movimiento popular y eso les lleva a actuar con una lógica de obtener beneficios puntuales y no trascender la lucha política (aunque su participación en esta protesta concreta, demostró que el modelo neoliberal apreta a todo el mundo, no solo a la clase trabajadora, y que nuevos sujetos pueden irrumpir en nuestro escenario político haciendo uso de sus fuentes de poder particulares). Por otra parte, un sector de la dirigencia sindical costarricense se autoconfirió la representación de todos los demás sectores, con lo cual volvemos a enfrentarnos con un hegemonismo que en nada ayuda a la necesaria apertura y democratización de nuestros movimientos sociales. En el pasado, grandes protestas y manifestaciones populares, que incluso excedieron a la dirigencia, han sido negociadas por cúpulas de dirigentes que piensan ser los dueños o artífices del movimiento, y esto se ha hecho, incluso, a contrapelo de los mismos manifestantes y sus organizaciones.

Muchos esperábamos que este conflicto se profundizara, pasando a una segunda fase en la que el tema del TLC fuera el eje aglutinador de la protesta. La inminencia y los riesgos que la ratificación de este TLC con Estados Unidos entraña para nuestros países es, quizá, la lucha de mayores dimensiones y alcances que debemos asumir en el momento actual. ¿Por qué nos quedamos, una vez más, a medio camino? ¿Por qué no aprovechamos que el 80% de la población apoyó el movimiento, para seguir profundizando la lucha contra el TLC mediante información y movilización popular?

Las respuestas debemos buscarlas a lo interno de las organizaciones que formamos ese complejo entramado que llamamos, quizá por conveniencia, movimiento social costarricense. Una mirada crítica, alejada de la autocomplacencia, no puede dejar de observar que este conflicto puso al descubierto que estamos profundamente fraccionados. Por lo tanto, la primera y urgente tarea de estos días es que hagamos esfuerzos por aglutinar un sujeto popular que actúe no con la misma lógica, sino con objetivos compartidos. El TLC es la bandera que podría unir las partes rotas de este rompecabezas.

Por otra parte, el acuerdo firmado por el Gobierno y el Movimiento Cívico Nacional no es una victoria para nosotros. El que sale ganancioso es el Gobierno mismo. ¿Por qué? Personalmente, quiero plantear lo siguiente para animar el debate:

1) Porque la salida del Ministro de Hacienda, fue un decisión unilateral de dicho funcionario y no se dio como resultado de una acción o reivindicación conciente del movimiento. Nos cayó en bandeja, pero la salida de Alberto Dent de la cartera de finanzas no hace nada en lo que atañe a la política económica del Gobierno, manejada por una camarilla de tecnócratas de orientación absolutamente neoliberal.

2) Con relación a RITEVE, es improbable que la Contraloría General de la República y la empresa misma, accedan a abrir el monopolio ilegalmente entregado a esta última; la Contraloría ya se ha pronunciado al respecto y no es creíble que vaya a variar su propio criterio, a pesar de que ahora hay nuevo Contralor General. De la empresa, solo podemos esperar que se comporte como la transnacional que es.

3) En materia salarial, el aumento de un 0.50% adicional no resuelve el problema de la disparidad de ingresos y la pérdida del valor de compra de los salarios.

4) En materia de costo de vida, las medidas acordadas son puramente cosméticas. Por ejemplo:

a) La disminución de los impuestos a los combustibles es un ofrecimiento irreal, ya que los mismos están fijados por Ley. ¿Quién va a obligar al Congreso a bajarlos? ¿El Poder Ejecutivo? ¿El Movimiento Cívico Nacional?

b) El control de precios es una medida absolutamente incongruente con el modelo neoliberal, que se basa justamente en la «liberalización» de los factores productivos y sus costes. De hecho, toda la legislación de los últimos años, desde la mal llamada Ley de Promoción Efectiva y Defensa del Consumidor (legislación impulsada por el bloque de poder), apunta a la flexibilización de precios, lo cual se relaciona además con la política cambiaria y con el manejo de las variables macroeconómicas, como la inflación.

c) La llamada «canasta básica», es un instrumento que mide solamente el comportamiento de los precios en el mercado, sin establecer ninguna relación con la estructura de los ingresos, el nivel de los mismos y la distribución geográfica de la riqueza. Una Canasta Básica puede ampliarse o reducirse en cuanto a la cantidad de bienes que la componen, sin que el Índice de Precios al Consumidor experimente variaciones sustantivas.

d) Aún sacando productos suntuarios y dejando solo los de consumo básico, para una familia de cuatro integrantes, esa canasta «basiquísima» tiene un costo de unos ¢156.000 colones, mientras que el salario mínimo en Costa Rica para muchas categorías ocupacionales es bastante inferior a dicho monto.

e) El acuerdo firmado solo reconoce que sería «conveniente» que la fijación salarial se hiciera por indexación automática de los salarios respecto del comportamiento de la inflación. En otras palabras, nada obligará al Gobierno a cumplir este supuesto compromiso, ya que siempre se escudará en el problema del déficit fiscal y la deuda interna (¡Oh Credo Sacrosanto del FMI!) para tirar los salarios a la baja, en especial en el sector público.

f) Los demás acuerdos no pasan de ser una declaración de buenas intenciones entre vecinos enojados entre sí.

Con relación al TLC, al menos no se acordó crear una nueva «Comisión de Alto Nivel» o alguna cosa semejante. En este sentido, esto da una base para que las organizaciones podamos trabajar en conjunto para el rechazo rotundo contra dicho Tratado.

A algunas personas no les va a gustar lo que estoy afirmando aquí. Algunos quisieran que cerrásemos los ojos a las realidades y contradicciones del movimiento popular en nuestro país. Pero solo si nos vemos sin autocomplacencias y criticamos (en el sentido verdadero de la palabra criticar) nuestros actos colectivos, podremos avanzar en la consolidación de un sujeto popular capaz de enfrentar con éxito la imposición de un modelo generador de exclusión y miseria y, al otro lado, riqueza vergonzosamente concentrada en pocas manos.

En esta protesta, pudimos haber logrado mucho más, en términos de una lucha de fondo. La movilización popular nos lanzó un reto frente al que no pudimos, una vez más, estar al nivel. No obstante, esto demuestra que existen condiciones favorables para una creciente oposición al Tratado comercial con Estados Unidos, como prioridad de lucha en el momento actual, y para profundizar la construcción de otro mundo posible en el que quepamos todos y todas como horizonte de nuestra utopía.

http://www.movimientos.org/