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Expectación postelectoral

Costa Rica

Fuentes: ZNet

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Ulises Juárez Polanco (www.juarezpolanco.com)

Costa Rica es un pequeño país centroamericano con cuatro millones de personas que, a diferencia de sus vecinos El Salvador, Guatemala y Nicaragua durante sus guerras civiles sangrientas, nunca ha atraído mucha atención en los Estados Unidos, excepto como destino para turistas y jubilados. Pero las elecciones del domingo pasado ahí podrían servir como otro aviso para Washington.

Cuando conocí por primera vez a Ottón Solís el año pasado, me alegró saber que estaba postulándose para presidente de Costa Rica. Me dio la impresión de un economista bien informado, razonable, sincero y comprometido con políticas económicas que antepongan el interés público de su país.

También pensé que tenía tantas probabilidades de ganar como las que tiene un candidato de un tercer partido político en los Estados Unidos. Estaba equivocado, así como estaban los medios de comunicación internacionales más importantes, y las encuestas preelectorales más recientes. Actualmente está empatado1 con Oscar Arias, anterior presidente de Costa Rica, mientras las autoridades electorales llevan a cabo un recuento manual de los votos, para ver quien ganó.

Sin importar el resultado final, la actuación sorpresiva de Solís tiene implicaciones importantes en la dirección de América Latina y en las relaciones de EE.UU. con América Latina. Primero, demuestra cuán profundo es el descontento del electorado con el status quo en la región, y con el «Consenso de Washington» – o políticas económicas «neoliberales», a como son etiquetadas frecuentemente en América Latina.

La corrupción fue otro tema importante -a como es en toda la región- con tres ex-presidentes implicados desde el 2004 en escándalos de soborno. Pero la mayor diferencia en cuanto a política económica entre Solís y sus oponentes fue alrededor del CAFTA (Tratado de Libre Comercio Centroamericano, por sus siglas en inglés).

Solís, un antiguo ministro de planificación durante la administración de Arias, argumentó persuasivamente que, tal y como está redactado el CAFTA, supondría una amenaza a muchos de los campesinos del país, a su sector de telecomunicaciones y a la industria doméstica. También objetó la cláusula del tratado referente a la solución de conflictos -similar a la del NAFTA-, que erosionaría la soberanía nacional en importantes políticas económicas y ambientales. Y junto con muchas organizaciones de apoyo a la salud en el hemisferio, se ha opuesto a las cláusulas del CAFTA sobre drogas farmacéuticas, que exageran aún más que la OMC en cuanto a protección de la industria farmacéutica a costa de los pacientes.

En los últimos siete años ha habido seis candidatos presidenciales ganadores que se opusieron abiertamente a las reformas económicas «neoliberales» de los últimos 25 años: en Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador, Uruguay y más reciente, Bolivia. Hay una razón económica clara para este patrón: en los últimos 25 años América Latina ha sufrido el peor rendimiento en crecimiento económico en su historia moderna. Desde 1980-2005, el ingreso per cápita en la región creció sólo en un 10%. En los 20 años anteriores (1960-1980), creció en un 82%.

Costa Rica está mejor que muchos en la región: su ingreso per cápita es el tercer más alto en América Latina. La expectativa de vida es la misma que en los Estados Unidos.

Es así más extraordinario que un candidato insurgente en Costa Rica pueda posiblemente vencer a los partidos tradicionales que, como Republicanos y Demócratas aquí, han gobernado al país por la última mitad del siglo. Incluso, tanto que puede hacer esto contra Oscar Arias, un ganador del Premio Nóbel de la Paz y quizás la figura política más prominente y respetada en el país.

Las elecciones en Costa Rica demuestran que esta ola de democracia, inculcada por demandas de cambios económicos y políticos en toda América Latina, está todavía fortaleciéndose. No es coincidencia que Costa Rica, el único de los seis países propuestos en el CAFTA que se resiste a ratificarlo, es mucho más democrático que otros. En el último cuarto de siglo la mayoría en América Latina ha tenido poco o nada que decir sobre las decisiones económicas más importantes que afectan sus vidas, a pesar del incremento general en democracia electoral formal. Pero ahora se está demandando una voz.

Aquí en Washington, no se pone atención que el fracaso sin precedentes en el crecimiento económico de América Latina tiene algo que ver con las continuas revueltas electorales. El fracaso ha sido ignorado frecuentemente, o bien es reconocido, pero los políticos aquí arguyen que el problema es que las reformas no han sido implementadas con suficiencia.

Pero los votantes en América Latina no están de acuerdo. Con ocho elecciones nacionales más en el calendario del 2006, quizás el mensaje se comprenderá eventualmente aquí

Mark Weisbrot es Director del Centro para Investigaciones Económicas y Políticas < http://weisbrot-columns.c.topica.com/maaeuBRaboiTMcjuhOocafpNFx/ >. Centro para Investigaciones Económicas y Políticas, 1611 Connecticut Ave, NW, Suite 400, Washington, DC 20009 Phone: (202) 293-5380, Fax: (202) 588-1356, Home: www.cepr.net  

 

http://www.zmag.org/content/print_article.cfm?itemID=9730&sectionID=20

 

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Nota del Traductor (17/02/06):

Según el presidente del Tribunal Supremo Electoral de Costa Rica, Oscar Fonseca, hasta el miércoles por la noche habían contabilizado el 56.41 por ciento de las mesas receptoras. Después de estar en desventaja por una diferencia mínima, Ottón Solís ahora aventaja a Oscar Arias, y aunque las cifras varían día con día, al momento Solís (del Partido Acción Ciudadana) sumaba poco más de 21,000 votos sobre Arias. Para noticias más recientes sobre Ottón Solís, clic aquí:

http://news.google.com/news?hl=es&q=otton%20solis&lr=&sa=N&tab=wn

 

 

Ulises Juárez Polanco es miembro del colectivo de traductores de Rebelión y asimismo de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística ([email protected]). Esta traducción es copyleft.