Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mientras continúa la cuenta atrás para el fin del odiado régimen Bush-Cheney, los llamados para que EE.UU. y / o Israel tomen acción militar contra Irán, se han estado multiplicando casi en proporción inversa. Al mismo tiempo, la República Islámica ha redoblado sus esfuerzos por frustrar esa agresión, en una maniobra sobre dos flancos. Por una parte, el gobierno, y la nueva dirigencia en el Majlis (parlamento) bajo Ali Larijani, han reiterado el rechazo de Teherán al chantaje respecto al programa nuclear del país; por la otra, Irán ha lanzado una campaña para involucrar a sus principales interlocutores internacionales en una discusión de cooperación concreta orientada a paliar, si no resolver, las principales situaciones de crisis estratégicas. La reciente solución a la prolongada crisis del Líbano no es sino el ejemplo más elocuente de lo que podría y puede ser logrado en la busca de la paz en numerosas crisis que plagan a la región, si se aceptaran el papel y la contribución de Teherán.
No es ningún secreto que el partido de la guerra sigue comprometido con un ataque contra Irán, y sigue siendo un punto discutido a diario en los sitios en la Red opuestos a la guerra. Escribiendo en Asia Times el 27 de mayo (www.atimes.com) y reproducido por www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=9099), Muhammad Cohen reveló que hay planes de la cábala de Bush para atacar Irán en agosto. Su «fuente informada» le dijo que dos miembros del Senado de EE.UU., la senadora. Diane Feinstein de California y el senador Richard Lugar de Indiana, informados de los planes, tuvieron la intención de hacerlos conocer, pero que su artículo de opinión editorial preparado para el New York Times, había sido bloqueado. La fuente, identificada como «un diplomático de carrera estadounidense en retiro y ex secretario adjunto de Estado que sigue activo en la comunidad de asuntos exteriores,» así como embajador bajo el reino de Bush padre, le dijo que había un plan para lanzar ataques aéreos contra los cuarteles de la Fuerza Quds de los Guardias Revolucionarios Iraníes. El neoconservador Daniel Pipes agregó su parte, diciendo que si Barack Obama era elegido en noviembre, el presidente George W. Bush iría a la guerra contra Irán antes de abandonar su puesto.
Al mismo tiempo, el tema de qué hacer respecto al «desobediente» Irán ha sido colocado muy arriba en la agenda de los contendientes presidenciales extraoficiales de los dos mayores partidos de EE.UU. John McCain, quien al parecer no puede funcionar psicológicamente sin mostrar deferencia hacia a su otro yo de facto, George W. Bush, ha acometido contra el presunto contendiente del Partido Demócrata Barack Obama por su disposición declarada de sentarse y hablar con la dirigencia de Irán. Obama, por su parte, no sólo matizó y volvió a matizar su voluntad a iniciar un diálogo con Teherán, sino se concentró en Irán como amenaza estratégica para Israel – y por lo tanto – para EE.UU., en un discurso extremadamente deplorable ante AIPAC el 4 de junio. Se podría argumentar, y con razón, que ningún orador ante AIPAC se atrevería a decir algo que pudiera entrar en conflicto con la agenda de las fuerzas sionistas anti-iraníes en Israel, pero Obama no tuvo que ir tan lejos. No sólo eso, sino el primer ministro israelí, Ehud Olmert, hablando ante AIPAC atacó furiosamente a Irán un día después, y exigió que Bush tome medidas apropiados. Olmert pasó luego a hablar con el inepto presidente Bush, esperando poder convencerlo de que había llegado la hora para una guerra contra Irán. El ministro de transporte israelíes, Shaul Mofaz, ex jefe del ejército y ministro de defensa, fue explícito: «Si Irán sigue con su programa de desarrollo de armas nucleares, lo atacaremos,» dijo hablando con Yediot Ahronoth el 6 de junio. «Atacar a Irán, a fin de detener sus planes nucleares, será inevitable.»
La opción de un ataque israelí contra Irán ha sido debatida en profundidad, también en este sitio en la Red. Lo que fue bastante poco usual es que alguien como Joschka Fischer, ex ministro de exteriores de Alemania, advirtiera en público contra una eventualidad semejante. Se esperaba que como ministro de exteriores, Fischer, cuya turbulenta carrera política en los años sesenta y setenta, lo convirtió, por así decir, en un protagonista independiente, no totalmente soberano, hiciera ciertos gestos hacia Israel, lo que hizo como era su deber mientras estuvo en ese puesto. Ahora, sin embargo, justamente él, el antiguo participante en los movimientos del año 1968, salió con un pronóstico escalofriante, publicado el 30 de mayo en el Daily Star del Líbano, y reproducido por Global Research el 1º de junio, intitulado: «Tal como se ven las cosas, Israel podría atacar pronto a Irán.»
La propuesta global de Irán
¿Qué podría hacer Irán, para prevenir un ataque semejante, sea de Washington o de Tel Aviv? Como informamos en este sitio (www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=8868), Irán ha estado siguiendo una estrategia global basada en la forja de vínculos con naciones en toda Eurasia, comenzando con Rusia, China e India para evitar la guerra, y la amplió a través de la Organización de Cooperación de Shangai, a la que espera sumarse como miembro pleno. La política eurasiática de Irán se basa en la cooperación económica, especialmente en los transportes y en la infraestructura energética, así como en acuerdos de seguridad. Lo mismo se aplica a su política en el Golfo Pérsico.
La República Islámica anunció el pasado mes que había emitido una propuesta para resolver los principales problemas del mundo, mediante la discusión y la cooperación. La propuesta que posteriormente fue hecha pública, no ha recibido ni de cerca la atención que se merece. El documento, intitulado: «Paquete Propuesto por la República Islámica de Irán para Negociaciones Constructivas,» fue presentado primero a los rusos, luego a los chinos, Naciones Unidas, Unión Europea, etc. Se basa en la premisa de que el respeto a la justicia, la soberanía, la paz, la democracia y culturas diferentes, debe ser acentuado, y procede a enumerar áreas de posible cooperación, como ser «temas de seguridad, acontecimientos regionales e internacionales, energía nuclear, terrorismo, democracia, etc.» Irán propone negociaciones sobre estos y otros temas (drogas, el medio ambiente, la cooperación económica, tecnológica y otra, especialmente en la energía), en las que «el principal objetivo de la República Islámica de Irán es llegar a un acuerdo exhaustivo, que se base en la buena voluntad colectiva – que ayude a establecer la cooperación a largo plazo entre las partes, y que contribuya a la sostenibilidad, a la fuerza de la seguridad regional e internacional y a una paz justa.»
Irán dice que está dispuesto a iniciar negociaciones sobre los siguientes temas: proteger los «derechos y la dignidad del ser humano y el respeto para la cultura de otras naciones»; y, el progreso de la democracia en la región y en todo el mundo en el contexto del respeto por los derechos de las naciones y de la soberanía nacional. En este aspecto, el documento hace referencia específica a la posibilidad de resolver ciertos temas regionales candentes. Una tal cooperación, dice, podría tener lugar en diversas regiones, «más específicamente en Oriente Próximo, los Balcanes, África y Latinoamérica. La cooperación para ayudar al pueblo palestino a hallar un plan exhaustivo – que sea sostenible, democrático y justo – para resolver el tema palestino que data de 60 años, puede convertirse en un símbolo de una tal cooperación.» También se solicitan esfuerzos comunes contra diversas amenazas para la seguridad, como el terrorismo, las drogas, el crimen organizado, etc.
Respecto a temas económicos, la propuesta subraya la cooperación en la energía, el comercio y las inversiones, en la lucha contra la pobreza, y – lo más fascinante – «para reducir el impacto de fuertes fluctuaciones de precios y para remodelar los acuerdos monetarios y financieros globales para beneficiar a las naciones del mundo.»
El párrafo final trata extensivamente el tema nuclear de por sí, en el que Irán reitera su compromiso con la IAEA y el Tratado de No Proliferación, y llama a que «se establezcan consorcios de enriquecimiento y de producción de combustible nuclear en diferentes partes del mundo – incluyendo a Irán.»
La reacción interesada de Rusia
Esta propuesta ha sido desdeñada como mera retórica o «nada nuevo,» y ha sido esencialmente ignorada. Pero contiene varias ideas extremadamente importantes que merecen atención. Moscú, para empezar, ha tomado nota. Primero, respecto al tema nuclear, Irán acepta en el documento la propuesta rusa de centros internacionales de enriquecimiento, por ejemplo en Rusia, pero repite que también quiere uno en Irán. En segundo lugar, el documento presenta sugerencias para la cooperación internacional a fin de encarar las crisis financiera, monetaria y económica que hacen estragos en el mundo. Finalmente, Irán propone intervenir directamente para resolver – no exacerbar – las crisis regionales en Oriente Próximo.
Respecto al tema nuclear, tal vez no sea por coincidencia que el primer ministro ruso, Vladimir Putin, haya declarado inequívocamente en una entrevista a Le Monde el 31 de mayo, que él no cree que Irán esté prosiguiendo un programa de armas nucleares. «No creo que los iraníes pretendan hacer una bomba nuclear,» dijo. «No tenemos motivos para creerlo.» Y continuó: «Yo diría que formalmente Irán no ha violado ninguna regla. Incluso tiene derecho a realizar el enriquecimiento… Repito que no hay una base oficial para demandas legales contra Irán.» Putin explicó la idea de enriquecimiento de su país. «Ofrecimos un programa internacional de enriquecimiento, porque Irán es sólo parte del problema. Una serie de países están en el umbral del uso pacífico de la energía nuclear. Y esto significa que necesitarán tecnología de enriquecimiento. Y si crean su propio ciclo cerrado para resolver el problema, siempre existirá la sospecha de que podrían producir uranio de grado militar. Es difícil de controlar. Por eso proponemos que el enriquecimiento se realice en el territorio de los países que están más allá de toda sospecha porque ya poseen armas nucleares,» (es decir Rusia.) En breve, Rusia todavía tiene dudas sobre instalaciones de enriquecimiento en suelo iraní, pero el proceso de discusión continúa, y eso es lo importante.
En cuanto a las crisis financieras y monetarias, es bastante poco usual que Irán las discuta en esos términos. Aquí, el gobierno iraní, al hablar de «remodelar los acuerdos monetarios y financieros globales para beneficiar a las naciones del mundo,» está diciendo implícitamente que el actual sistema basado en el dólar se está derrumbando y debe ser reemplazado. El nuevo presidente ruso, Dmitry Medvedyev, dijo lo mismo el 7 de junio, en un discurso ante la sesión de apertura del 12 Foro Económico de San Petersburgo.
( www.itar-tass.com/eng/level2.html?NewsID=12757537and12757608&PageNum=0).
Medvedyev declaró: «El papel de Rusia en los mercados económicos y de materias primas globales nos permite tomar parte activa en las discusiones sobre maneras de solucionar concretamente los problemas antes mencionados [problemas en los mercados financieros y de materias primas del mundo].» Según una información de una radio alemana (Deutschlandfunk) del 7 de junio, dijo que no creía que EE.UU. podía tratar solo la crisis. ITAR-TASS informó que propuso a Rusia como un sitio para tales discusiones, concretamente que organizara este año una conferencia internacional con expertos financieros y científicos. También sugirió que Moscú se convierta «en un poderoso centro financiero mundial» y que el rublo se convierta en «una de las principales monedas de reserva regionales.» ITAR-TASS intituló su cobertura del discurso: «Medvedyev llama a reformar la arquitectura financiera global.»
Apagando conflagraciones regionales: el Líbano
La tercera área considerada en la propuesta de Irán, la solución de crisis regionales, es potencialmente la más explosiva, porque toca los casos en los que la República Islámica podría contribuir positivamente, si se le permitiera hacerlo. El caso en cuestión es la reciente solución de la crisis del Líbano. Después de 19 intentos fallidos de convocar al Parlamento para elegir a un nuevo presidente, una provocación del gobierno Siniora respaldado por EE.UU., condujo al despido de un jefe de seguridad favorable a Hezbolá en el aeropuerto de Beirut, y al intento de desmantelar el sistema de comunicaciones de Hezbolá. El estallido de hostilidades armadas entre la oposición y círculos del gobierno, planteó el espectro de una nueva guerra civil, y el control por Hezbolá de una parte de la capital indicó que la correlación de fuerzas no favorecía al gobierno. Luego vino el progreso en Doha, Qatar, donde una gran reunión de facciones políticas libanesas llegó a acuerdo sobre una solución política: elegir al general Michael Suleiman, y compartir el poder.
Los detalles del acuerdo libanés son bien conocidos. Lo que es menos conocido, es el papel jugado por Irán. Significativamente, el primer invitado extranjero recibido por el presidente Suleiman fue el ministro de exteriores iraní, Mottaki. Tanto Suleiman como el presidente del parlamento, Nabih Berri, fueron citados expresando gratitud a Irán por su «ayuda» en la solución de la crisis. El líder de Hezbolá, Seyyed Hassan Nasrallah, en un notable discurso el 26 de mayo (www.presstv.ir, 1 de junio), agradeció a Irán, Siria, a los qataríes y a la Liga Árabe por apoyar esta «victoria para el propio Líbano.»
Según fuentes iraníes bien informadas, las renovadas hostilidades libanesas alarmaron tanto a Damasco como a Teherán, obligándoles a actuar. Irán se puso en contacto con los saudíes, sugiriendo que llamaran a una reunión de las facciones libanesas, lo que fue rechazado por Riyadh. En ese momento, Qatar se hizo cargo de la propuesta y entró en acción. Irán prometió su apoyo para organizar la reunión, y utilizar su influencia sobre las fuerzas libanesas aliadas. Una fuente diplomática árabe con buenos contactos con EE.UU., señaló que todo lo que hicieron los qataríes, tiene que haber sido aprobado – o por lo menos no saboteado – por ciertos círculos en Washington. Si esta interpretación es exacta, tiene inmensas implicaciones: Es decir que si hubiera un cese de hostilidades entre EE.UU. e Irán, ciertamente sería posible solucionar las principales crisis que amenazan la paz en la región.
Palestina
La siguiente amenaza inmediata de confrontación parece ser Gaza, donde el gobierno de Olmert amenaza con una nueva incursión militar. En este contexto, los informes de que el dirigente de Fatah, Mahmud Abbas ha propuesto conversaciones con Hamás, y que el líder de Hamás, Ismail Hanniyeh, ha acogido la idea, también podría indicar algunas actividades entre bastidores de Irán. Puede o no ser por coincidencia que Ali Larijani, recientemente elegido presidente del (Parlamento) haya hablado con Hanniyeh el 2 de junio. En todo caso, Reuters publicó una información no confirmada el 7 de junio (www.asharqalawsat.com/english/) de que delegaciones de las dos partes estuvieron en Dakar, para conversaciones con el presidente senegalés Abdoulaye Wade para llegar a una posición común frente a Israel. El portavoz de Wade dijo: «La primera fase es una fase inter-palestina,» a ser seguida por negociaciones planificadas en siete etapas.
La propuesta global iraní contiene una referencia crucial a la crisis palestina, sugiriendo la cooperación en un «plan exhaustivo» que sea «sostenible, democrático y justo.» Esto significa – a pesar de continuas declaraciones retóricas del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, — que Teherán no objetaría si hubiera un acuerdo entre los palestinos (es decir Fatah y Hamás en conjunto) e Israel. Ésta fue la posición oficial del gobierno iraní bajo el ex presidente Mohammad Jatami, y va implícita en la nueva propuesta.
Iraq
La otra crisis importante que debe ser encarada es, desde luego, Iraq. Aunque la cuarta ronda de conversaciones tripartitas, entre Iraq, Irán y EE.UU. quedó en suspenso por el momento, un intercambio de puntos de vista entre los tres es presentado indirectamente en la prensa. El problema es la exigencia de EE.UU. de que Bagdad firme un Acuerdo de Estatus de Fuerzas (SFA, por sus siglas en inglés), antes del 31 de julio, y que el Parlamento lo ratifique también antes de la expiración del mandato de la ONU, a fines de año.
No hay modo de que este acuerdo vaya a salir adelante. No será debido a la oposición de Irán (que fue hecha explícita por el presidente del Parlamento, Ali Larijani, así como por el ex presidente Hashemi Rafsanyani), sino por un proceso político orgánico dentro de Iraq, conformado por la conciencia del pasado colonial de la región. Aunque ningún detalle ha sido hecho público por EE.UU., obviamente a la defensiva y nervioso, las filtraciones indican que el acuerdo incluiría bases permanentes de EE.UU. (entre 9 y 50, dependiendo de la fuente), inmunidad para los militares de EE.UU., así como para los contratistas privados, el derecho a detener iraquíes y a realizar operaciones militares, y una continuación de facto de la ocupación – tal vez durante lo que John McCain ha dicho que puede durar 100 años.
La facción de Múqtada al-Sáder fue la primera en salir a las calles el 30 de mayo para protestar contra el acuerdo, y promete continuar con manifestaciones de masas todos los viernes hasta que el proyecto haya sido descartado. Los partidos chiíes dominantes, como el miembro del gobierno de coalición, Alianza Iraquí Unida bajo Abdul Aziz al-Hakim, han rechazado la idea, y los principales partidos y organizaciones suníes como la Asociación de Eruditos Musulmanes y Frente Nacional de Acuerdo, han hecho lo mismo.
Mucho más importante es la intervención del Gran Ayatolá Ali al-Sistani, la mayor autoridad religiosa de todos los chiíes, actualmente basado en Najaf, en Iraq. Al-Sistani dijo esencialmente que un tal acuerdo con EE.UU. sólo podría ocurrir pasando por sobre su cadáver. PressTV informó el 24 de mayo que el Gran Ayatolá, en una reunión con el primer ministro iraquí Nouri al-Maliki el 22 de mayo, ha dicho que no permitiría que un acuerdo semejante fuera firmado con los «ocupantes de EE.UU.» mientras estuviera en vida. La misma fuente noticiosa informó el 5 de junio, que el Ayatolá al-Sistani había establecido condiciones claras para cualquier acuerdo: como declarara al-Hakim en una conferencia de prensa después de su reunión con el Gran Ayatolá: «El clérigo subrayó que cualquier pacto a largo plazo en Iraq debe mantener cuatro condiciones cruciales, incluyendo la salvaguardia de los intereses iraquíes, la soberanía nacional, el consenso nacional y que sea presentado al parlamento iraquí para su aprobación.» Agregó que el actual proyecto viola la soberanía iraquí y no sacará al país del Capítulo 7 de la Carta de la ONU, ni salvaguardará la riqueza natural de Iraq. Aunque, como dijo al-Hakim, el destacado clérigo sólo fijó los parámetros, dejando los detalles al gobierno, es obvio que al-Sistani tiene la autoridad suprema, y que su posición es determinante. Fue al-Sistani quien obligó a EE.UU. a aceptar un referendo sobre la constitución, así como elecciones. Apoyó las elecciones sobre la base de que sólo un gobierno elegido podía terminar la ocupación. Su principal preocupación sigue siendo terminar la ocupación. Cualquier fatua emitida por al-Sistani, incluyendo un llamado a la resistencia armada contra los ocupantes, sería indudablemente seguida por los chiíes por doquier.
Como la describió un experto regional a este autor, la idea misma de la ocupación permanente es repugnante, ya que revive recuerdos de las odiadas «capitulaciones» impuestas por poderes coloniales, que garantizaban inmunidad a sus lacayos. Semejantes capitulaciones fueron impuestas a Irán bajo el Shah en 1964, lo que llevó a protestas organizadas bajo el Ayatolá Jomeini, y a su ulterior expulsión, seguida por su organización de fuerzas revolucionarias desde el exilio. Una fuente planteó que si hoy se impusieran tales capitulaciones a Iraq, podría llevar a una verdadera revolución en Iraq durante algo como los próximos 5 años. Iraq ya ha vivido la revolución contra gobiernos respaldados por los británicos.
El tema específico del SFA puede ser resuelto sólo mediante discusiones estrictamente bilaterales entre Washington y Bagdad, si se ha de otorgar alguna credibilidad a la «soberanía» iraquí. Considerando la profundidad y amplitud de la oposición a las nuevas capitulaciones de estilo colonial, es de esperar que ningún gobierno iraquí pueda acceder. Un acuerdo sería equivalente a una nota de suicidio. En ese punto, cuando haya sido derrotado el acuerdo con EE.UU., el tema sería redefinido: ya que las fantasías del gobierno de Bush de una ocupación permanente serán rechazadas, ¿cómo podría ser organizada una retirada en orden de EE.UU. y de las tropas de ocupación restantes, para asegurar su retirada segura, así como la seguridad de un nuevo Iraq soberano e independiente? En este contexto, sí, Irán podría y debería convertirse en un interlocutor, junto con otros Estados vecinos. Si las elecciones de noviembre en EE.UU. llevan a un demócrata a la Casa Blanca, y si el nuevo presidente cumple con promesas en la campaña de retirarse de Iraq, y de realizar discusiones racionales con los vecinos de Iraq (es decir, incluyendo a Siria e Irán) sobre como garantizar la estabilidad y la seguridad en esa nación desgarrada por la guerra, absolutamente todo será posible.
Preguntas en Washington
La campaña electoral en EE.UU. ha sido hasta la fecha una batalla sin precedentes, y una discusión seria de su funcionamiento interno va mucho más allá del alcance de este artículo. Pero podemos decir algunas cosas. Primero, los dos contendientes por la candidatura del Partido Demócrata, la senadora Hillary Clinton y el senador Barack Obama, han declarado oficialmente su promesa de terminar la guerra, y retirar a las tropas de EE.UU., dentro de plazos relativamente similares. El republicano John McCain, por otra parte, ha optado por la ocupación permanente. Quienquiera sea el candidato final, elegido en la convención del Partido Demócrata en agosto, el consenso entre los votantes, tanto los que apoyaron a Hillary como los que respaldaron a Obama, está a favor de poner fin rápidamente a la guerra de Iraq.
Paralelamente a esos eventos de la política partidaria, ha habido una serie de importantes eventos que indican que los círculos opuestos al partido de la guerra de Cheney-Bush se movilizan para impedir un ataque de «sorpresa en octubre» contra Irán. Por una parte, Zbigniew Brzezinski fue co-autor de una columna de opinión editorial en el Washington Post del 27 de mayo, junto con William Odom, diciendo esencialmente que, ya que la actual política no ha llevado a ninguna parte, hay que reevaluar y redefinir la política de EE.UU. hacia Irán. Denunciando la «noción ampliamente propagada de un Irán suicida que detona su primerísima arma nuclear contra Israel,» «más un producto de la paranoia o de la demagogia que de un cálculo estratégico serio,» los autores llaman a un enfoque diplomático que «podría ayudar a retornar a Irán a su papel tradicional de cooperación estratégica con EE.UU. en la estabilización de la región del Golfo.» Al mismo tiempo, se supo que el Secretario de Defensa Robert Gates despidió a dos destacadas figuras en la Fuerza Aérea, supuestamente en conexión con fallas de la seguridad en ese sector respecto a materiales nucleares. Fuentes informadas en Washington han planteado que la acción de Gates – decidida meses después del incidente mencionado – tuvo menos que ver con él, que con planes para una agresión de EE.UU. contra Irán, un ataque que sería ejecutado por la Fuerza Aérea. Se sabe que Gates prefiere la diplomacia a la agresión.
En breve, incluso si Bush, Cheney y sus amigos israelíes resoplan furiosos a favor de la guerra contra Irán, influyentes círculos políticos y militares en EE.UU. se movilizan para impedirla. Si puede ser evitada la guerra hasta que un nuevo presidente, ojalá demócrata, llegue a la Casa Blanca, entonces, ¿quién sabe? El diálogo con Irán incluso podría volver a la agenda.
Muriel Mirak-Weissbach es una escritora independiente basada en Alemania y frecuenta colaboradora de Global Research. Ha escrito extensivamente sobre los planes de guerra de EE.UU. en Oriente Próximo, concentrándose en las continuas amenazas de Washington contra Irán.
Durante los años noventa, fue coordinadora del Comité para Salvar a los Niños de Iraq, una coalición multipartidaria, que organizó la ayuda humanitaria para niños iraquíes, incluyendo su atención en hospitales alemanes y estadounidenses, con la que no podían contar en Iraq debido a las sanciones.
Ha visitado Irán muchas veces desde 1997, y ha realizado entrevistas con destacadas personalidades políticas. También es una conocida especialista en la cultura y literatura persa y árabe.
Para contactos con la autora, escriba a: [email protected]