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Sri Lanka

Después del levantamiento popular el FMI retoma el control

Fuentes: CADTM

En la primavera de 2022, en Sri Lanka hubo un levantamiento popular excepcional llamado Aragalaya (lucha del pueblo). Las revueltas pusieron en fuga al expresidente, Gotabaya Rajapaksa. Unos cuantos meses después de aquellos hechos, el gobierno, que no puede saldar la deuda externa del país, negocia con el Fondo Monetario Internacional [FMI].

¿Por qué se rebeló la población srilankesa?
El 9 de julio de 2022, los y las manifestantes srilankesas tomaban el palacio presidencial, provocando la huida del expresidente Gotabaya Rajapaksa. Esta situación era el resultado de semanas de luchas populares masivas y notablemente bien organizadas, provocadas por una concatenación de crisis sociales y económicas, asociadas a la integración del país en el capitalismo globalizado y en un proceso de creciente liberalización de la economía desde hacía años.

Recuadro explicativo:
Un país se procura divisas extranjeras exportando productos o acogiendo turistas que cambian su moneda al cruzar la frontera. Estas divisas extranjeras constituyen reservas de cambio que después se utilizan para importar productos que el país no produce en su territorio.

El caso es que los productos de exportación en los que está especializada Sri Lanka son productos de bajo valor añadido en comparación con los productos que importa (por ejemplo, el margen que generan los productos electrónicos es superior al de la producción de té). Esto significa que para importar todos esos productos, Sri Lanka tiene que exportar mucho té y textiles, o recibir muchos turistas. Debido a esta diferencia entre el valor añadido de las importaciones y el de las exportaciones, desde hace varios años los gobiernos han ido endeudándose con acreedores extranjeros para poder cubrir el déficit de su balanza comercial[1] y por tanto poder importar todo lo que el país no produce.

Cuando ya estaba teniendo dificultades, Sri Lanka sufrió la crisis del turismo internacional asociado a la covid-19 (que redujo fuertemente la entrada de turistas y por tanto la aportación de divisas extranjeras) y la caída de las exportaciones de té (especialmente a Ucrania). Esta disminución de las reservas de divisas, combinada con el aumento del precio mundial de los alimentos y de la energía, y con un préstamo de 500 millones de dólares que vencía en enero de 2022, Sri Lanka ha incurrido en impago de su deuda externa.

Esta penuria de divisas ha tenido consecuencias mucho más importantes que un impago: debido a la falta de divisas extranjeras, el país no solo no ha podido reembolsar su deuda externa, sino que también ha tenido que soportar escaseces. Estas últimas han afectado a los sectores esenciales de la energía y la alimentación. En efecto, el gobierno no ha podido hacer frente al alza del precio mundial en estos sectores, careciendo de divisas suficientes para importar los combustibles y productos alimenticios que necesita la población, de modo que la penuria ha reducido la oferta de alimentos, abonos y combustibles, haciendo que los precios aumentaran todavía más.

La inflación ha subido al 60 % e incluso al 90 % en el caso de los alimentos, colocando a la población en una situación muy crítica. El hundimiento de la rupia srilankesa en un momento en que han menguado las reservas de cambio del país, también ha contribuido al alza de precios de los productos importados y a la penuria. Dado que al mismo tiempo el cambio del dólar se ha encarecido, las importaciones se han vuelto mucho más caras debido a la mera devaluación de la rupia srilankesa con respecto al dólar.

En suma, el país carece de combustibles y alimentos, los precios están por las nubes y casi una de cada dos personas se halla por debajo del umbral de la pobreza internacional, que es de 1,9 dólares al día (lo que no quiere decir que las personas que ganan más de 1,9 dólares al día no sean pobres). Esta situación económica y social catastrófica provocó un descontento que estaba gestándose en el seno de la población desde hacía ya varios meses. El hartazgo de la gente, asociado en particular al nivel de corrupción del clan de Rajapaksa, que domina la vida política de Sri Lanka desde 2005, ya era palpable en diferentes movilizaciones sociales que ha conocido el país desde 2020. Los y las trabajadoras de las plantaciones de té, del sector textil, los agricultores y las mujeres víctimas del microcrédito ya habían manifestado su protesta antes de este año 2022.

La combinación de todas estas causas dio lugar, así, al extraordinario levantamiento popular de 2022, protagonizado principalmente por la comunidad cingalesa[2]. El 9 de julio de 2022, los y las manifestantes ocuparon la residencia del presidente y del primer ministro, provocando la dimisión y la huida del presidente, Gotabaya Rajapaksa.

Las mujeres[3], esenciales, mal pagadas y primeras víctimas de la crisis social y económica y de las políticas de austeridad
Las srilankesas son la principal fuente de divisas extranjeras del país. Las trabajadoras migrantes envían remesas de dinero a sus familias, las mujeres son mayoritarias en las fábricas textiles y en las plantaciones de té, unos trabajos que están mal pagados. Por tanto, son esenciales en los sectores que atraen divisas extranjeras al país y desempeñan un papel importante en la importación de alimentos y energía y en el reembolso de la deuda externa.
Insustituibles en la inserción de Sri Lanka en el capitalismo globalizado desde hace varios decenios, son las que más sufren las políticas de austeridad y de ajuste estructural que exigen instituciones financieras internacionales como el FMI. También son las primeras víctimas del microcrédito, que hace que se sobreendeuden y que descarga al Estado de sus responsabilidades  sociales en beneficio del capital, que acumula dinero de la gente más pobre con tipos de interés a menudo usureros.
En un contexto de profunda crisis económica, el riesgo de las mujeres de sufrir actos de violencia doméstica se ha multiplicado por diez. Por otro lado, en periodo de crisis, la doble jornada de las mujeres se agrava, pues muchas de ellas han de trabajar todavía más para aportar sus ingresos al hogar. Esto se añade al trabajo no remunerado que llevan a cabo en el ámbito doméstico.

Después del levantamiento, el FMI recupera el control destructivo
Ranil Wickremesinghe, exprimer ministro y actual presidente de Sri Lanka, ha emprendido una política de anulación de las conquistas del levantamiento popular. Ha hecho promulgar leyes de seguridad denunciadas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y ha aceptado negociar con el FMI.

Como ocurre a menudo, a raíz del impago por parte de Sri Lanka a cuenta de los 51.000 millones de dólares estadounidenses de deuda externa en abril de 2022, el FMI asume el papel de prestamista de último recurso e impone une serie de medidas contrarias a los intereses de la gran mayoría de la población. El 1 de septiembre de 2022 se llegó a un acuerdo entre Colombo y el FMI por el que se concedía un préstamo de 2.900 millones de dólares a lo largo de cuatro años. La institución todavía no ha comenzado a transferir el dinero. Los primeros desembolsos deberían efectuarse en diciembre si el gobierno adopta las medidas que le dicta el FMI. Como de costumbre, la contrapartida de este préstamo del FMI no estriba en los intereses devengados, sino en la aplicación de políticas destructivas para la economía del país y su población.

El FMI define del modo siguiente el objetivo de su préstamo a Sri Lanka: “Restablecer la estabilidad macroeconómica y la viabilidad de la deuda.” En otras palabras, esto podría significar: “Conseguir que la economía srilankesa vuelva a ser tierra de acogida para los inversores y el capital y asegurar que el país recupere su capacidad de reembolsar su deuda.” Para restablecer unas condiciones favorables al capital, el FMI solicita asimismo al gobierno que aumente los ingresos del Estado, suprima las subvenciones a los productos y servicios básicos, asegure un tipo de cambio flexible y restablezca sus reservas de divisas. Esto es lo que significan realmente ciertas condiciones comunicadas en un lenguaje suavizado por el FMI:

  • Aumentar los ingresos: esta condición es sinónimo de incremento de los impuestos indirectos como el IVA. Este impuesto es injusto porque se aplica el mismo tipo fiscal a todo el mundo y porque afecta relativamente más a las personas que consumen la totalidad de sus rentas, es decir, las más pobres. Desde agosto de 2022, el gobierno ya ha aumentado el IVA del 12 % al 15 %.
  • Suprimir las ayudas y subvenciones y efectuar privatizaciones: el FMI exige que el gobierno srilankés reduzca sus gastos dejando de subvencionar y privatizando determinados sectores. Empezando a ceder a las exigencias de la institución financiera internacional, el gobierno ya ha suprimido las subvenciones a la energía, en especial las correspondientes al consumo de electricidad y carburante. Por consiguiente, los precios de estas dos fuentes de energía se han multiplicado por tres, agravando así todavía más los problemas para una población que ya sufre penurias y una inflación de cerca del 100 % desde hace varios meses en el caso de los productos alimenticios.
  • Restablecer un tipo de cambio flexible: en un periodo de apreciación del dólar estadounidense en los mercados de divisas y de hundimiento de la rupia srilankesa, esta medida es sinónimo de inestabilidad y fuerte aumento de los precios de las importaciones. Además, el carácter imprevisible del tipo de cambio entre la rupia srilankesa y las demás monedas internacionales condena a las trabajadoras del textil y del té, que dependen de las exportaciones y por tanto de los tipos de cambio mundiales, a la incertidumbre permanente.
  • Acumular reservas de divisas: el FMI califica este objetivo de absolutamente prioritario para que Sri Lanka recupere la capacidad de reembolsar su deuda externa. Recuperar las reservas de divisas supone una vez más que se dé prioridad a la exportación de té y productos textiles y al turismo para obtener las divisas extranjeras que permitan importar los productos que Sri Lanka no produce y reembolsar a los acreedores extranjeros. La prioridad de los cultivos de exportación irá en detrimento de cultivos alimentarios que garanticen la disponibilidad de alimentos para la población sin depender del extranjero.

Las condiciones impuestas por el FMI son por tanto un medio para recuperar la capacidad del país de pagar sus deudas y mantener a Sri Lanka integrada en la economía capitalista globalizada. Si este país conoció penurias alimentarias en la primavera de 2022, es porque depende mucho de los tipos de cambio mundiales, dado que los gobiernos precedentes especializaron la agricultura en cultivos de exportación. Al acudir al FMI, el presidente mantiene esa dependencia en vez de desarrollar una agricultura alimentaria que favorezca la soberanía alimentaria y abra la puerta a una vía más independiente de Sri Lanka con respecto a las divisas extranjeras y a los acreedores, las instituciones financieras internacionales como el FMI y el Banco Mundial, las condiciones cada vez más neoliberales y contrarias a los intereses del pueblo que aquellas imponen.

Notas:

[1] La diferencia entre los ingresos obtenidos con las exportaciones y los costes de las importaciones.

[2] La comunidad tamul, minoritaria en el país, no participó realmente en la movilización. Desde el final de la guerra civil, que enfrentó al gobierno de Sri Lanka y los Tigres de Liberación de Îlam Tamul (LTTE), que luchaban por su independencia en el este y el norte de Sri Lanka, donde los tamuls son mayoritarios. En los últimos meses de la guerra murieron por lo visto 40.000 civiles. La población tamul es víctima de violencias y actos islamófobos, lo que explica si implicación relativamente baja en la revuelta.

[3] Cuando hablamos de mujeres, nos referimos a todas las personas que se identifican como tales.

Fuente: https://www.cadtm.org/Sri-Lanka-Apres-le-soulevement-le-FMI-reprend-le-controle

Traducción: viento sur