Mohammad Akram, de ocho años, tuvo que dejar sus estudios en segundo año cuando el movimiento fundamentalista Talibán destruyó la pequeña escuela pública a la que él y su hermano asistían. «Mi padre no podía pagar una escuela privada», dijo Akram a IPS. Él reside en la Agencia Mohmand, una de las siete Áreas Tribales […]
Mohammad Akram, de ocho años, tuvo que dejar sus estudios en segundo año cuando el movimiento fundamentalista Talibán destruyó la pequeña escuela pública a la que él y su hermano asistían.
«Mi padre no podía pagar una escuela privada», dijo Akram a IPS. Él reside en la Agencia Mohmand, una de las siete Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA), en la frontera con Afganistán.
La población de las FATA, un semillero de violencia, responsabiliza por igual al ejército de Pakistán y al Talibán de la destrucción del sistema educativo.
La intolerancia del Talibán hacia la educación «moderna», que consideran «contra el Islam», junto con la destrucción u ocupación de una gran cantidad de centros educativos con fines militares, privó a decenas de miles de niños y niñas del derecho a una educación decente.
Como resultado, en las FATA la tasa de alfabetización es de 16 por ciento, la más baja de Pakistán, con un promedio nacional de 47 por ciento.
Pese a querer ir a la escuela y seguir estudiando, los niños se la pasan jugando en la calle y deambulando sin rumbo, se lamentó Akram.
El oficial de educación adjunto de las FATA, Mohammad Rehman, dijo a IPS que «los combatientes del Talibán, totalmente en contra de la educación moderna, destruyeron más escuelas en Mohmand que en cualquier otra agencia. Su campaña dejó a 3.800 niñas y 8.200 niños ociosos».
Los daños infligidos a 460 escuelas en las agencias de FATA,110 en Mohmand, 103 en Bajaur, 55 en Kurram, 65 en Orakzai, 44 en Waziristán del Norte y 16 en Waziristán del Sur.
Además, también han sido afectadas otras70 en la norteña y vecina provincia de Khyber Pakhtunkhwa (KP), cuya capital es Peshawar.
Como resultado, 23.000 niñas y 39.000 niños quedaron «desplazados» de la escuela.
La crisis educativa en esta zona es resultado de la década de conflicto armado, que comenzó cuando las fuerzas de Estados Unidos expulsaron al gobierno del Talibán de Kabul, empujándolos fuera de Afganistán.
La «guerra contra el terrorismo», lanzada por el gobierno estadounidense tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, hizo que los talibanes cruzaran la porosa frontera entre Afganistán y Pakistán de 2.400 kilómetros de extensión y se asentarán en las áreas tribales.
Desde allí, lanzaron su campaña violenta con ataques a edificios estatales, así como la lenta, pero segura, pulverización del sistema educativo en la región.
«La primera escuela destruida fue una de Waziristán del Sur. Y la campaña continúa», apuntó Rehman.
Pero no solo los insurgentes son responsables. Unos 100.000 efectivos del ejército de Pakistán que realizan operaciones en las FATA para «erradicar» al Talibán se esconden en edificios públicos, denunció un residente de Orakzai que no quiso revelar su identidad.
Otras personas sostienen que el ejército y el Talibán «son los dos lados de la misma moneda» por su actitud hacia la educación y a las generaciones más jóvenes.
No hay datos oficiales de la cantidad de escuelas ocupadas por el ejército en FATA porque las autoridades temen «represalias», dijo un residente en la Agencia Orakzai.
Lo que es un hecho es que el ejército utiliza las escuelas como «oficinas» y «campamentos» desde 2005, sentenció.
La secretaría de las FATA reveló que el ejército reconstruyó 80 escuelas en zonas consideradas «pacíficas», según la misma fuente.
El especialista en educación Umar Farooq dijo a IPS que este panorama devastador seguramente «haga retroceder a los jóvenes de FATA a la edad de piedra».
«La tasa de alfabetización cayó de 30 por ciento, en 2000, a 16 por ciento, en 2011», añadió.
Las FATA, que ya ostentan la tasa de alfabetización más baja del país, deberán afrontar la tarea titánica de reconstruir las escuelas dañadas por el Talibán, de reclamar las que están ocupadas por el ejército y de evitar más destrozos, según Farooq.
Umar Daraz Khan, funcionario de la Dirección de Educación de las FATA, dijo a IPS que la grave escasez de fondos para reparar y reconstruir escuelas paralizó los esfuerzos para mejorar la tasa de alfabetización.
Pero en las raras ocasiones en que aparecen fondos, la campaña contra la educación del Talibán dificulta mucho la reconstrucción, añadió Khan.
El aporte de 72 millones de dólares del gobierno de Arabia Saudita permitió reconstruir 60 escuelas en la Agencia de Bajaur, apuntó. Pero especialistas y residentes locales coinciden en que queda mucho por hacer.
Mientras, los maestros sienten el peso del sistema educativo desfalleciente.
El maestro Ghani Shah, desocupado desde marzo de 2012, cuando el Talibán destruyó la escuela en la que trabajaba en la Agencia Bajaur, está furioso con el movimiento islamista y con el ejército.
Él es uno de los 15 maestros que debieron recurrir a otras actividades para subsistir, como «vender frutas y hacer otros trabajos de medio tiempo porque no hay esperanzas de una inmediata reconstrucción de las escuelas dañadas», dijo a IPS.
El legislador Akhunzada Mohammad Chittan, de la Agencia Bajaur, dijo a IPS que el gobierno estaba extremadamente molesto con la insurgencia en las FATA y trataba de hacer lo mejor para derrotar al Talibán lo antes posible y reconstruir las escuelas.
«Implementamos escuelas en tiendas de campaña en muchas agencias, pero no pueden reemplazar a las de material», indicó. Los talibanes son «enemigos del Islam y de los niños», añadió.
Pero hay gente que perdió las esperanzas.
Mohammad Jaffar, campesino de la Agencia Orakzai, contó que emigró al distrito cercano de Kohat, en la provincia de KP, para criar a sus dos hijos y una hija en un ambiente pacífico.
«No hay esperanzas de que las escuelas abran pronto porque sigue la operación militar iniciada en 2005 y la insurgencia está activa», se lamentó.