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EE.UU. con mañas de camaleón

Fuentes: Rebelión

Como el camaleón, los Estados Unidos suelen adaptarse proverbialmente al medio, a las circunstancias; solo que si el más «astuto» de los seres que pueblan la Tierra adopta el color del entorno, ese milagro llamado mimetismo, para evitar que los depredadores lo conviertan en mero recuerdo, la Unión sigue buscando, más que sobrevivir, enseñorearse del […]

Como el camaleón, los Estados Unidos suelen adaptarse proverbialmente al medio, a las circunstancias; solo que si el más «astuto» de los seres que pueblan la Tierra adopta el color del entorno, ese milagro llamado mimetismo, para evitar que los depredadores lo conviertan en mero recuerdo, la Unión sigue buscando, más que sobrevivir, enseñorearse del planeta por los siglos de los siglos, amén, con métodos quizás menos expeditos, desembozados, que cuando reinaba en el concierto de las economías, luego de la II Guerra Mundial, y cuando la multipolaridad parecía negada por siempre. (¿Recuerdan la «gloriosa» caída del socialismo, la globalización neoliberal rampante… esa «belle époque» de los años noventa?). 

Quien no se empecine en la ceguera propia coincidirá en la vulnerabilidad imperial que implica el desarrollo de «bárbaros» como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica); y convendrá en que el orbe se ha erguido frente al Tío Sam, mirándolo de hito en hito y con los brazos en jarras. ¿Ejemplos? Como sostiene Pepe Escobar (Asia Times Online), el propósito de desamericanizar la actual ecuación geopolítica, comenzando por una mayor influencia en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial de las economías emergentes y los países en desarrollo, hasta derivar en una nueva moneda de reserva internacional que a la postre reemplace al dominante dólar estadounidense. Y esta desyanquización se explaya. Veamos, si no, la ofensiva de seducción comercial de China en el Sudeste Asiático.

Pero no solo los partners de EE.UU. en aquellos lares reconsideran el estado de cosas. También los del Oriente Medio se van decantando por nuevas alternativas, y para colmo Washinghton no ha podido neutralizar a sus dos principales adversarios en la región. Por el contrario, fracasó estrepitosamente en el objetivo del trueque de Gobierno en Siria y se abstuvo de desencadenar allí la furia del Pentágono. En la ciudad de Ginebra, Suiza, se logró un acuerdo nuclear transitorio con el «réprobo» Irán.

Para mayor inri del águila imperial, concluye el sociólogo aludido, «La gran cantidad de emigrantes rusos y de hablantes de ruso en Israel ha contribuido a la influencia de Rusia. La presencia de una gran comunidad de hablantes de ruso en Israel es una de las razones de que los políticos israelíes visiten Rusia y acudan a los canales rusos durante las campañas electorales. Además, Moscú ha sido miembro del inepto Cuarteto de Oriente Próximo, que se supone media entre israelíes y palestinos desde su creación en 2002. Desde 2011 Rusia ha hecho nuevos avances por todo Oriente Próximo y la influencia rusa en Levante se ha ido afianzando de forma constante. La Federación Rusa ha fortalecido sus relaciones con Líbano e iniciado un diálogo estratégico con Hizbola de Líbano. Los sirios están críticamente agradecidos a Moscú por su apoyo. Junto con Irán Rusia ha sido una importante influencia en Damasco y ayudó a Siria a resistir frente al intento de cambio de régimen. El ataque terrorista a la embajada rusa en Damasco en un testimonio de la importante influencia de Rusia», hoy el mayor suministrador de armas a Egipto, por cierto.

De manera que pecarán de incautos, cuando menos, quienes infieran que la Guerra Fría llegó a su tope. A ojos vista, los Estados Unidos han trabajado, trabajan, estratégicamente para contener y debilitar a los dos mayores contrincantes: Moscú y Beijing. Teniendo en cuenta que, como afirma el politólogo francés Thierry Meyssan, el poder de un Estado se mide a la vez por su capacidad para defenderse y por su posibilidad de atacar en uno o varios frentes, a la superpotencia que estaría dejando de serlo en solitario se le ha metido entre las cejas tratar de derrocar tres gobiernos simultáneamente: en Siria, en Ucrania y en Venezuela. Ahora, ¿cómo diantre hacerlo sin las arremetidas de antaño, dada la flojedad creciente?

Guante de seda

Thierry Meyssan no duda en contestar. Conforme al asiduo colaborador de la Red Voltaire, «la no violencia como técnica de acción política puede ser utilizada con cualquier fin. En los años 80, la OTAN se interesó por su posible uso para organizar la resistencia en Europa después de una invasión del Ejército Rojo. Hace 15 años que la CIA la utiliza para derrocar gobiernos recalcitrantes sin provocar la indignación internacional. Para ello dispone de una vitrina ideológica: la Albert Einstein Institution del filósofo Gene Sharp», quien ha trascendido como el padre de los llamados golpes suaves, aunque, por las consecuencias, ninguno deberá ser estimado tal.

Desde los ya lejanos cincuenta, el comodín intelectual de moda se dio a estudiar la teoría de la desobediencia civil de Henry D. Thoreay y Mohandas K. Ghandi. Solamente que si, «para estos autores, la obediencia y la desobediencia son cuestiones morales o religiosas antes que políticas», en una vuelta de tuerca, «lo que consideraban como un fin en sí puede ser percibido como un medio. La desobediencia civil puede ser considerada […] como una técnica de acción política, incluso militar». Apuntemos con Meyssan que la focalización sobre el carácter ético de los instrumentos permite (propicia) eludir el debate sobre la legitimidad del proceder. Y he ahí la trampa. «La no violencia, que se admite como buena en sí misma y se asimila a la democracia, da un aspecto presentable a acciones secretas intrínsecamente antidemocráticas».

Acciones estas pensadas como remedio para todas las revoluciones y procesos soberanos en los cuatro recodos del planeta. Porque en las actuales operaciones, desplegadas en un abanico geográfico que va desde Siria, pasando por Ucrania, hasta Venezuela, la narrativa gringa reposa exactamente sobre los mismos principios: acusar a las autoridades de matar a sus propios ciudadanos, calificar a los opositores de «democráticos», adoptar sanciones contra los «asesinos» y, en definitiva, concretar un golpe de Estado que de blando posee únicamente el nombre.

¿El modus operandi? Un movimiento que principia con una manifestación en la que mueren opositores pacíficos y ambos grupos se acusan mutuamente de los disturbios. «En realidad, fuerzas especiales o elementos a las órdenes de Estados Unidos o de la OTAN, convenientemente ubicados, disparan a la vez contra la multitud y contra la policía. Así sucedió en Deraa (Siria) en 2011, al igual que en Kiev (Ucrania) y en Caracas (Venezuela) en los últimos días».

Sin duda alguna, bautizar a los opositores de demócratas supone un sarcasmo a la larga inocultable. «En Siria, se trata de takfiristas financiados por la peor dictadura del planeta: la de Arabia Saudita. En Ucrania, son unos cuantos proeuropeos sinceros rodeados de un montón de nazis. En Venezuela, son jóvenes trotskistas de familias acomodadas respaldados por milicias a sueldo de dueños de empresas. Y en todos los casos aparece el seudo opositor estadounidense John McCain para proclamar su solidaridad con los opositores locales, sean verdaderos o falsos. Del apoyo a los opositores se encarga la National Endowment for Democracy (NED). La NED es una agencia gubernamental estadounidense que se presenta como una ONG financiada por el Congreso de Estados Unidos. La realidad es que la NED fue creada por el presidente Ronald Reagan, en asociación con Canadá, Gran Bretaña y Australia. La dirigen el neoconservador Carl Gershman y Barbara Haig, la hija del general Alexander Haig (ex comandante supremo de la OTAN y posteriormente secretario de Estado bajo la administración Reagan). Es precisamente la NED -en realidad el Departamento de Estado- quien moviliza al senador `de oposición` John McCain».

En este dispositivo no podía faltar la Albert Einstein Institution, «ONG» que, financiada por la OTAN, ha desplegado su «sabiduría filosófica», la del viejo Sharp, lo mismo en Serbia que en Qatar. Ubicua, como Dios. En todos los casos, el establishment asume la pose de justa indignación antes de dictar sanciones, a las que rápidamente (Meyssan dixit) se suma un enano político, la Unión Europea, cuando en puridad es la elite de poder la que se dedica a orquestar previamente, con el auxilio de cipayos, los desafueros. «Queda entonces por llegar a concretar los golpes de Estado, lo que no siempre funciona.»

Entre pillos anda el «juego»

Sí, en sitios tan disímiles como Ucrania, Venezuela, Siria, Irán… Porque, en última o no tan última instancia, nos alerta entre otros Rómulo Pardo Silva, «se trata de apoderarse de los recursos de la Tierra, en proceso de agotamiento. De tener el poder para beneficiarse contra otros. Lo que ocurre en Ucrania es una `guerra de continentes´ y en la que, en cierto sentido, ese país no tiene nada que ver, solo es una ficha de EE.UU. en un intento de seguir controlando el mundo, opinan expertos en geopolítica […] En consecuencia todo país que defienda de manera independiente sus intereses es acosado política, económica, mediática y militarmente». Aquí deviene objetivo cercar a Rusia.

No en balde Paul Craig Roberts asevera que «muchos rusos se han quedado dormidos con el dedo en el interruptor, pero el Club Izborsk está tratando de despertarlos. En un artículo publicado en la revista Zavtra del 12 de febrero -nos amplía el analista norteamericano-, expertos en geoestrategia militar advierten de que el uso que Occidente hace de las manifestaciones de protesta para revocar la decisión del Gobierno de Ucrania de no entrar en la Unión Europea, ha producido una situación favorable a un golpe de Estado por parte de elementos fascistas. Tal golpe daría lugar a una guerra fratricida en Ucrania que constituiría una grave amenaza estratégica para la Federación Rusa.» En calidad de posibles escenarios, ocurriría la pérdida de Sebastopol como base de la Flota del Mar Negro; se producirían purgas en el este y el sur de Ucrania, y una consiguiente avalancha de refugiados; se asistiría al desmedro de la capacidad de fabricación en Kiev, Dnepropetrovsk y Jarkov, donde se trabaja para cumplir encargos del ejército del vecino país; y se constataría la supresión de la población rusoparlante y la «ucranización» forzosa, la instalación de bases norteamericanas y de la OTAN en la otrora república soviética, incluida la península de Crimea, así como la apertura de centros de entrenamiento de terroristas en el Cáucaso, la cuenca del Volga y quizás en Siberia; finalmente, se propagarían las protestas orquestadas en Kiev a las etnias que moran en territorios colindantes.

Ahora, no se repara lo suficiente en que el propio término «golpe blando» representa un oxímoron, una vitanda contradicción, porque el adjetivo haría imposible el sustantivo. ¿Suave el ringlero de muertos y heridos causado por la fascistización de este país? Sí, fascistización. No hay otra forma de nombrar un panorama en el cual gavillas de extremistas actúan como un poder real, en desatada xenofobia en la Rada (Parlamento), y en que los canales de televisión transmiten sólo en ucraniano, en detrimento de millones de personas. ¿Acaso, se pregunta un observador (www.odiario.info), una diputada del partido ultraderechista Svoboda no reclamó, en un discurso que destilaba odio denso, que todos los rusos (12 millones) fueran expulsados de Ucrania? ¿El líder de otra agrupación ultra nacionalista no pidió la expulsión de los «comunistas, judíos y la escoria de Rusia»? ¿El propio Partido Comunista, con más de cien mil miembros, no resultó ilegalizado? ¿Un legislador no exigió la ejecución pública del depuesto presidente Yanukovich? En Lvov, noroeste del país (provincia de mayoría católica que era polaca en 1939), ¿la persecución de los comunistas no deviene frenética, feroz? ¿Una ola de anticomunismo salvaje no barre la capital y las ciudades de Ucrania Occidental, y las organizaciones de extrema derecha no practican crímenes abyectos, ante la pasividad del ejército y la policía? No andan descaminados quienes aseveran que desde el Tercer Reich Nazi no sucedía nada comparable en Europa. El fascismo torna a exhibir, con arrogancia desafiante, su torvo rostro.

Allá y acá, igual arremetida

La diferencia radicaría en los matices, porque, en el criterio de Miguel Urbano Rodrigues -criterio que compartimos-, en Venezuela la estrategia de EE.UU. es más sutil que en Siria o Ucrania. La embajada en Caracas, la inteligencia militar y la CÍA cumplen un importante papel, dado el fracaso en el empeño por implantar una situación caótica. Los llamamientos de Leopoldo López a la destrucción, al estropicio recibieron la respuesta firme de las Fuerzas armadas y las masas populares, solidarias con la Revolución Bolivariana. El citado marxista portugués lo subraya: los crímenes de la extrema derecha suscitaron tal repulsa, que incluso Capriles Radonski -el derrotado candidato a la presidencia – optó por guardar distancia de López y su bando (su banda), aunque reincide al convocar a nuevas protestas.

Frustrado el desenfadado recurso a la fuerza, prosiguió la tentativa de desestabilización, pero el proyecto de asalto al poder sufrió una metamorfosis. El Ejecutivo lo define ahora como «golpe de estado suave». Intentona que se compone de una campaña de desinformación en la cual participan los grandes medios de EE.UU. y de la Unión Europea, que transmiten diariamente la imagen de una Venezuela donde la violencia resulta endémica y las manifestaciones pacíficas brutalmente reprimidas, la escasez de productos esenciales aumenta, la inflación se dispara incontinente y la crisis económica se profundiza con ahínco.

Intentona que trasluce cinco pasos citados por Russia Today y Telesur: «La primera etapa es promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores. La segunda etapa consiste en desarrollar intensas campañas en `defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos´, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el gobierno en el poder. La tercera etapa se centra en la lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales y en la manipulación del colectivo para que emprenda manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones. La cuarta etapa pasa por ejecutar operaciones de guerra psicológica y desestabilización del gobierno, creando un clima de ´ingobernabilidad`. La quinta y última etapa tiene por objeto forzar la renuncia del Presidente de turno, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle. Paralelamente, se prepara el terreno para una intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país».

Con Atilio A. Boron, estimamos que «la activa movilización de las masas chavistas para sostener a la Revolución Bolivariana es lo único que permitirá aventar el peligro de un asalto fascista al poder que pondría sangriento fin a la gesta bolivariana. Y lo que está en juego es no sólo el futuro de Venezuela sino, indirectamente, el de toda América Latina». Toda, sí. ¿Quién osaría refutarlo? Obvias razones geopolíticas están conduciendo a EE.UU. a acelerar sus planes para derrocar, por métodos no democráticos, el proyecto social venezolano, para luego ir tras otros progresistas en la región.

Dos hechos políticos inmediatos podrían haber conducido a la aceleración de los planes golpistas e injerencistas. De un lado, la exitosa II Cumbre de la CELAC, en Cuba; de otro, el avance de la izquierda en Centroamérica, particularmente en la victoria electoral del FMLN en El Salvador, tendencia que, en los instantes en que redactamos estas líneas, se mantiene con vistas a la segunda vuelta, del 9 de marzo. A ello habrá que sumar los sólidos vaticinios de que ese espectro político continuará al mando de Bolivia, Brasil y Uruguay.

Además, como remarca Boron, el senador McCain se ha encargado de explicitar un objetivo prioritario de los Estados Unidos: la energía convencional. «Su llamado a la intervención militar es `sobre todo garantizar y proteger el flujo petrolero hacia EE.UU., cuidando esos recursos estratégicos, y velando por nuestros intereses globales`, dijo enfático el empresario de las papas fritas. Desde la perspectiva imperial la declaración tiene sentido, pues si bien EE.UU. ha descubierto en su territorio grandes reservas de gas y petróleo no convencional, la necesidad de disponibilidad inmediata lo conduce a mirar a Venezuela, convertido en el país con las mayores reservas de petróleo en el mundo, a lo que se debe sumar que el traslado de los hidrocarburos para su procesamiento en Houston -donde están plantas de Pdvsa- requiere apenas unas 48 a 72 horas de los 45 días que implica traer de algún país del Norte de África o del Oriente Medio, afectados además por una gran inestabilidad política.»

Esperanza

Así las cosas, Washington y la derecha morocha no contaban con que el mandatario Nicolás Maduro no caería en la trampa preparada con paranoica meticulosidad: «a la violencia reaccionaria se respondió con movilizaciones pacíficas y con un plan nacional para alcanzar la paz. A esta posición políticamente correcta del gobierno socialista se sumó el rechazo de la mayor parte de la población, incluso de quienes no son afectos a la revolución, al uso de la violencia como método de resolución política […] tal como sucedió en intentos de golpe contra Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, la rápida reacción de organismos y países de América Latina para respaldar al gobierno legal y legítimamente constituido en Venezuela, ha frenado los planes del imperialismo. Es evidente que el silenció de la OEA -ya conocido- ha sido más que compensado por la oportuna reacción del ALBA y UNASUR.»

Virándonos hacia otras latitudes, señalemos con Paul Craig Roberts que, mientras la Unión Soviética servía como dique de contención del expansionismo norteamericano, «el golpe de Estado que derrocó el `socialismo realmente existente` en la URSS dio rienda suelta a las fuerzas neoconservadoras para imponer en todo el mundo la hegemonía de EE.UU. La Rusia de Putin, China e Irán son actualmente las únicas barreras de contención del avance ultraconservador-neoliberal. Los misiles nucleares de Rusia y su alta tecnología la convierten en el mayor baluarte frente a la hegemonía de EE.UU. Con el fin de neutralizar a Rusia, Washington ha roto los acuerdos Reagan-Gorbachov y ha ampliado el área de control de la OTAN a las partes que constituían la Unión Soviética y ahora intenta ampliarla a las partes constituyentes de la propia Rusia, como Georgia y Ucrania. Washington abandonó unilateralmente el tratado que prohibía los misiles antibalísticos y ha creado escudos con estos misiles en la frontera de Rusia. Washington cambió su doctrina de la guerra nuclear para reservarse la capacidad de asestar el primer golpe».

A todas estas, si los planes de Washington se materializan en Ucrania, Rusia dejaría de ser el baluarte que se interpone en la carrera de EE.UU. hacia la hegemonía mundial. Solo quedaría China. No en balde, comentan expertos como Nazanín Armanian (Público.es), a los ucranianos que de buena fe eligieron la pertenencia europea, en lugar de la alianza con el hermano de antaño, se les escamotea que:

«1) La UE no había ofrecido a su Gobierno la integración en el club, sino un acuerdo de libre comercio que destruiría la economía de un país que posee una cuarta parte de las «tierras negras» (chernozem, suelo agrícola que no necesita fertilizante) del mundo, además de carbón, uranio y hierro. Sus gentes empobrecidas creen que en este lado de Europa vivirían como los suecos, ignorando que en Bélgica, por ejemplo, uno de cada cuatro niños vive por debajo de la línea de la pobreza.

2) Hoy estando en bancarrota, la UE no tiene interés en el ingreso de Ucrania. Si lo hiciera, Georgia, Azerbaiyán o Moldavia también se pondrían en la cola.

3) Países como Rumania o Bulgaria, que sí están en la UE, no han visto ni prosperidad económica ni derechos políticos y viven peor que hace 40 años. La Bulgaria socialista de entonces exportaba electricidad y productos agrícolas a Turquía y hoy su economía sufre tal parálisis que miles de sus ciudadanos cualificados han emigrado y el resto son simples consumidores de los productos de las potencias, endeudados hasta la médula.

4) En Bielorrusia, país que va a formar parte de La Unión aduanera, junto con Kazajistán y Rusia, las tasas de la pobreza y la del desempleo son del 2 por ciento y la Educación y Sanidad siguen siendo gratuitas y universales.

5) Bruselas y Washington están apoyando en Ucrania a la derecha más reaccionaria, a los grupos fascistas (como lo han hecho con los talibanes y Al Qaeda) e incluso antisemitas que acusaban al Gobierno de ser `marioneta de la mafia judía rusa`. Los partidos comunistas de las exrepúblicas soviéticas ya en diciembre advirtieron sobre la peligro de las fuerzas neonazis de Ucrania, que también avanzan en Europa Occidental.»

De no contribuir a deshacer el entuerto, los rusos se encontrarían (se encuentran) ante el peligro de un gabinete que haga contrapeso a Moscú y presumiblemente se integre a la OTAN, cuyo avance hacia las fronteras de la Federación se había paralizado tras la «la guerra de 5 días» contra la invasión de Georgia, respaldada por el Pentágono, en Osetia del Sur. Y quién quita que luego rueden como fichas de dominó Belarús y algunas regiones de la propia Federación.

En fin, si los aviesos propósitos de Washington cristalizaran, Rusia dejaría de constituir el baluarte que se interpone en la carrera de EE.UU. hacia la hegemonía mundial. Solo restaría China, asevera Craig, quien en su momento concibió como probables escenarios el empleo por Rusia de drones para ejecutar a los cabecillas de las revueltas patrocinadas por Washington, el envío de comandos de las Fuerzas Especiales para eliminar a los agentes extranjeros que operan en su contra, o la ocupación de la parte occidental de Ucrania en tanto se negocia la división del país, algo que parece fructificará cuando pergeñamos estas líneas. ¿Qué más? El corte del suministro de petróleo y gas a los estados europeos títeres de Washington si la UE continúa apoyando la desestabilización.

Lo único seguro en esta saga es que, dadas su relativa debilidad y una multipolaridad creciente, el Imperio hace a un lado la desembozada arremetida de antaño, para intentar eternizarse mediante los eufemísticamente llamados golpes suaves. Allá de quienes se abismen en el engaño, los que escuchen los sortilegios de camaleón… No, allá la humanidad íntegra si los avisados no cierran filas para convencer a los desprevenidos, y si el valladar ante el Imperio no se torna tumultuario. Porque el fascismo no sabe o no quiere perdonar.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.