Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mientras el presidente de EE.UU., Barack Obama, prometió a Irán en su mensaje de año nuevo que está comprometido con una nueva diplomacia que «no será fomentada mediante amenazas,» un mes después es precisamente lo que está ocurriendo. Esto, a la luz de nueva legislación respaldada por la Casa Blanca en el Congreso de EE.UU. que apunta a imponer «sanciones devastadoras» contra Irán apuntando a sus importaciones de energía.
La Ley de Incremento de las Sanciones, presentada por un grupo bipartidista de senadores de EE.UU., indica en su preámbulo que su propósito es «incrementar los esfuerzos diplomáticos respecto a Irán expandiendo las sanciones económicas contra Irán para incluir el petróleo refinado, y otros propósitos.»
Antes de aprobar esa ley, el Congreso debería detenerse y pensar de modo más serio sobre los probables resultados adversos para que no sea implementada y, sin duda, cause una importante perturbación en la economía iraní. En ese caso, Irán tomaría represalias donde le sea posible en la región, amenazando los intereses de EE.UU. donde son más débiles, lo que difícilmente lleva a un cumplimiento de los esfuerzos actuales de Obama por alistar a Irán respecto a la seguridad regional.
Naciones Unidas ya ha impuesto varias series de sanciones contra Irán por su programa nuclear, que muchos dicen se orienta hacia la construcción de una bomba nuclear, aunque Teherán ha sostenido consecuentemente que su enriquecimiento de uranio es para propósitos pacíficos y se ajusta al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). EE.UU. también ha impuesto sanciones unilateralmente.
En coincidencia con una conferencia anual concentrada en Irán del poderoso grupo de lobby pro-israelí, el Comité de Asuntos Públicos EE.UU-Israel (AIPAC), durante el fin de semana, [1] el propósito de esa legislación pendiente es suministrar «una poderosa nueva arma para ser utilizada contra Irán,» parafraseando a uno de sus patrocinadores, el senador demócrata Evan Bayh.
Otro patrocinador clave, el senador Joseph Lieberman, también se ha referido a la ley como «otro garrote» y, según informes en los medios de EE.UU., ha solicitado la aprobación del hombre clave del gobierno de Obama en Irán, Dennis Ross, quien viaja por la región del Golfo Pérsico para promover el apoyo a la diplomacia de EE.UU. respecto a Irán. Es un ávido partidario del enfoque de «garrotes más gruesos en lugar de zanahorias» frente a Irán.
La ley del Senado fue presentada poco después que la Secretaria de Estado de EE.UU. Hillary Clinton se presentara ante un comité del Senado y advirtiera contra «sanciones devastadoras.»
Es interesante que al mismo tiempo, Clinton haya admitido que la pasada política del «garrote y la zanahoria» del gobierno de George W Bush hacia Irán fue un «fracaso.» Ahora, de alguna manera, quiere contar con las dos alternativas, es decir, pretender que EE.UU. tiene una nueva diplomacia contra Irán, mientras al mismo tiempo recicla el antiguo modelo de diplomacia coercitiva.
Eso, en cuanto a un «cambio de paradigma» en la política exterior de EE.UU., que colocaría el tan anticipado diálogo entre EE.UU. e Irán en un marco de referencia post-hegemónico mediante la promesa de «respeto mutuo» e «intereses comunes.»
En lugar de oponerse a la nueva ley, que coloca directamente a la diplomacia de EE.UU. en un modo coercitivo, la Casa Blanca ha dado su aprobación tácita, particularmente ya que la ley cita varias declaraciones de Obama en la campaña pasada en apoyo a afectar el suministro de gasolina a Irán para «apretar» al país. La expectativa es que una «interrupción» semejante «fortalecería significativamente las actuales iniciativas diplomáticas.»
Pero, tales predicciones optimistas sobre la probabilidad, utilidad e impacto de las nuevas sanciones propuestas ignoran la posibilidad inversa de que podría impedir toda nueva diplomacia, desvalorizar su momento, y causar una tal aprensión de la otra parte que, como resultado, llevaría a arruinar el diálogo entre EE.UU. e Irán que aún no ha comenzado.
El consentimiento de la Casa Blanca a esa iniciativa legislativa, arrebata al gobierno la percepción cultivada por él mismo de un cambio de paradigma del modelo de la diplomacia coercitiva. Además, alimenta el argumento de los partidarios iraníes de la línea dura que han presentado objeciones a la rama de olivo del presidente Mahmud Ahmadineyad hacia el gobierno de Obama.
A su vez, se presenta un problema serio: «¿está torpedeando deliberadamente el gobierno de Obama el prometido «compromiso» con Irán, en parte al darle largas al rápido inicio del diálogo y también al basarse en sus delegados en el Congreso para arrojar obstáculos en el camino de ese diálogo? Esto, precisamente en circunstancias en las que el diálogo entre Irán y la Unión Europea muestra señales promisorias, a la luz de la última declaración de Javier Solana, el jefe de política exterior de la UE, en la que elogia mensajes de Teherán por ser «constructivos» y por presentar «una nueva oportunidad para el progreso de las conversaciones.»
¿Por qué habla de compromiso el gobierno de Obama mientras se orienta directamente o indirectamente a alejarse de él? Una respuesta posible es que, a pesar de toda el habla de una situación en la que no se puede perder, Irán pueda salir realmente salir aventajado en tales conversaciones, especialmente si se fundamentan en «el marco bien definido» del TNP y en la «Agencia [Internacional de Energía Atómica», como exigió
Ahmadineyad en su reciente entrevista con la red de televisión estadounidense ABC.
La busca iraní de un ciclo de combustible nuclear está autorizada bajo los artículos del TNP y eso significa que actividades transparentes y abiertas de enriquecimiento de uranio son difíciles de clausurar legalmente mientras se mantengan dentro de verificaciones de alcance total y mecanismos de vigilancia de la AIEA.
Como resultado, a falta de alguna evidencia de que Irán haya abusado de su derecho según el TNP para canalizar su tan deseado ciclo de combustible nuclear hacia «propósitos de armamento», EE.UU. y sus aliados occidentales se ven ahora atrapados en un serio rompecabezas: ¿cómo promover un diálogo multilateral con Irán e insistir en una suspensión a largo plazo, si no permanente, por Irán de su programa de combustible nuclear sin tener de su parte el derecho internacional?
Mejor entonces es no tener el diálogo o tenerlo de inmediato y simplemente prometer de la boca para afuera un «compromiso» cuando, en los hechos el verdadero compromiso tiene lugar entre el gobierno de Obama y su predecesor republicano en su acatamiento unidimensional e insalubre de la política israelí respecto a Irán.
Respecto a esta última, en vista del aplazamiento explícito del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu de la solución de «dos Estados» para Palestina para después del «progreso en negociaciones sobre el problema nuclear de Irán,» es obvio que los formidables aliados de Israel en Washington se proponen impedir un progreso significativo en esas negociaciones. Es simplemente porque un tal progreso obligaría por definición a Israel a hacer concesiones a los palestinos.
Parecería que el compromiso fingido ha reemplazado al verdadero compromiso con Irán y que la nueva legislación camufla la verdadera intención – restringir, postergar y en última instancia cortar de raíz los chispazos de un cambio diplomático en la diplomacia hasta ahora coercitiva de EE.UU. hacia Irán.
Notas
1. Vea (en inglés) la conferencia de AIPAC para impulsar las leyes contra Irán.
————–
Kaveh L Afrasiabi, PhD, es autor de «After Khomeini: New Directions in Iran’s Foreign Policy (Westview Press) . Su último libro: «Reading In Iran Foreign Policy After September 11 (BookSurge Publishing , 23 de octubre de 2008) está en venta.
(Copyright 2009 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.