La reunión del Grupo de Proveedores Nucleares (GPN) terminó la semana pasada con expresiones de preocupación sobre un posible acuerdo atómico entre China y Pakistán, pero funcionarios de Estados Unidos evitaron definirse sobre el tema cuando fueron presionados por periodistas esta semana. La propuesta venta china de dos reactores nucleares a Islamabad violaría en teoría […]
La reunión del Grupo de Proveedores Nucleares (GPN) terminó la semana pasada con expresiones de preocupación sobre un posible acuerdo atómico entre China y Pakistán, pero funcionarios de Estados Unidos evitaron definirse sobre el tema cuando fueron presionados por periodistas esta semana.
La propuesta venta china de dos reactores nucleares a Islamabad violaría en teoría el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), del que Beijing es signatario, pero la concreción en marzo por parte del gobierno de Barack Obama de un acuerdo para reprocesar combustible atómico usado por India podría recibir críticas similares.
Críticos señalan que tanto el convenio entre China y Pakistán como el negociado ente Estados Unidos e India violan el TNP porque facilitan programas nucleares con países que no son parte del tratado internacional.
Esta semana, funcionarios del gobierno estadounidense eludieron varias preguntas de periodistas. Consultado el lunes, el portavoz del Departamento de Estado (cancillería), Philip Crowley, dijo que el tema había sido llevado la semana pasada a la reunión del GPN en Nueva Zelanda, pero señaló que, mientras, Washington seguía «procurando información de China sobre sus futuros planes».
«Tenemos la idea de que esta iniciativa, si sigue adelante, debería contar con el aval del GPN», afirmó.
Pero otros miembros del grupo no fueron tan moderados en su respuesta a la posible transferencia de tecnología nuclear china a Islamabad.
Gran Bretaña opinó que «todavía no era el tiempo adecuado para un acuerdo civil nuclear con Pakistán».
La administración de Obama tiene numerosas razones para abstenerse de unirse a las condenas internacionales.
La Casa Blanca ha trabajado duro en los últimos meses para mejorar las relaciones con Beijing luego de un difícil invierno boreal, en el que sus planes de venta de armas a Taiwan provocaron una molesta reacción de las autoridades chinas.
Mantener la actual ofensiva militar contra el movimiento islamista Talibán y contra la red radical islámica Al Qaeda en Afganistán requiere de buenas relaciones entre Estados Unidos y Pakistán para conservar las rutas de suministro a zonas afganas y facilitar operaciones contra los refugios talibanes en tierras pakistaníes.
Expertos en Washington coincidieron en que es improbable que la Casa Blanca se oponga públicamente al acuerdo atómico entre China y Pakistán.
«Estados Unidos y otros países del GPN podrían objetar la transacción, pero no pueden impedir que China exporte reactores», escribió en abril Mark Hibbs, del Programa sobre Políticas Nucleares de la organización independiente Carnegie Endowment for International Peace.
«Altos funcionarios en los estados del GPN amigos de Estados Unidos dijeron este mes que no esperaban críticas abiertas del presidente Barack Obama a las exportaciones» chinas, señaló.
«Washington, en el marco de un diálogo de seguridad bilateral con Islamabad, podría ser sensible a los deseos pakistaníes de una mayor cooperación civil nuclear, sobre todo tras el acuerdo de Estados Unidos con India, que entró en vigor en 2008 después de una considerable discusión en el GPN», añadió.
Cuando Estados Unidos anunció ese año su intención de promover una excepción en el TNP para permitir la venta de tecnología nuclear civil a Nueva Delhi, defensores del control de armas respondieron que la iniciativa debilitaría al tratado internacional.
Otros señalaban que de esa manera se avalaría un doble discurso dentro del TNP favorable a los aliados de Estados Unidos.
El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadineyad, se quejó de la hipocresía de las restricciones a las exportaciones de tecnología nuclear civil mientras Washington presionaba por una exoneración para India, país que no ha firmado el TNP y ha desarrollado armas atómicas.
El gobierno de Obama ha dejado en claro repetidamente que frenar la proliferación nuclear y reducir los arsenales atómicos están entre sus principales intereses.
El mandatario se trazó el objetivo de un mundo «sin armas nucleares» e hizo énfasis en tres pilares: desarme, no proliferación y uso pacífico de tecnología atómica.
El TNP ha sido considerado la vía más efectiva para canalizar los esfuerzos estadounidenses contra la proliferación, pero expertos están preocupados por la posibilidad de que tanto Beijing como Washington actúen en forma paralela al tratado negociando pactos bilaterales con países no signatarios.
Aunque los intentos de Beijing de obtener una exoneración para su acuerdo bilateral con Islamabad le puedan granjear algunas críticas internacionales, es poco probable que la Casa Blanca esté dispuesta a entrar en un debate público con el gobierno chino.
A comienzos de este mes, analistas habían alterado que el convenio entre Beijing e Islamabad podría ser un tema difícil dentro del GPN, pero indicaron que China podía usar como argumento un pacto similar alcanzado en 2004, antes de que ese país ingresara al grupo.
«Frente al acuerdo entre Estados Unidos e India y la decisión del grupo de darle cabida, el GPN tendrá que lograr un delicado equilibrio para encontrar la solución menos insatisfactoria al desafío planteado por China», dijo Hibbs el 17 de junio.
«Según algunos países del GPN, un acuerdo que le permita a China eximir sus exportaciones arguyendo el tratado de cooperación nuclear de 2004 sería el resultado menos dañino, pero no sería creíble», sostuvo.
«Si China busca una exoneración, los países del GPN podrían instar a Beijing a que asuma compromisos de seguridad atómica y no proliferación a cambio de un comercio limitado con Pakistán», agregó.