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II Seminario Internacional por el Progreso del Mundo: 'La Humanidad frente al Imperialismo' del 25 al 28 de octubre de 2006 (Oviedo)

El ALBA, alternativa no sólo frente al ALCA

Fuentes: Rebelión

En España, desgraciadamente, las informaciones sobre América Latina que nos llegan a través de los grandes medios de comunicación, sea a través de la prensa escrita, la radio o la televisión, es mucho más escasa que en los primeros años del posfranquismo, tres décadas atrás. En esa época estaba todavía tan fresca la lucha por […]

En España, desgraciadamente, las informaciones sobre América Latina que nos llegan a través de los grandes medios de comunicación, sea a través de la prensa escrita, la radio o la televisión, es mucho más escasa que en los primeros años del posfranquismo, tres décadas atrás.

En esa época estaba todavía tan fresca la lucha por la libertad y la Justicia librada durante cuatro décadas contra la dictadura, que tanto los partidos de la izquierda, entendiendo esta en un sentido amplio, como los sindicatos y buena parte de la sociedad en el Estado español, hacía suyas las luchas por la liberación de numerosos países latinoamericanos que batallaban contra sangrientas dictaduras sostenidas por Washington en casi todo el continente.

Los diarios de ese entonces y revistas de izquierda ya desaparecidas que tenían gran difusión a través de los quioscos, como Triunfo, Argumentos, La Calle y posteriormente periódicos como Liberación, daban mucha información sobre esos procesos que había en América Latina, como también lo hacían sobre la causa palestina y sobre las luchas del Frente Polisario en el Sáhara, sobre cuya situación tiene tanta responsabilidad España. Había muchos seminarios sobre estos temas, había movilizaciones callejeras de solidaridad con Chile, Argentina, Uruguay, etcétera, etcétera. Lo viví personalmente como exiliado político aquellos años.

¿Qué ha pasado para que hayan cambiado tanto las cosas, para que nos llegue mucha menos información y para que esa gran sensibilidad social de entonces quede ahora reducida a un sector mucho más minoritario, a un sector de izquierda y de fuerzas progresistas, comités de solidaridad, ONG y medios de comunicación alternativos que tienen que lidiar con una terrible falta de recursos para poder hacer llegar su mensaje, su información?

Indudablemente España ha cambiado mucho en éstas décadas y en general, claro, para mejor. En aquella época se estaba saliendo de una dictadura terrible.

Sin embargo, España, con su entrada en la Unión Europea, con su participación cada vez más activa en grandes organismos del poder mundial, en la OTAN, en la ONU y en muchas de sus misiones de pacificación en el mundo, y, sobre todo, con su boom económico de los años 80 en adelante, empezó a ver a los países de América Latina con otros ojos.

¿Y con qué ojos, con qué nueva perspectiva? En buena medida, con la de los nuevos conquistadores, con la visión de una potencia media a nivel económico que veía la posibilidad de expansión de su capital, la posibilidad de establecer muy buenas relaciones con los numerosos gobiernos liberales corruptos que habían llegado al poder en muchos países latinoamericanos, sustituyendo a mediados de los 80 y los 90 a las dictaduras militares. Gracias a esos gobiernos corruptos, dispuestos a vender a precio de saldo buena parte de las empresas públicas aunque éstas fueran en muchos casos rentables con tal de que se beneficiaran personalmente de ello una serie de dirigentes políticos e intermediarios, el capital español pudo entrar con fuerza en América Latina nuevamente, cinco siglos después de la conquista evangelizadora que la anegó de sangre, aniquilando riquísimas culturas.

¿Quién puede objetar esa segunda conquista, durante la cual tantas veces empresas españolas pagaran comisiones ilegales a intermediarios, dirigentes políticos y gobernantes, para conseguir multimillonarios contratos? Es parte de la ley del mercado, sigue la lógica del sistema capitalista en expansión. Y fue así que importantes bancos y empresas españolas de todo tipo, pasaran en pocos años a controlar en gran parte de los países latinoamericanos los suministros de electricidad, de agua, de telefonía, de créditos hipotecarios y personales y un larguísimo etcétera.

España, a través de sus grandes empresas, irrumpió así con fuerza hace dos décadas a disputar a las multinacionales norteamericanas su mercado tradicional, su patio trasero. Y en esa disputa capitalista por los mercados entraron también Italia, Francia, Japón y otros países. Últimamente se ha añadido también con mucho brío China.

EEUU ya no tiene todo ese gigantesco mercado latinoamericano, de más de 400 millones de almas, para sí sólo, tiene que competir duramente con las empresas de otros países, que, claro, cuentan con el respaldo de los gobiernos de sus respectivos países.

Esta es una de las razones por las cuales Estados Unidos inventa el ALCA, durante la era Clinton, a partir de la Cumbre de las Américas convocada en Miami en 1994. Es la necesidad de Washington de chantajear a numerosos países para que mantengan relaciones comerciales y aduaneras privilegiadas con EEUU.

La experiencia que hizo con México creando el Tratado de Libre Comercio (TLC) en 1994, junto a Canadá también, le ha reportado fundamentalmente beneficios a EEUU pero no a México, y quiere repetir esa experiencia con cada uno de los países latinoamericanos. Washington y los organismos financieros que controla, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, venden el ALCA, los acuerdos de libre comercio como una ventaja mutua. Sin embargo, mientras EEUU subsidia a sus productores y mantiene altos aranceles a las mercaderías que vienen del exterior, pretende que los países con los que realiza los acuerdos comerciales le ofrezcan todo tipo de ventajas para la entrada en sus mercados de productos norteamericanos.

Pero EEUU, a diferencia de otros países capitalistas con intereses en América Latina, no se limita a negociar con cada uno de los países latinoamericanos siguiendo unas reglas normales de mercado. No, utiliza para esas negociaciones todo el poder que le da el ser la superpotencia hegemónica del siglo XXI.

Los negociadores norteamericanos llevan en una mano esos contratos, pero en la otra llevan la oferta de ayuda militar, de venta de armamento, de apoyo del Banco Mundial y el FMI para renegociar la deuda de ese país, etcétera, etcétera. Es la política de chantaje de siempre. «Si entras en mi órbita, si aceptas las reglas de juego que te impongo, si me respaldas con tu voto en la OEA o en la ONU cada vez que yo lo necesite, si firmas un BIA, un tratado de inmunidad para mis tropas, estás en mi círculo de amigos, tendrás siempre mi protección» es su lógica.

Y muchos países latinoamericanos, profundamente endeudados, con escasos márgenes de maniobra, terminan entrando por el aro que les pone EEUU, aunque, en algunos casos, lo hagan en contra de los principios de los partidos en el poder. Esto explica la ambigüedad que mantienen frente al ALCA varios países latinoamericanos que tienen gobiernos más o menos progresistas. Sus principios le llevarían por coherencia a decir que no, pero su temor a ser boicoteados, asfixiados y aislados por el Imperio hace que terminen por ceder, o que intenten jugar a dos aguas, no cortar amarras con él, pero al mismo tiempo no perderse el tren del ALBA que empieza sus primeros pasos por América Latina.

¿Y cuál es el tren del ALBA?

Pues lisa y llanamente, la toma de conciencia de los países de América Latina y el Caribe de su propia identidad, países que han estado durante tantos años de espaldas unos a otros, que empiezan a recuperar, lentamente, su concepción de latinoamericanos y caribeños, y empiezan a comprobar la fuerza que pueden tener juntos.

¿Y cómo ha nacido esto?

Pues, curiosamente, todo el proceso que se empieza a vivir en la región desde hace algunos años, con la mayor presencia de gobiernos de izquierda o progresistas de toda la historia de América Latina, se produce poco tiempo después del derrumbe de la URSS y de los regímenes de Europa del Este, fenómeno que algunos, por ignorancia de las diferencias existentes, creían que abarcaría también a Cuba. Habría mucho que hablar sobre esos regímenes de socialismo real y por qué se derrumbaron como un castillo de naipes. Si criticamos el pensamiento único como concepto, debemos ser coherentes con él y no podemos cerrar los ojos frente a tantas barbaridades que se cometieron durante el llamado socialismo real. Eso es también la Batalla de las Ideas.

Y creo, precisamente que el fenómeno que está viviendo América Latina, está recobrando lo mejor de los principios del socialismo, los más auténticos, lo mejor de los valores por los cuales lucharon el Che y Fidel, que permite que 47 años después Cuba siga estando ahí, a 90 millas de Florida, sin caer como parte de ningún castillo de naipes, resistiendo al Imperio y a los numerosos países cómplices que tiene en el mundo.

Son unos valores, claro está, que deben ser aplicados en una situación totalmente distinta a la que se vivía en 1959 cuando triunfó la Revolución Cubana. Hay que aplicarlos en el siglo XXI:

No soy partidario de endiosamientos de nadie, creo que los líderes políticos, por muy brillantes que sean, si triunfan, no es sólo por su valor personal, sino porque representan una idea, un proyecto, un objetivo colectivo. Y sin duda, la irrupción de Hugo Chávez en la escena política no sólo venezolana sino también latinoamericana, significó y significa una bocanada de aire fresco en toda la región. Y un aire fresco en primer lugar para Cuba, que por fin encontró un aliado en la región con el cual hablar el mismo lenguaje. Cuba no tenía un aliado así desde que fue derrocado Salvador Allende en Chile, desde que fue derrocado el Gobierno de Granada, desde que cayó el Gobierno sandinista en Nicaragua.

¿Qué aportó, qué aporta el Gobierno de Chávez al continente?

El Gobierno venezolano fue el primero en utilizar no sólo para beneficio de su país, sino también del conjunto de América Latina y el Caribe, el arma energética como arma de liberación. Los críticos de Chávez dentro y fuera de su país dicen que derrocha demagógicamente los ingresos obtenidos por el petróleo a diestra y siniestra.

Lo que no dicen es que Venezuela desde hace muchas décadas obtiene esos recursos del petróleo y que sin embargo la terrible corrupción de sus gobiernos impidió que ni se beneficiara su pueblo, ni mucho menos que se beneficiara el resto del continente.

Por supuesto que Venezuela necesitará años para recuperarse económicamente y para elevar masivamente el nivel de vida de su población, porque debe salir de la situación desastrosa en la que la sumieron sus gobiernos, a quienes, curiosamente, la comunidad internacional no acusó ni acosó, como hacen desde años con Chávez.

Venezuela, con sus propuestas para América Latina y El Caribe ha roto las reglas de juego de las que se beneficiaban hasta ahora las multinacionales norteamericanas, pero también las empresas españolas, francesas, italianas, japonesas.

¿Por qué? Porque con una política energética y comercial muy simple, ha venido a aplicar en toda la región algo que es lo más parecido a una política de trueque. El petróleo que ofrece Venezuela a otros países no es a cambio de que esos países se endeuden cada vez más como hacían hasta ahora si el acuerdo lo realizaban con una petrolera norteamericana. Chávez va a Argentina, le encarga y paga la construcción de barcos-tanque petroleros, dando con ello trabajo a unos astilleros que no lo tienen; compra también 500 millones de dólares de su deuda externa, con todo lo cual Argentina sale beneficiada. Al mismo tiempo le ofrece petróleo, pero no le pide a Kirchner que endeude más su país, sino que le pague entregándole equis cantidad de vacas preñadas, para que Venezuela se pueda dotar de una cabaña propia. ¿Qué mejor acuerdo para ambas partes?

¿En Argentina van a pensar que Chávez es un demagogo, como se dice tan a menudo alegremente en España?

Chávez, tras el viaje a Argentina en el que cerró esos acuerdos, fue también a Uruguay. ¿Qué tenía Uruguay para ofrecer a cambio de recibir el petróleo que necesitaba de Venezuela?: cemento. Pues Chávez encargó que le dieran a cambio equis cantidad de cemento.

Tras el triunfo de Evo Morales en Bolivia. ¿Con qué podía pagar un país tan pobre como Bolivia el petróleo que les ofrecía Chávez para no depender de las grandes multinacionales norteamericanas? Con soja, soja y carne de pollo.

Y así país por país se están haciendo acuerdos de ese tipo.

¿Parece muy simple, no? Sin embargo nunca antes se hizo en América Latina.

Y esto, claro está, afecta intereses muy importantes de las multinacionales norteamericanas, europeas y asiáticas, que están acostumbradas a aplicar las reglas del más salvaje capitalismo. Todos ellos ven sus intereses enormemente afectados por este protagonista tan particular que ha irrumpido inesperadamente en escena. Máxime cuando se proyecta construir un oleoducto que desde Venezuela llegue a Argentina, con ramificaciones para abastecer también a Brasil, Uruguay y Bolivia.

Pero aparte de este aspecto tan importante desde el punto de vista energético, comercial y financiero, el ALBA es parte de un proyecto mucho más amplio, es el intento de ampliar toda esa coordinación y solidaridad entre los países latinoamericanos y del Caribe a otras áreas como la Salud, la Educación, la Cultura.

Muchos conocen la importancia de la colaboración que vienen haciendo miles de médicos cubanos en Venezuela, que ha permitido hacer llegar la sanidad a lugares que nunca habían tenido un médico. Esto se ha hecho también con los maestros y profesores cubanos, que han ayudado a que Venezuela haya sido declarado este año por la UNESCO país libre de analfabetismo.

Silenciosamente, sin dar demasiada publicidad, ambos países impulsan la Misión Milagro por la cual cientos de miles de personas de las zonas más pobres de América Latina y el Caribe han sido operadas gratuitamente de enfermedades de cataratas, que en sus respectivos países nunca hubieran podido realizar. .

Miles de jóvenes pobres de América Latina estudian también gratuitamente durante años en la Universidad de Medicina Latinoamericana, en las afueras de La Habana, para que, al recibirse de médicos, vuelvan a sus países y contribuyan a mejorar la sanidad de sus comunidades.

¿Todo esto es demagogia? Bienvenida sea entonces la demagogia, ya nos gustaría que muchos países ricos hicieran demagogia de esa manera. En pocos años se acabaría el analfabetismo, la desnutrición, la mortandad infantil, la muerte de tantas personas por enfermedades curables.

Todo esto es en definitiva el ALBA. Como su nombre indica, el alba de un nuevo día, de una esperanza. Cómo no iba a haber enemigos de un proyecto semejante, un proyecto subversivo, que rompe los moldes del llamado Nuevo Orden Mundial, que en realidad no es más que el Orden de siempre.

Desgraciadamente de todo esto se conoce poco en la sociedad española de hoy día.

Los políticos y economistas alertan al ciudadano –y los medios de comunicación de masas lo retransmiten así-de que las nacionalizaciones de los hidrocarburos por parte de Evo Morales, por ejemplo, son perjudiciales para los intereses españoles. Claro, son beneficiosas para los bolivianos. Y así se intenta trasladar a la propia población española los valores y los intereses de las grandes empresas españolas con inversiones en el exterior. Además, con ésta lógica del capitalismo popular como lo bautizó Margaret Thatcher, que hace que mucha gente pueda tener acciones en tal o cual empresa de las que están presentes en esos países de América Latina, resulta que muchos ciudadanos de la clase media terminan asumiendo posiciones reaccionarias también, porque en definitiva les afecta sus propios bolsillos.

Por todo esto es tan importante no quedarse con la simple noticia manipulada y sacada de contexto que nos llega muchas veces. Toda persona de izquierda, toda persona progresista, tiene que hacer un esfuerzo por conocer qué hay detrás de esas informaciones que nos llegan, conocer otras opiniones sobre el tema, de manera de poder contar con una visión propia de los hechos. Y ese es el primer paso para poder posicionarse y actuar consecuentemente y ayudar a hacer realidad el mensaje de que Otro Mundo es Posible.

Oviedo, 27 de octubre de 2006.

* Intervención de Roberto Montoya en el II Seminario Internacional por el Progreso del Mundo: La Humanidad frente al Imperialismo. Red en Defensa de la Humanidad. Del 25 al 28 de octubre de 2006 en Oviedo.