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El auge del consumo interno disminuye la oferta de petróleo iraní al resto del mundo

Fuentes: The Wall Street Journal Americas (Español)

Pese a ser dueño de una décima parte de las reservas mundiales de petróleo, Irán está usando tanta energía que es posible que el próximo mes tenga que empezar a racionar la gasolina. Esta medida encuentra su justificación en gente como Seyd Jessem Moosavi. Este empresario de 42 años fue el primero de toda su […]

Pese a ser dueño de una décima parte de las reservas mundiales de petróleo, Irán está usando tanta energía que es posible que el próximo mes tenga que empezar a racionar la gasolina.

Esta medida encuentra su justificación en gente como Seyd Jessem Moosavi. Este empresario de 42 años fue el primero de toda su familia en tener auto. Su padre le siguió el ejemplo poco después y ahora sus cinco hermanos y su hijo también tienen carro. Moosavi acaba de abrir su propio lavadero de autos.

«Sin un lavadero en el barrio y cada vez más autos, me pareció una buena idea», dice.

Este negocio ilustra uno de los mayores desafíos que enfrenta Irán. A medida que el país se enriquece gracias a las exportaciones de petróleo y gas, los iraníes se han convertido en grandes consumidores de energía. La población de más de 300 millones de habitantes de Medio Oriente y el norte de África ya consume la misma cantidad de petróleo que los 1.200 millones de chinos. Los subsidios del gobierno iraní, que hacen que la energía sea casi gratis para consumidores y empresas, han contribuido a encender la demanda.

Al mismo tiempo, una combinación de sanciones occidentales y políticas iraníes ha desalentado la inversión extranjera, haciendo que la producción se estanque. Como consecuencia, las exportaciones iraníes de crudo podrían secarse en menos de una década, según varios expertos que han estudiado el problema.

Esto supone un desastre en ciernes para Irán. El 85% de sus ingresos por concepto de exportación corresponde a las ventas de petróleo.

«La industria está en crisis», dice Mehdi Varzi, un ex diplomático iraní que dirige Varzi Energy, una consultora con sede en Londres.

El impacto podría sentirse mucho más allá de Irán. El país produjo 3,8 millones de barriles de crudo al día en 2006, casi un 5% del suministro mundial, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). De esa cantidad, exportó un promedio de 2,5 millones de barriles diarios. Si caen las ventas, los clientes más importantes de Irán -Japón y China- saldrán en busca de otros proveedores, haciendo que el precio suba para todos.

Irán alude a este panorama para justificar su necesidad de producir energía nuclear. Pero esta ambición ha generado una tenaz oposición política en Occidente. El gobierno estadounidense describe el programa nuclear iraní como poco más que una farsa para ocultar lo que cree son sus intenciones de construir armas nucleares. Los iraníes niegan las acusaciones y aseguran que las plantas nucleares podrían satisfacer el auge de la demanda energética interna.

En 1995, Irán utilizó el equivalente al 34% del crudo que bombeó y exportó el resto. El año pasado, usó el 40%. Y pese a que posee el 15% de las reservas de gas natural del mundo, en 2005 Irán importó más de lo que exportó. Las autoridades iraníes son conscientes de estos problemas. Pero en los últimos años, a medida que los precios globales del crudo escalaban a niveles récord, han eludido las decisiones difíciles mientras que subía el precio del crudo.

No obstante, la situación ya está causando estragos en el presupuesto fiscal. En general, los subsidios de energía le cuestan al gobierno hasta US$40.000 millones, cifra equivalente a casi un cuarto de su producción económica total, según Bijan Zanganeh, ex ministro iraní de Petróleo. Este gasto está contagiando la inflación a otros sectores de la economía. «Es inaceptable y no puede continuar», observa.

Sin embargo, en Ahvaz, está claro que presionar para que la producción de crudo y gas suba y la demanda baje no será fácil.

Cada vez más residentes de la ciudad, cuya población ha crecido en un tercio en la última década hasta alcanzar los 1,3 millones, se están agrupando en laberintos de pequeños apartamentos tanto en el centro como las afueras de la ciudad. Además, el país se ha visto inundado por una ola de electrodomésticos fabricados en países de mano de obra barata como China y Turquía. Incluso, matrimonios jóvenes con pocos recursos pueden permitirse comprar refrigeradores y hornos microondas.

Parte del crudo de Medio Oriente provino de pozos que están cerca de Ahvaz. Todo comenzó en 1908 cuando los británicos que controlaban Persia empezaron sus operaciones de perforación en el desierto. Desde entonces, la provincia de Khuzestán ha sido el epicentro del ascenso iraní a la cima de los productores mundiales de petróleo. Sin embargo, muchos de los campos petrolíferos de Irán son viejos, posiblemente causando una pérdida general de producción de hasta 500.000 barriles diarios cada año. Para mantener al día sus exportaciones, Irán deberá adelantarse a la sed energética de sus habitantes. Hasta ahora, parece que va perdiendo la carrera.

Gran parte del problema es el derroche. Un reciente estudio de un comité parlamentario concluyó que el 18,5% de la electricidad del país se pierde antes de llegar a los consumidores. Las razones que explican esto apuntan a una infraestructura obsoleta y a la corrupción.

Un problema aún mayor son los propios consumidores. Debido a los subsidios, la gente no se siente presionada a ahorrar energía. La gasolina, por ejemplo, cuesta unos 9 centavos de dólar por litro. Esto ha impulsado una explosión en el uso, a medida que se venden más autos. También ha despertado un comercio de contrabando en que los iraníes compran millones de litros de combustible a precios subsidiados y los transportan a países vecinos como Pakistán, Turquía e Irak, donde los venden a precios de mercado.

Desde 2001, la demanda ha superado la capacidad de refinación del país. En lo que va del año fiscal (que termina en marzo), el gobierno ya ha dedicado unos US$7.000 millones a las importaciones de gasolina. Si no se hace nada, el año que viene, la cifra podría alcanzar los US$9.000 millones, advierte el gobierno.

– Bhushan Bahree contribuyó a este artículo.

http://online.wsj.com/public/article/SB117192846903213061.html?mod=spanish_whats_news