Sudáfrica logró la codiciada membresía del bloque BRIC (Brasil, Rusia, India y China) promocionándose como una puerta de ingreso a África, pero varios analistas dudan de que este paso implique beneficios reales para los países pobres del resto del continente. Ya sea que se la vea como regalo de Navidad de China o como victoria […]
Sudáfrica logró la codiciada membresía del bloque BRIC (Brasil, Rusia, India y China) promocionándose como una puerta de ingreso a África, pero varios analistas dudan de que este paso implique beneficios reales para los países pobres del resto del continente.
Ya sea que se la vea como regalo de Navidad de China o como victoria diplomática para Sudáfrica, la invitación a sumarse al BRIC en abril ha colocado los focos sobre esta potencia emergente.
Los analistas se plantean si incluso esa etiqueta –«potencia emergente»– es justificada. Con un producto interno bruto nominal de 286.000 millones de dólares, Sudáfrica se ve minimizada por Brasil (dos billones de dólares), India (dos billones), Rusia (1,6 billones) y China (5,5 billones).
Los 50 millones de habitantes de Sudáfrica parecen insignificantes al lado de los 1.300 millones de China y los 1.200 millones de India. En términos de crecimiento, la capacidad eléctrica de África registró un magro tres por ciento el año pasado, en contraste con 10,5 por ciento de China.
Mucho se ha hablado sobre la posición de Sudáfrica como puerta de ingreso a la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), contando con unos 250 millones de consumidores, y el mercado africano en su totalidad, que se proyecta aumentará a 2.000 millones de personas en las próximas dos décadas.
A fines de enero, el ministro de Comercio e Industria de Sudáfrica, Rob Davies, defendió la membresía según estos parámetros en el Foro Económico Mundial de Davos: «El continente africano es la próxima gran historia económica. Somos bastante pequeños pero, cuando miramos al continente africano en su conjunto, los números comienzan a sumarse».
La membresía también reflejará una campaña geopolítica de China para crear un eje sureño y aumentar el peso de la reforma del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para reflejar la creciente importancia de las potencias emergentes.
Pero ¿qué puede traerle un BRICS a la región aparte de a Sudáfrica, considerando que la mayor parte del continente está atrapada en el estatus de países menos adelantados? Muy poco, incluso en el mejor de los escenarios, dijeron a IPS varios críticos en materia de comercio. «En esta etapa parece ser una campaña política más que económica», dijo el analista comercial independiente Wallie Roux, de Namibia, país que actualmente preside la SADC. «El BRIC es el vehículo para la recuperación económica mundial, y como tal coloca a Sudáfrica en el centro de la atención, pero no espero que eso signifique nada para los otros países africanos en el corto a mediano plazo», sostuvo.
En el peor de los casos, el BRICS frustrará aún más el problemático proceso de la integración regional en la SADC y en África, dijeron los analistas. «En la región hay una obsesión constante por conectar con la economía mundial y adherir a una agenda neoliberal de ‘libre comercio'», evaluó la analista sudafricana Michelle Pressend. «Esto refleja el enfoque lineal que la SADC ha aportado a la integración regional. La membresía sudafricana del BRICS, con su énfasis en el acceso al mercado regional, ejemplifica esto», agregó. «Pero la mayoría de los países de la SADC son economías basadas en un solo recurso, con bases industriales muy pequeñas. Sudáfrica cree en las normas del comercio liberalizado, como reducir los aranceles y flexibilizar las regulaciones sobre el control de capitales. El propio BRIC no siempre se ha guiado necesariamente por estas reglas y más bien se centra en construir primero sus propias economías», dijo Pressend.
Su conclusión es que el ascenso de Sudáfrica al BRIC puede impulsar una campaña mayor hacia el acceso al mercado (esta vez de los otros miembros del bloque), que no necesariamente es del interés de países que todavía tienen que construir sus bases industriales. Esto puede hacer que sigan siendo economías dependientes de la exportación de materias primas.
Sanusha Naidu, del programa «Potencias emergentes en África» de la red de comunicaciones Fahamu, tiene un punto de vista similar. «La mayoría de la gente no se da cuenta de que, al integrarse al BRIC, Sudáfrica ofrece una asociación estratégica para los inversores de estos países. Estos inversores no necesariamente tienen el sentido común de hacer negocios en el continente, ni quieren asumir todos los riesgos que esto conlleva. Conectarse con la capital sudafricana puede brindar el giro que están buscando», planteó.
Mediante este tipo de alianzas, el BRICS facilitará un mayor flujo de capital sudafricano en el continente. Según Naidu, «ampliará la huella de las corporaciones sudafricanas en la región e insertará más la agenda de comercio e inversiones de la capital sudafricana». Esto puede sumarse a las existentes tensiones diplomáticas, dado el polémico estatus hegemónico de Sudáfrica en la región, sostuvo el analista de ese país Dot Keet. «Sudáfrica se posiciona fuertemente como una puerta de ingreso a África y un facilitador del comercio. (Pero) la región no necesariamente se identifica con esta posición. Actualmente los países persiguen una agenda dual, (que implica) beneficiarse del poder de África y contrarrestarlo, lo que a menudo deriva en políticas comerciales inconsistentes», agregó Keet.
Según Siphamandla Zondi, director del sudafricano Instituto para el Diálogo Mundial, el BRICS beneficiará a la región apenas de un modo marginal. «Habrá una mayor diversidad en las inversiones, y el BRICS también ofrecerá mayores mercados de consumo para la pequeña industria africana. Finalmente podrá introducir significativas corrientes turísticas desde países que no sean Estados Unidos o Europa occidental. Pero en términos generales los beneficios para el BRICS serán más amplios que para los países africanos», afirmó.