El capitalismo plantea una amenaza mortal para la supervivencia humana básicamente de tres maneras.
En primer lugar, ya no crea puestos de trabajo. Ha hecho que por lo menos unos mil millones de personas sean totalmente excedentes para las necesidades de la actual producción globalizada. La mayoría de las personas en las ciudades de África y América Latina trabajan en el sector informal, y este es el único sector que está creando puestos de trabajo.
El segundo aspecto es el cambio climático. El capitalismo nos ha llevado a una era geológica completamente nueva, una era donde el cambio climático tiene enormes consecuencias en la propagación de catástrofes y enfermedades. Por ejemplo, con el calentamiento global ha hecho que los insectos transmisores de la malaria, el dengue y otras pestes se están desplazando hacia el norte. Según los especialistas la reaparición de la malaria en determinados lugares de Europa, ya es casi inevitable.
Y en tercer lugar, el capitalismo amenaza nuestra supervivencia porque desencadena y produce el tipo de pandemias en las que estamos en medio ahora. No se trata de una simple pandemia. En realidad estamos viendo una época de pandemias y enfermedades emergentes. La globalización capitalista ha producido estas nuevas plagas. El capitalismo ha destruido las fronteras naturales y sociales entre las poblaciones de humanos y los animales salvajes, que antes vivían muy distanciadas.
Los coronavirus se encuentran principalmente en los murciélagos. Los murciélagos son tan solitarios, que se necesitan una gran cantidad de estos mamíferos alados para ponerlos en contacto con los humanos o con animales infectados por ellos. La fuerza propulsora de este fenómeno ha sido la destrucción de los bosques tropicales por empresas multinacionales de explotación forestal.
Luego está la agricultura industrial, y la industrialización de la producción de aves de corral y ganado. Hay fábricas que procesan un millón de pollos al año. Son como aceleradores de partículas de enfermedades virales. Estas fábricas se han transformado en una eficiente máquina que cría nuevos híbridos de virus y los distribuye masivamente.
Desde los propios parámetros inmunológicos, el factor más importante es que hay dos humanidades. Una humanidad bien alimentada, generalmente con buena salud y con acceso a la medicina. Y una segunda humanidad, que no tiene sanidad pública o que depende de sistemas médicos que fueron en gran parte destruidos en los años 80 y 90.
La deuda
Los sistemas públicos fueron destruidos por la deuda, el ajuste estructural y la exigencias del Fondo Monetario Internacional. Se recortó lo público o se privatizaran los servicios creados por el ahorro social.
En todo el África subsahariana (y también en otros países) la ausencia de sanidad pública es el origen de las enfermedades infecciosas. La gente no tiene acceso a agua limpia y ni siquiera puede lavarse las manos con jabón.
En este momento estamos al borde de lo que podría ser la verdadera masacre humana si esta pandemia estalla en los barrios pobres del Sur Global.
En el pasado el capitalismo global, destinaba una mínima inversión a la detección de enfermedades y a las alertas temprana.Las potencias coloniales desarrollaron mecanismos para salvaguardar el comercio y la salud de los colonizadores.
De una serie de conferencias sanitarias internacionales surgieron –en la época del imperialismo victoriano– instituciones cuyo objetivo explícito era controlar las enfermedades infecciosas.
De manera similar, la Organización Mundial de la Salud, (OMS), fundada en 1948 por la Fundación Rockefeller, desempeñó un papel esencial en los decenios de 1940 y 1950.
Su preocupación original era salvaguardar la salud de los trabajadores de las plantaciones de la United Fruit Company y de las minas de nitrato chilenas. Quería eliminar la enfermedad mediante la vacunación. Este método de prevención demostró ser exitoso con la eliminación de la viruela, pero falló en prácticamente todas las demás enfermedades importantes.
La causas profundas
Hay una explicación alternativa de la medicina social para entender la propagación de las plagas: los determinantes socioeconómicos de las epidemias son la pobreza, el hacinamiento, la falta de saneamiento y de medicamentos.
Ahora toda la infraestructura internacional de detección de enfermedades y la respuesta internacional coordinada se ha venido abajo.
La OMS prácticamente se ha derrumbado. Hoy tiene un papel absolutamente marginal. Nunca ha sido financiada adecuadamente. Grandes países como los Estados Unidos jamás han cumplido con las contribuciones que dijeron que harían. La OMS ha tenido que recurrir a los filántropos y a los grupos de presión de los países más poderosos. En conjunto estos sectores, proporcionan alrededor del 80 por ciento de su presupuesto. La OMS se ha visto obligada a suplicar a los Estados Unidos, China y a ciertos filántropos que no saben qué hacer con su dinero. Esto se ha hecho evidente en los últimos tres o cuatro meses.
Los recortes
El Centro Americano para el Control de Enfermedades (CDC), que desempeñaba un papel internacional en la detección de enfermedades nuevas, también se ha derrumbado. El CDC estadounidense decidió no utilizar los kits de prueba producidos por una compañía farmacéutica alemana y que todos los demás países están utilizando. La CDC desarrolló su propio kit de prueba, les resultó defectuoso y dio resultados falsos.
El CDC está financiado en parte por un cristiano fundamentalista y su presupuesto fue salvajemente recortado por Donald Trump, en uno de sus primeros actos como presidente.
La administración Trump desde su inicios comenzó a desmantelar las entidades públicas de salud y a revertir las políticas que se habían sido creadas específicamente para enfrentar las pandemias.
Trump dice que Estados Unidos es el país más avanzado técnica y científicamente del mundo, el mismo día que el New York Times publica instrucciones sobre cómo debe hacerse una propia mascarilla quirúrgica.
Una crisis mundial.
El Centro Europeo para el Control de Enfermedades no ha estado en ninguna parte y toda la Unión Europea está en profunda crisis.
Mientras Italia esperaba que sus naciones hermanas europeas la ayudaran Alemania, Austria y Francia prohibieron la exportación de suministros y materiales cruciales al país de Dante .
Por otra parte, hoy China tiene una enorme influencia económica pero en el momento que se declaró la epidemia no tenía suficiente poder blando, ni suficiente influencia política.
El Liderazgo
Sin embargo Trump abdicó totalmente de liderazgo moral o de una respuesta humanitaria. Así que los italianos se dirigieron a Pekín, que demostró estar a la vanguardia en la prestación de una ayuda crucial para enfrentar la pandemia.
En realidad China tiene una inmensa capacidad para proporcionar suministros médicos clave. Está en todas partes sobre el terreno, allí donde Europa y EE.UU han desaparecido.
En el siglo XVII las plagas, particularmente en Italia, aceleraron la transición de una economía centrada en el Mediterráneo a una economía centrada en el Atlántico Norte. Así que tenemos que preguntarnos si COVID-19 acelerará el cambio de la hegemonía estadounidense a una papel hegemónico chino.
La respuesta al brote ha sido totalmente nacionalista, hasta el punto de que ha sorprendido a la mayoría de los líderes mundiales y a los propios nacionalistas. La cooperación internacional se ha derrumbado.
Cualquier recuperación de la producción globalizada dependerá de enormes esfuerzos para crear una infraestructura internacional contra la enfermedad. Pero, para derrotar al patógeno no se podrá ignorar las condiciones sociales que hacen vulnerables a las personas y, que en cierto modo son las causas últimas de la enfermedad.
La Gran Pharma
La inmediata historia nos demuestra que las grandes empresas farmacéuticas no desarrollaron a tiempo una vacuna y los antivirales que sabían que eran necesarios. Como no era negocio el sector privado no invirtió en la investigación y en nuevas tecnologías.
De esta manera el potencial para el desarrollo científico fue bloqueado.
La industria farmacéutica ya no produce las medicamentos fundamentales para la vida, cuya producción en el pasado fue una de las justificaciones que utilizaron para darles una posición de monopolio.
Ahora no fabrican antivirales, y en gran parte no hacen vacunas. Y tampoco no produce una nueva generación de antibióticos para hacer frente a una anunciada crisis mundial por la próxima ineficiencia de estos medicamentos.
La Gran Pharma está básicamente ganando dinero con las patentes y gastando más en publicidad que en investigación y desarrollo.
Los grandes laboratorios no sólo se han convertido en un obstáculo para la revolución médica y científica, sino que se han dedicado a la especulación con los precios y a un enorme cabildeo político contra los medicamentos genéricos.
Globalización
¿Puede el capital mundial superar su actual fragmentación nacionalista y crear una infraestructura que haga frente a la continuidad de los beneficios y a la producción globalizada?
Pues bien, estamos a punto de una depresión mundial. Una depresión cuyas raíces no están en el COVID 19, aunque este bicho microscópico la vaya a desatar.
Los principales países capitalistas creen que pueden proteger el comercio mundial, con vacunas y alguna nueva forma de organización internacional de la salud. Pero no demuestran ningún interés en solucionar el gran tema que preocupa a la medicina social: la miseria y la pobreza a escala mundial.
¿Estarán las vacunas disponibles para las poblaciones de África y el sur de Asia?
Es muy difícil que el capitalismo, que su ADN es sólo el lucro, haga llegar con rapidez la vacuna ( si logra desarrollarla) a los pobres y condenados de la tierra.
De hecho lo que hará el capitalismo global es profundizar aún más el abismo entre las dos humanidades.
Por supuesto, esto es cierto también dentro de muchos países capitalistas del “primer mundo”, donde la enfermedad ataca de preferencia a las víctimas del racismo y pobreza.
En este momento, al menos en los Estados Unidos, existe una oportunidad extraordinaria para avanzar en un programa progresista: de partida la atención sanitaria como un derecho humano y una cobertura universal .
También ha llegado la hora de luchar por demandas esencialmente socialistas, como la nacionalización de las grandes farmacéuticas y de otros servicios básicos para la sobrevivencia .
Amazon que se ha convertido en el mayor monopolio de la historia del mundial, ahora por lo menos debe ser gravada con impuestos o transformada directamente en un servicio público, como Correos.
La distribución debe convertirse en una utilidad pública. Dicho de otra manera en una organización socialista controlada democráticamente y de propiedad de toda la sociedad.
Esta crisis nos ofrece una gran oportunidad para ir más allá del reformismo de izquierda y plantear ideas y demandas socialistas.
Mike Davis es el autor de Prisoners of the American Dream (1986), City of Quartz (1990), Late Victorian Holocausts (2001), Planet of Slums (2006) y Buda’s Wagon: A Brief History of the Car Bomb (2007). Davis es colaborador de publicaciones como New Left Review, LINKS y muchas otras. Ha recibido el premio literario Lannan. Vive en San Diego, USA.
Fuente: https://observatoriocrisis.com/2020/04/28/analisis-marxista-en-una-era-de-catastrofes/