Dimitri Medvédev ha ganado el respaldo contundente de los rusos que él y sus patrocinadores políticos en el Kremlín habían soñado. El sucesor elegido por Vladímir Putin para sucederle en la presidencia obtuvo un70,21 % en las elecciones presidenciales de ayer, con el 98,78% de los votos escrutados. Más importante aún, la participación alcanzó el […]
Dimitri Medvédev ha ganado el respaldo contundente de los rusos que él y sus patrocinadores políticos en el Kremlín habían soñado. El sucesor elegido por Vladímir Putin para sucederle en la presidencia obtuvo un70,21 % en las elecciones presidenciales de ayer, con el 98,78% de los votos escrutados. Más importante aún, la participación alcanzó el 69,6% para la gran satisfacción del Gobierno.
Ante el apoyo abrumador que gozan Putin y su delfín en el país, en el Kremlin sólo temían que la apatía entre los votantes podría llevar a una baja participación. Como era de esperar, no faltaron las denuncias de fraude.
El líder comunista, Guennadi Ziugánov dijo tener pruebas de «falsificaciones» y anunció que su partido tomará medidas legales contra el proceso electoral. Ziugánov, que quedó segundo con el 17,7%, tildó los comicios de «cínicos». Un grupo de observadores ruso aseguró haber evitado que oficiales llenaran las urnas con papeletas. El ultranacionalista Vladímir Yirinovski se hizo con el 9,37% de los votos.
El dirigente opositor Gari Kaspárov, ex campeón del mundo de ajedrez que no concurrió a las elecciones, protestó con un pequeño grupo de seguidores cerca de la Plaza Roja en Moscú. Otra cara destacada de la oposición, el ex primer ministro Mijáil Kasiánov que tampoco pudo presentarse a las elecciones, habló de una «operación secreta del KGB» para traspasar el poder de Putin a Medvédev.
Las críticas se dirigieron sobre todo a la masiva campaña por parte de las autoridades para asegurar una alta participación. En muchos casos, se denunciaron presiones sobre los votantes. El pequeño grupo de observadores del Consejo de Europa presentará mañana su informe sobre la jornada electoral.
Mijáil Gorbachov, el último líder de la URSS cuyos intentos de volver a la política fracasaron, dijo que las condiciones de las elecciones eran «mejor que en las anteriores, pero aún lejos de lo que deberían ser».
El portavoz del Kremlín, Dimitri Peskov rechazó las críticas en general, aunque aseguró que se debe investigar las denuncias específicas de casos de irregularidades. «El hecho de que hay un candidato muy fuerte no significa que las elecciones no eran democráticas», dijo Peskov a la BBC.
Los rusos quieren un líder fuerte
El incontestable triunfo de Medvédev muestra la popularidad de Putin y su delfín, así como el hecho de que los votantes tenían pocas alternativas. «Queremos un líder fuerte y ese sólo puede ser Medvédev», dijo Serguei que trabaja en la bolsa de Moscú.
El resultado contribuirá a consolidar la posición de Medvédev en el Kremlín. La gran pregunta en Moscú es cómo será la cooperación entre Medvédev y Putin una vez que este último se convierta en primer ministro. La televisión rusa mostró ayer a los dos viejos conocidos de San Petersburgo brindando en un restaurante moscovita después de haber depositado sus votos.
Mientras algunos expertos vaticinan que Putin se convertirá en el auténtico poder a la sombra, otros dudan de que pueda funcionar la bicefalia en el Gobierno. Desde tiempos del zar, dicen, Rusia siempre ha sido gobernado por un solo líder indiscutible.
La agencia oficial Itar-Tass destacó que Medvédev ha obtenido más de 51,4 millones de votos, más de los que consiguió en la elecciones de 2004 el presidente saliente Vladímir Putin.
En esas elecciones, en la que la participación fue del 64,4%, votaron a favor de Putin 49,6 millones de electores, el 71,3 de los ciudadanos que acudieron a las urnas.